No sé qué es lo que tiene este puñetero pueblo...supongo que todos los pueblos lo tendrán, pero como el sentimiento es personal e intrasferible, difícilmente sabré qué es lo que pueden sentir otras personas cuando se acercan estos días, días que nos darán la oportunidad de volver a andurrear por las calles de nuestro querido Puente de Génave. Sí, se acerca la Semana Santa, y la excusa es perfecta, es un estupendo momento para reencontrarnos con el Puente Viejo y el Nuevo, con el emblemático edificio de la caja de ahorros, con la esquina del bar del Pintor, con la plaza y su iglesia, con la Vicaría, con la central para escuchar al río rugir, ese río que baja en muchas ocasiones embravecido, y con...en fin... con tantos lugares y rincones que guardan ese recuerdo que permanece, ahí..., imborrable en todos nosotros. Pero lo verdaderamente importante es la gente, esa gente que volveremos a ver, gente que permanece o que regresa como nosotros, gente que queremos y apreciamos y sin la cual, difícilmente mantendríamos esa enorme ilusión que proporciona el regreso.
Además, este año regresamos después de un invierno que ha ejercido sobradamente como tal y en el pueblo ha proporcionado frío y lluvia a mansalva. Confiemos en que esta recien estrenada primavera nos regale un tiempo soleado que invite a estar en la calle y a "aparranarnos" en cualquier terraza a echar la liga o a desayunar sin prisas y en buena compañía. Ojalá que la lluvia nos dé una tregua y el sol haga brotar los espárragos por doquier y así podamos asegurarnos un segundo plato para el Viernes Santo: la tortilla... pues debemos recordar que el primero será un buen potaje de bacalao, que en un día tan "señalao" no está bien comer carne si queremos conservar las tradiciones; y para acabar, seguro que se nos hace la boca agua al recordar esas sabrosas natillas, o el arroz con leche, o por qué no, unos enredos, o unos panetes, o unos pestiños y que me decís de esas riquísimas flores con miel....Bueno, dejémoslo, podríamos seguir hasta atiborrarnos, ¿o mejor decir "atiforrarnos"?, que es como decimos en ese vocabulario nuestro tan peculiar... bueno, paisanos, sé que os resultará difícil, pero no dejemos que esa estupenda comida nos apoltrone en la mesa camilla durante la sobremesa. No, por favor, ¡a la calle otra vez!, a pasear junto al río para volver a mirar el puente viejo y también el nuevo, y el río, siempre el río, y luego los patos y así... y, si nos encontramos con amigos, pues tanto mejor, que de eso se trata, de empaparte de pueblo y de gente.
...Y si entre medias de tanto río y tanto puente y tanto pato y tanto amigo...y si nos dejan caminar nuestros excesos con los panetes, los enredos o los pestiños pero los que llevan miel; ya que, como sabéis, hay otros pestiños que te paran por el camino y empiezan a decirte eso de... "¡pero neeena!, ¡¡qu'alegría!!, ¡¡cucha, has venio!!, ¡pero si paece qu'estás más repuesta!... que es una forma muy sutil de decirte que estás más gorda..., ante lo cual se ha de responder con una sonrisa aunque la observación te esté jorobando.
Bueno, a lo que iba..., que si entre medias de tanta liga y tanto encuentro paisajístico, gastronómico, amistoso y pestiñero nos queda tiempo para descansar y dejar espacio libre en el disco duro de nuestra mente y de nuestro corazón, pues, eso...que esta semana sea santa, pero de lo buena que será para nosotros.
Ah!! y si lo prefieres también, con devoción o simple curiosidad, podremos ver nuestras imágenes procesionar atravesando el Puente Viejo con solemnidad, recorriendo nuestras calles, y aunque ya no haya romanos que escolten al Nazareno, aunque ya no se vean las antorchas en el Cortijo las Ánimas, aunque no vivamos con enorme curiosidad cuando el Cristo Resucitado hacía que cayeran fulminados a sus pies esos mismos soldados romanos... y aunque no seamos los mismos y tengamos un poquito, sólo un poquito.... -no hay que pasarse- más de edad, estoy convencido que viviremos esos días con la intensidad que la necesidad del regreso nos impone.
Porque estos días de fiesta, dejando al margen eso de ser creyente o no, de vivir la fe o no; nos proporcionan a todos la posibilidad de santificarnos en las procesiones o en la liga. Es tan fácil como vivir el afán de cada día como si fuera nuestro último día... evitando ese "colesterol" malo en nuestra alma, ese que nos hace olvidar nuestra gente y nuestras raíces, pues ese si que nos mata, nos mata antes que aquel que suele traicionar al corazón.
Desde la calle San Isidro, sólo decir....¡Feliz reencuentro, paisanos!, ¡Feliz Semana Santa Puenteña!.... ¡Feliz vida!
Almijo Segarmo
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