BREVES APUNTES HISTÓRICOS
IGLESIA SAN ISIDRO LABRADOR. PUENTE DE GÉNAVE
Por José Antonio Molina Real
Si hay una
construcción, en cualquier municipio de España,
que siempre resulta singular e identificativa es su iglesia parroquial. En
nuestro pueblo, la iglesia de San Isidro Labrador, como alguien la calificó, la
iglesia más blanca de la provincia de Jaén, no podría ser menos. Para cualquier
puenteño o puenteña la imagen de nuestra parroquia resulta lo suficientemente
particular como para que la consideremos algo propio e inherente a Puente de
Génave. Aunque arquitectónicamente no goce de una morfología que la lleve a ser
considerada monumento histórico, aunque su fisonomía se aleje de la
grandilocuencia del románico o el gótico y pierda valor su estructura al no
tener la gracia de la construcción histórico-artística, no importa, para
cualquiera de nosotros siempre aparecerá presidiendo su plaza con la majestuosidad
de ser la iglesia más bonita, simplemente por ser la de nuestro pueblo.
Ya en otros
artículos de ámbito histórico hemos mencionado en este blog, que uno de los
pilares que contribuyeron decisivamente a la creación de nuestro pueblo fue la
decisión de dotarlo de parroquia propia, diferenciada de la de La Puerta de
Segura. Este hecho se concretó, tras el esfuerzo de los vecinos, en la
promulgación desde el Obispado de Jaén de la orden de creación del templo
parroquial el 28 de octubre de 1891, siendo firmado el decreto por, el
Excelentísimo y Reverendísimo Obispo de Jaén, Don Manuel María González y
Sánchez.
Esto supuso el
pistoletazo de salida para la construcción del templo parroquial, obra que
realizarían los maestros albañiles de la localidad, concretamente D. Florentino
Amador, y que fue sufragada con la asignación del obispado de trescientas
veinticinco pesetas y las aportaciones y donaciones de los vecinos, hasta
llegar a la consagración de la parroquia el día 21 de enero de 1893, según reza
como fecha en su acta de constitución publicada en el Boletín Oficial del
Obispado.
Es evidente que la consagración de la parroquia no significaba que el
templo hubiera finalizado sus obras, ya que está constatado que mientras se
construía el nuevo templo, los oficios religiosos se ejercían de forma
provisional en diversos domicilios de fieles de la localidad, especialmente en
la casa de la plaza que hace esquina con la calle San Isidro. En estos primeros
años los oficios religiosos fueron ejercidos por el párroco de La Puerta de
Segura, siendo el primer párroco con destino específico en Puente de Génave D.
José Magaña Manjón que ocupó el cargo en el año 1903, recibiendo una asignación
para su instalación de parte del Obispado de Jaén de ochocientas cincuenta
pesetas; por lo que el registro parroquial de nacimientos, matrimonios y
defunciones se inicia en este año, pues con anterioridad, y como el párroco era
el mismo que el de La Puerta de Segura, este registro se realizaba en la
parroquia del pueblo vecino. A este le sucedió en el cargo un año más tarde D.
Francisco Jorquera Anaya que fue sustituido en 1905 por D. Andrés Hidalgo
Herrera que ostentó el cargo durante diez años, hasta que en 1915 lo ocupó D.
Manuel Moyano Buendía que lo dejó vacante en 1921. Se hizo cargo entonces D.
Pedro Campos Utrera durante cuatro años, para ser sustituido por D. José Ortiz
López que lo dejó en manos de D. Antonio Carreto Salas en 1935, ya en época
convulsa que desembocó en la Guerra Civil. No será hasta el año 1944 cuando aparece
en nuestro pueblo un párroco que ha dejado profunda huella en muchos de los que
estáis leyendo estos breves apuntes históricos, me refiero a D. Pedro García
Bellón que ocupó su ministerio, y otras muchas funciones, hasta 1970 año
en el que, tras su fallecimiento, fue sustituido por D. Ildefonso Rescalvo
Muñoz que se encargó de los oficios religiosos de nuestro pueblo tan sólo dos
años, recalando en la parroquia D. Isidro Arboledas Rus hasta 1976. Fue cuando
llegó D. Jesús García Ramos, para en tan sólo unos meses ser sustituido por D.
Juan Herrera Amezcua, que ocupó la parroquia durante diez años hasta que D. Emilio Samaniego Guzmán le sustituyó en esa
responsabilidad hasta la llegada de D. Ángel Sánchez Hernández, conocido como
Dandy, en 1989. Después y por espacios temporales relativamente cortos serán D.
Juan Soriano, D. Juan Manuel Perales, D. Juan Jiménez Lomas, D. Manuel Cámara y
finalmente D. Eduardo Navío Sánchez, actual párroco, quien fue nombrado por el
Obispo de Jaén para hacerse cargo de la
parroquia en el año 2006.
Respecto al por qué
de la advocación a la figura del Santo Labrador, es evidente que no hace falta
resaltar la vinculación que, como factor económico básico, han tenido siempre
los vecinos de nuestro pueblo con la actividad agraria, y qué mejor
representante y embajador ante las divinidades celestiales que un santo, San
Isidro Labrador, que supiera muy bien lo ardua y sacrificada que resulta la
dedicación a las tareas relacionadas con el campo. Otro dato a destacar, y que
resulta curioso por ser algo desconocido entre los vecinos de Puente de Génave,
es que nuestra parroquia también cuenta, concretamente desde el año 1905, con
el patronazgo de la Inmaculada Concepción.
Todos sabemos de la
simpleza de formas de nuestra parroquia, pues se trata de un edificio de
mampostería encalada, de una sola nave, con cubierta a cuatro aguas;
siendo elementos particulares la portada con fisonomía simple que presenta un
arco de medio punto flanqueado por pilastras. Debemos destacar que en el muro de
la epístola, es decir, el que da a la plaza, presenta tres ventanales de
frontón triangular.
También aparece
como referente particular su torre campanario, construida en apenas cuatro
meses por el maestro albañil D. Valentín Amador Herrera y bajo la iniciativa
del cura párroco D. José Ortiz en el año 1927 y totalmente sufragada en sus
costes por las aportaciones de los feligreses. Se trata de una torre, que
siguiendo los patrones del proyecto original, se adosa a la parte lateral de la
fachada con importantes proporciones respecto al tamaño del templo y con
esquema de planta cuadrada, dividida en cinco cuerpos separados por cornisas,
siendo el último de menor proporción a modo de almenar ya que las campanas
quedan ubicadas en su cuarto cuerpo.
En cuanto a su
contenido, la verdad es que no hay mucho que destacar. La simpleza exterior se
ve acompañada con la humidad de su contenido, que podríamos calificar
globalmente como contemporáneo, no habiendo sufrido grandes modificaciones
desde su construcción inicial.
Tan sólo hay que
destacar la reforma del altar mayor iniciada a raíz de los acuerdos del
Concilio Vaticano II (1962-65), pues la misa ya no se podía realizar de
espaldas a los feligreses, por lo que el altar mayor cambió; se suprimió la
balaustrada que lo delimitaba, el púlpito e incluso la morfología del propio
altar, cambiándose la figura de San Isidro Labrador por la del Cristo
Crucificado para presidirlo. Esta reforma se llevó a cabo durante el año 1967,
ya que quiso la Diosa Fortuna que D. Pedro García Bellón, párroco titular,
portara un décimo del número 28047 que resultó agraciado con el segundo premio
del sorteo del Niño del año 1966, siendo su generosidad la que propició que
sufragara parte importante del coste de las obras.
Su imaginería es simple,
y con escaso valor artístico, muchas de ellas sufragadas por donaciones
familiares, pero está claro que ningún puenteño que se precie le quita un gramo
de valor, aunque este sea sólo emocional, a las imágenes de San Isidro o de
nuestro Nazareno, por poner unos ejemplos. Es evidente que la iglesia sufrió
daños durante la Guerra Civil, incluso fue utilizada como almacén y también
como prisión provisional, por lo que su contenido ha sido algo que se ha ido
completando desde los años cuarenta a base de aportaciones de vecinos, con la
mezcla lógica de estilos y formas que esto provoca, siendo la última aportación
la del Vía Crucis elaborado por el prestigioso pintor-escultor Pedro Moya
Herrero, muy vinculado a nuestro pueblo.
Poco más se puede
decir de nuestra iglesia, simplemente que, para nosotros, es la más bonita de
todas ya que conserva tantos y tantos recuerdos que compensan con creces sus
carencias artísticas. Que supone un emblema que caracteriza a nuestro pueblo,
sirviendo de punto de inflexión para conseguir la tan deseada segregación de La
Puerta de Segura, ya que hasta que no se tuvo parroquia propia los puenteños
carecían de ese sentimiento de identidad, por lo que su presencia siempre ha
constituido un símbolo para la cotidianidad de nuestros antepasados y de
nosotros mismos, por lo que siempre ha estado ahí presente, majestuosa con su
imponente torre presidiendo la Plaza San Isidro y guardada como un tesoro en
nuestros corazones.
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