jueves, 30 de junio de 2022

UN EXILIADO DE LA GUERRA CIVIL. DE PEÑOLITE A PONT REMY (FRANCIA)

Existen, en ocasiones, iniciativas que por una simple casualidad se concretan en aquello que se persigue. Este es el caso de la de Delphine Marinó, quien sabedora de los orígenes puenteños de su abuelo José y exiliado tras la Guerra Civil, no dudó ni un instante, aprovechando la notable influencia de las redes sociales, en lanzarse en la búsqueda de la familia que pudiera todavía tener en la localidad de Puente de Génave. Las circunstancias, la insistencia, encontrar personas que le pudieran dar alguna referencia y también una pizca de fortuna propiciaron que esta fuera una de esas iniciativas que, después de tanto tiempo, tuviera un feliz final. Presentamos en este artículo la historia de José Marín-Marinó-, al que la Guerra Civil arrancó de Peñolite y, después de un duro exilio como refugiado en Francia, supo buscar un nuevo horizonte de vida en aquel país que lo acogió ante la imposibilidad de retornar a una España franquista que se empeñó en mantenerlo alejado de sus padres y demás familia.

JOSÉ MARÍN SÁNCHEZ. UNA VIDA EN EL EXILIO.

Por José Antonio Molina Real

Aquella mañana de abril no era diferente a las demás, Francisco Marín Samblás había ido a realizar una pequeña chapuza de albañilería a la zona alta de Peñolite, y su mujer, Ramona Sánchez Niño, había estado haciendo las tareas propias de la casa. La verdad es que, aunque eran tiempos de plena Guerra Civil, exceptuando algún que otro enfrentamiento entre patrullas de milicianos anarcocomunistas y algunos miembros de familias pertenecientes a la clase más adinerada y pudiente del municipio, la contienda era imperceptible para muchos de los lugareños que se refugiaban en su quehacer cotidiano como fórmula de evasión ante tan cruda realidad.

José Marín Sánchez

En ocasiones, la llegada de alguna noticia destacada aparecida en algún periódico o el comentario de algún convecino mostraba la realidad de una guerra que no había cambiado mucho las dinámicas de la aldea. Algunos pocos jóvenes habían marchado al frente y estaba claro que, junto a la esporádica visita de alguna camioneta de milicianos, las cartas que traían noticias era lo único que hacía vivir a los lugareños más de cerca la contienda. Sería a media mañana cuando las cosas iban a ser distintas, el cartero había llevado una carta a Ramona, una carta del Ministerio de Guerra con el requerimiento por el que se movilizaba a su hijo pequeño José, y aunque no sabía leer, no le resultó difícil adivinar su contenido ante la oficialidad del escrito y la mala cara que Andrés el cartero le puso. A Ramona no le resultaba agradable la visita del cartero, en cualquier momento podría traer malas noticias del frente de Cataluña donde Venancio, su hijo mayor, luchaba al servicio de la República desde hacía casi un año. Cuando Francisco llegó al hogar y se enteró que su hijo José, de apenas 17 años era movilizado, el silencio de impotencia y la indignación se dibujó en su rostro y tan sólo pudo balbucear un “pero si sólo es un chiquillo”. Efectivamente, la orden ministerial que procedía directamente, así lo atestiguaba la firma, del presidente de la República Manuel Azaña, era clara y se tenían que presentar en el ayuntamiento de Puente de Génave a primera hora del día siguiente para ser trasladado a Jaén.

Miembros de la llamada "Quinta del Biberón"

En aquellas fechas, las tropas nacionales estaban a las puertas de Vinaroz, en Castellón, y eso no era buena cosa para la República que, a partir de ese momento, vería una Cataluña aislada y el territorio que controlaba dividido. La ofensiva sobre Cataluña era inminente y su frente había de fortalecerse. La movilización de estos más de 30.000 jóvenes, adolescentes incluso, conocidos irónicamente como “la quinta del biberón” se hizo necesaria para reforzar, especialmente, la retaguardia del frente catalán. Sus primeras labores fueron básicamente auxiliares o dedicados a la no fácil actividad de cavar trincheras; aunque, con el recrudecimiento de la ofensiva en la dura Batalla del Ebro, especialmente en los frentes de Lérida, Gandesa, Balaguer, Tremp y Camarasa, se hizo necesario que, esas manos poco expertas, empuñaran armas y combatieran con coraje frente al bando fascista. José no fue una excepción y demostró en más de una ocasión coraje y valentía en combate, un combate que resultó inútil ante el empuje del ejército nacional.

La derrota republicana en la Batalla del Ebro fortaleció el empuje del ejército nacional, que se hizo insostenible para un mermado y debilitado ejército republicano. Al amanecer del 26 de enero de 1939, apenas unos poco equipados batallones se preparaban para ofrecer algo de resistencia en la línea del río Llobregat para defender Barcelona. Todo intento fue inútil y al finalizar aquel día las tanquetas italianas llegaron hasta la plaza de San Jaime donde hicieron ondear la bandera rojo y gualda para lanzar desde el balcón del Ayuntamiento la bandera tricolor republicana que fue pisoteada, entre la euforia, por los soldados allí presentes. Para ese momento José Marín ya no estaba en la capital. Siguiendo indicaciones de soldados más veteranos se había encaminado hacia Girona para atravesar, el 11 de febrero de 1939, la frontera francesa. Apenas tenía dieciocho años y sabía que volver a casa era tarea prácticamente imposible. Allí quedarían sus padres y sus hermanas Felipa, Ambrosia y María Luisa, comprendiendo que debía de hacerse a la idea que era una quimera pensar en volver a verlos. Tampoco conocía la suerte de su hermano Venancio y teniendo claro que, para él, la guerra sólo había significado desastre y desgracia.

Entrada de las tropas nacionales en Barcelona

        A los pocos días llegó a la población de Le Barcarès, en el sureste francés, para ser confinado en un campo provisional de refugiados que se sitúo sobre la arena de su preciosa playa. Allí las autoridades francesas habían habilitado unos rudimentarios barracones que apenas si tenían las condiciones mínimas de habitabilidad, para así, de esa forma, desmasificar otros campos situados más cercanos a la frontera como eran los de Argelès-sur-Mer y el de Saint-Cyprien. que ya estaban muy saturados. Hacía frío y la humedad del mar no ponía las cosas fáciles para una persona que había crecido correteando por las calles y caminos de Peñolite con un claro clima seco de interior.  Allí, en un primer momento, había hasta cierta amplitud, sus 450 barracones estaban preparados para acoger a 70 personas cada uno, por lo que incluso pudo llegar a celebrar, con algunos conocidos de exilio y de barracón, el 18 de marzo, su decimonoveno cumpleaños.

Pero las cosas cambiaron a partir del mes de abril, ya que durante ese mes llegaron más de 60.000 refugiados, convirtiendo las instalaciones de ese campo de refugiados en precarias e insuficientes y, hasta cierto punto, insalubres e incómodas. Aquel era un campo diseñado para albergar a poco más de 30.000 personas, llegando a tener, en esos momentos, a más de 80.000 con lo que las ganas de salir de allí aumentaron en muchos refugiados. José era uno de ellos, no iba a asumir esa realidad, y la idea de salir de aquel campo de internamiento empezó a rondar con fuerza en su cabeza, cuestión que no era tarea fácil y entrañaba bastante dificultad debido a la enorme vigilancia que tropas francesas ejercían sobre su perímetro.

Campo de refugiados de exiliados de la Guerra Civil en Francia

La oportunidad se presentó a partir del mes de septiembre de ese mismo año con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. El mismo campo fue foco de reclutamiento al ser puesto bajo autoridad militar y servir sus instalaciones como centro de instrucción del que salieron tres regimientos de soldados voluntarios, entre los que figuraba José, quedando encuadrado en el 2º regimiento de infantería y llevado al frente para luchar contra el invasor nazi alemán.

Realmente esta nueva aventura bélica duró poco, las tropas alemanas ocuparon Paris el 14 de junio del año siguiente y Francia se vio obligada a firmar un humillante armisticio en Compiègne por el que Alemania ocuparía toda la zona noroeste de Francia y dejaba bajo control de un gobierno sumiso francés la zona sureste estableciendo su capital en la ciudad de Vichy. Evidentemente la vida de José cambió de forma radical, abandonó las armas y se vio obligado a vivir en la clandestinidad para evitar ser arrestado como prófugo español e integrado en las Compagnies de Travailleurs Étrangers o, más tarde, los llamados Groupements de Travailleurs Étranger, porque la otra opción sería ser trasladado a algún campo de concentración alemán, posiblemente Mauthausen que era donde se recluía a los españoles, donde posiblemente hubiera corrido peor suerte.

Ciudadanos españoles miembros de Compagnies de Travailleurs Étrangers

Con un dominio básico del francés pudo obtener documentación falsa en la que cambio su apellido por el de Marino, que era como le llamaban en el campo de refugiados los guardias franceses que no sabían pronunciar correctamente su apellido español y se estableció en una zona rural apartada del control administrativo, realizando trabajos agrarios al servicio de una buena familia que lo acogió y le dio cierta protección a cambio de sus servicios y trabajo en las tierras que poseía. Podemos decir que esos tiempos difíciles de guerra los acabó José entre el miedo a ser descubierto y la fortuna de haber encontrado un lugar donde iniciar una aventura diaria.

Todo cambió cuando finalizó la contienda mundial. La victoria aliada sobre la Alemania nazi fue recibida con alivio y con verdadera ansia de libertad. Su integración a las dinámicas de vida francesas fueron totales, no sólo ya respecto a la lengua que dominó con cierta facilidad, sino por tener el claro propósito de establecerse definitivamente en ese territorio que le había proporcionado la oportunidad de seguir vivo. Por esa razón pidió ayuda en la Oficina Francesa de Protección a las Personas Refugiadas y Apátridas, donde se presentó manteniendo su nombre francés pues su integración, y por qué no decirlo, su agradecimiento a Francia y sus gentes fue total. Tuvo la fortuna de encontrar trabajo de albañil, profesión que conocía bien por haber ayudado desde bien joven a su padre Francisco en sus trabajos en Peñolite y Puente de Génave, ya que en una Francia, con un alto grado de destrucción tras la guerra, había mucho que reconstruir, especialmente las regiones del norte que habían sido más castigadas por la artillería y los bombardeos, por lo que buscó la posibilidad de llegar, después de atravesar y trabajar en otros departamentos, hasta la región del Somme, en el norte de Francia.

Fotografia del pasaporte de Jose Marinó

La suerte hizo que, en medio de unos trabajos rudimentarios en la construcción en la pequeña población de Pont Remy, conociese a una bellísima joven de la que quedó prendado y a la que, sin ningún miramiento, rápidamente pretendió. Aquella jovencita francesa, llamada Julienne Savary, robó su corazón y el amor consiguió lo que no había conseguido nadie hasta ese momento, que nuestro amigo José, ya apellidado Marino, decidiera establecerse y pensar en formar una familia. Trabajo por la zona no le iba a faltar y tras contraer matrimonio el 28 de marzo de 1948 podemos decir que, por una vez, volvió a saborear la felicidad que tuvo cuando correteaba por los campos y caminos de su añorado Peñolite. El recuerdo de aquella familia que había dejado atrás, aquella familia que la guerra le quitó, siempre estuvo presente y el consuelo de poder mirar las fotos que guardaba como tesoro no le resultaba del todo satisfactorio y creaba en él cierta desazón y ansiedad. Por esa razón siempre rondó por su cabeza la posibilidad de volver, no de forma definitiva, pero sí como culminación de un sueño, y eso lo pudo realizar a finales de los años 60, en medio de una dictadura franquista desgastada y caduca, y por supuesto, con los beneficios y ventajas que le otorgaba el haber adoptado la nacionalidad francesa y poseer pasaporte francés. Para esta aventura, para ese largo viaje de más de 1800 Km., contó con la ayuda de su tío Venancio, que le acompañó desde Barcelona en su trayecto hasta Jaén, para después utilizar la Alsina hasta Puente de Génave, donde le esperaba su familia. El reencuentro con su familia en Peñolite, aunque breve, estuvo lleno de emoción y recuerdo al tiempo que venía a saldar una deuda emocional que compensó tantos años de sufrimiento propio y de sus padres.

Jose y Julienne junto a sus hijos

Su vida en Pont Remy se fue llenando de satisfacciones, felicidad y también de hijos, hasta seis llamados Paquita, Francis, Rosita, Denis, Martine y Jean François, fueron llegando para aportar al seno familiar esa estabilidad y tranquilidad de vida que nuestro querido José se ganó a pulso.  El esfuerzo y abnegación en el trabajo y su cordialidad pronto le hicieron tener el afecto de toda la población de Pont Remy, allí sus hijos fueron creciendo y él disfrutando, en plena integración, aunque siempre tuvo problemas para hablar bien francés, de las posibilidades de vida que aquellas gentes y su querida esposa le ofrecieron. Pronto llegaron más satisfacciones, más años y los primeros nietos. Ellos le aportaron la felicidad necesaria para suplir la ausencia y añoranza de su Peñolite natal, añoranza que se acrecentaba conforme iba conociendo las muertes de sus padres y alguno de sus hermanos y familiares, sintiendo dolor en la distancia y sufriendo en silencio su ausencia, pero al tiempo sintiendo el cobijo y cariño de una extraordinaria familia que le acompañó hasta sus últimos días. José Marino falleció en el mes de enero de 2007 y su recuerdo y huella quedó para siempre en esa pequeña población de la región de la Picardia francesa en el departamento del Somme, perdurando en la memoria de Julienne, su esposa, hasta su fallecimiento en 2018, pero quedando perenne en el corazón de sus hijos y nietos en la actualidad.

Jean François Marino. Hijo de José Marín y padre de Delphine

Tanto es así que sus hijos y nietos no quieren que su nombre se pierda en la memoria de las gentes, en especial las de sus orígenes. Y es por ese motivo que su nieta, Delphine Marino, hija de Jean François, vecina de la población del norte francés de Clermont de l’Oise, ha propiciado la búsqueda de esos orígenes indagando entra los posibles familiares que José mantiene todavía en Peñolite y Puente de Génave, como forma de saldar ese vacío que mantenía en su corazón y como merecido homenaje de sangre hacia su abuelo por todo lo que sufrió en su obligado exilio.

La magia de las nuevas comunicaciones ha hecho posible el milagro después de tanto tiempo, y un sobrino nieto de José, Goyo Gallego, vecino de Puente de Génave, ante la aparición en las redes sociales ese requerimiento por parte de Delphine, recordó una vieja historia familiar que había escuchado numerosas veces de la boca de su madre, Pepa Ruiz que con 82 años reconoció perfectamente a su tío José, a lo que hay que sumar la coincidencia de los nombres de sus bisabuelos, Francisco y Ramona, propiciando que Goyo Gallego no tuviera ninguna duda sobre la posibilidad del parentesco familiar. Sólo la diferencia del apellido ­– Marino por Marín – generó ciertas dudas, que fueron rápidamente disipadas.

Delphine Marino

Ahora, y a través de Goyo, Delphine y otros nietos de José en Francia han podido contactar con la familia que permanece en Puente de Génave y otros lugares de España, como Madrid, Valencia, Barcelona y Málaga, contacto que se supone será un justo homenaje a la memoria de José Marín ­­-Marino-.


Nota--Este artículo no hubiera sido posible sin la necesaria y apreciada colaboración de Pedro Ruíz Avilés--.

viernes, 17 de junio de 2022

LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN LA SIERRA DE SEGURA

 La Sierra de Segura en el contexto de la Guerra de la Independencia


Por Sergio Rodríguez Tauste.

La situación generada a raíz de la entrada de las tropas napoleónicas en España a partir de 1808 desembocará en un doble conflicto: por un lado, se produce un enfrentamiento militar a partir de la ocupación de la península por los franceses dando lugar al colapso del país; por otro lado, el vacío de poder generado desembocará en un cambio en la sociedad que conducirá irremediablemente al desmoronamiento del Antiguo Régimen y a la creación de un régimen constitucional.

El devenir de los acontecimientos que desembocan en la Guerra de la Independencia es mucho más complejo de lo que pudiera parecer a simple vista. Los intereses de Godoy, las intenciones de Napoleón, el papel del futuro Fernando VII fueron sin duda acontecimientos oscuros y complejos que marcaron inexorablemente la evolución de los sucesos que en última instancia desencadenarían la invasión napoleónica. Aunque no es el objetivo de este trabajo estudiar de forma global la entrada de las tropas napoleónicas y su posterior ocupación de España, si resulta conveniente trazar las líneas maestras de este proceso para acercaros posteriormente a la realidad serrano segureña entre 1808-1814.

Napoleón Bonaparte

La Guerra de la Independencia (1808-1814).

A partir del Tratado de San Ildefonso se constituye una alianza entre España y Francia contra Inglaterra, siendo el resultado muy negativo para España, que pierde su flota en Trafalgar (1805). Tras el descalabro español, España y Francia firman el Tratado de Fontainebleau (1807) para repartirse Portugal y en el que Godoy jugaba un papel importante al obtener parte del territorio luso para su disfrute. Para llevar a cabo la conquista de Portugal, se permite el paso de tropas francesas por territorio español aunque pronto se demostraría que la actitud francesa era bien distinta.

El motín de Aranjuez, acaecido el 17 de marzo de 1808, provocó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII. Sin embargo, Murat consiguió que Carlos IV se retractase de su abdicación dando lugar una crisis dinástica y abriendo la posibilidad para una eventual intervención francesa. En este contexto hay que situar el viaje de Fernando VII a Bayona para entrevistarse con Napoleón y así garantizar el apoyo de este frente a Carlos IV en su intención de anular la abdicación. La entrevista que debía realizarse en Burgos se realizó en Bayona debido a los constantes retrasos del emperador francés. Finalmente, Napoleón consiguió la devolución de la corona a Carlos IV, quien a su vez la puso en manos de Napoleón que envió a su hermano José como nuevo rey. A su salida, Fernando VII dejó una Junta de Gobierno que, tras la reclusión de la familia real en Bayona, mostró una gran ineficacia cediendo en todo momento a los intereses de Francia. El pueblo temiendo una vuelta de Godoy se levantó el 2 de mayo, acontecimiento inmortalizado en los cuadros de Goya, y que sirvió para que en fechas posteriores se produjeran levantamientos en numerosos puntos del país contra el ejército invasor empezando a surgir las Juntas como elementos de gobierno al margen de las autoridades francesas o afines a ellas.

Mapa de la ocupación francesa del territorio español

         El primer gran revés para las tropas francesas se produjo en Bailén el 22 de julio de 1808 que provocó la reacción francesa interviniendo personalmente Napoleón en el conflicto español dando como resultado un dominio francés de la situación entre 1809 a 1811. Los franceses ejercerán un dominio de las grandes ciudades y de las vías de comunicación no llegando a tener un control efectivo sobre el territorio. Debido a la descomposición del ejército nacional surge un nuevo método de lucha, la guerrilla que tiene como objetivo interrumpir las comunicaciones francesas y diezmar sus tropas mediante ataques aislados y de grupos reducidos, siendo la zona de la Sierra de Segura muy propicia a esta estrategia bélica, debido a su orografía, lo que explica, en buena parte, las destrucciones a las que se vieron sometidas los pueblos serranos como represalia a las actividades guerrilleras en estas zonas.

La rendición en Bailen. Cuadro de Casado Alisal

En el Reino de Murcia tras la invasión francesa se constituye una Junta de Gobierno al mismo tiempo que se crean juntas locales y de partido. Sin embargo, esta primera Junta es tachada de afrancesada y es sustituida por otra, la Junta Suprema, presidida por Floridablanca. En 1810 los ejércitos de Andalucía se repliegan a Lorca y de ahí a Orihuela presionados por Sebastiani. La actividad de Sebastiani y Soult en el Sureste peninsular ha quedado bien documentada y hay que contextualizar las destrucciones en los pueblos del partido de Segura de la Sierra en este momento de máxima presión francesa en el Reino de Murcia que culmina con la entrada de Soult en la capital del reino en 1812; mientras que las destrucciones y saqueos en los pueblos de la comarca fueron notables debido a las represalias por su actividad guerrillera, siendo la única respuesta posible por parte de los franceses la destrucción de las villas de esta zona en un intento de acabar con los focos de resistencia.

General Soult

La salida de tropas francesas de la península con destino a Rusia y un aumento de la presencia inglesa precipitaron los acontecimientos que conducirían al final de la guerra. La batalla de Arapiles (1812) y la de Vitoria (1813) marcan los acontecimientos más importantes del final de un conflicto que se saldaría con el armisticio suscrito en 1814 por Soult.

 El Reino de Murcia y las Cortes de Cádiz.

El fenómeno de las juntas es paralelo al de la sublevación general. En el Reino de Murcia, como hemos visto, se crea una junta que poco después es sustituida. La Junta Suprema Central surge de la necesidad de dar unidad y aglutinar a todas las juntas locales y provinciales que habían surgido, aunque pronto fue sustituida por un Consejo de Regencia que iniciaría el proceso constituyente. El 24 de septiembre de 1810 se reúnen por primera vez las Cortes en la Isla de León, aunque posteriormente se trasladaron al oratorio de San Felipe Neri. A lo largo de sus sesiones se trabajaría en hacer posible un cambio de régimen político y sustentarlo a través de una legislación de nuevo cuño.

El Reino de Murcia realizó un proceso de elección de un total de 18 diputados que representasen al Reino ante las Cortes de Cádiz siguiendo lo establecido en la Instrucción de 1 de enero de 1810. El proceso se realizó a través de una triple elección, 10 diputados y dos suplentes en función de la población del reino, otro elegido por la Junta Superior y otro por ser Murcia ciudad con voto en Cortes.

Reunión de las Cortes de Cádiz

La Sierra de Segura en el contexto de la invasión napoleónica.

La vida cotidiana en la Sierra de Segura a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX estaba organizada en torno a la explotación de los recursos naturales que ofrecían el bosque, la agricultura y la ganadería. Podemos hablar de una economía de autosuficiencia completada con algunos productos que llegaban de fuera de la comarca como salazones u otras mercaderías elaboradas. Esta total dependencia del medio provocaba épocas difíciles en el momento en el que la meteorología se mostraba adversa y destruía las cosechas o los pastos, lo que se traducía en épocas de carestía y penuria para la población.

En 1748 se declaró a la Sierra de Segura como Provincia Marítima con el fin de explotar la riqueza forestal de la zona a través de la cuenca del Segura y del Guadalquivir tal y como se habían venido produciendo desde la constitución del Real Negociado de Maderas en 1734 para abastecer la obra de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. Desde la creación de la Provincia Marítima, la Sierra de Segura había experimentado una cierta reactivación económica beneficiándose muchas familias de acarreo de madera con bueyes y otras labores relacionadas con el ámbito forestal. Mediante del estudio de los protocolos notariales que se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Jaén hemos podido constatar este hecho a través de los contratos notariales, escrituras de compraventa, etc. Sin embargo, este beneficio para los serranos no tiene nada que ver con lo sucedido en sus bosques, profundamente diezmados y víctimas de una mala gestión que provocaba que el coste de la madera se encareciese enormemente.

Real Almacén de Maderas. Sevilla

La constitución de la Provincia Marítima provocó la creación de un nuevo ámbito jurisdiccional que chocaba en numerosos casos con los intereses de los concejos y con lo dispuesto en el fuero y las Ordenanzas del Común. Existen numerosos testimonios sobre la dureza de la jurisdicción de Marina y sobre la prohibición de algunas actividades como el ramoneo para los ganados en los momentos en los no había pastos debido a la sequía.

La Guerra de la Independencia supuso la paralización de la actividad forestal, lo que, unido a la crisis económica del país, y el colapso producido por la guerra provocó la ruina a numerosas familias vinculadas al carreteo de madera o a la navegación fluvial. Muestras de ello son los testimonios recogidos en los juicios verbales civiles, muestra de cierta normalidad administrativa en zonas no ocupadas por tropas, donde vemos numerosos procesos por impago y en general dificultades para afrontar las deudas contraídas. Aunque en todos ellos se observan alusiones a la paralización de la actividad maderera del Real Negociado debido a la invasión francesa. El vacío de poder y la situación de colapso de las administraciones provocaron un aumento de la conflictividad social y de los problemas de convivencia entre los vecinos en un contexto marcado por el empobrecimiento de la sociedad. A través de las órdenes remitidas desde la Junta de Murcia podemos intuir la existencia de estos problemas a los que se intenta poner solución llamando al orden y través de la clausura de tabernas y salas de juego tal y como se indicaba en la Pragmática Sanción de 17 de abril de 1774.  Un ejemplo de esto es el testimonio de Domingo Martínez Herreros, morador del cortijo de la Navalasna y empleado en la milicia urbana, que denuncia como un grupo de tres o cuatro personas entraron en su casa, los inmovilizaron y registraron su casa en busca de cosas de valor.

Ataque francés a la fortaleza de Segura de la Sierra

Visto este panorama de crisis en la Sierra de Segura siguiendo la misma línea que el resto del país, marcado por la crisis finisecular que arranca en las postrimerías del siglo XVIII, a primera vista podríamos pensar que la Sierra de Segura podría haber fácilmente optado por aceptar las nuevas autoridades afrancesadas, cosa que no hizo, debido a su carácter más tecnócrata y avanzado para así librarse de situaciones plurijurisdiccionales y arcaicas, sobre todo en lo relativo a la gestión de los montes. Las nuevas autoridades pronto se preocuparon por la situación de los bosques segureños y fruto de ello es el Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y su provincia (1811). Este expediente fue encargado por el ministro de Hacienda Francisco Angulo para analizar las causas en las que se encontraba la provincia de Segura y en él, Tomás Muñoz, hacía un balance desolador de la gestión de la Marina Real y del Ministerio de Hacienda. Sin embargo, las autoridades locales del partido de Segura de la Sierra permanecieron leales a la familia real y hostiles a las nuevas autoridades.

La situación de la Sierra de Segura, llega a su punto más crítico durante los ataques franceses de 1810-1811 donde son incendiadas algunas villas del partido acentuando aún más la crisis en la comarca. Para el caso de Orcera, según las Relaciones separadas de la extraordinaria Guerra (1811), casi toda la población vio afectada alguna de sus viviendas, la mayoría de ellas incendiadas. En Segura de la Sierra el panorama es el mismo, incendiada y saqueada en 1810 tardaría aun muchos años en recuperarse. Su castillo, símbolo de una época pasada de esplendor, sería dinamitado y no volvería a ser la sombra de lo que fue hasta las intervenciones de los años 60.

Ataques y saqueos franceses

Organización de la defensa de la Sierra de Segura. La Junta del Partido de la Sierra de Segura.

Al igual que sucedió en muchas ciudades y cabezas de partido en la Sierra de Segura se constituyeron juntas locales subordinadas a la Junta del Partido con sede en Segura de la Sierra. Desde el primer momento, la función de estas juntas es la de aprovisionar y fortificar las villas y lugares ante el peligro francés. El 27 de marzo de 1809 la Junta de Segura convocó a todas las villas de su partido para tratar sobre la defensa de la zona ante el inminente ataque francés. En esta reunión, la primera de la que tenemos constancia en el Archivo, se decide que es necesario fortificar la Puerta de Segura y el puerto de Villarrodrigo. La principal fuente de financiación de estas iniciativas serían los fondos de propios; sin embargo, la cuantía de las obras, el aprovisionamiento de víveres, armas y municiones y el pago de los operarios necesarios, provocó la falta del dinero necesario por lo que se acudió a las autoridades de la Provincia Marítima. El ministro José de Casas, ofrece arbitrios procedentes del “Arbitrio de Guadalmena” por un valor de 30.000 reales. Al mismo tiempo se encarga reunir munición en Segura de la Sierra ya que se había elegido este emplazamiento como punto de refugio por lo que también se decide hacer obras de fortificación en la villa cabeza de partido.

En Segura también se decide reunir armamento costeado por todos los pueblos hasta un total de 500 escopetas más lo aportado por la Junta Superior del Reino de Murcia. Vemos como la orografía de Segura propicia que se establezca allí el centro de mando para una eventual defensa de la comarca en caso de ataque francés. Desde Segura se insta a las justicias de los pueblos a que proporcionen un arma a cada vecino y que en el caso de que no hubiera para todos se fabriquen “chuzos o sables”. Sin embargo, este uso de armas artesanales no es puntual, en Segura se ordena que se fabriquen ondas para repartirlas entre los que saben utilizarlas. En cuanto a la comida, desde Segura, como cabeza de partido y lugar de refugio se solicita a los concejos el envío de alimentos de primera necesidad. Conocemos esta petición por el documento remitido desde Segura de la Sierra el 16 de abril de 1809 a Orcera, Benatae, Hornos y Santiago. En él se solicita el envío de tocino, arroz, habichuelas, garbanzos, aceite, azúcar, gallinas y huevos.

Documento firmado por Hermeregildo Bielsa uno de los principales guerrilleros en la Sierra de Segura

La organización del transporte corrió paralela a la adquisición y almacenamiento de armas y víveres. En ese sentido se manda una carta a cada pueblo para que se habiliten caballerías y carruajes para tal fin. Orcera destina 8 caballerías y cuatro hombres, según había solicitado desde Segura Antonio María Cañavero. Como medida para hacer frente a los ataques enemigos, se realiza un reclutamiento de hombres en cada pueblo. En el caso de Orcera aparece la población masculina dividida de la siguiente manera: 25 casados sin hijos, 57 casados con hijos, 21 viudos con hijos, 10 faltos de talla y 18 exentos de prestar servicio. Viendo estas cifras nos podemos hacer una idea de la composición social de Orcera en esta época destacando el alto número de hombres viudos y de casados con hijos. Este alto número de nacimientos no va a aparejado a un aumento considerable de la población ya tenemos que tener en cuenta un alto índice de mortandad infantil como consecuencia de las carestías de alimentos y de las epidemias. Este hecho también se manifiesta en el alto porcentaje de viudos, lo que puede indicar un alto porcentaje de mortalidad de las mujeres al dar a luz. También se indica que en momentos de necesidad se podrían reclutar jornaleros, pero sólo en caso de necesidad. Finalmente 18 orcereños son movilizados para hacer frente a los franceses   el 19 de mayo de 1809.

Una de las cuestiones que aparecen en una situación de conflicto es la financiación sobre todo teniendo en cuenta que durante cualquier conflicto la economía se paraliza y se adapta a las nuevas circunstancias bélicas. En el caso de la Sierra de Segura si antes habían sido frecuentes los años en los que se habían tenido dificultades para pagar los arbitrios ahora se tiene que acudir a contribuciones por parte de los vecinos a los que se les pide a través de una Real Cédula que contribuyeran con el préstamo de la mitad del oro y de la plata que tuviesen en su poder. Esta medida también afectaba a las iglesias, que debían ceder en préstamo las alhajas de oro y plata que no tuvieran en uso. Sin embargo, a través de las disposiciones que se emitieron con posterioridad sabemos que esta iniciativa no se pudo llevar a cabo, o al menos se recaudó un porcentaje mínimo.

Acción de la guerrillas antifrancesas  

A modo de resumen podemos decir que a lo largo de la guerra el papel de la Sierra de Segura se basó en labores de abastecimiento de las tropas reales, además de fortificar los puntos estratégicos de la comarca para resistir un posible sitio. Sin embargo, esta tarea de abastecimiento no fue fácil y estuvo marcada por la limitación de la misma y de los problemas para hacer cumplir las disposiciones remitidas desde la Junta de Murcia. Un ejemplo de esto lo tenemos en la negativa de la población a dar en préstamo oro y plata, la única mercancía que tenía un valor efectivo en caso de guerra, o con la ocultación de grano. Este hecho aparece recogido en un interesante documento en el que el brigadier y comandante de los ejércitos reales, enterado de la existencia de un grano guardado en la casa del ministro de la Provincia Marítima, solicita al ayuntamiento que se entre en la casa y se requise. También nos llegan noticias sobre desertores, daños en huertos y asaltos a casas que nos indican el peligro que representaba la vida cotidiana en este periodo de guerra.

Los ataques franceses.

Pese a la intensa labor de avituallamiento y fortificación las tropas francesas se adentraron con relativa facilidad en la Sierra de Segura. Si bien ya tenemos noticias de actividad francesa en los Vélez hacia 1808, no será hasta dos años después cuando inicien los saqueos y destrucciones en los pueblos de la Sierra de Segura. Segura de la Sierra fue pasto de las llamas el 17 de octubre de 1810, mientras que para el caso de Orcera, el saqueo e incendio del lugar, se produjo el 22 de enero de 1811. Los ataques y saqueos no se limitaron a los edificios públicos o a las iglesias, gran parte de las casas de los pueblos fueron incendiadas, hubo personas asesinadas y los saqueos estuvieron a la orden del día, tal y como quedó reflejado en el Memorial para la reconstrucción de la Iglesia parroquial de Segura de la Sierra. Incluso en este documento se hace referencia a tres ataques franceses a Segura de la Sierra, en lo que se puede intuir como operaciones de castigo contra posiciones que pudieran ser utilizadas por las tropas reales o que pudieran ser puntos de avituallamiento de grupos guerrilleros. Concretamente para el caso de Orcera tenemos una serie de informes muy clarificadores sobre las consecuencias del paso francés por Orcera. Estamos hablando de las Relaciones separadas de la extraordinaria Guerra de las que se han remitido a la Ciudad de Murcia (1811). En este interesante documento vemos vecino por vecino el daño producido por las tropas enemigas al tiempo que nos hacemos una idea de la situación socioeconómica de Orcera a comienzos del siglo XIX. De los 244 vecinos que aparecen en esta relación casi todos sufren daños en sus viviendas que aparecen destruidas si no totalmente (en el documento bajo la frase “hecha alberca”), sí parcialmente.

José Bonaparte, rey de la España de dominio francés

Consecuencias de las actividades francesas en la Sierra de Segura.

Las consecuencias de la Guerra de la Independencia en la Sierra de Segura tal y como hemos podido ver en las Relaciones separadas de la extraordinaria Guerra de 1811 fueron dramáticas. Si bien asistíamos a una crisis social y política a finales del siglo XVIII, en las primeras décadas del siglo XIX se acentúa.

A nivel humano tenemos que partir de las numerosas bajas que se dieron entre la población civil como consecuencia de las movilizaciones realizadas para el ejército. Por otro lado, los ataques franceses también se cobraron víctimas civiles, según aparece en el memorial para la reconstrucción de la Iglesia Parroquial de Segura de la Sierra. Al hilo de esto habría que señalar las muertes por inanición debido a la falta de alimentos, las posibles epidemias y los problemas de convivencia entre los vecinos como elementos determinantes en la mortandad propia de un contexto bélico.

Iglesia Parroquial Segura de la Sierra

A nivel social asistimos a una pauperización de la sociedad debido al aumento de las deudas y la imposibilidad de afrontarlas lo que condujo a una polarización de la sociedad a apareciendo un número cada vez más elevado de personas cuya única fuente de ingresos era el trabajo de sus manos. Al mismo tiempo encontramos a familias muy poderosas que tienen propiedades en Orcera, Segura de la Sierra y Santiago de la Espada, como es el caso de Pedro Ambrosio Olivares. Como hemos visto las destrucciones en Orcera y en Segura fueron muy importantes y hubo muchas familias que se quedaron sin techo. Las iglesias también se vieron afectadas y casi todas tuvieron que ser reparadas tras la contienda o edificadas de nuevo como la de la Puerta de Segura.

A nivel económico la Guerra supuso la paralización de las actividades forestales de la Provincia Marítima con las consecuencias que eso conllevaba para las familias que dependían de esta actividad. Tras la Guerra, la actividad de los astilleros de la Carraca y Cartagena quedó prácticamente paralizada, aunque se mantuvo la jurisdicción de Marina a través de una figura nueva: El Negociado de madera de la Real Hacienda de Marina (1817) que pervivió hasta 1833 cuando se publican las Ordenanzas de Montes. La ganadería, la otra gran fuente de riqueza en la Sierra de Segura, no correría mejor suerte al ser el ganado un elemento preciado en tiempos de guerra como alimento para la tropa y lo mismo podemos decir de las cosechas y de los árboles frutales.


Conclusiones.

A través de este trabajo pretendemos realizar una aproximación al fenómeno de la Guerra de la Independencia y sus efectos en la Sierra de Segura y concretamente en Orcera y Segura de la Sierra. Si bien el conjunto de documentación utilizado para la investigación es reducido, nos sirve para establecer un punto de partida para investigaciones posteriores que ayuden a conocer la complejidad de este acontecimiento bélico en el contexto serrano segureño.

Sergio Rodríguez Tauste

Finalmente, las poblaciones de la Sierra de Segura entrarán en un proceso de decadencia que será palpable durante todo el siglo XIX siendo a comienzos del siglo XX caso de estudio en un contexto marcado por el viaje de Alfonso XIII a las Urdes. Luis Bello se preguntará sobre el 92,8% de analfabetismo en una comarca tan rica, pero a la vez tan atrasada respecto a otras zonas del país. Las transformaciones producidas a   lo largo del siglo XIX en torno a las desamortizaciones y la enajenación de montes públicos, modificaron profundamente las formas de vida tradicionales acabando con el aprovechamiento comunal de los montes y entrando en una nueva dinámica marcada por el trabajo asalariado de unos muchos para unos pocos.