viernes, 28 de febrero de 2020

BLAS INFANTE. PADRE DE LA PATRIA ANDALUZA

UNA VIDA PLENA DE ANDALUCISMO

( j. t.)

 En esta fecha tan señalada, en la que el pueblo andaluz celebra su festividad, y siguiendo con el recorrido con el simbolismo de los que nos identifica como pueblo, no podemos obviar la figura representativa del andalucismo encarnada en la persona de Blas Infante; quien, desde abril de 1983, es considerado el “padre de la patria andaluza” según acuerdo unánime del Parlamento Andaluz.
Blas Infante
Efectivamente, Blas Miguel de los Santos Infante Pérez nació el 5 de julio de 1885 en el pueblo malagueño de Casares, hijo de Luis Infante Andrade, licenciado en derecho que ejercía de secretario del Juzgado de Casares, y de Ginesa Pérez de Vargas, que descendía de una familia labradora de clase media. Con once años se trasladó a Archidona para estudiar en el colegio de los escolapios como alumno interno hasta 1899; logró el grado de bachiller en el instituto Nuestra Señora de la Victoria de Málaga en 1902, para pasar a realizar labores de escribiente en el juzgado junto a su padre por lo que recibía un pequeño salario. Los escasos recursos familiares frenaron sus aspiraciones estudiantiles, por lo que no fue hasta 1904 cuando se decide a matricularse en la Facultad de Derecho de Granada, donde, estudiando por libre, sólo se desplazaba a realizar los exámenes, siendo de gran ayuda su buen amigo el poeta Alberto Álvarez de Cienfuegos Cobos, un granadino de buena familia que le proporcionaba los apuntes y que luego le acompañará  en su lucha andalucista como miembro de la Asamblea Andalucista de Córdoba en 1918, logrando así la licenciatura en octubre de 1906.
Casares (Málaga)
Los Infante pasan los apuros comunes a los andaluces tras la crisis económica producida tras el desastre del 98 de pérdida de las últimas colonias provocada por los gastos enormes de guerra. En 1909, tras ganar las oposiciones a notarías, ejerció de notario de Cantillana (Sevilla), lo que aprovecha para entrar en contacto con el intelectualismo regeneracionista sevillano. Conoció así el krausismo, el republicanismo federalista y el anarquismo revolucionario arraigado en los jornaleros y trabajadores del campo, profundizando en sus ideas regionalistas basadas en la historia del “Al-Andalus”, especialmente con los miembros del ateneo sevillano. Infante alternó las tareas de notario, historiador, antropólogo, musicólogo, escritor y periodista, además de ser un lector voraz y gran conferenciante. Se editaron catorce obras suyas, aunque llegó a escribir más de tres mil manuscritos, la inmensa mayoría relacionado con la realidad andaluza.
Cantillana (Sevilla)
Todas estas dinámicas fueron construyendo el ideario político de Blas Infante, heredero de los movimientos republicanos y federalistas del siglo XIX, que se basa en la defensa del andalucismo y en la existencia de diferencias entre Andalucía y el resto de regiones que formaban la España del Rey Alfonso XIII. Su objetivo era conseguir la reconstrucción de Andalucía, entendida como una necesidad para obtener la regeneración de España. La influencia krausista se hizo presente en su talante “organicista”, pues veía la nación como un organismo suprarregional, compuesto de una serie de partes vivas diferenciadas, sus regiones, que se articulan armónicamente. Por su parte, la influencia del regeneracionismo de Joaquín Costa, se tradujo en su preocupación por el problema de la tierra, especialmente duro en Andalucía, tomando de Costa multitud de proyectos que quedaron expuestos en su obra literaria, especialmente en “Ideal Andaluz” de 1915; como por ejemplo el fenómeno de las clases medias campesinas, la restitución del patrimonio municipal, la defensa de las leyes naturales de la producción, etc. Por último, la herencia del ideal federativo desembocó en la concepción política de una diferenciación integradora dentro de España, siendo la unión de todas las particularidades nacionales la que diera verdadera fortaleza al estado español dejando en el olvido los errores de la Restauración Borbónica de finales de S. XIX.
Edición de "Ideal Andaluz"
Todos estos pensamientos y todas estas aportaciones sirvieron a Blas Infante para, con gran análisis intelectual y con su singular sensibilidad social llegar al andalucismo. Esta sensibilidad social que le lanzó a la acción política tenía un indiscutible referente: el jornalero andaluz. Él se crió entre jornaleros y, por lo tanto, se consideraba hijo de ese pueblo: “Yo soy del pueblo [...] yo tengo clavada en la conciencia desde mi infancia, la visión sombría del jornalero”, llegó a escribir. Desde estos supuestos definió y defendió la identidad andaluza y sus cualidades positivas como protesta por su miseria y explotación económica de sus gentes a manos de hacendados y terratenientes, aportando un sentimiento de amor a la tierra para transformarlo en conciencia de pueblo. Sus planteamientos avanzan hacia un nuevo concepto de nacionalismo que reivindican modernización para su tierra, largamente olvidada y empobrecida, como instrumento de recuperación y dignificación de una Andalucía sometida desde dentro y desde fuera. Su proyecto, siempre desde presupuestos claramente regeneracionistas, buscaba la redención económica y moral de Andalucía para impulsarla hacia el futuro. Y en dicho proyecto se conjugaba su ideal andaluz con un fin mayor de construir una España nueva, plural y solidaria.
Trabajo de jornaleros en el campo andaluz
A partir de 1912, comenzaron los grandes debates sobre Andalucía, que pusieron de relieve la existencia de una preocupación regionalista y en los que siempre participaba Blas Infante. En primer lugar, con la confluencia entre andalucismo y la riqueza mal repartida que empobrece al pueblo, es decir, el choque entre el progreso deseado y la miseria que vivía el pueblo, por lo que llegó a afirmar en su intervención en el primer Congreso Regionalista de Ronda en 1913 que: “la libertad de la tierra será base necesaria de la libertad de los hombres”. Estos planteamientos influyeron en la formulación teórica del pensamiento regionalista de Blas Infante que expuso, en 1915, en su obra “Ideal Andaluz”, en el que explica su visión de la historia, la identidad y los problemas de su tierra y sus gentes, proponiendo crear una conciencia colectiva regional que transformara las estructuras sociales, educando al pueblo y creando una clase media campesina, de manera que se lograse que “la tierra andaluza sea para el jornalero andaluz”. Esta obra influyó decisivamente en la articulación definitiva del andalucismo que se llevó a cabo, a partir de 1916, en los diversos Centros Andaluces que se crearon y revistas como “Andalucía”, lo que hace que ya en 1917 se hablara de nacionalismo andaluz articulado en torno a tres ejes: la reforma política, la reforma económica y la reforma municipal.
Portada de la revista "Andalucía"
Los debates continuaron en la Asamblea de Ronda de 1918 que, inspirada en la cantonalista Constitución Federal de Antequera de 1883, establece las bases a seguir por el andalucismo para así obtener una autonomía plena para Andalucía, adoptándose una bandera de franjas verdiblancas, ya documentada desde 1095 en Al-Andalus, y un escudo con las columnas y Hércules para plasmar lo que llamaría “las insignias de Andalucía”. Debemos mencionar que, con anterioridad, su posicionamiento a favor de los aliados durante la 1ª Guerra Mundial provoca su ingreso en prisión como generador de una corriente que pretendía romper la neutralidad de España. Este hecho provocó su paso definitivo a la acción política presentándose a las elecciones de 1918 por el distrito electoral de Gaucin y poco después por el de Sevilla, fracasando en su elección por la fuerte presencia caciquil. El 1 de enero de 1919 firma, junto con miembros de varios Centros Andaluces, el Manifiesto Andalucista de Córdoba, que define el concepto nacional de Andalucía entendiéndose como nacionalidad histórica y el estado federal español, hablándose ya de abolición de los poderes centralistas, de una Andalucía libre y de federación hispánica. Ese mismo año contrae matrimonio con Angustias García Parias con la que tendrá cuatro hijos.
Asamblea de Ronda 1918 (Blas Infante en el centro)
Seguirá con su actividad laboral sin marginar la andalucista y escribirá títulos como “Motamid” (1920), “La Dictadura Pedagógica” un complejo análisis filosófico en 1921 y “Cuentos de Animales” también en mismo año. Después llegará la dictadura de Primo de Rivera, que marcó un claro giro centralista al estado por lo que son clausurados los Centros Andaluces, fundados por él en 1916.  A partir de aquí, como fórmula de soslayada oposición, edita la revista “Andalucía” como plataforma política del nacionalismo andaluz. El 15 de septiembre de 1924 viajó a Marruecos, donde visitó la tumba de Al-Mutamid en la ciudad de Agmhat y conoció a sus descendientes. Es allí, según cuentan ciertos relatos, en una pequeña mezquita de Agmhat, donde Blas Infante realiza la Shahada, la conversión al Islam, adoptando el nombre de Ahmad, cuestión desmentida categóricamente por sus descendientes. Lo que está claro es que nunca práctico esta religión, ya que era un ateo declarado, y si llegó a realizar este ritual lo hizo en el contexto de la fascinación que la cultura islámica le provocaba por ser originaria del arraigo andaluz. Posteriormente, en 1928, viaja a Galicia para reunirse con los ideólogos del "galleguismo", llegando a participar en la revista regionalista gallega denominada Nós, siendo este el inicio de una serie de intervenciones en conferencias sobre el andalucismo en un contexto federalista una vez que la dictadura entra en su fase final de debilidad manifiesta.
Tumba del rey poeta de Sevilla Al-Mutamid en Agmhat (Marruecos)
En 1931 se hace cargo de la notaría de Coria del Río (Sevilla), donde construye su casa la que denomina "Dar al-Farah" («Casa de la Alegría») inspirada en la arquitectura de Al-Ándalus, encargándose personalmente de su decoración. Allí recibe la recién proclamada II República, llegando a presidir la Junta Liberalista Andaluza (JLA), presentándose en las elecciones de junio de 1931 en las filas del Partido Republicano Federal sin llegar a obtener acta de diputado. En 1932, Blas Infante se hizo militante de Izquierda Radical Socialista, partido que, aun siendo de carácter nacional, defendía paralelamente su andalucismo siendo sus puntos esenciales, entre otros muchos, el repudio al centralismo frente a un federalismo necesario, la solución al caciquismo como elemento de represión del campesinado necesitado de una verdadera reforma agraria y la reforma de un complicado sistema electoral vigente. Estas ideas y lo promovido en la JLA tendrá gran importancia en la redacción del anteproyecto de estatuto de autonomía, elaborado en gran parte por el propio Blas Infante, en 1932. Se presenta de nuevo en las elecciones de noviembre de 1933 por Málaga dentro de una coalición Izquierda Republicana Andaluza (coalición del Partido Radical Socialista e Izquierda Radical Socialista), que termina en un nuevo fracaso al no ser elegido diputado.
Casa de Blas Infante en Coria del Río. Casa de la Alegría
No era extraño que Blas Infante saliera en diversas publicaciones en defensa del anarquismo, por su fuerte implantación entre los jornaleros y campesinos que estaban siendo reprimidos y acallados en una reforma agraria que no acababa de llegar. Esa empatía con el campesinado le lleva a proponer, en 1933, que la melodía religiosa del canto jornalero Santo Dios (cántico que los jornaleros entonaban al terminar su día de trabajo), se convierta en el Himno de Andalucía, cambiándole la letra por un texto elaborado por él. Este himno, junto con la bandera y el escudo antes mencionados, elegidos en la Asamblea de Ronda de 1918 y por la Junta Liberalista Andaluza en 1933, son los símbolos institucionales andaluces actuales, según el artículo 6.2 del Estatuto de Autonomía de Andalucía de 1981.
Texto del canto "Santo Dios"
En enero de 1933, se celebró la Asamblea de Córdoba, aprobándose el Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Autonomía de Andalucía, que debería iniciar un proceso para ser aprobado en referéndum por el pueblo andaluz, proceso que se verá paralizado por la llegada de la derecha centralista al gobierno de la República tras las elecciones de noviembre de 1933. Su oposición al gobierno de derechas de Madrid es manifiesta, lo cual hace patente en su visita al presidente de la Generalidad de Cataluña, Lluís Companys, preso junto a otros miembros de su gobierno en el penal de El Puerto de Santa María, tras la proclamación de la independencia de la República Catalana en octubre de 1934. Posteriormente, en enero de 1936, escribió la Carta Andalucista, en la que atisbaba un clima de confrontación civil, cuestión que se confirmó tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones generales de febrero de 1936, triunfo que revitaliza al movimiento andalucista y durante la Asamblea de Sevilla, el 5 de julio de 1936, es aclamado como presidente de honor de la futura Junta Regional de Andalucía. Este nombramiento le empuja a escribir, el 15 del mismo mes, su último manifiesto que tituló “A todos los andaluces”, en el que asumió un papel institucional y representativo pidiendo al pueblo andaluz su unión para conseguir la autonomía frente a aquellos que pretendían destruirla, haciendo un alegato a la paz y la concordia entre pueblos y gentes.
Texto del anteproyecto de Estatuto de Autonomía.
Asamblea de Córdoba 1933
A los pocos días del golpe de estado, concretamente el 2 de agosto, varios miembros de Falange Española le detienen en su casa de Coria del Río. Es evidente que su significada figura fue la motivación suficiente para que sin juicio ni sentencia fuera fusilado la madrugada del 11 de agosto, con otros dos detenidos en el kilómetro 4 de la carretera de Carmona, justo en el linde de la antigua Huerta de las Clarisas, en las tapias del cortijo llamado Gota de Leche. Cuatro años más tarde de su asesinato, el 4 de mayo de 1940, un jurado del Tribunal de Responsabilidades Políticas creado después de la guerra, y para justificar su ejecución, le condena a muerte y a una multa económica que tendrán que pagar sus descendientes por: “[…]formar parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931; en los años sucesivos hasta el 1936 se significó como propagandista para la constitución de un partido andalucista o regionalista andaluz, [...] falleciendo el 11 de agosto de 1936 a consecuencia de la aplicación del Bando de Guerra”.
Monumento en el lugar de ejecución de Blas Infante

Desde entonces, su figura y sus ideas han permanecido hasta nuestros días, y la Comunidad Autónoma de Andalucía y el andalucismo han recibido de él no sólo la herencia de sus símbolos, sino su ideal de hacer grande a una “Andalucía para sí, para España y para la Humanidad”. Hoy es considerado el padre del nacionalismo andaluz por todos los andaluces.


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