viernes, 14 de diciembre de 2018

RECORRIDO POR LA HISTORIA DE LA SIERRA DE SEGURA (XIII)

Presentamos una nueva entrega de este particular recorrido por la historia de nuestra comarca en el que queremos hacer llegar a todos las particularidades más significativas de la Sierra de Segura. En este decimotercer capítulo nos centramos en las particularidades históricas que se produjeron en la Sierra de Segura durante el convulso S. XIX, que mantienen los mismos estereotipos que han marcado nuestro pasado, con una población empobrecida que ha visto como la explotación de nuestra riqueza natural no repercutió positivamente en el desarrollo de nuestra tierra ni en el beneficio de nuestras gentes.
Mapa comarcal de la Sierra de Segura

Capítulo decimotercero.-LA SIERRA DE SEGURA DURANTE EL S. XIX

(jt)

        Si la comarca de la Sierra de Segura ha sido, por sus particularidades geográficas, un territorio que ha hecho de su aislacionismo una característica que ha marcado su evolución, resulta más que evidente que sus gentes vivieron totalmente al margen de las particularidades de los cambios sociales, económicos y políticos que se estaban fraguando en la época de la Ilustración. El liberalismo fue un concepto totalmente desconocido hasta bien entrado el S. XIX, pues la vida en la sierra estaba siguiendo las mismas pautas de las establecidas por el absolutismo monárquico que permitían el dominio de los señoríos y encomiendas.
Estructura social del Antiguo Régimen
    Un hecho que en aquella época pasó totalmente inadvertido por las gentes de la sierra fue la revolución iniciada en Francia en 1789 contra la monarquía absolutista, aunque posteriormente tuvo una gran repercusión en España, al verse invadida por la tropa francesa dentro de su proceso de expansionismo imperial. España se vio así involucrada en una guerra de liberación contra el invasor que trajo saqueo, pobreza, muerte y destrucción, la llamada Guerra de Independencia. Pero dentro de las consecuencias de esa guerra debemos valorar como positiva la introducción de las formas y dinámicas liberales por parte del invasor en las estructuras políticas, sociales y económicas de nuestro país, estableciendo los principios que acabarían con el absolutismo monárquico.
Asalto de las tropas francesas a Segura de la Sierra
        Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) la presencia y ocupación francesa de la comarca no se produjo hasta los primeros meses de 1810 con el asedio a Segura de la Sierra, permaneciendo desde entonces bajo la administración de José I, nuevo rey de España, hasta bien entrado 1812. Ello no significa que no padeciera los efectos de la guerra antes y después de esas fechas. La gran mayoría de la comarca de Segura ayudó con suministros y dinero al ejército patriota que pretendía hacer frente a los franceses en Bailén. Para ello se creó un fondo de donativos procedente de las aportaciones vecinales, entre los que las ayudas eclesiásticas, a través del vicario de Segura, tuvieron especial relieve.
José I Bonaparte
          José I, hermano de Napoleón y nuevo rey de España, estaba intentando demostrar que era capaz de proporcionar a la inmensa mayoría de españoles la justicia social que le tenían arrebatada las clases dominantes a base de privilegios dentro de sus dominios o señoríos. En un primer momento toda la oposición política al francés se aglutinó en torno a la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino, que tras pasar por varias sedes y ante el acoso de las tropas francesas a pesar del contratiempo de su derrota en Bailen, finalmente, recaló en Cádiz, ciudad que, en cierta forma, contaba con la protección de la armada inglesa. Las dificultades de la Junta para ejecutar acciones de gobierno y ante la falta de legitimidad que mantenía, propició su disolución en enero de 1810, no sin antes hacer una convocatoria a Cortes Generales. 
       Estas Cortes se conformarán en septiembre del mismo año, ya con capacidad legislativa, en la que participaron seis diputados representantes de la circunscripción de Jaén: Francisco González Peinado, Diego Marín y Vadillos, José Manuel de Vadillo, José Serrano y Soto, Juan Manuel Subrié Martínez y Tomás Tauste. Es así como las Cortes de Cádiz pudieron abolir todos los privilegios de la nobleza y de la iglesia con el Decreto de 6 de agosto de 1811 de supresión de los señoríos jurisdiccionales, que pasaron a incorporarse a la nación, iniciando el camino del liberalismo en España con la redacción de la Constitución de 1812 “La Pepa”. De esta forma el pueblo pudo aspirar a ganar aquellos derechos que no había llegado a tener nunca. 
Juramento de los diputados a las Cortes de Cádiz
        Los desajustes estructurales a los que se vio condenada nuestra comarca durante la vigencia de su estatus como provincia marítima provocó grandes despoblamientos, pues su población vivía en las peores condiciones aferrada a una economía de subsistencia al tiempo que veía como su principal riqueza, la maderera, salía de sus tierras sin aportar ningún tipo de beneficio a sus gentes. Esto se vio alterado, pero no resuelto con la Guerra de la Independencia que, como en el caso de Segura de la Sierra, dejó sangre y destrucción cuando las tropas francesas alcanzaron la población en 1810 siendo saqueada e incendiada posteriormente, con lo que se pierden los archivos de la Encomienda de Santiago existentes en la localidad. Pero, a nivel general, la comarca de la Sierra de Segura, por lo intrincado de su territorio, ofreció una dura resistencia al dominio francés, pues sus tropas no muchas veces se atrevían, por miedo a sufrir emboscadas de lugareños, a utilizar sus caminos, por lo que algunas aldeas y cortijadas sufrieron, sólo de forma muy esporádica, el acoso y dominio francés a través de saqueos centrados en el hurto de comida que sirviera para alimentar a la tropa. En esta labor de acoso hacia las tropas francesas destaca la acción de los llamados guerrilleros y bandoleros, siendo nuestro territorio el lugar por el que realizaron muchas incursiones y acciones armadas,  de control de caminos y de lucha antifrancesa, destacando en las zonas próxima a Cazorla y Segura el llamado comandante de Hermenegildo Bielsa, quien habiendo sido nombrado Comandante General de las Guerrillas del Reino de Jaén por la paupérrima resistencia del ejército español, se desplazó a la Sierra de Cazorla y Segura y empezó a reunir y organizar las partidas guerrilleras segureñas, secundadas por el Padre Franciscano Juan de Rienda y otros lugartenientes como P Pedro de Alcalde o los hermanos Pedro María y Juan de Uribe naturales de Villacarrillo.
Carta firmada por Hermenegildo Bielsa en 1910
Los franceses no dejaron pasar la oportunidad de sobreexplotar la riqueza maderera de nuestro territorio y fueron muchos los cargamentos de madera que circularon río abajo para potenciar la armada y marina mercante francesa. Un informe realizado en 1811 por Francisco Angulo, durante el mandato de José I, pone en evidencia la sobreexplotación incontrolada que se estaba llevando a cabo en los montes de Segura para abastecer a los astilleros de la Carraca en Cádiz para la marina mercante, aunque también se abasteció a diferentes poblaciones a orillas del Guadalquivir para la reconstrucción de infraestructuras dañadas por la guerra.
En 1812, las Cortes de Cádiz suprimen todas las Ordenanzas de Montes y conceden libertad para cortar y vender sin privilegios, pasando los bosques segureños a propiedad particular o comunal de los ayuntamientos. Pero la vuelta de Fernando VII, y con él las prácticas absolutistas, anulan de facto todas esas determinaciones y acuerdos, recuperando las Ordenanzas su vigencia hasta el 22 de diciembre de 1833 en el que se publican nuevas Ordenanzas Generales de Montes que en la práctica supusieron la abolición definitiva de la provincia marítima.
Ordenanza General de Montes de 1833 que puso fin a la Provincia Marítima
     El triunfo sobre los franceses supuso el triunfo de las clases reaccionarias que volvieron a ejercer sus privilegios, bajo la protección del rey Fernando VII, con más furia si cabe, contra el pueblo, sobre el que recae el trabajo más duro y las peores condiciones de vida. Por lo tanto, con la vuelta del monarca Fernando VII tras finalizar la guerra se suspenden todos las acuerdos y determinaciones realizadas por unas Cortes liberales que consideraba ilegitimas y contrarias al orden absolutista. De esta forma la Iglesia, los comendadores, nobles y grandes propietarios recuperaron nuevamente su poder absoluto y privilegios sobre la explotación de los latifundios agrarios englobados en sus señoríos, cuestión que también afectó a la comarca de la Sierra de Segura, aunque no favoreció la recuperación de los derechos jurisdiccionales de los señoríos, por lo que fue la corona la encargada del nombramiento de alcaldes, que normalmente recaían entre miembros de las familias de la vieja oligarquía que, de esa forma, ejercía el control de tierras y bienes en las poblaciones más importantes.
Fernando VII
El reinado de Isabel II (1843-1869) supuso la prosecución de un largo y accidentado camino hacia el Estado constitucional. Fallecido Fernando VII, y tras la abolición de la Ley Sálica que impedía a las mujeres acceder al trono, transcurrieron diez años de Regencia, primero de su madre María Cristina de Borbón y después del general Espartero, hasta la mayoría de edad de Isabel, un decenio no exento de trascendencia para la historia comarcal. Es en este momento en el que se produce un hecho transcendental para nuestra comarca. En 1833, tras 587 años de existencia, el Real Decreto de 30 de noviembre redactado por el secretario de Estado de Fomento en aquel entonces, Javier de Burgos, suprimió el Reino de Jaén, creándose la actual provincia de Jaén, que se formó uniendo las localidades del reino homónimo, algunas localidades del reino de Murcia, y dos poblaciones que hasta entonces pertenecían a La Mancha: Beas de Segura y Chiclana de Segura. De esa forma podemos decir que la sierra de Segura dejó de pertenecer al Reino de Murcia, pues los municipios y villas de Benatae, Génave, Orcera, Santiago de la Espada, Segura de la Sierra, con los agregados de La Puerta y de Bujaraiza que incluía a Hornos, Siles, Torres y Villarrodrigo se incorporaron a la provincia administrativa de Jaén la antigua Encomienda de Segura, el Adelantamiento de Cazorla y la Encomienda de Beas.
Javier de Burgos
Otro acontecimiento a destacar para la Sierra de Segura la desamortización eclesiástica en 1836. Aunque el proceso desamortizador tuvo sus antecedentes en siglos anteriores, no cabe duda el desarrollado en esta primera etapa liberal constituye un proceso político, social y económico de calado para la historia de España y de la comarca, donde la presencia y la riqueza de la Iglesia, como hemos visto, tenían un peso específico importante. Sus fincas rústicas, tras convertirse primero en Bienes Nacionales después de la desamortización de Mendizabal, fueron subastadas públicamente por el Estado, pasando una buena parte de ellas a manos de las clases pudientes conocedoras del proceso y con contactos en la Administración: burguesía adinerada (terratenientes, funcionarios, etc.) y nobles. Por lo que se refiere a los edificios religiosos de la ciudad (conventos, iglesias), sometidos igualmente al proceso desamortizador, terminaron engrosando el patrimonio municipal en municipios como Segura de la Sierra, Siles o Beas, mientras que otros simplemente acabaron por desmantelarse, como es el caso del convento de Santa María de la Peña en Orcera.
Representación del Convento de Santa María de la Peña de Orcera
La desamortización promulgada por Mendizabal en 1836, sirvió para desmantelar los señoríos y propiedades eclesiásticas y nobiliarias, poniendo en venta las tierras de propios y baldíos y los montes comunales. Pero en la comarca de Segura la situación era especialmente grave a la hora de deslindar ya que la base de las necesidades primarias estaban en la agricultura, no habiendo grandes contingentes de venta, aunque las que se produjeron, principalmente zonas de monte bajo, provocaron que empezaran a labrarse laderas e, incluso, en las partes altas de las montaña, siendo el cultivo ideal que proliferó de forma desmedida el olivo.
Un hecho destacado de esta época fue el conflicto generado por la primera guerra carlista en nuestro territorio comarcal que, aunque quedaba bastante lejos de la zona de conflicto en el norte y levante peninsular, no quedó del todo al margen pues, precisamente por la orografía y difícil acceso de sus valles, hubo presencia de partidas carlistas que alteraron la tranquilidad de los lugareños. Es destacable, en 1836, el paso de la expedición del general carlista Miguel Gómez, originario de Torredonjimeno, por nuestras tierras cuando se dirigía a Villanueva del Arzobispo, Úbeda y Baeza, en septiembre de 1836, llegando a saquear e incendiar el antiguo tribunal de Marina en Orcera que regulaba los pleitos sobre la propiedad maderera. Posteriormente, algunas otras partidas carlistas se adentraron también en la sierra, destacando especialmente el que capitaneaba Isidro Ruiz, el Monjero, allá por el año 1838.
General Miguel Gómez.
Posteriormente, serían los propios ayuntamientos los que se verían seriamente afectados en su economía, pues el propio Pascual Madoz, elevado a ministro de Hacienda en 1855, pocos años después de la conclusión de su interesantísimo Diccionario Geográfico-Estadísitico-Histórico de España, elaborado entre 1845-1850, decretó la Ley de Desamortización de los bienes de Propios y de Beneficencia de 1 de mayo de 1855, lo que en la práctica se transformó en una medida que ponían en venta tierras comunales de propiedad municipal que ofrecían una importante fuente de recursos para cubrir los gastos de los municipios, privándoles de ingresos a ayuntamientos y las instituciones de beneficencia dependientes de ellos.
Esto supuso nuevas tierras para roturar, aunque debemos destacar que la mayor parte de sus montes quedarán fuera de las políticas desamortizadoras de la época, recalando en propiedad estatal y evitando su venta a propietarios privados. Ese es el origen del excepcional peso que actualmente tiene la propiedad pública en los montes de nuestra comarca y que ha propiciado su conversión en Parque Natural por decreto 10/86, de 5 de febrero de 1986. En las pocas propiedades que fueron vendidas se produjeron transformaciones e innovaciones agrarias, básicamente de olivar, aunque fueron actuaciones, hasta cierto punto, sostenibles, cuestión que no es comparable a la destrucción ocasionada por los grandes intereses madereros que, amparados en sus cargos políticos y privilegios sociales, aprovecharon el gran momento de especulación propiciada por la necesidad de traviesas para la construcción de las vías férreas de todo el territorio nacional a partir de mediados de S. XIX.
Innovación agraria de montaña de cultivo de olivar
A finales de siglo, el campo segureño entró en crisis. Los terratenientes seguían acumulando propiedades y creando latifundios olivareros, siendo, en parte, consecuencia de un proceso desamortizador que benefició básicamente a terratenientes burgueses más que a los propios campesinos incapaces de mantener las pequeñas propiedades a las que muy difícilmente había tenido acceso en los procesos de desamortización.  Se produce un empeoramiento de las condiciones de vida del campesinado y del ganadero, muy mermado en ocasiones por los ataques de los lobos en la zona alta de Santiago-Pontones; por lo que, de alguna manera, fueron empujados a colaborar en la explotación maderera de los montes provocando, como hemos dicho, grandes expolios y fraudes a medida que nos acercamos al final del S.XIX, quedando los habitantes de la sierra condenados sobrevivir de la precaria agricultura y ganadería, así como de los trabajos procedentes de la extracción de la madera, conducción y derivados. Aquí los hacheros, que miden y señalan las zonas de corte, los aserradores, que talan y trocean la madera, los arrieros o acarreos, que la transportan hasta las zonas fluviales, los pineros, que transportan los troncos a través de las aguas de los ríos dirigidos por un maestro de río que coordinará la conducción en colaboración del mayoral de lantera que preparará las condiciones del cauce, o el mayoral de zaga, que irá encauzando toda aquella madera que se quede rezagada o atascada en el río. Además había un numeroso contingente de pinches, aguadores y ateros que se encargaban de la alimentación y de toda la intendencia para las cuadrillas de trabajadores.
Gancheros en su tarea de extracción de la madera a través de los ríos
Los destinos de la madera ya no sólo tenía como punto de destino los astilleros gaditanos o cartageneros, ahora ya eran diversos, pues con la aparición del ferrocarril éste sería el medio de transporte que distribuiría la madera, principalmente traviesas, por toda España, por lo que se buscaban las estaciones más próximas a los puntos de producción en la Sierra de Segura. La madera que bajaba por el Guadalimar llegaba hasta la estación de Linares-Baeza, la que lo hacía por el Guadalquivir hasta la de Jódar y las que lo hacía por el Segura hasta la de Calasparra para así después ser distribuida por todo el territorio nacional que en ese momento llevaba a cabo un proceso de expansión constructiva de líneas férreas.
Cargamento maderero con transporte ferroviario
Será ya en 1865 cuando se promulga un Reglamento para el deslinde de los Montes Públicos, que será la norma vigente en la materia hasta el actual Reglamento de Montes que se establecerá, por Decreto 485/62, el 22 de febrero de 1962. Como se ha tratado de explicar, la actividad maderera y de explotación forestal ha sido punto de controversia y conflicto durante más de dos siglos porque la madera y su explotación se convierten en fuente de trabajo, pero no de riqueza para la población de la sierra, aunque también se podía extraer resina, plantas para utilización en farmacia, perfumería o aromas cosméticos; así como todo tipo de setas, frutas del bosque y miel que servían de perfecto complemento a las débiles economías familiares.
Extracción de la resina del pino
Los datos anteriores son muestra de una sociedad aún estancada en la economía agraria de subsistencia del Antiguo Régimen. Así, la inmensa mayoría, prácticamente dos tercios de la población activa, todavía se dedicaba a la agricultura, el sector secundario es básicamente artesanal y el terciario residual. Hay que destacar que la población en la Sierra de Segura fue creciendo de forma sostenida entre 1800 y 1850, pero este crecimiento se estancó en la segunda mitad de siglo debido al mantenimiento de una alta tasa de mortalidad y al atraso socioeconómico ligado al fracaso de los procesos de redistribución de la propiedad agraria y el aislacionismo respecto a las principales vías de comunicación. Este atraso provocaba constantes crisis de subsistencias y una elevada mortalidad por enfermedades infecciosas, entre las que destacaban las enfermedades gastrointestinales, la tuberculosis y el cólera, debiendo destacar la mortífera epidemia de 1885. En cuanto a las primeras, se debían a las deficiencias en el abastecimiento de aguas potables y en la correcta evacuación de las residuales, por lo que diarreas, tifus y disenterías eran muy frecuentes. La tuberculosis o tisis era la compañera inseparable de la insalubridad, la desnutrición y la miseria. Por último, el cólera era una enfermedad originaria de Asia que a partir de 1830 se extendió por Europa en continuas oleadas epidémica. Entre estas últimas destaca la producida en nuestra Sierra entre el verano de 1884 y finales de 1885, que procedente de Francia, provocó en España 120.254 muertes, 2.559 de ellas en la provincia de Jaén; aunque es adecuado decir que sus efectos en la Sierra de Segura fueron limitados por la propia idiosincrasia aislacionista de su territorio.
Mapa epidemiográfico del cólera de 1885. Color negro zonas más afectadas
La última convulsión nacional de la centuria la trajo el Sexenio Democrático entre 1868 y 1874, haciéndose evidente una verdadera eclosión política en la comarca, pues numerosos miembros de la vieja oligarquía local dirigente desde mucho tiempo atrás, son sustituidos por nombres nuevos sin un significado protagonismo político anterior que ahora acceden al gobierno local. Pero estos cambios se producen en medio de la atmósfera de inestabilidad general que padecía todo el país y serán de vida tan breves como los producidos en la política nacional. Son también años en los que el progresismo aparece en la política comarcal al tiempo que las ideas anarquistas comienzan a arraigar en campesinos y jornaleros.
Alfonso XII
La restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII (1875-1902) y la Constitución de 1875 abrirán una nueva fase, caracterizada por la alternancia en el poder de los dos principales partidos: el conservador y el liberal, en un régimen político que podemos definir de constitucionalismo doctrinario, basado en el poder oligárquico y el caciquismo. A lo largo de esta etapa dos son los rasgos fundamentales que definen sobre los demás la evolución de la comarca: el lentísimo avance en su modernización, paralelo a los escasos cambios de la estructura socioeconómica, y la implantación definitiva de la política caciquil inherente al turno de partidos que caracteriza el periodo.
Podemos afirmar que a finales de S. XIX, la población de la Sierra de Segura aparece como una comunidad estancada y con fuerte matiz rural. De sus aproximadamente 4.000/5.000 hab., casi el 80% de la población activa vivía de la tierra, cuya posesión, además, ofrecía fuertes contrastes. La mayor parte de la propiedad, aproximadamente un 70%, estaba en manos de unos grandes terratenientes pertenecientes a familias, locales o foráneas, propietarios de extensas fincas o latifundios de más de 250 has. de extensión. Las pocas tierras situadas en zona de campiña se dedicaban a la producción extensiva de cereal; y las de la Sierra, que en su mayoría provenían de desamortizaciones, se dedicaban al olivar las zonas bajas y al aprovechamiento forestal y ganadero las más altas. En contraposición con lo anterior, existían también explotaciones muy pequeñas o minifundios, predominantes en las vegas de los ríos y arroyos como Guadalimar, Trújala, Hornos, Guadalquivir, etc…,  eran huertas de legumbres, hortalizas y frutales con alta productividad. Entre el latifundio y el minifundio se situaba la mediana propiedad, con extensiones inferiores 250 has., dedicadas esencialmente al cereal, aunque comenzaba ya a introducirse con mucha fuerza el olivar.
Valle del río Trújala
    El sector secundario no tenía ninguna relevancia, quedando relegado a diversos talleres artesanales dedicados en su mayoría a abastecer a las diversas familias de productos de primera necesidad. Similar peso tenía el sector terciario, aproximadamente un 10-12%, compuesto por funcionarios y demás personal que atendían los servicios derivados de la administración comarcal y del partido judicial, así como de las explotaciones forestales de la Sierra, etc… Pero el grupo de población más numeroso era el de los jornaleros. Sumaban el 90 % de la población dedicada al campo, aunque eran ajenos a la propiedad de la tierra, formando una masa de trabajadores eventuales que ejercían sus tareas en la campiña o en la Sierra a cambio de un jornal diario.
Jornaleros en la recolección de aceituna
Carentes de ocupaciones alternativas en otros sectores, padecían necesariamente un paro agrícola estacional de cinco a siete meses al año y tenían, por tanto, que procurarse mediante actividades marginales (rebusca, caza, crianza de animales, huertas…) alguna ayuda para incrementar sus paupérrimos ingresos o recurrir a la emigración que en aquella época tenía a países de latinoamérica como destino. La situación del jornalero empeoró sensiblemente conforme se acercaba el final del siglo pues la paralización de diversas tareas como labores de tala, trazado de pistas y repoblación forestal, unido a la caída de los precios del aceite y demás productos agrícolas y el aumento del precio de los jornales; condicionaron la demanda de mano de obra y, en consecuencia, el aumento de las penalidades de estos braceros.
Trabajos de recolección de aceituna
      Teniendo en cuenta el panorama anterior, con la participación política falseada y una estructura socioeconómica que estaba demasiado desequilibrada, no es de extrañar que, aunque retrasadas con respecto a otros puntos de España, se formen en la Sierra de Segura las primeras células de reivindicación sindicalista, especialmente ligadas al anarquismo, siendo este un factor que determinará importantes transformaciones sociales, económicas y políticas en toda España que afectarán decisivamente a la evolución de la comarca de la Sierra de Segura durante todo el S. XX. 

Segura Verde  ( jt ) 


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