jueves, 31 de marzo de 2022

TESTIGO DEL TIEMPO. EL PUENTE MOCHO EN BEAS DE SEGURA.

Sobreviviendo al paso del tiempo y envuelto entre la naturaleza y el discurrir del río Guadalimar, el Puente Mocho permanece como testigo inalterable del tiempo. Este puente, de origen y fábrica romana, ha permanecido durante más de veinte siglos cumpliendo su misión de facilitar el paso sobre el río, y hoy en día, después de una rehabilitación, lo sigue haciendo, aunque ya no incluido dentro de una de las importantes rutas de la antigüedad, la Ruta de los Cartagineses.

EL PUENTE MOCHO.

“Todos los caminos llevan a Roma”; es una célebre y conocida frase usada desde épocas remotas, tales como la época de dominio del Imperio Romano de la península ibérica. La red de calzadas romanas ideadas por los ingenieros de dicho Imperio, eran una forma sencilla, útil y rápida de conectar todos los lugares por ellos dominados con la capital del Imperio: Roma; la ciudad legendaria fundada por aquellos dos míticos hermanos: Rómulo y Rémulo, ahijados y amamantados por una loba.

Puente Mocho

Tal fue la fuerza de expansión de la Ciudad-Estado y la ferocidad de sus habitantes y guerreros, que en poco tiempo se vieron en la necesidad de competir por territorios y riquezas con la otra gran potencia de la época: Cartago.

En esa rivalidad, se dieron lo que conocemos como Guerras Púnicas. Se desarrollaron por el dominio y supremacía militar del mar, el comercio entre las distintas ciudades costeras, las riquezas que ofrecía la tierra, el dominio del territorio y la adquisición de esclavos.

Dentro de los territorios en litigio, por los cuales ambas potencias se enzarzaron en unas guerras a vida o muerte por la supremacía y dominio del territorio, estaba la península ibérica. Lugar donde además de esclavos y ciudadanos libres que pagaban sus impuestos, Roma obtenía alimentos como trigo, cebada, vino, aceite, carne, etc. Y también metales, como el plomo. Pero lo que más interesa a cualquier economía, antes y ahora, son los metales preciosos: oro y plata, principalmente.

Vías romana en Hispania

Aquí, es donde entra en valor una de las construcciones más antiguas que se conservan en nuestros campos: Puente Mocho, llamado así por faltarle la barandilla o remate de protección superior.

Puente Mocho está emplazado en un bucólico lugar. Un espacio vacío, abandonado, olvidado, donde durante milenios el hombre se ha asentado debido a la facilidad para obtener de la naturaleza agua, comida y protección.

Desde hace bastante tiempo, me ha llamado la atención la cantidad de restos de construcciones romanas que hay en la provincia de Jaén -no todas en buen estado de conservación-, desde puentes, algún pequeño acueducto, presas dentro del Guadalquivir, antiguas villas, baños, ciudades e incluso enterramientos con lápidas individuales o incluso grafías -no creo que puedan llamarse inscripciones mortuorias colectivas-, en algún lugar perdido y hoy casi desaparecido, aunque documentado. Curioseando por Linares (Jaén), frente a su Ayuntamiento, un cartel informativo parecía dar una clave: Cástulo, en la antigüedad, fue un importante nudo de comunicación entre las ciudades de Hispania, llegando incluso a acuñar moneda propia.

Superficie de las excavaciones en Cástulo
Recreación de la ciudad de Cástulo

    Otra importante información me llamó la atención en el Centro de interpretación de la cultura minera en dicha localidad. Desde muy antiguo son conocidas las minas de plomo de Linares. Pero el plomo, tiene una particularidad: es un plomo argentífero; rico en plata. Una de las razones principales de la alianza entre cartagineses y castulonenses, mediante el enlace entre Aníbal e Himilce, era el control de las minas de Cástulo, de donde en un principio cartagineses y después romanos obtuvieron grandes cantidades de plata para enriquecimiento de sus respectivas Ciudades-Estado, y posterior ampliación o expansión del Imperio Romano cuando fueron estos territorios por ellos dominados.

Puente Mocho, con casi 100 metros de longitud, y 6 arcos para el paso de las aguas del río Guadalimar, cumplía una función anónima dentro de la red viaria romana, cuyo único objetivo era facilitar el paso de personas y mercancías lo más rápido y cómodamente posible hasta el destino final, Roma, evitando los posibles retrasos por las crecidas estacionales o puntuales de un río en ocasiones, bastante caudaloso.

Puente Mocho

Hoy, los caminos agrícolas para llegar hasta Puente Mocho, son ásperos y polvorientos en verano; húmedos y embarrados en invierno –como antaño-, más aún, los que transcurren a la vera del río desde la carretera del Condado hasta llegar al puente. La vegetación se muestra exuberante y frondosa en cualquier época, más aún en la mínima primavera giennense, donde el calor del sol aún es llevadero y el frescor del ambiente con el suave aroma que desprenden hierbas, arbustos y demás vegetación ribera hace que el corto y áspero, aunque en  ocasiones también  pedregoso o polvoriento camino, se haga prácticamente sin esfuerzo, y la sola visión del austero, envejecido y desmoronado -en algunos arcos-  puente, sea el premio a tan interesante empeño por conocer nuestro pasado.

Paso de ganado por el Puente Mocho

El puente, tiene varias particularidades:

1.-Tiene un total de tres trazados distintos, entrelazados entre sí.

2.-El primer gran arco de la margen derecha del río es de bóveda de cañón aguas arriba y de cañón apuntada o rampante, aguas abajo.

3.- Aún se conserva gran parte de la calzada romana original en la zona media del puente y en parte del camino hasta llegar al mismo.

4.-Forma parte de la bifurcación de la Vía Augusta, que no conectaba con Roma, sino con Cartagena (Murcia), en la conocida como Vía de los cartagineses, que atraviesa la Sierra de Segura (Jaén), detalles más que suficientes para dedicarle unos minutos de atención antes de la restauración que han emprendido en fechas recientes personal contratado por la Junta de Andalucía. 

Obras de rehabilitación en el Puente Mocho

El uso actual del puente es mínimo. Pastores o agricultores, senderistas o paseantes son los actuales encargados de contemplar su extraña forma; de observar las diversas aves que se dan cita en sus orillas con el ánimo de obtener algún pez, batracio u otro pequeño animal que llevarse al pico; de contemplar los curiosos juegos de luces al atardecer, cuando los tenues rayos de sol se envuelven y entremezclan con las suaves neblinas que levanta el agua; de absorber el frescor y respirar el suave aroma a naturaleza, que nos hace regresar a nuestros más remotos orígenes. A perder por unos minutos la noción del tiempo, y disfrutar de esos minutos dejándonos llevar, sin poner obstáculos a nuestra imaginación, a aplicar el famoso CARPE DIEM, en definitiva, siguiendo nuestro olvidado instinto de admirar aquello que nosotros, individualmente, no somos capaces de realizar.

 

Publicado en….loqueseocultabajoelsol.blogspot.com


martes, 15 de marzo de 2022

RECUPERANDO TRADICIONES. "LOS MIÉRCOLES"

 “MIÉRCOLES O PELELES” EN PUENTE DE GÉNAVE.

Por José Antonio Molina Real ( jt )

Hay, en nuestros pueblos, muchísimas cosas de las que nos sentimos orgullosos y no dudamos en destacarlas como algo propio y que da valor añadido a esa, como mínimo curiosa, competitividad que existe entre individuos y su particular lugar de origen. Los que procedemos de pequeños núcleos rurales lo tenemos más complicado, a no ser que tengamos nuestras raíces en algún lugar donde la historia se empeñó en dejar su huella con algún castillo, fortaleza, iglesia monumental o vestigio arqueológico.

En Puente de Génave esa singularidad presenta muchas más dificultades. Buscar en la historia es tarea difícil ya que, como por la mayoría de vosotros es sabido, se formó como municipio independiente de La Puerta de Segura en 1933 y ni tan siquiera su iglesia tiene gran interés arquitectónico. Sería lógico entonces recurrir al llamado Puente Viejo, datado en el S. I y de origen romano a pesar de conservar pocos elementos originales después de su restauración; o las llamadas Torres de Peñolite, restos de un recinto amurallado posiblemente datado en el S. XII. Ambos se convertirán en los únicos elementos históricos, y no de forma muy ostensible, a los que podemos apelar.

Es por eso que miramos más a otros aspectos más recientes en el tiempo que solemos destacar, evidentemente con un aire lógicamente exagerado. Nos centramos más en su paisaje, un paisaje que, a pesar de no ser abrupto y montañoso como otros lugares de la Sierra de Segura, destacamos al ser ofrecido por nuestro río, el Guadalimar, que a su paso por el pueblo deja parajes de extraordinaria belleza como Las Moreas, el Zurrión, el remanso entre los dos puentes o la Central con su espectacular salto de agua. También nombramos como algo singular el edificio de la antigua Caja de Ahorros, construido en los primeros años de la década de los 60, y que supone unos de los 10 mejores ejemplos de arquitectura kitsch de toda España; y como no, nuestro ayuntamiento, obra de D. Salvador Tous, construido en puro estilo regionalista andaluz allá por los años 40. Si, son estos algunos elementos que, los puenteños y puenteñas de corazón, solemos destacar como particularidades que nos identifican como pueblo y nos diferencian, siempre de forma positiva y no excluyente, del resto de pueblos de la comarca de la Sierra de Segura.

Y no nos conformamos con lo dicho, también buscamos otros argumentos más actuales, como nuestro renombrado pintor Santiago Ydañez y la sala de exposiciones, que lleva su nombre, en La Vicaría que ha acogido a los pintores contemporáneos más afamados del panorama artístico español; o el museo de escultura al aire libre con una esplendorosa colección de obras que salpican las calles y plazas del pueblo. Dentro de esta particularidad deberíamos nombrar también algo que se pierde entre los recuerdos y el tiempo, algo que no es particular de Puente de Génave porque otros lugares de España lo festejan pero si es algo único en la Sierra de Segura y en la provincia de Jaén. Me estoy refiriendo a los festejos en torno a la figura del “pelele” del día primero de cuaresma, es decir, el miércoles de ceniza.

Efectivamente, los “peleles” o, como se suelen llamar en Puente de Génave, “los miércoles” son una figura que aparecía cada año el miércoles de ceniza (de ahí su nombre de “miércoles”) como punto final a la celebración pagana del carnaval. En esta celebración de los “peleles” se solía vestir con ropas viejas o en desuso, rellenas de paja o trapos, formando muñecos con forma humana que eran colgados, usado cuerdas, en calles y balcones de todo el pueblo. Con ello se quería representar, dándole forma física, a lo negativo, lo que representa el mal, lo inadecuado o improcedente. Posteriormente eran descolgados y las cuadrillas de amigos manteaban al muñeco al compás de canciones llenas de burlas e ironía, sin olvidar regar sus gargantas de la popular “cuerva”, bebida a base de vino, limón, azúcar y frutas variadas del tiempo; así como degustar frutos secos o las llamadas “rosas”, que así se denominan en el pueblo a las palomitas de maíz. Cuando ya la tarde comenzaba a caer, las cuadrillas se dirigían hacia la zona donde el río Guadalimar es atravesado por los dos puentes, para, después de unos intensos manteos finales, arrojar estos muñecos de trapo al río y así que la corriente arrastre lejos del pueblo a estos personajes como forma simbólica de eliminar y alejar lo negativo e inadecuado fuera del municipio.

Hay que decir que “los miércoles”, como otras costumbres y tradiciones más, se vieron muy perjudicas por las corrientes migratorias que se iniciaron a principios de los años 60, corrientes que se encargaban de alejar de nuestros pueblos a la gente más joven, la que más potenciaba estos acontecimientos festivos, y sumiendo así a esta arraigada tradición al olvido del tiempo. Fueron muchos años en los que las gentes del pueblo aprendieron a convivir con la ausencia de estas y otras tradiciones, muchos años en los que la normalidad era ignorar nuestro pasado, muchos años de silencios y falta de iniciativas que pudieran recuperar una concienciación volcada en nuestras raíces y costumbres.

Pero una vez más la voluntad popular vence al olvido y, en este caso, de la iniciativa surgida desde algunos vecinos que habían escuchado de la boca de sus abuelos esos viejos recuerdos, surgió la idea de poder recuperar esa tradición única y peculiar de Puente de Génave. De esa forma, Andrés Martínez, Loli González, Ma. Luisa Martínez o Marisol Sánchez comenzaron a trabajar en esa tarea, implicando a diversos vecinos y, en especial, a todas las integrantes de la Asociación de Mujeres de El Puente, para dar forma a un proyecto que sacara del olvido a esta tradición tan puenteña. De esa forma, el miércoles 5 de marzo, miércoles de ceniza, de 2014 los peleles volvieron a aparecer nuevamente colgados en calles, plazas y balcones; siendo manteados y lanzados al río entre el jolgorio de grandes y pequeños que disfrutaron, no sin cierta extrañeza, de esa antigua, y ahora ya renovada, tradición.

Asociación de mujeres "El Puente" confeccionando su "miércoles"

Desde entonces hasta hoy en día no han fallado a la cita, si exceptuamos el año 2021 donde la pandemia por COVID-19 lo paralizó todo, estando presentes cada año proporcionando un día de alegría y hermanamiento popular, pero no todo el trabajo está hecho. Ciertamente el entusiasmo de la Asociación de Mujeres de El Puente sigue activo y el de algunos otros vecinos también, no obstante, para su continuidad, la dependencia en estos grupos de vecinos no asegura su consolidación de futuro por lo que se hace necesaria una decidida intervención del consistorio municipal al respecto. Este año 2022 se ha diseñado una fórmula de concurso para incentivar la participación, cuestión que puede ser una solución a corto plazo ya que deja un ganador y varias decepciones que pueden, finalmente, llegar a la desmotivación. Sería más adecuado consolidar esta tradición incidiendo en los más pequeños, introducirla en los colegios como parte de la programación escolar anual, hacer vivir a los escolares la existencia de esa tradición para que sean ellos los que, ya de mayores, la sigan realizando; o también el dinero municipal podría invertirse en ayudas, más bien simbólicas, a las diferentes asociaciones o grupos vecinales para que subvencionen esas horas que se invierten en reuniones y confección de los peleles.

No todo está hecho, lo difícil que era su recuperación se logró, ahora está el trabajo de mantener, potenciar y consolidar esta tradición única y diferenciadora de Puente de Génave respecto a otros pueblos de la Sierra de Segura y de toda la provincia de Jaén, y no estaría de más que el Ayuntamiento de Puente de Génave procediera, además de las iniciativas ya descritas, a la posibilidad de declarar esta celebración de los “Miércoles o Peleles” como Bien de Interés Cultural (BIC) para asegurar, de esa forma, su futuro.

Para finalizar reproducimos la noticia aparecida en el Diario Jaén, con fecha 6 de marzo de 2014, en la que se reseñaba la recuperación de esta tradición tan nuestra.


DIARIO JAÉN. 06 MAR 2014

LA VUELTA DE LOS PELELES.

Los vecinos de Puente de Génave vuelven al pasado para rescatar la tradición de “Los Miércoles”. Los también llamados “peleles” fueron la atracción del primer día de la Cuaresma, con su manteo y posterior tirada al río Guadalimar.

El municipio recupera la tradición de “los pepeles”, unos muñecos que se cuelgan en las calles, la víspera del Miércoles de Ceniza, y que son manteados, al día siguiente, para, después, tirarlos a las aguas del río Guadalimar. Dolores, Andrés y Luisa son algunos de los vecinos que decidieron recuperar la iniciativa de hacer realidad una antigua costumbre perdida. La ropa vieja y la paja son los principales materiales para hacer el muñeco gigante, aunque, este año, y, con el paso del tiempo, se ha usado lana, serrín y otros elementos.

Al tiempo que se produce el manteo del “pelele”, los vecinos cantan unas breves rimas, como “Arriba pelele, tu madre te quiere; tu padre también; arriba con él” y otras en la misma línea: “El pelele chico le dice al grande, alcanza la cesta que tengo hambre”. Ayer, a primera hora de la tarde, comenzó el ritual, en la Avenida de Andalucía, junto al Ayuntamiento, con dos “peleles”, un hombre y un niño. En la zona de Las Ánimas, dos muñecos, que recreaban a Urdangarín y a la Infanta Elena y entre ambos colgaba una ristra de chorizos. Otros dos muñecos estaban sostenidos en el aire en la calle Margarita y otro en la zona de San Isidro. Ante el rescate de esta tradición, se espera que, el año que viene, la participación aumente. La jornada del Miércoles de Ceniza finalizó con una invitación a palomitas y a cuerva en las proximidades de los puentes sobre el río Guadalimar a su paso por el casco urbano. Para los vecinos puenteños más jóvenes, así como para los visitantes, fue toda una “sorpresa” toparse con “los peleles” colgados. Por eso, no faltaron preguntas sobre el significado de los muñecos colgantes y qué hacían en medio de la calle. Los mayores fueron los encargados de responder a todas las interrogantes y a explicar el motivo de esta vieja tradición ahora recuperada para disfrute de todos los vecinos.