viernes, 10 de mayo de 2013

También esto. . ., es San Isidro !!! 1ª parte



 
Pregón de las fiestas de San Isidro 2011
por Andrés Llavero Sánchez.
 
Vecinos de Puente de Génave, visitantes, buenos días a todos. Quiero agradecer a los miembros de la Comisión de Fiestas que hayan pensado en mí para el Pregón de las Fiestas de San Isidro 2011, estoy seguro que este lugar podría haber sido ocupado por otros vecinos con más méritos que yo. Ninguno habría que se sintiera más honrado.
Es un honor ser Pregonero de las Fiestas de mi pueblo. Gracias.
Las personas que me conocen saben que no es la facilidad de palabra una de mis virtudes, limitación oratoria que procuraré compensar con la mejor de las voluntades.
Me llamo Andrés Llavero Sánchez, nací el 17 de Febrero de 1964. Mis primeros llantos pudieron ser escuchados por todos los vecinos del Cortijo de las Ánimas, meses después seguía con el recital en la, ahora, calle Azorín.


Soy hermano de Ramón Llavero Sánchez. Hijo de Ruperto Llavero Cuadros y de Andrea Sánchez Fernández, trabajadores del campo, aceituneros.
Un niño algo tímido, no demasiado buen estudiante, que a veces ayudaba a mis padres en las labores del campo: en el huerto, acarreando, trillando, en la aceituna,…
Fui monaguillo durante bastantes años, me gustaba echar las campanas al vuelo los días de fiesta, sobre todo en San Isidro, cada campana con su nombre, con su sonido propio, hacían más grande aquel día.
San Isidro transcurría entre gigantes y cabezudos, banda de música, cohetes, procesión, cucañas, tiro al plato, los primeros churros de la temporada. Algo de dinerillo para montarnos en caballitos, coches locos y después, más mayores, para poder tomar algunas cervezas e ir a la verbena.
La feria de ganado y las corridas de toros eran una parte fundamental de la Feria, elementos que han ido perdiendo peso paulatinamente.
Estudie EGB en el colegio San Isidro Labrador, hecho que recuerdo gratamente y aprovecho para agradecer el esfuerzo que aquellos maestros realizaron en nuestra educación.
Tras la EGB estudie BUP y COU en el Instituto de Beas. Por aquel entonces no sabía muy bien que quería hacer en la vida, trabajé dos veranos como ayudante de camarero en Menorca, un par de temporadas en la vendimia de La Mancha,… y me fui a estudiar a Granada.
Me diplomé en Enfermería y de enfermero trabajé unos 12 años, entre Granada y Baza. En estos años compaginé el trabajo con los estudios de Medicina y, con posterioridad, realicé la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. Actualmente trabajo como Médico de Familia en Huétor Tájar, Granada.
En Granada vivo y allí me casé, con Pilar. Tengo dos hijos, Andrea y Francisco, a quienes intento trasmitir el mismo apego a la tierra que heredé de mis padres, no sé si conseguiré hacerlos aceituneros.

Llega San Isidro y en estos días de fiesta se merecen, cuando menos, unos minutos de recuerdo aquellos que ya no están entre nosotros, van pasando los años y vamos perdiendo amigos, padres, otros familiares,…
A ellos les debemos lo que somos, de ellos heredamos la memoria de esta tierra, el cúmulo de experiencias y acontecimientos que ha conformado nuestra identidad, en ellos debemos pensar y cuanto más pensamos, más existen.
Mi padre, Ruperto Llavero Cuadros, fallecido hace unos meses, con 88 años, trabajador del campo. Nació en Bonache, vivió en los Avileses y en los Cortijos Nuevos hasta que se vinieron al pueblo en 1963. Le tocó vivir años difíciles en su infancia y juventud. Se casó en 1957 con mi madre, Andrea. No perdió el amor a su tierra. Las palabras elogiosas a su pueblo, a sus olivos, entre bromas y chascarrillos, pudieron ser escuchadas hasta sus últimos días, tanto en Granada como en Madrid.
Mi madre, Andrea Sánchez Fernández, nació en Los Llanos en 1922, defensora de nuestra tierra, del olivar, de la riqueza que puede generar, indignada por el bajo precio de los productos del campo, del aceite. Insistía en no abandonar la tierra, en no dejar de cultivarla, en no darse por vencida en los momentos difíciles. Decía “De la oliva es buena hasta la sombra”. Murió hace 4 años.
Con ellos compartí el día a día, me impregné de su personalidad, de su carácter, de su forma de ver la vida, amando y trabajando el campo.
Las personas que nos faltan también deben tener un hueco en las fiestas de San Isidro, un hueco en nuestra memoria, en nuestro corazón, que convierta su recuerdo en alegría.
Llegará el día en que nosotros tampoco estemos, pero aquí permanecerán el pueblo, los cerros, las montañas, los valles, el río, los olivos, los pinares…, quedaran nuestros descendientes y con ellos permanecerán las fiestas de San Isidro.
No quiero entristeceros, deseo transmitiros la idea de que somos huéspedes de Nuestra Tierra, nosotros pasajeros, ella permanente.
El tiempo que nos acoge debemos respetarla, conservarla y si es posible mejorarla, como la mejoraron otros antes que nosotros, conformando el paisaje cultural de nuestra comarca.
Mi padre me repitió multitud de veces: “Este chaparro recuerdo verlo de niño, hace más de 80 años, estaba algo más pequeño, aquí seguirá cuando yo ya no esté e incluso cuando tú no estés…”
Estamos obligados a dejar a nuestros hijos, a nuestros nietos,… la posibilidad de disfrutar de nuestro entorno natural, de nuestro pueblo, de sus costumbres, de los oficios, de estas fiestas, como lo hacemos nosotros y lo han hecho nuestros padres y nuestros abuelos.
Mi reconocimiento a quienes se esfuerzan en mantener y desarrollar las señas distintivas de nuestra cultura popular, la banda de música, los coros, grupos folclóricos, la asociación de mujeres, las peñas de San Isidro,...
El pueblo ha cambiado. Sin dejar de ser el mismo en que nací, ahora presenta nuevos síntomas de prosperidad; el Hospital, el Bulevar de la Vicaria, la estación de autobuses, las rehabilitaciones de los puentes, la cooperativa “La Vicaría”, en la que las colas son menos interminables que antaño….
Un lugar emblemático de nuestro pueblo, en peligro, es La Fuente Vieja, víctima de las inundaciones y de los trabajos de reconducción del Arroyo de Peñolite. Confío en los esfuerzos de las instituciones para que La Nueva “Fuente Vieja” honre la memoria de la anterior, seña de identidad de nuestro pueblo y un lugar, no solo para llenar el botijo, sino también para tomar el fresco, escuchar el agua, poder hablar con los vecinos, incluso para reflexionar.
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