viernes, 26 de febrero de 2021

EL TERRITORIO ANDALUZ

Con motivo de la celebración del Día de Andalucía, desde este blog, queremos seguir con la serie de artículos relacionados con nuestra tierra. Anteriormente, y siempre en fechas cercanas al 28 de febrero, dedicamos artículos a Blas Infante, a la bandera, al himno o a su escudo; todos ellos símbolos que nos identifican. En esta ocasión nos centraremos en el territorio y su evolución histórica hasta llegar a ser estructurado como una entidad, que abarca a las ocho provincias, de gestión y autogobierno.

HISTORIA DE UNA TIERRA.

( j t )

En la actualidad entendemos como delimitación territorial de Andalucía la contemplada en el Estatuto de Autonomía Andaluz aprobado por los andaluces, en referéndum el 20 de octubre de 1981; constituyendo Andalucía como comunidad autónoma del Estado español. No obstante, debemos considerar que este territorio no siempre tuvo los mismos componentes ni la misma estructuración por lo que pasamos a exponer brevemente su historia anterior hasta la actualidad hasta llegar a ser considerado nacionalidad histórica por la Constitución Española de 1978. La primera de las consideraciones sería su posición geoestratégica en el extremo sur de Europa, entre esta y África, entre el Atlántico y el Mediterráneo, así como sus riquezas minerales y agrícolas y su gran extensión superficial de 87 597 km², formando una conjunción de factores que hicieron de este territorio un foco de atracción de muchas civilizaciones ya desde los inicios de la Edad de los Metales.

Delimitación territorial de Andalucía

Su situación geográfica como nexo entre África y Europa, hace que algunos historiadores apunten a que los primeros homínidos europeos, previo paso del Estrecho de Gibraltar procedentes de África, se ubicaron en el territorio andaluz. Posteriormente, las primeras culturas que se desarrollaron en este entorno como fueron la de Los Millares, El Argar o Tartessos, tuvieron un claro matiz orientalizante, debido a la clara influencia que pueblos del Mediterráneo oriental ejercieron desde sus actividades comerciales coloniales al asentarse en sus costas en busca de sus riquezas, dejando un gran desarrollo civilizador. Fueron principalmente griegos y fenicios los protagonistas de esta influencia, derivando en un próspero momento histórico que tuvo hitos como la fundación de Cádiz, la ciudad más antigua de Europa occidental, seguida en antigüedad por otra ciudad andaluza, Málaga.

Ámbito territorial de la civilización de Tartesos

Posteriormente, este territorio quedó incorporado plenamente al Imperio Romano con su conquista, creándose la provincia de la Bética, subdivisión de una primitiva provincia que data de conquista romana llamada Hispania Ulterior. Dada su condición de provincia senatorial debido a su altísimo grado de romanización, fue la única provincia de Hispania en ostentar esta condición, teniendo gran importancia económica y política dentro del Imperio, al que aportó numerosos magistrados y senadores, además de las figuras sobresalientes de los emperadores Trajano y Adriano. Serán las invasiones germánicas de vándalos y posteriormente de visigodos las que ocuparon estas tierras, aunque no hicieron desaparecer el papel cultural y político de la Bética y durante los siglos V y VI. De esta forma, los terratenientes béticorromanos mantuvieron prácticamente su independencia impositiva, aunque no política, con respecto a Toledo que era la capital visigoda, destacando figuras dentro de la cultura, la política o la religión como San Isidoro de Sevilla o San Hermenegildo.

Bética romana.

De todos es conocido que en el 711 se produjo una importante ruptura cultural con la conquista musulmana de la península ibérica. El territorio andaluz fue el principal centro político de los distintos estados musulmanes de Al-Ándalus, que así denominaron a este dominio peninsular del que sólo escapaban las zonas montañosas del norte, siendo Córdoba la capital y uno de los principales centros culturales y económicos del mundo por aquel entonces. Este período de florecimiento culminó con el Califato Omeya de Córdoba, donde destacaron figuras como Abderramán III o Alhakén II. Posteriormente, en el siglo XI, se produjo un período de grave crisis política que fue aprovechado por los reinos cristianos del norte peninsular para avanzar en sus conquistas y por los distintos imperios norteafricanos, como almorávides o almohades, que se fueron sucediendo ejerciendo su influencia en todo Al-Ándalus y también establecieron sus centros de poder en la península en Granada y Sevilla, respectivamente. Entre estos periodos de centralización de poder, su produjo la fragmentación política del territorio peninsular en diferentes fases y periodos de reinos de taifas. Entre estos reinos de taifas, el Reino nazarí de Granada, tuvo un papel histórico y emblemático destacado.

Territorio andaluz durante la dominación árabe

La Corona de Castilla fue conquistando paulatinamente los territorios del sur peninsular. Fernando III personalizó la conquista de todo el valle del Guadalquivir en el siglo XIII. El territorio andaluz quedó dividido en una parte cristiana y otra musulmana hasta que en 1492 la conquista de la península ibérica finalizó con la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos. No obstante, este reino de Granada, mantuvo su singularidad administrativa dentro del contexto de los territorios de la corona castellana​ debido, sobre todo, a su carácter emblemático como culminación de la Reconquista y al hecho poseer una serie de particularidades que lo diferenciaban del resto de territorio andaluz reconquistado en el siglo XIII, más de dos siglos antes. A pesar de las claras similitudes entre la Andalucía del Guadalquivir y el reino de Granada, se mantuvo la diferenciación administrativa entre el reino de Granada y el resto del Andalucía distribuida en los reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla, pues Granada fue el único reino que realmente gozó de una entidad política, administrativa y militar propia, mientras que los reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén poseyeron la titulación, pero no la estructura de reino pues su administración fue unificada en un ente superior llamado Andalucía​.

De este modo, el sur peninsular quedará dividido desde 1492, y hasta 1833, en dos entidades administrativas, Andalucía por un lado y el reino de Granada por otro, cada cual con su estructura administrativa, judicial y militar propia; es decir, cada entidad conservó su propio notario mayor, adelantado mayor, capitán general, chancillería, su audiencia y su entidad religiosa con arzobispado con sede una en Sevilla y otra en Granada​. De este modo, con el establecimiento de sus representantes directos en Granada tras la Reconquista, los reyes dejaron clara la diferenciación entre Andalucía y Granada, presidida esta última por una tetrarquía político-religiosa, encabezada en sus inicios por el arzobispo Hernando de Talavera, el conde de Tendilla, Andrés Calderón y Hernando de Zafra.

La Andalucía de los dos reinos.

Debemos considerar que la existencia, en el reino de Granada, de una gran población morisca marcaba una diferencia fundamental entre el reino recién incorporado y la parte de Andalucía consolidada dos siglos atrás como territorio castellano. No obstante, tras la Rebelión de las Alpujarras y la expulsión de los moriscos, las peculiaridades socioculturales del reino de Granada respecto a los otros reinos andaluces fueron diluyéndose progresivamente​, aunque mantuvo la estructura administrativa propia, pero el hecho de que la repoblación, tras la expulsión morisca, de dicho reino se realizara mayoritariamente por andaluces del resto del territorio, propició que la noción de unidad territorial de toda Andalucía se extendiera, de hecho, al conjunto de los cuatro reinos,​ identificados en algunas fuentes en el siglo XVII con la antigua provincia Bética y frecuentemente denominados los "cuatro reinos de Andalucía", al menos desde mediados del siglo XVIII​, incluso apareciendo así en un mapa de la península ibérica datado en 1770, aunque debemos decir que fruto de una consideración meramente geográfica y nominal pues ambas entidades siguieron conservando sus propia administración, cuestión que perduró hasta 1833 hasta la división administrativa y provincial de Javier de Burgos. Así pues, desde mediados del siglo XVIII los reinos de Córdoba, Jaén, Sevilla y Granada, comenzaron a denominarse conjuntamente como los cuatro reinos de Andalucía, ocupando casi la misma extensión que la actual comunidad autónoma de Andalucía.

S. XVIII. Delimitación de los cuatro reinos andaluces

El estallido de la guerra de la Independencia, en mayo de 1808, establece un nuevo orden de la mano de Napoleón, que pone a su hermano José Bonaparte en el trono. En 1810, el gobierno bajo control francés, intenta ordenar el territorio, dividiéndolo en 38 prefecturas, al estilo de las establecidas en Francia, y 111 subprefecturas, según el proyecto del ingeniero y matemático José María Lanz.​ Las prefecturas recibirían nombres relativas a accidentes geográficos, fundamentalmente ríos y cabos. Esta división hacía tabla rasa de los condicionantes históricos, pero nunca llegó a entrar en vigor, pues el gobierno de José I tan solo controlaba una parte del territorio español y, por otra parte, Napoleón planeaba la incorporación a Francia de las tierras al norte del Ebro. Se crearon 38 prefecturas peninsulares más Baleares y Canarias, quedando en lo que respecta a nuestro territorio dividido en seis prefecturas, además de otra que nos afectaba de forma parcial al incluir la totalidad de las tierras de la Sierra de Segura de Jaén y Granada. La composición es la siguiente:

Prefectura del Genil, con capital en Granada (provincias de Almería y Granada) con las Subprefecturas en Granada, Almería y Baza.

Prefectura del Guadalete, con capital en Jerez de la Frontera (provincia de Cádiz) con las subprefecturas en Jerez de la Frontera, Cádiz y Ronda.

Prefectura del Guadalquivir Alto, con capital en Jaén (provincia de Jaén) con las subprefecturas en Jaén, Úbeda y La Carolina.

Prefectura del Guadalquivir Bajo, con capital en Sevilla (provincias de Huelva y Sevilla) con las subprefecturas en Sevilla, Ayamonte y Aracena.

Prefectura del Guadalquivir y Guadajoz, con capital en Córdoba (provincia de Córdoba) con las subprefecturas en Córdoba, Écija y Lucena.

Prefectura del Salado, con capital en Málaga (provincia de Málaga y sureste de la de Sevilla) con las subprefecturas en Málaga, Osuna y Antequera.

Prefectura del Segura, aunque mayoritariamente fuera de la delimitación de la actual Andalucía, que tenía capital en Murcia (provincia de Murcia, noreste de la de Granada, parte central de la de Albacete y la vega Baja del Segura de la provincia de Alicante) con las subprefecturas en Murcia, Cartagena, Albacete y Huéscar.

Mapa de las prefecturas francesas.

La Guerra de la Independencia impidió adoptar todas estas reformas, pero propició que las Cortes de Cádiz, en 1811, derogaran los señoríos jurisdiccionales, desapareciendo así la división entre señorío y realengo, permitiendo crear 32 provincias, según el nomenclátor de Floridablanca, con algunas correcciones, que no será definitiva pues en 1813 encargan una nueva división provincial a Felipe Bauzá, que determina la existencia de 36 provincias, con siete provincias subalternas, con criterios históricos. Pero nada de esto se llegó a concretar, y el regreso de Fernando VII supuso la vuelta al Antiguo Régimen y la vuelta a dividir España en 29 intendencias generales y 13 consulados. Poco después, con la llegada nuevamente del liberalismo tras el levantamiento del general Riego, durante el Trienio Liberal (1820-1823), se impulsa la construcción del Estado liberal, y con él se promueve una nueva división provincial, aunque primero se recuperan las diputaciones de 1813. Se trataba de que esta división alcanzara a todo el país, sin excepciones, y fuera la trama única para las actividades administrativas, gubernativas, judiciales y económicas, según criterios de igualdad jurídica, unidad y eficacia. Por esa razón, en enero de 1822, se diseña y aprueba, con carácter provisional, una división provincial de España en 52 provincias, apareciendo ya con su diseño prácticamente idéntico al actual las provincias de Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla, al asumir el territorio provincial el nombre de la ciudad que ostentaba su capitalidad. Algunas de estas provincias aparecen por primera vez, como las de Almería y Málaga (desgajadas del tradicional Reino de Granada) o Huelva (del Reino de Sevilla), mientras que la comarca de la Sierra de Segura continuaba pareciendo vinculada a Murcia. Es cierto que este proyecto hace pocas concesiones a la historia, y se rige por criterios de población, extensión y coherencia geográfica, existiendo una voluntad de superar los nombres históricos y adjudicando a ciudades relevantes el título administrativo de capital provincial. Pero la caída del gobierno liberal y la restauración del absolutismo dio al traste con el proyecto y en 1823 se restablecen las provincias del Antiguo Régimen por lo que el plan de 1822 nunca llegó a entrar en vigor.

Delimitación provincial de 1822

No será hasta 1833 cuando se vuelve a acometer una reforma provincial. Será Javier de Burgos quien incluirá a 49 provincias, agrupando por primera vez las provincias en regiones, pero no teniendo ningún tipo de competencia u órgano administrativo o jurisdiccional común a las provincias que agrupaba, teniendo la adscripción a regiones un carácter clasificatorio, sin pretensiones de operatividad administrativa. Este Real Decreto de 30 de noviembre de 1833 en su Artículo 2 define a Andalucía comprendiendo los reinos de Córdoba, Granada, Jaén y Sevilla, se divide en las ocho provincias siguientes: Córdoba, Jaén, Granada, Almería, Málaga, Sevilla, Cádiz y Huelva. Del antiguo reino de Granada se extrajeron íntegramente la provincia de Almería, la de Granada y la mayor parte de la provincia de Málaga. La provincia de Jaén se formó uniendo las localidades del antiguo reino de Jaén, excepto los municipios de Belmez y Villafranca de Córdoba que se incorporaron a Córdoba, pero sumándole dos poblaciones que hasta entonces pertenecían a La Mancha como fueron Beas de Segura y Chiclana de Segura, también los lugares de Benatae, Génave, Orcera, Santiago de la Espada, Segura de la Sierra (con los agregados de La Puerta y de Bujaraiza), Siles, Torres y Villarrodrigo que hasta ese momento pertenecían al reino de Murcia y por último, la nueva provincia de Jaén, incorporó dos enclaves del reino de Granada como fueron Bélmez de la Moraleda y Solera (municipio hoy integrado en Huelma). El antiguo reino de Córdoba fue la base de la nueva provincia cordobesa, a la que se unió los lugares, hasta entonces, de Extremadura como Belalcázar, Fuente la Lancha, Hinojosa del Duque y Villanueva del Duque; también los dos enclaves del reino de Jaén ya nombrados de Belmez (que incluía el municipio de Peñarroya-Pueblonuevo que se segregó en 1886) y Villafranca de Córdoba, anteriormente llamada Villafranca de las Agujas; pero perdiendo el municipio de Chillón con, en aquel entonces aldea, Guadalmez que pasaron a pertenecer a Ciudad Real. Mientras que del antiguo reino de Sevilla se delimitaron la actual provincia de Sevilla a la que se incorporó la población de Guadalcanal, que hasta entonces pertenecía a Extremadura, pero perdiendo en beneficio de Badajoz las poblaciones de El Bodonal, Fregenal de la Sierra e Higuera la Real; la provincia de Huelva incorporando Arroyomolinos de León y Cañaveral de León, que hasta entonces pertenecían a Extremadura y la totalidad de la provincia de Cádiz.

Incorporaciones territoriales a la delimitación
provincial de Javier de Burgos. 1833

Una de las primeras expresiones de la estructuración provincial de Andalucía fueron las juntas provinciales de 1835, federadas en la Junta Suprema de Andalucía; aunque el primer intento de regionalizar la península lo realizó Patricio de la Escosura que promulgó un decreto el 29 de septiembre de 1847, aunque apenas tuvo vigencia, que dividía la península en once gobiernos generales, quedando el territorio andaluz dividido en dos con la región de Andalucía, con capital en Sevilla que agrupaba las provincias de Sevilla, Córdoba, Cádiz y Huelva; y la región de Granada, con capital en Granada que agrupaba las provincias de Granada, Málaga, Almería y Jaén.

Región de Andalucía y región de Granada

Posteriormente, en 1873, durante la Primera República Española, se elaboró un proyecto de Constitución que definía a España como una República Federal, integrada por diecisiete Estados con poder legislativo, ejecutivo y judicial. Según los artículos 92 y 93, estos «Estados» tendrían una «completa autonomía económico-administrativa y toda la autonomía política compatible con la existencia de la Nación», así como «la facultad de darse una Constitución política»; pero esta constitución, que nunca llegó a adoptarse, nada señala sobre las provincias, cuestión que dejaba en competencia de los 17 Estados miembros, entre los cuales, según su artículo primero, se encontraba Andalucía Alta que abarcaba los actuales territorios de Sevilla, Córdoba, Huelva y Cádiz; y Andalucía Baja agrupando a los de Málaga, Jaén, Almería y Granada.

Estados federales durante la I República

Posteriormente, en 1884, Segismundo Moret presentó un nuevo proyecto de ley de 6 de enero de 1884, que distribuía la península e islas adyacentes en quince regiones administrativas y políticas, insistiendo en la idea, dentro de nuestro ámbito geográfico, de dos regiones, la de Granada con Almería, Granada, Jaén y Málaga; y la región de Sevilla con Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla. Será siete años después cuando se produjo otro intento de regionalización que tampoco se llegó a consumar, en este caso promovido por Francisco Silvela. Mediante una Real Orden de 20 de julio de 1891 y un Proyecto de Ley en la misma fecha que dio cuenta de la intención de organizar el gobierno de la península, Canarias y Baleares en trece regiones que llegarían a obtener algún tipo de consideración autonómica y que insistía, en nuestro territorio con las dos anteriormente dichas de Sevilla y Granada, pero que tampoco llegó a tener efectos administrativos.

En 1931 con la llegada de la Segunda República Española, cuando se introdujo en la Constitución la posibilidad de que las regiones que componían España se convirtiesen en autonomías. Así, en 1932 Cataluña aprobó su Estatuto de autonomía, mientras que las provincias Vascongadas, aunque aprobaron su estatuto autonómico, no la consiguieron hasta 1936; mientras que en Galicia también se redactó un estatuto de autonomía, que fue aprobado en referéndum por el pueblo gallego pero que, al estallar la Guerra Civil, no entró en vigor; y por último Andalucía, con un estatuto promovido por Blas Infante, que quedó redactado pero sin llegar a ser presentado en referéndum ante el pueblo andaluz, en el que se agrupaban las dos regiones tradicionales en que se había dividido el territorio, Sevilla y Granada, para forma una sola con la denominación de Andalucía. Con el final de la guerra civil y la dictadura de Francisco Franco las regiones pierden su importancia política pasando toda gestión territorial a las diputaciones​ y a los Gobiernos Civiles de cada provincia.

Regiones con derecho autonómico durante la II República

No será hasta la democracia en 1975 cuando vuelva a tener sentido hablar de las regiones de España. Cuestión que se reafirma poco después con la aprobación de la Constitución de 1978, en su título VIII capítulo tercero, determina la creación y estructuración del estado autonómico, siendo el 31 de julio de 1981 cuando UCD y PSOE aprueban los pactos autonómicos por los cuales España se vertebra en 17 comunidades autónomas y dos ciudades autónomas (estas últimas lo serán oficialmente en 1995), dividiéndose cada autonomía en varias provincias, excepto aquellas formadas de manera uniprovincial.

Estado autonómico reconocido en la Constitución de 1978

La Comunidad Autónoma Andaluza, considerada como comunidad histórica y por lo tanto siguiendo el proceso contemplado en el artículo 143 de la Constitución, por el que se alcanzan de forma más rápida la plena gestión competencial, consideración ganada a pulso por los andaluces tras el referéndum del 28 de febrero de 1980.

Referendum andaluz por la autonomía

Este marco legal sirvió para la redacción del Estatuto de Autonomía andaluz, redactado el 12 de febrero de 1981 y aprobado en referéndum por los andaluces el 20 de octubre de ese mismo año, 1981, determinando en el mismo que el territorio autonómico se compone de las ocho provincias históricas de Huelva, Cádiz, Sevilla, Málaga, Córdoba, Jaén, Granada y Almería que se correspondían territorialmente, salvo pequeñas modificaciones, con la división provincial establecida por Javier de Burgos en 1833.

Estatuto de Autonomía Andaluz. 30 diciembre 1981

viernes, 12 de febrero de 2021

UNA LARGA HISTORIA.

En el presente artículo pasamos a revelar el largo periplo que se tuvo que pasar para convertir en realidad la notable aspiración de dotar a nuestro pueblo de un instituto de enseñanza secundaria. La exitosa gestión, contó con el decidido apoyo de diversos colectivos sociales, educativos y de los ayuntamientos afectados por una planificación educativa que hubiera supuesto una marginación para muchos jóvenes de nuestro pueblo y otros pueblos colindantes, que afortunadamente se pudo corregir gracias al esfuerzo de todos. Aquí quedan reflejadas las particularidades de una gestión que proporcionó a Puente de Génave de un importantísimo servicio del que están disfrutando numerosas generaciones de jóvenes de nuestro pueblo y comarca. 

Fachada principal del centro.

NUESTRO INSTITUTO. SU HISTORIA.

( j.t. )

La historia de nuestro instituto, el IES Valle del Guadalimar, es una historia repleta de obstáculos y dificultades. En primer lugar, porque en el Mapa Escolar que presentó la Junta de Andalucía de forma provisional allá por 1995, para la aplicación de la LOGSE, no se contemplaba la existencia de este centro en nuestro pueblo al no haber los alumnos suficientes establecidos en dicha normativa provisional, con lo que los alumnos de Puente de Génave se tendrían que haber desplazado a Arroyo del Ojanco al finalizar segundo curso de secundaria, pues era Arroyo del Ojanco donde el nuevo mapa establecía la creación de un Centro de Secundaria. Inmediatamente, desde el Ayuntamiento, se establecieron los criterios, con el apoyo de la comunidad educativa local y en coordinación con los Ayuntamientos de Villarrodrigo y de Génave, para interpelar a la Consejería de Educación y proponer una alternativa que finalmente fue aprobada tras no pocos esfuerzos. De esta forma se contempló la creación de un centro de secundaria en Puente de Génave donde asistirían los alumnos de las localidades mencionadas y los núcleos de población de Peñolite, Los Pascuales, Los Llanos, Venta San José y Bonache, para así “ahorrar” un gran número de kilómetros, hasta cerca de cincuenta, y tiempo en sus desplazamientos, al no tener otra alternativa en el mapa escolar que los centros de Siles y el de Arroyo del Ojanco al nuevo centro solicitado por nuestro pueblo. Ante el requerimiento se ofertaron locales y se hicieron todo tipo de gestiones para finalmente conseguir que la Junta, y su departamento de educación a través de la Delegación de Educación en Jaén, incluyera nuestro instituto en el Mapa Escolar Andaluz definitivo.

De esa forma, durante el curso 1997/98, se creó la Sección Educativa dependiente del IES Doctor Francisco Marín de Siles, para impartir estudios de secundaria en nuestro pueblo. Así los alumnos de 1º y 2º de ESO ya no estarían en el colegio San Isidro Labrador y, además, los alumnos de 3º y 4º de ESO no tendrían que viajar para ir a Siles o Beas de Segura.

Actividades educativas del centro.

Ya en el verano de 1998, se hicieron las obras necesarias para habilitar los locales de la Escuela de Agricultura Ecológica con seis aulas, además de otras pequeñas dependencias que harían la función de sala de profesores, departamentos, secretaría, sala de reuniones y aula de apoyo, siendo la calle el lugar reservado para el recreo, situación precaria que duró más de tres años. Paralelamente al inicio de las clases, se asignan los terrenos, se adjudica la redacción del proyecto de obras, que tardará más de la cuenta en ejecutarse, se licitarán las obras y se adjudican a la empresa Beltrán Campos de Baeza, que había competido con otras dos empresas constructoras de Madrid y de Sevilla.

Es fácil imaginar que ese primer curso contó con una ardua planificación que sirvió para captar alumnos, previsión de unidades y profesores, secuenciación de objetivos, elaboración de programas de actividades extraescolares y un plan de tratamiento de temas transversales; siendo doce profesores, algunos compartidos con el instituto de Siles, los que atendieron, en ese curso inicial, a seis grupos de ESO (un primero, dos segundos, dos terceros y un cuarto).

El curso siguiente 1999/2000, se tuvo también seis grupos, con la misma distribución que el curso anterior. Ese año ya se contó con profesor de Educación Especial y con dos aulas prefabricadas para aliviar estrecheces, incluso se acondicionó un sótano para utilizarlo como taller de tecnología. Era evidente que las instalaciones no eran las más idóneas, ya que incluso, cuando se producían lluvias, las humedades eran grandes e incluso se llegó a padecer inundaciones.

Actividades docentes del centro.

A pesar de las dificultades, en el curso 2000/01 ya eran siete los grupos al añadirse una nueva clase de cuarto y se pudo contar con un aula de educación especial; pero el prometido nuevo edificio no llegaba a pesar de tener un enorme incremento de matrícula por haber conseguido dejar de ser una sección del instituto de Siles, para así convertirnos en centro educativo reglado, posibilitando la incorporación de nuevos alumnos de tercero y cuarto procedentes de Génave y Villarrodrigo y de las pedanías circundantes: Peñolite, Los Pascuales, Los Llanos, Venta San José y Bonache. Esto en la práctica produjo enormes problemas de espacio y masificación en las precarias instalaciones provisionales con las que se disponía, lo que provocó mayor urgencia en la finalización de la obra del edificio nuevo en Pedronares. Pero la obra, que debería haber finalizado en mayo de 2001, se fue demorando a pesar de las sucesivas promesas de la empresa constructora, hasta que, finalmente, ésta presenta suspensión de pagos a primeros del año 2002. Afortunadamente, la Intervención Judicial no se opone a la resolución del contrato con el Ayuntamiento, con lo que se podrá finalizar la obra adjudicándola a otra empresa constructora, haciendo las gestiones desde el Ayuntamiento, colectivos de padres y personal docente frente a la Delegación de Educación en Jaén para una recepción parcial del edificio, aún inacabado (faltaba pequeños detalles estructurales, el gimnasio y acondicionar pistas deportivas), y así poder trasladar, a finales del mes de abril de 2002, todo el material, cosa que se hizo en tan sólo un fin de semana, para iniciar la dinámica docente en unas nuevas instalaciones del Instituto de Enseñanza Secundaria Valle del Guadalimar, nombre que se le otorgó al centro tras convocar votación entre padres, alumnos y personal docente, aprobándose posteriormente en Consejo Escolar y trasmitido a las autoridades educativas.

Rótulo identificativo de la Junta de Andalucía

La obra se reinició durante el curso 2002/03 por otra empresa adjudicataria, recibiendo sus clases de forma ya normalizada otros siete grupos: un primero, dos segundos, dos terceros, dos cuartos y un desdoble para diversificación curricular. Todo ello, a pesar que la obra discurría a ritmo excesivamente lento, especialmente la del gimnasio, no siendo concluidas hasta los últimos meses del año 2004, donde ya se pudo disfrutar de un perfecto y completo equipamiento docente.

Un largo periplo que, de todos modos, ha merecido la pena. Las cosas, muchas veces, la inmensa mayoría de veces, cuestan más de lo esperado, por lo tanto, vamos a felicitarnos porque nuestro pueblo cuenta con un importante servicio, que se suma a nivel educativo al colegio de educación primaria San Isidro Labrador y a la escuela infantil Carmen Medina, dotando a nivel educativo a nuestro pueblo de unos servicios educativos plenos que nada tienen que envidiar a los de poblaciones de mayor tamaño que Puente de Génave.