viernes, 10 de marzo de 2017

LA MUJER EN LA SIERRA DE SEGURA

Posiblemente el hecho de haber celebrado recientemente un día internacional dedicado a la mujer sea en sí una forma de discriminación. No obstante, y como fórmula para intentar romper las diferentes formas de discriminación que aún perduran en nuestra sociedad, presentamos este artículo para hacer un recorrido por las particularidades de la mujer de la Sierra de Segura dentro de la dinámica de lucha social para conseguir hacer realidad la igualdad real entre hombres y mujeres.


UNA REINA SIN TRONO.

Por José Antonio Molina Real

"....No se nace mujer, siempre hay que luchar para llegar a serlo y la fuerza para conseguirlo vendrá de la capacidad para ser libres." Indira Gandhi.                 

"....Sólo aquel que no considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos de un ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el hombre." Clara Campoamor.
Familia numerosa tradicional. Dolores Villalba Garrido. Puente de Génave. 1934

A lo largo de la historia, la dinámica de vida de las mujeres ha estado llena de trabajo, voluntariedad, dedicación, lucha y esfuerzo, por regla general poco reconocido y visualizado en una sociedad que ha sido tradicionalmente dominada por el hombre, donde la mujer siempre representaba un papel secundario desde la sumisión a la voluntad masculina. Será durante el siglo XX cuando la mujer trata de romper esas barreras que le impedían alcanzar la igualdad entre géneros. Digo trata pues en muchos lugares todavía resultan palpables diversos síntomas de discriminación, siendo las sociedades más atrasadas donde las sombras de la desigualdad más se se pueden apreciar.
Limpieza del entorno del hogar
Evidentemente, nadie puede ocultar que las zonas rurales han sido tradicionalmente lugares donde ese proceso de consecución de derechos e igualdad resultó más complejo y difícil. El trabajo, siempre relacionado con el campo, requería de mucho esfuerzo y la mujer casi nunca quedaba exenta de esa doble participación, el trabajo dentro y fuera del hogar. La falta de recursos, el difícil acceso a los servicios básicos y la búsqueda de mejores condiciones de vida requería de sacrificios continuos que precisaban indispensablemente, en los diversos pueblos y aldeas de nuestra sierra, de la participación de esas mujeres a las que, paradójicamente, les resultaba totalmente imposible romper el modelo de vida estereotipado que el destino familiar les asignaba.
Recogida de agua de la fuente pública
Era prácticamente imposible conseguir una formación académica o una independencia económica y social, ni tan siquiera afectiva, alejadas siempre de la toma de decisiones y de pensamiento libre, estando desde el nacimiento supeditadas a la voluntad paterna, para después del matrimonio pasar a una dependencia absoluta del marido, por lo que desde el momento en que nacían tenían asignada la función de dedicación a los demás, principalmente a su familia que, por regla general, siempre era bastante numerosa, dando a luz a un hijo tras otro sin ningún tipo de control médico y poniendo en riesgo su vida en cada parto, pues nada más contaban con la asistencia de unas poco formadas parteras que se ofrecían para ayudar en cada uno de esos delicados trances.
Trabajo de cocina
Es curioso considerar que toda su vida era un continuo aprendizaje para ostentar con nobleza el título “honorífico” de reinas o amas de la casa, pero nada más lejos de la realidad; nunca podían aspirar a tal rango a no ser que se entendiera tal honor como obligación, dedicación y trabajo en el cuidado del hogar, en ese aspecto si eran máximas responsables y asumían con cierta resignación y, porque no decirlo, también orgullo, ese papel secundario dentro del desarrollo social.
Trillando

La mujer serrana mantenía su casa con orden y la tenía siempre en perfectas condiciones para que los demás miembros de la familia utilizaran los escasos servicios que solían tener. Pero además de acciones cotidianas como cuidar a sus hijos, preparar la comida o lavar golpeando la ropa una y otra vez contra las ya, de tanto usarlas, pulidas piedras del lavadero incluso, en numerosas ocasiones durante los duros inviernos, rompiendo el hielo para poder llegar hasta el agua; esa mujer de la Sierra de Segura a la que nos estamos refiriendo, realizaba otro tipo de acciones que podían ser más extraordinarias como amasar y hornear el pan en el horno comunal, hacer conservas de los productos que daba la huerta, cuidar de algunas gallinas u otro tipo de animales, hacer jabón, coser o, como tarea compartida, la realización de la matanza, donde el trabajo masculino era bastante más reducido.
Horneando en el horno comunal de la aldea
Esa mujer de la sierra comprendía que sus funciones no se limitaban exclusivamente al entorno del hogar pues cuando se producían tiempos de siembra o de cosecha, la mujer era la primera en ponerse al servicio del interés familiar; no era extraño ver a la mujer ayudar en la siega, subida en un trillo en la era o arrodillarse para ir cogiendo una a una las aceitunas, por lo que eran un perfecto complemento a las tareas masculinas más enfocadas al uso de la fuerza. 
Recogida de la aceituna
 
Las mujeres de la Sierra de Segura, mujeres rurales de una comarca tradicionalmente deprimida, han sido a lo largo del siglo XX sustentadoras de sus familias y han dado vida a sus pueblos y aldeas, esforzándose en dar cobertura a todas las necesidades sociales, siendo pilares fundamentales para el desarrollo de nuestras tierras, trabajando tanto dentro como fuera de sus hogares, sin horarios, sin descanso y sin el reconocimiento de una sociedad que veía como normal lo que realmente era extraordinario, olvidando básicamente encontrarse con ellas mismas para reivindicar sus derechos en una historia dedicada al servicio de los demás.
Lavando la ropa en el río.
Ellas asumieron un papel fundamental de adaptación cuando la emigración inundó todos los rincones de nuestra sierra. Supieron reconducir situaciones traumáticas en aquellos lugares de acogida, donde las dinámicas y formas de convivencia eran totalmente distintas a las que habían caracterizado hasta ese momento su propia vida; o también, si ya eran demasiado mayores para buscar en otros lugares el progreso y bienestar que la sierra les negaba, aceptaron con resignación la marcha de los hijos que buscaban esas nuevas oportunidades de vida sufriendo con inquietud las escasas noticias que desde Mallorca, Barcelona, Madrid, Valencia o cualquier otra provincia de destino les llegaban.
Escuela femenina. Ramona Serrano. Maestra. Puente de Génave. Años 60
Si tenemos que buscar un cambio que se pueda calificar como sustancial y que viniera a romper ese papel secundario de la mujer, debemos buscarlo en el desarrollismo de los sesenta y posterior llegada de la democracia, aunque bien es cierto que a las zonas rurales, como la nuestra, esta reversión tardó algo más de tiempo. Es un tiempo donde nuevas generaciones de mujeres que, por regla general, habían recibido una formación académica no exenta de la aplicación de los roles tradicionales, pero que generó un grupo de mujeres que podríamos calificar de pioneras ya que buscaron caminos diferentes a los estereotipados por la sociedad hasta entonces. Ellas empezaron a ocupar posicionamientos sociales hasta ese momento impensables, rompieron con dinámicas machistas y, amparándose en la igualdad y los derechos sociales, desarrollaron actitudes y conductas que la fueron ubicando en el lugar y consideración que su valía personal y su esfuerzo colectivo habían reivindicado desde tiempo atrás. Maestras, enfermeras, peluqueras, telefonistas o telegrafistas, operarias industriales… fueron algunas de esas profesiones que vinieron a colocar a la mujer en otro lugar dentro de una sociedad algo más moderna.
Josefa Cuadros. Telegrafista. Puente de Génave. Años 60
Indudablemente esta sociedad más moderna atrajo rápidamente la atención de la mujer rural, que fue poco a poco imitando conductas y asumiendo las nuevas tendencias igualitarias. A ello contribuyeron decididamente los medios de comunicación, especialmente la televisión que llevaba a cada rincón de nuestros pueblos y aldeas esas nuevas conductas y comportamientos, especialmente entre las mujeres de nuestra sierra más jóvenes pues las más entradas en años solían repetir eso de “ya soy mayor para todo lo moderno”.
Tradicionalismo diferenciador marcado por la religiosidad
Paralelamente a estos cambios en la sociedad rural se fue ganando en calidad de vida, quedando obsoletas muchas de las actividades que tradicionalmente realizaban nuestras mujeres. La mejoría en caminos que se convirtieron en carreteras, caballerías que se convirtieron en automóviles, la llegada de la electricidad hasta los últimos rincones de la Sierra de Segura propició que diversos electrodomésticos fueran perfectos sustitutos de duras tareas anteriores. Mientras tanto nuevas generaciones de hombres y mujeres fueron creciendo en el desarrollo de la igualdad, siendo el acceso a la educación un aspecto básico en la adquisición de principios y de respeto entre géneros propiciando la participación de la mujer en todos los ámbitos sociales.
Exposición itinerante sobre el desarrollo de la mujer en la Sierra de Segura
Existe todavía camino que recorrer. Las mujeres de los trece pueblos de nuestra sierra han sabido adaptarse a un tiempo nuevo sin perder el arraigo a sus orígenes, se han vuelto participativas y desde el asociacionismo en los distintos pueblos han desarrollado actividades que tienen sus raíces en la tradición, recuperando y mostrando sus destrezas y capacidades en todos los ámbitos, escapando de lo meramente folclórico y demostrando con sus iniciativas que es una mujer moderna, activa, preocupada de su entorno y comprometida en el desarrollo de iniciativas que propicien un progreso económico y social.
Evento convocado por las asociaciones de mujeres de la Sierra de Segura

La mujer de la Sierra de Segura seguirá con sus dinámicas la lucha contra la discriminación, que en las zonas rurales se hace más difícil de erradicar, intentando la plena corresponsabilidad familiar, favoreciendo la igualdad de oportunidades, eliminando la consideración tradicional de inferioridad y manteniendo sus logros y posicionamientos dentro del espacio público; y para lograrlo es imprescindible que hombres y mujeres seamos capaces de implicarnos en la consecución de una igualdad real y efectiva.

Hay que seguir caminando……….   
Carteles de los encuentros comarcales de mujeres de la Sierra de Segura
 

2 comentarios:

  1. Hola Josechu, soy Maite “La pepeusa”. He leído tu escrito sobre el día de la mujer y me ha gustado mucho, opino igual que tú respecto al hecho de que en cierta forma aún encierra algo de discriminación… Personalmente creo que el día de la mujer son todos los días (al igual que el día del hombre).

    Y bueno, como dice Jose Pareja García en su comentario en el escrito del 11 de enero (“Resumen fotográfico”) la verdad es que es muy bonito ver el entusiasmo y el cariño con que haces el blog para tu pueblo y para tus paisanos… ¡Qué tesón tienes!

    Un abrazo muy fuerte. ¡Que publiques muchas entradas más!

    Maite Molina Sánchez

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  2. Muchísimas gracias, Maite....seguiremos trabajando para recuperar, de la ya en ocasiones frágil memoria, historias y documentos para que muchos paisanos puedan conocer un poquito más las particularidades y características de las tierras que los vieron nacer.
    Comentarios como el tuyo anima a seguir, con más entusiasmo si cabe, en esta en ocasiones no fácil tarea. Un fuerte abrazo...

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