jueves, 2 de mayo de 2013

¡¡¡ A espantar al diablo . . . que es San Marcos !!! 2ª parte




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La gente menuda disfruta pero me sorprende ver cómo los padres y amigos tampoco se quedan atrás y no tienen el menor reparo en hacer un poco el gamberro. Se lo pasan pipa jugando al “abejorro”. Uno se coloca de espaldas y delante del resto con una mano bajo la axila contraria, mientras con la otra se tapa la mitad de la cara. Cualquiera de los hombres de atrás golpea la mano de debajo de la axila del que está delante y este se gira y tiene que averiguar quién ha sido a la vez que todos imitan el zumbido del abejorro, de ahí el nombre del juego. Si acierta, cede su sitio en la delantera. Pero yo recuerdo verles arrearse buenas “guantás” en plena cara, supongo que alegres por la "bebía" y el cachondeo generalizado…
Otro juego con el que también disfrutan de lo lindo, ya metidos en faena,  es “la pita”; para lo que era necesario negociar un palo pequeño, con una punta afilada y otro grande, como de un metro, llamado “el cirre”. Al palo pequeño, apoyado en una piedra para mantenerlo alzado, le daban un “golpecico” en una punta para que se elevara y entonces le endiñaban otro golpe más grande para mandarlo lo más lejos posible. El ganador era el que en cuatro golpes lo alejara más.
 
Las mujeres, después de organizar un poco el cotarro, también se animan a jugar a “la gallinica ciega”; y a allí que acudimos todas las chiquillas encantadas de participar en un juego con nuestras madres, hermanas, vecinas o amigas… Y después a “andurrear” un poquito por el campo para disfrutar de la hermosura de la primavera entre amapolas, margaritas blancas y amarillas, me quiere…. no me quiere…., el espliego, la jara y no pocas ortigas, ¡cuidado que pinchan….!
Los hombres siguen a lo suyo y ahora prueban con “la piola”, metidos de lleno en la niñez,  saltan como chiquillos chicos sobre el que permanece a caballito, a la vez que recitan una jerga rara y sin sentido como garabato, rojalata y maisa…
¡Cómo pasan las horas de rápido cuando se está tan bien! Con tanto trasiego entra cierto desconsuelo de estómago y hay que visitar de cuando en cuando el lugar donde la intendencia ha desplegado las viandas. Cuando eres chico, no sé por qué te atrae siempre más lo que las otras madres llevan pero a mí lo que me apetece es un buen vaso de gaseosa fresquita Francusan, la gaseosa del Puente, ¡solo faltaba! y un “puñaillo” de torraos; no le quito ojo a esas botellas que flotan en un barreño entre trozos de hielo, junto a los tercios de  cerveza El Alcázar que serán para los hombres y los Nik de naranja y limón que consumirán las mujeres.
En mis "sanmarcos" la música es una parte esencial del programa del día y no necesitamos echar mano del radiocassette a pilas para animar a la peña. Siempre hay una guitarra a mano o un laúd y  las ganas de todos de cantar están garantizadas, aunque sea a ritmo de las jotas del Puente, o las de Siles, o….. al son de cualquier jotilla serrana que, con su carga de no poca picardía, consiguen que alguna pareja se arranque y se marque un baile.
Y así pasan las horas entre juegos y risas y comiendo, siempre la comida de por medio, hasta que al caer la tarde y, antes de iniciar el regreso a casa, tanto hombres como mujeres nos disponíamos a cumplir con el ritual, culpable de esta estupenda peregrinación campestre anual; y que consiste en  buscar algún junco, retama o enea para rodear cualquier mata de hierbas y hacer tres nudos fuertes formando un perfecto haz que simbolizará que el diablo estará bien “amarrao”, quedando así, con este simple conjuro, prisionero de nuestros deseos y no será un estorbo a la hora de disfrutar de una buena cosecha, parabienes y salud hasta el próximo año.
Y al caer la noche, el regreso, que se realizaba con la tranquilidad del deber cumplido; un año más habíamos “espantao al diablo”.

Desde las Moreas.

Autor.- Anónimo

1 comentario:

  1. Gracias por hacernos rememorar, con tanta precisión, uno de los días más importantes de nuestra infancia.
    Un abrazo

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