Si a cualquiera de
nosotros alguien nos preguntara sobre las cosas que tiene este pueblo para
mantener ese arraigo en cada uno de nuestros corazones, le hablaríamos de sus
gentes, del río, de sus paisajes y de muchos otros lugares y particularidades
entre los que tendría un lugar destacado el edificio de la caja de ahorros. Es
algo que nos caracteriza y cuando decimos a un extraño que somos de Puente de
Génave, a veces nos sorprenden con…
-Ah! Sí, el pueblecito con ese edificio
tan bonito en la carretera, junto al puente, que parece hecho por el famoso
arquitecto Gaudí.
- Pues, sí, ese….-le respondemos- pero
no…Gaudí no estuvo jamás en mi pueblo.
Y es que estamos
hablando de un edificio que no pasa desapercibido, de un edificio singular y
peculiar que nos identifica como pueblo y del que nos sentimos orgullosos. Está
claro que no sabemos nada más, o no queremos saber nada más. Sólo que es el
edificio de la caja de ahorros y que es “algo" que está ahí…., que es
diferente, por no decir que es algo raro; pero que nos resultaba ya “mu chicos”
fascinante, sus formas, su colorido y, como no… su inquietante dragón, ese
dragón que con la boca abierta parecía iba a engullir a cualquiera que se le
aproximara y en el que, tanto nuestros padres como nosotros mismos lo hacemos
con nuestros hijos, difícilmente nos resistimos a la tentación de acercarnos
para posar junto a él e inmortalizarnos una impresionante fotografía.
Está claro que a
ninguno de nosotros nos ha importado jamás cuando pasábamos ante él que esté
considerado uno de los diez edificios más significativos de arquitectura KITSCH
de España y que en los manuales de arquitectura aparezca junto a edificios tan
significativos como el Palacio de Cibeles en Madrid o cualquier edificio del
afamado arquitecto Santiago Calatrava.
Estoy totalmente
convencido de que cuando se decidió la construcción de un edificio para que albergara
la oficina de la Caja de Ahorros de Ronda, nadie podía sospechar la
significación y singularidad que iba a tener, y menos aún que se iba a tratar
de un edificio correspondiente a un nuevo concepto arquitectónico llamado
postmodernismo, y que ahora recibe el nombre de estilo kitsch.
Si tuviéramos que
definir el término kitsch diremos que procede del alemán “kitschen” o
“verkitschen” que significa desorden en el cambio, incluso llega a ser empleado
para definir una estafa o engaño. Hay otras versiones que lo sitúan en el
término inglés “sketch” que significa algo que podríamos traducir como
imitación barata; incluso en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española aparece definido con términos como: mamarracho, adefesio, cosa de
buena apariencia pero de poco valor. Sea cual sea su origen o su definición,
comprobamos que se trata de un concepto peyorativo, casi negativo, que hace
referencia a imitación o a copia sin valor, algo que no es original pero que
intenta ser pretencioso, incluso ostentoso, sin dejar de ser una simple
imitación de algo ya creado con anterioridad. Lo kitsch empezó a ser
considerado como algo que rompía la estética de algún estilo anterior pero
empobreciéndolo por su mala ejecución o realización, o lo que es lo mismo,
nuestro edificio de la caja de ahorros sería una burda y mala copia de la
originalidad impuesta en su tiempo por el maestro Gaudí.
Tradicionalmente esta
arquitectura kitsch ha estado asociada a la realización de obras privadas,
generalmente encargos de familias adineradas, que intentaban mostrar en sus
nuevas construcciones su poderío social al imitar obras de reconocidos
arquitectos; y ya sabemos… de la mala imitación surge la exageración y nuevas
fórmulas que se apartan del modelo o estilo original. Pero precisamente ahí
está su riqueza y su valía, en la creatividad que supone imitar no haciéndolo
igual que el original, incluso con la utilización de materiales más baratos y
diversos, dejándose llevar por la desproporción en las medidas arquitectónicas,
en la sobrecarga decorativa, en la construcción de elementos inservibles o sin
función aparente (en este caso sería la torre circular) y por el uso de la
línea curva introducida allá por los años 50 por el prestigioso arquitecto
Frank Lloyd Wright; aunque la verdadera pauta arquitectónica que sigue este
estilo es la completa anarquía constructiva y la libertad total del arquitecto
o constructor que realice la obra.
Pero lejos de mi
intención establecer aquí una tesis arquitectónica sobre este edificio que ha
acompañado el paisaje de nuestro pueblo en su historia más reciente. Este
edificio emblemático fue la sede de la Caja de Ahorros de Ronda, entidad
después incorporada a Unicaja, que se instaló en nuestro pueblo, inicialmente
de forma provisional, a mediados de los años 50, justo enfrente de su actual
ubicación, en la casa donde D. Antonio García Cuadros tenía su tienda, esa
tienda en la que lo mismo podíamos encontrar una aguja, unos zapatos o
cualquier útil o herramienta para los trabajos del campo.
La necesidad de un nuevo edificio
propició que se realizara el proyecto de construcción en el solar anexo a los
corrales de D. Eladio Bellón, solar que por aquel entonces pertenecía a D.
Tomás Gómez, en lo que había sido su casa y su corral.
El “arquitecto” que la
construyó fue un simple albañil de la localidad jiennense de Mengíbar llamado
D. Manuel Parra Vilches, cuyo único mérito fue ser cuñado de un inspector de la
Caja de Ahorros de Ronda llamado D. José María Ruiz Jiménez y que ante el
proyecto de construcción de la nueva sede para la oficina de Puente de Génave,
no dudó en recomendar a su familiar ante el propio fundador y director de la
Caja de Ronda, D. Juan de la Rosa Mateos, con el que mantenía una buena
relación personal.
De esa forma tan
curiosa y en aquel tiempo tan usual, llegó el proyecto de construcción a manos
de este albañil o maestro constructor, gran admirador de la obra del inmortal Antonio
Gaudí y, motivado por su creatividad, imitó el estilo modernista que el
arquitecto catalán llevó a su máximo esplendor. Es evidente que modificó varias
veces su proyecto inicial y que la inspiración fue en todo momento la pauta a
seguir en la construcción. No podemos negar, por tanto, el indudable mérito que
tuvo D. Manuel Parra Vilches en la construcción de este edificio, donde dejó
huella de su innato talento arquitectónico por el que, años más tarde, fue
requerido para impartir clases en la Escuela de Bellas Artes de Jaén aunque
carecía de titulación académica.
Este edificio, el de
la Caja de Ahorros, aunque perdido en un pueblecito de la Sierra de Segura, es
considerado emblema del estilo arquitectónico Kitsch a nivel nacional; pero nosotros
no lo apreciamos simplemente por eso, ya que desde su inauguración en el año
1958, para todos ha sido un elemento más que nos identifica y del que nos
sentimos orgullosos al tenerlo como referencia, extraña y rara, pero referencia
en la que la inspiración y creatividad de un simple albañil, aquí, en nuestro pueblo,
tuvo su máxima representación.
P.D. agradecer la colaboración de Paco García Novoa
en la realización de este artículo
CHICOS SOIS GENIALES
ResponderEliminarABRAZOS
de lo mejor que tiene el pueblo, junto con sus gentes claro
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