jueves, 20 de febrero de 2014

OFICIOS DE NUESTRA GENTE. LA TALABARTERÍA EN PUENTE DE GÉNAVE


TALABARTERO Y ALBARDERO. 2ª parte

Por Juan José Olivas Vigara

EL OFICIO DE TALABARTERO O GUARNICIONERO

    Mirando el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía y comparando el léxico utilizado en Jaén y en el resto de territorios andaluces se observa que en casi todos los lugares se utilizan los términos guarnicionero, talabartero y albardero. Hay algunas diferencias fonéticas en estos vocablos en las diferentes provincias andaluzas. Así ocurre también cuando se comparan estos mismos vocablos con mapas de regiones tan distantes como Aragón, Navarra o Rioja.

                     Arrieros en la calle del Arroyo

    El vocablo más generalizado es de guarnicionero. En Andalucía es bastante conocido. También lo es el de talabartero. En el tomo IV, en la lámina 923 del citado Atlas se puede leer de guarnicionero: “hombre que hace albardas y arregla las cosas de cuero. Trabaja el cuero. Prepara aparejos. El que trabaja la lona de los aparejos. Trabaja el cuero. Hace albarda”.
    Talabartero viene de talabarte que significa pretina o cinturón, ordinariamente de cuero. El talabartero es el guarnicionero que hace esos talabartes u otros correajes. Talabarteros y guarnicioneros ejercían el mismo oficio. Se usaba uno u otro término en función de la costumbre y del lugar. Se podría decir que eran artesanos del cuero.

                          Labrando las olivas
     
    El talabartero o el guarnicionero diseña, elabora y repara correajes y demás guarniciones que se ponen a las caballerías para que tiren de los carruajes o para montarlas o cargarlas. Los maestros talabarteros llevaban a cabo sus creaciones mediante un proceso muy estudiado y calculado y, en diferentes fases: diseñaban el arreo, seleccionaban la piel curtida con la que iban a elaborarla, marcaban el diseño en la piel y la cortaban conforme al mismo. Cosían; adornaban y colocaban los elementos metálicos como hebillas o tachuelas. Estas guarniciones, atelajes, arreos o aparejos si lo prefieren, los ajustaban a la talla de la caballería a las que se destinaba facilitándole sus movimientos naturales y preservándola de molestias y golpes. Probaban la guarnición directamente en el animal y, si era necesario, la retocaban y la daban por finalizada.



                 Carreteros llevando troncos a la serrería de RENFE en la Vicaría


EL OFICIO DE ALBARDERO O ALBARDONERO


    El albardero era la persona que diseñaba y confecciona albardas de distintos tipos. La albarda era la pieza principal del aparejo de las caballerías de carga. Estaba compuesta por dos piezas, como si de almohadas se trataran, rellenas, generalmente, de paja y unidas por la parte que cae sobre el lomo del animal. Se utilizaba para transportar objetos pesados, desde sacos hasta recipientes de agua. En algunas regiones a este aparejo se le denomina basto.


    El albardero también llevaba a cabo su trabajo mediante un laborioso proceso. Al igual que el talabartero, lo ejecutaba en diferentes fases que podían variar según la comarca. Los talabarteros o guarnicioneros de Puente de Génave también hacían albardas, ataharres y diferentes adornos aunque esto fuera más propio de un albardero que de un talabartero o guarnicionero.
    Juan José, conocido por el “Talabartero”, apelativo que heredaron sus sobrinos, tuvo el taller en su propia vivienda, sita en la “Carretera”, número 82, más tarde llamada Avenida del Generalísimo y hoy, Avenida de Andalucía. En aquel taller, Raimundo y su hermano Ramón aprendieron el oficio de talabartero y albardero del que fue su maestro y padre a la vez.

                    Transportando la aceituna sobre el Puente Nuevo

    Aprendieron sus técnicas y las continuaron en el tiempo en sus propios talleres. Ellos creaban, en Puente de Génave, autenticas joyas de atalajes o arreos para enjaezar a los animales ya fueran de tiro, carga o montura.