miércoles, 30 de junio de 2021

EL TURISMO EN NUESTRAS SIERRAS

El uso turístico de los montes de las Sierras de Segura, Cazorla y las Villas, se ha convertido durante las últimas décadas en una de las alternativas más eficaces de cara a la reactivación socioeconómica de estas comarcas deprimidas. A ello han contribuido distintos factores de naturaleza física (agua, vegetación, fauna) y jurídica (propiedad de los montes mayoritariamente pública), así como una decidida intervención de la Administración en favor de la implantación y desarrollo de una nueva infraestructura turística.

FUNCIONES RECREATIVAS EN LAS SIERRAS DE SEGURA, CAZORLA Y LAS VILLAS.

Por Eduardo Araque Jiménez

    En el transcurso del último medio siglo, los montes españoles, como los de la mayor parte de los países desarrollados, han experimentado profundos cambios paisajísticos y funcionales. La evolución social y económica provoca que tales espacios pierdan paulatinamente una gran parte de sus primitivas funciones de producción para asumir otras nuevas que relacionan la protección del y el aprovechamiento recreativo, especialmente la relacionadas con el ocio y el disfrute de la naturaleza. Hay un incremento de los niveles de desarrollo socioeconómico con mayor disponibilidad de rentas personales y tiempo de vacaciones laborales y un paulatino proceso de urbanización de la población española lo que causa ritmos estresantes de nuevas dinámicas de vida. Si a todo ello le unimos el incremento en la capacidad de desplazamiento y la mejora de infraestructuras viarias, estaremos en condiciones de explicar el espectacular auge que experimentan las funciones recreativas en una gran parte de los montes peninsulares a partir de los años setenta del siglo XX. 

Eduardo Araque Jiménez

    Como no podía ser de otro modo, la abundancia de recursos naturales, especialmente agua, flora y fauna, ha jugado un papel decisivo en la potenciación turística del privilegiado entorno de nuestras sierras. Consideradas como un islote pluviométrico con precipitaciones medias que pueden llegar a sobrepasar los 1000 litros anuales, provoca que en estas sierras nazcan dos de los más importantes ríos peninsulares, Guadalquivir y Segura, además de distintos afluentes de ambos, lo que convierte a este enclave en el principal nudo hidrográfico de la mitad meridional de España. Derivada, en parte, de esta abundancia de agua, una profusa vegetación natural ha cubierto históricamente estas sierras. Tal circunstancia motivó una intervención pionera de los poderes públicos en la explotación de los montes, convertidos durante el siglo XVIII y primer tercio del siglo XIX en el principal foco de aprovisionamiento maderero de la Armada española, para después, en la segunda mitad del S. XIX, iniciarse su explotación maderera con destino a la construcción del ferrocarril. Por ello, al finalizar la guerra civil española se puso en marcha un amplio plan de repoblación forestal destinado a la reforestación que es el origen de las masas vegetales que podemos contemplar en estos momentos y que tanto han favorecido la penetración del turismo en estos territorios.

Nacimiento del río Segura. Pontones

    Otro aspecto favorecedor es la voluminosa presencia de montes de titularidad pública, pertenecientes originalmente al Estado, en su inmensa mayoría, y hoy transferidos para su gestión a la comunidad autónoma andaluza, lo cual ha favorecido considerablemente las estrategias de implantación turística en las Sierras de Segura, Cazorla y las Villas, toda vez que ha sido la Administración autonómica la que ha promovido más decididamente la consolidación de esta nueva actividad como alternativa más solvente a las tradicionales fuentes agrarias de generación de riqueza y creación de empleo. También se ha visto favorecida, junto a la repoblación forestal la protección de la abundante fauna que ocupaba estos macizos muy afectada por una intervención humana abusiva. Excepto la cabra hispánica, el resto de especie sucumbieron a la presión humana y fue preciso una planificación para la reintroducción, caso del ciervo o del jabalí, e incluso, introducir nuevas especies desconocidas, como el muflón o el gamo, llevada a cabo a mediados de los años cincuenta.

Ejemplar de cabra hispánica.

EL COTO NACIONAL DE CAZA

    La consecuencia lógica de la política cinegética que se había aplicado durante los años cincuenta, no podía ser otra que la creación, a comienzos de la década siguiente, del Coto Nacional de Caza de las Sierras de Cazorla y Segura (Ley 17/60, de 21 de julio). Con una superficie aproximada de 76.500 hectáreas, integradas casi en su totalidad por montes de pertenencia estatal, esta figura de protección sólo afectaba formalmente al ejercicio de la actividad cinegética, cuya regulación se consideraba imprescindible para frenar el avance del furtivismo e impedir la desaparición de otras especies animales. De hecho, desde algunos años antes de la creación del Coto se venía llamando la atención sobre su enorme atractivo turístico. Paso importante fue la adaptación de la casa forestal de la Torre del Vinagre para residencia del jefe de Estado y su séquito, durante los días que permanecían cazando en el Coto y la magnífica imagen cinegética que llegó a proyectar la concentración de autoridades políticas hizo que se disparara al alza el número de solicitudes anuales de permisos de caza. Para darles acogida, en 1964 se dan los primeros pasos para la construcción del Parador Nacional de Turismo de la Sierra de Cazorla, segregándose a tales efectos una parcela del monte Navahondona. En septiembre de 1965 se inauguraba este establecimiento de reducidas dimensiones (apenas cuarenta plazas distribuidas en veintidós habitaciones), gracias al cual no sólo se favorecía el desarrollo del turismo cinegético sino que se abría definitivamente la posibilidad de pernoctar en el interior de los montes a otros colectivos turísticos.

Centro de Interpretación Torre del Vinagre

    La otra actividad deportiva que emergió como reclamo turístico fue la pesca. En 1960 el Ministerio de Agricultura creó la Delegación especial de Pesca de las Sierras de Cazorla y Segura, procediendo de inmediato a la ordenación de algunos ríos de ambas comarcas y construyendo, en 1962, la piscifactoría del Borosa. Un año después se repobló el embalse del Tranco con black-bass (perca negra americana) y distintos tramos del Guadalquivir con cangrejos procedentes de Zamora. Pero las especies más demandadas desde un primer momento fueron las dos variedades de truchas aquí existentes, común y arco iris. Para poder capturarlas se acotaron distintos tramos de los ríos Aguamula, Borosa, Guadalentín, Guadalquivir, Segura, Madera y Zumeta, así como pequeñas zonas perimetrales de los embalses del Tranco y La Bolera. Ello obligó a acondicionar esos cotos mediante la construcción de pequeña infraestructura e incluso de un refugio específico para pescadores.

Declaración de Coto Nacional de Caza en el B.O.E.

ADECUACIÓN RECREATIVA DE LOS MONTES

    Si el Coto Nacional de Caza había abierto las puertas de estas sierras a un grupo no demasiado numeroso de cazadores elitistas, la política de adecuación recreativa de los montes que se puso en marcha a comienzos de los años setenta propiciará una primera oleada masiva de visitantes para practicar senderismo, contemplación de la fauna salvaje o el disfrute de la naturaleza. Se trata de un tipo de visitantes procedentes de localidades próximas a las sierras que pueden penetrar fácilmente merced al considerable número de vías abiertas durante los años cuarenta y cincuenta para la saca de madera; aunque la duración habitual de estas visitas no solía ser superior a una jornada, al no haber infraestructura de acogida adecuada y asequible a las posibilidades económicas de la inmensa mayoría de los visitantes. El fenómeno social de estos llamados "domingueros", obligó al recién creado ICONA a iniciar acciones tendentes a la adecuación de espacios, surgiendo numerosas áreas de picnic, cuya localización se produce siempre junto a algún curso importante de agua dotadas de zonas de fuego y de baño, al tiempo que se conseguía concentrar en ellas a todo el flujo de personas evitando la dispersión que pudiera originar mayor impacto en el medio natural.

    En un primer momento, las áreas de picnic se localizan junto al Guadalquivir, entre su nacimiento y la presa del Tranco destacando la construcción de un parque recreativo en las inmediaciones del nuevo poblado de Coto Ríos, centro de recepción mayoritario debido al represamiento artificial del río que propició una estupenda zona de baño. La afluencia cada vez mayor visitantes de este tipo, hace que se extiendan las labores de adecuaciones similares en otras zonas, incluso de mayor envergadura como fue la efectuada en las llanuras de ribera del Río Madera, perteneciente a la cuenca del Segura, donde se habilitó una gran área para la acampada, utilizada por organizaciones y colectivos juveniles. Una mínima infraestructura, integrada por cocina, comedor, pista deportiva y dispensario médico, se disponía junto a la zona de acampada para facilitar la estancia de los numerosos grupos de jóvenes que acudían hasta aquí en turnos sucesivos durante los meses veraniegos.

Área recreativa de Coto Ríos.

    Menos pretenciosas en cuanto a dotaciones (apenas unos fogones, surtidor de agua potable y letrinas), resultan las zonas de libre acampada que el ICONA habilitó inicialmente en las proximidades de Coto Ríos con el fin de atender a un segmento de la demanda, el de los campistas, que se expandía a un ritmo vertiginoso en nuestro país. Esto provocó que, en momentos del año como Semana Santa y verano, se tuvieran que improvisarse como zonas para la acampada extensas áreas desarboladas en las colas del pantano del Tranco, en las cuales no existía ningún tipo de dotación. Son momentos de especial afluencia de visitantes alentados por la difusión de imágenes televisivas grabadas por el equipo de Félix Rodríguez de la Fuente, desbordando todas las previsiones hechas acerca de esta nueva forma de utilización recreativa de los montes, con presencia de personas procedentes de toda Andalucía y de otras regiones españolas, especialmente levantinas. Incluso esta euforia turística es de tal magnitud que se llegó a proyectar obras como la de una residencia de "educación y descanso" en la zona del pantano del Tranco en una superficie de 65.000 metros cuadrados cedidos por el Ayuntamiento de Hornos de Segura, la residencia, que no pasó de la fase de proyecto, estaba pensada para albergar a 180 personas en un edificio de varias plantas con habitaciones de 24 metros cuadrados provistas de vestíbulo y aseo.

Felix Rodríguez de la Fuente

CONSTITUCIÓN DEL PARQUE NATURAL

    La declaración del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, que se produce a comienzos de 1986 ((Decreto 10/1986), constituye el último y más decisivo impulso en beneficio de la vinculación activa de los montes a las actividades de esparcimiento; enfocado en una doble dirección: cediendo porciones más o menos extensas de los montes para la ubicación de nueva infraestructura y equipamiento de apoyo al turismo, y permitiendo la readaptación funcional de algunas de las casas forestales que existían en el interior de esos espacios. Diversas fueron las razones que animaron al gobierno andaluz a tomar la decisión de proteger administrativamente este amplio espacio serrano de 209.418 hectáreas, entre las que cabe destacar la declaración de Reserva de la Biosfera efectuada por la UNESCO en 1983, obligando políticamente a los gobiernos implicados a impulsar alguna medida efectiva de protección del territorio determinado por el organismo dependiente de Naciones Unidas. Por otro lado, el decreto de asignación de competencias al ente autonómico en materia de conservación de la naturaleza (Decreto 255/1984), quedando adscritas nuestras sierras a la Agencia de Medio Ambiente y al Instituto Andaluz de Reforma Agraria lo que favorecía enormemente la adopción de cualquier estrategia conservacionista sobre ellas. En virtud de tales asignaciones, la Agencia de Medio Ambiente recibió de la Administración central la totalidad de los montes que se hallaban catalogados como de utilidad pública (estatales y municipales), así como toda la infraestructura existente en su interior. La única excepción la constituía una pequeña porción de la casa forestal de la Torre del Vinagre, anexa al Centro de recepción de visitantes que ya estaba en funcionamiento, por considerar que tal edificación podía seguir utilizándose para reuniones y estudios de carácter nacional e internacional.

Delimitación del Parque Natural 

    Con la declaración de Parque Natural, desde la Agencia de Medio Ambiente, en coordinación con la Junta Rectora del espacio protegido, se tomaron varias decisiones relacionadas con la adecuación recreativa de los montes. La primera de ellas fue la segregación de tres grandes parcelas enclavadas en el interior de los montes estatales Aguas Blanquillas, Coto Ríos y Solana de Coto Ríos, cuya finalidad era la de construir tres campings, Chopera de Coto Ríos, Llanos de Arance y Fuente de la Pascuala, destinados a satisfacer la enorme demanda que venía manifestando la expansión de esta novedosa modalidad turística, regulando económicamente el acceso y disfrute de unos montes de titularidad pública; recibiendo la Administración, propietaria de esas parcelas, un canon anual en concepto de arrendamiento proveniente de las empresas concesionarias. De esta forma los beneficios que reporta la movilización de personas recaen, directa o indirectamente, en la población de la zona, ya que serán cooperativas formadas en los municipios que forman parte del Parque Natural, las que resultan concesionarias de la explotación de los campings. A estas iniciativas siguieron otras y ahora los siete campings que se han creado hasta el momento disponen de una capacidad de acogida conjunta cercana a las 3000 plazas, ubicándose en las zonas de Coto Ríos y cuencas del Guadalentín, Madera y Segura, incluso llegando a Mogón y Siles, consiguiendo crear en estas sierras una de las zonas mejor dotadas de toda Andalucía para la práctica del campismo.

    Otra fórmula, ésta más novedosa, para el desarrollo turístico ha consistido en la utilización de distintas casas forestales, una vez rehabilitadas, como establecimientos hoteleros de pequeñas dimensiones, empleando el mismo procedimiento de la concesión a cooperativas locales utilizado en los campings. A su acertada función social hemos de añadir, en este caso, otra paisajística, puesto que de este modo ha conseguido recuperarse una parte de ese viejo hábitat que durante muchos años formó parte esencial de los montes y que se encontraba abocado a su desaparición. También resulta relevante las plazas que se ofrecen en las "zonas de acampada libre organizada", dirigidas a grupos juveniles que pueden permanecer en ellas durante cortos períodos de tiempo, previa autorización de la Consejería de Medio Ambiente. La capacidad de acogida de las siete zonas de este tipo que están en funcionamiento en estos momentos (Los Brígidos, Río Madera, Los Negros, Huerta Vieja, Acebeas, La Morringa y Linarejos), resulta difícil de determinar, estando equipadas con agua potable, varios fogones, fregaderos, comedores de campaña y letrinas.

    En cuanto a la dotación de equipamientos turísticos, resulta destacable la ejemplarizante reconversión de la casa forestal de la Torre del Vinagre como centro de recepción de visitantes a comienzos de los años ochenta, añadiendo al núcleo residencial primitivo varios cuerpos en los que se muestran de forma didáctica con paneles, fotografías, etc…, las principales características del medio físico y biológico de las sierras, completándose todo ello con un pequeño auditorio multiusos. En otros casos ese mismo tipo de hábitat ha permitido acoger aulas de la naturaleza (Casas forestales del Hornico y El Cantalar), o centros de comercialización de la artesanía que se realiza en estas comarcas (Casa forestal de Los Casares). En algunas ocasiones, incluso, las instalaciones contiguas a estas viviendas, como los viejos viveros forestales, se han reconvertido en magníficos jardines botánicos, como es el caso del viejo vivero de la Torre del Vinagre, sobre el cual se ha diseñado un bello jardín que permite al visitante conocer las principales especies vegetales de la zona, incluidos sus endemismos más relevantes, compaginando así el turismo y la educación ambiental. También es el objetivo final el centro de interpretación fluvial Río Borosa. El contenido de sus instalaciones permite al visitante conocer aspectos esenciales de las especies que viven en sus aguas, así como las utilidades históricas y actuales del río.

Jardín Botánico Torre del Vinagre

EL FENÓMENO TURÍSTICO EN LA ACTUALIDAD

    A nadie le queda dudas de que la actividad turística se ha convertido en una verdadera alternativa económica para unas comarcas que al comenzar la década de los ochenta figuraban entre las que poseían más elevados índices de depresión socioeconómica de toda España. Pero el proceso de implantación y desarrollo turístico ha tenido contradicciones, provocadas por la extremada fragilidad ambiental y paisajística del entorno serrano. La elevada concentración de infraestructura y equipamiento turístico en el valle del Guadalquivir ha provocado cambios paisajísticos trascendentales derivados de la proliferación de nuevas construcciones en la estrecha terraza que envuelve al río entre su nacimiento y la presa del Tranco. Cambios que se ciñeron, en un primer momento, a los montes aledaños al poblado de Coto Ríos, pero que han llegado a todo el valle pasado el tiempo han afectado a otros muchos rincones del valle, siendo espectaculares en el núcleo de Arroyo Frío, pequeño enclavado del monte Guadahornillos. Hasta bien entrados los años setenta, este núcleo estaba formado por distintos cortijos diseminados dedicados a una agricultura autárquica, con pequeños hatos de ganado y trabajos esporádicos la conservación de montes. Hoy ese bello paraje se ha transformado radicalmente para dar acogida a un sinfín de hoteles y residencias secundarias ajeno al paisaje agrario existente hace apenas tres décadas y, lo que es peor, ofrece una imagen de congestión territorial que en nada beneficia al turismo de naturaleza.

Arroyo Frío

    Además, hay que añadir la estacionalidad tan acusada que caracteriza al flujo de visitantes que acuden hasta el Parque Natural. Aunque la contabilidad de ese flujo no está reglamentada podemos aproximarnos indirectamente a su conocimiento a través de los datos de visitas que ofrece el Centro de Interpretación de la Torre del Vinagre; con concentración elevada en el mes de agosto y algo menor en julio y septiembre, así como en el período vacacional de Semana Santa. Entre los cuatro meses, tanto en 1997 como en 1998, acumulan el 60 % de los más de cien mil visitantes que acceden a estas instalaciones anualmente, siendo tendencia consolidada.

    Con el fin de evitar que en el futuro se acentúen los procesos de concentración espacial, tanto el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales como el Plan Rector de Uso y Gestión, aprobados ambos a finales de 1999 (Decreto 227/99, de 15 de noviembre), han tratado de reconducir la situación mediante el establecimiento de emplazamientos alternativos al valle del Guadalquivir para la localización de nuevos servicios, equipamientos e infraestructuras turísticas estableciendo unos criterios de integración paisajística con una rehabilitación del patrimonio edificatorio y el mantenimiento de las tipologías constructivas en las nuevas edificaciones.

ALGUNAS SUGERENCIAS PARA EL FUTURO

    La contribución de los montes al desarrollo turístico de las Sierras de Segura, Cazorla y las Villas, lejos de agotarse con el transcurso del tiempo, presenta hoy nuevas y sugerentes perspectivas siguiendo derroteros de mayor sostenibilidad en los que la educación ambiental se entienda como el mejor complemento de las prácticas de esparcimiento. Hará falta enormes dosis de voluntad política y enorme esfuerzo inversor tanto público como privado.

   Sería conveniente la recuperación de casas forestales como establecimientos hoteleros, hasta llegar a conformar una potente red de alojamientos de máxima calidad, ya que se dispone de suficiente infraestructura para ello, repartida por casi todos los rincones de este vasto espacio serrano, aunque el aislamiento de muchas de estas edificaciones constituye un serio handicap que puede llegar a condicionar algunas de las nuevas intervenciones rehabilitadoras. Desde otra perspectiva, entendemos que puede resultar del máximo interés la creación de un gran "Centro de interpretación forestal", encaminado a recuperar y difundir la prodigiosa historia de estas sierras durante los tres últimos siglos, dando a conocer los sistemas seculares de explotación de los montes y las peculiaridades de unos modos de vida asociados a las múltiples actividades forestales que se han sucedido en las Sierras de Segura, Cazorla y las Villas en este dilatado período de tiempo.

Centro de Interpretación de la Cultura de la Madera. Vadillo Castril

    Una localización adecuada para este Centro es el poblado de Vadillo Castril, pequeño núcleo urbano surgido alrededor de una serrería ya clausurada, el cual cuenta con distintas edificaciones muy apropiadas para su reconversión y adaptación a los nuevos fines de propiedad pública como una escuela de capacitación forestal, posibilidad de recuperación del utillaje de la serrería, etc...; se podría habilitar en otras zonas menos congestionadas de la parte septentrional del Parque como Orcera o Siles, donde también tuvieron una enorme repercusión social los trabajos desarrollados en los montes. Por último, creemos que hay que seguir apostando por la recuperación con fines de exhibición de determinadas actividades con visualización de corta, pela y ajorro de madera o muestras del trabajo de los gancheros, son adecuadas para mostrar la dureza de unos trabajos forestales.

CONCLUSIONES

1.- Los montes, especialmente los de titularidad pública que pertenecieron históricamente al Estado y hoy se encuentran en manos de la comunidad autónoma andaluza, han desempeñado un papel decisivo en el proceso de implantación y desarrollo de la actividad turística en las Sierras de Segura, Cazorla y las Villas. El modelo empleado de concierto con cooperativistas de la zona en el arrendamiento de instalaciones, ha resultado muy útil desde el punto de vista social ya que se ha traducido en la generación de un buen número de empleos directos tanto en el interior del espacio protegido como en su inmediata área de influencia.

2.- La iniciativa privada debiera implicarse mucho más de lo que lo ha hecho hasta ahora en los programas de fomento turístico de este espacio protegido, colaborando en la financiación de nuevo equipamiento y apoyando algunos programas de conservación de la naturaleza especialmente emblemáticos. Nuestra propuesta no se centra en la privatización sino en encontrar fórmulas que tengan el efecto de colaboración público-privada para rentabilizar el voluminoso número anual de visitantes que acceden a estos montes.

Centro recreativo del Barco Solar. Pantano del Tranco

3.- La elevada concentración espacial de infraestructura en el valle del Guadalquivir debe empezar a corregirse por cuanto distorsiona hasta extremos insospechados la imagen turística del Parque Natural. Hay que aplicar con todo rigor las determinaciones que a este respecto establecen el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales y el Plan Rector de Uso y Gestión, sin atender a otro tipo de consideraciones. La estrecha colaboración a la hora de la toma de decisiones entre Ayuntamientos, Junta Rectora y Dirección del Parque Natural debe guiar cualquier acción en este terreno.

4.- Los montes han de seguir desempeñando un papel central en el proceso de relanzamiento turístico de este espacio protegido. Entendemos que a partir de ellos puede producirse una vinculación más estrecha entre práctica turística y educación ambiental que se conforme como la principal vía de reactivación del sector. Al mismo tiempo, esa vinculación puede ayudar a corregir la fuerte estacionalidad y colaborar en la dispersión del turismo sobre el territorio, como mejor fórmula para que un número cada vez mayor de habitantes perciban los beneficiosos efectos de esta actividad y apoyen sin fisuras la política de conservación.


lunes, 14 de junio de 2021

TE QUIERO, PUENTE DE GÉNAVE...!!!

CON MI PUEBLO EN EL CORAZÓN.

Quiero decir, Puente de Génave, que te amo, que amo tus calles, tu río, tus fiestas, que te amo a ti. Amo la fraternidad y la solidaridad de esta tregua en la que la gente se mira, se sonríe y se saluda diciéndose… ¡buenos días!, y los días son bueno de verdad. El amor, el entusiasmo y el alborozo son los que te construyen y cada uno es responsable de su trozo de pueblo y de la dicha que cabe dentro de él.

Te conozco pueblo mío y sé que, en ti, la vida canta su irrepetible e interminable cántico. Sé también que tus gentes consideran un inapreciable privilegio haber nacido dentro de ti, habitante, sentir tu atractivo y contagiarlo a quienes lo visitan. Aquí como cualquier otro puenteño o puenteña, hemos pasado la infancia, transcurrir la adolescencia y desde la juventud crecer a nuestros mayores.

Aquí he escuchado el percutir de la lluvia en sus fríos y largos inviernos y el cálido rumor de los mediodías agosteños. He soñado en tus altas y estrelladas noches de verano, he sentido tu silencio, el hondo silencio, “donde habita el olvido” y esos tantos recuerdos que atesoro con cariño. Aquí en estos pasajes hemos configurado nuestras vidas. Por eso me enorgullezco de poder decir, ¡soy del Puente!...

Nosotros como jóvenes sabemos que todo lo que se resigna a sobrevivir nace destinado, no entristece porque es vivir lo que importa. Y vivir no es continuar viviendo nada más, es participar del misterio generoso de la vida, de sus enigmáticos vaivenes, de sus devaluadas siembras y recolecciones. Es crear vida. Porque si hay algo que nos distingue, es nuestra capacidad de esperanza, esa certeza de que horas más oscuras de la noche son las que preceden a los amaneceres, como queda expresado en ese oráculo de Isaías: “Centinela!, ¿Qué ves en la noche?. –En la noche he visto llegar la mañana.

Un pueblo con sus gentes, y también con sus mayores, mayores que vivirán la nostalgia de aquellos otros tiempos en que los protagonistas fueron ellos. Y cuando suene el estampido de las gentes en las calles, discurrirán por sus pupilas escenas semejantes de otros tiempos donde rebosaban juventud, porque ellos saben que la vida se vive y está vivida y la canción se canta y está cantada.

Yo deseo, Puente de Génave, que nos cuajen en espigas sueños y afanes, que nuestras casas se abran a la luz, que nuestro Santo Patrón, San Isidro, mantenga la fe ilesa en la esperanza de un mañana mejor, abriendo años futuros con senderos de bienestar y prosperidad para nuestro pueblo. Y que cuando nos hallemos lejos de ti, se nos convierta la lentitud en prisa y se nos haga leves y ágiles los pasos para el alborozo del retorno.

Juani López.