lunes, 26 de octubre de 2015

RECORRIDO POR LA HISTORIA EN LA SIERRA DE SEGURA (II)

Siguiendo con el recorrido que iniciamos el blog por la historia de esta comarca a través del conocimiento de la huella que han ido dejando las gentes y pueblos que la han habitado a lo largo de la historia, presentamos en este segundo capítulo la época histórica llamada Neolítico, siguiendo así el camino hasta completar una visión global, simple y los más gráfica posible sobre la historia de la Sierra de Segura.


Segunda Parte.- NEOLÍTICO

Dentro de la evolución humana, el Neolítico, puede considerarse como una de las etapas fundamentales en el desarrollo humano. El hecho de la constante observación del medio proporcionó la capacidad para no tener la necesidad imperiosa de ir a cazar o recoger frutos silvestres para alimentarse, ya que se podía acceder al sustento mediante el cultivo de la tierra y la domesticación de los animales. De esa forma descubrió que las semillas germinaban y ofrecían sus frutos, así como que cualquier animal salvaje podría convivir con un humano si desde edad temprana se le acostumbraba a su presencia y se le alimentaba. De esa forma no necesitaba trasladarse para buscar alimentos y aparece de forma progresiva colonias de humanos más o menos sedentarias, que seguían refugiándose en cuevas o abrigos en un primer instante para posteriormente pasar a ocupar terrazas fluviales que era donde se disponía de mejores tierras, solventando el problema del refugio con la construcción de rudimentarias viviendas situadas, por regla general en las zonas más elevadas y de fácil defensa de esas terrazas fluviales.
Pintura de la Cueva de la Diosa Madre (Segura de la Sierra)
La Sierra de Segura presenta unas características bastante propicias para el asentamiento de estas poblaciones. Son numerosos los abrigos y cuevas que durante los primeros periodos del Neolítico garantizaban la seguridad de sus moradores, pero esto suponía adaptarse a dificultades orográficas más propicias para la caza y el pastoreo, limitando de esa forma la práctica de la agricultura. Aquí se criaba ganado bovino, cabras, cerdos y ovejas.
Cueva del Nacimiento (Pontones)
Ejemplo claro de este periodo es la ya famosa Cueva del Nacimiento, que también fue ocupada desde el Paleolítico, ya que en ella, en sucesivas excavaciones que se iniciaron en 1972, se han encontrado restos de diversos tipos de fauna datados en más de 10000 años a. C. Además hay numerosos abrigos donde se han encontrado pinturas y representaciones diversas de difícil interpretación, dándole verdadera categoría de lugares sagrados pues, dentro de sus creencias y siguiendo las características del arte rupestre levantino, celebraban rituales siendo la pintura componente de esa expresión invocadora. Estos lugares se ocupaban de forma sistemática y periódica, incluso superponiendo pinturas de animales, de la figura humana o símbolos indescifrables, lo cual les otorga carácter de verdaderos santuarios. Claro ejemplo son los numerosos abrigos encontrados en el término de Santiago-Pontones, como los del Engarbo, Río Frío o Cañada de la Cruz en el valle del río Zumeta y del río Segura.
Abrigo de la Cañada de la Cruz. Pintura antropomorfa (Pontones)
Las necesidades de desarrollo agrario fueron propiciando la ocupación de los valles, con tierras más fértiles y de fácil recorrido para los ganados, siendo esta la causa principal de ocupación de las terrazas fluviales para realizar en ellas tareas agrícolas y ganaderas mientras que se construían rudimentarias viviendas en cerros próximos para facilitar así su defensa.
En la Sierra de Segura se han encontrado muchos poblamientos con estas características, o un cementerio excavado en una cueva artificial en Hornos, fechada hacia 4800 años a. C. o los yacimientos de Atalaya y Peñón del Utrero, que corresponden a la cultura de El Algar, en Orcera. En la Atalaya, ocupada a través de los siglos, existen manifestaciones de piedras talladas y pulidas, así como enterramientos en tinajas y representaciones de la Diosa de los Ojos.
Cerámica y útiles de la cultura de El Algar  (Hornos de Segura)
También en Orcera han sido halladas en el yacimiento del Cerro de la Coja un total de 37 fosas o silos excavados en la piedra que deberían tener distintas funcionalidades como molinos, habitáculos o almacenes de piedra para construir. Se han descubierto también semillas de trigo, restos de animales domésticos, cuatro recipientes completos, dos puntas de flecha y varios cuchillos.
Yacimiento del Cerro de la Coja (Orcera)
Todo esto parece indicar, sin ningún tipo de duda, que en la zona hubo asentamientos de población bastante estable a finales de la Edad de Bronce, en torno a 2000 años a. C., cuyos habitantes vivían del cultivo de las ytierras, básicamente cereal, y del pastoreo de ovejas y cabras, ocupando pequeñas estructuras hechas a base de piedra, madera y pieles.
       Otras manifestaciones aparecen en la Peña Hincada, un antiguo mehnir, la Piedra del Sombrero, y otro dolmen en la Cueva del Engarbo en Santiago de la Espada son tres monumentos megalíticos que marcan orientación este-oeste, que coincide con la salida y puesta del sol, su simbolismo mágico.
Cueva del Engarbo (Santiago de la Espada)
Especial significado tiene la Cueva de la Diosa Madre del Poyo de los Letreros en Parolix, término de Segura de la Sierra, datada en el III milenio a. C., que es un paredón inaccesible a 50 metros de altura y al que tuvieron que llegar escalando o descolgándose con cuerdas, donde aparecieron pinturas rupestres en colores rojizos representando una serie de ídolos con ojos de pequeño tamaño similares a los encontrados en zonas de Persia y Mesopotamia, figuras antropomorfas y otras de difícil interpretación, aunque con marcado carácter religioso.
Pinturas Cueva de la Diosa Madre (Segura de la Sierra)
Durante la Edad del Bronce, se produce una densa ocupación en el alto valle del Guadalimar. Yacimientos como la Cueva de los Caballos en Torres de Albanchez, ya ocupada por el hombre desde el Paleolítico, y en Benatae la Cueva del Águila en el Cortijo de los Lagartos demuestran esta ocupación de terrazas sobre el río Guadalimar. De esta última proceden algunas pequeñas piezas de silex, muy frecuentes en el Mesolítico o periodo comprendido entre la última glaciación y el Neolítico, y que se denominan microlitos. Lugares como la Hortizuela Alta, el Cerro del Pino. El Cortijo Salado, el Cerro de los Castellones y, casi con toda seguridad, el Cortijo de la Molata, todos ellos en Benatae, son asentamientos situados en las terrazas fluviales a ambas partes del río. Incluso algunos como la Hortizuela Alta, el Cerro del Pino y el Cerro de los Castellones presentan algunas trazas de fortificación, lo que indica que los habitantes del valle del Guadalimar del II milenio a. C. tenían preocupaciones por la defensa frente a otros grupos de población.
Cueva Peña del Águila (Benatae)
También, durante la Edad de Bronce, se han encontrado en Beas de Segura poblados elevados con base defensiva, como los del Cortijo de los Cuatro Vientos o el del Cornicabral, observándose rasgos que demuestran que eran sociedades de base agraria que tenían amplia dependencia de la manufactura del metal. También destacamos el aparecido en el Cerro Migallejo y en el de las Dos Hermanas en Puente de Génave.
Cerros de las Dos Hermanas (Puente de Génave)
El Neolítico supuso una revolución total en la organización de la vida, donde la agricultura del cereal y el pastoreo de ganado dieron respuesta a un creciente aumento demográfico, por lo que la aparición del dominio del metal supuso un avance importantísimo, generando un aumento de la capacidad productiva. Esta evolución originó una sociedad más sedentaria, que no tenía que desplazarse en búsqueda de recursos. Por esa razón sus asentamientos se situaron cerca al curso del río Guadalimar y recorrían su valle como vía natural de comunicación y de aprovisionamiento del preciado metal.

Ante la necesidad de ocupar nuevos espacios más abiertos y mejor comunicados donde desarrollar una actividad agraria más plena, tuvieron que abandonar cuevas y abrigos para empezar a ocupar la llanura fluvial construyendo viviendas, más o menos elaboradas, a base de maderas y adobes. En estos enclaves cercanos al río también proporcionaban acceso al barro para elaborar cerámica y a cantos rodados que pulían para obtener diversos utensilios, dándose una perfecta simbiosis entre el ser humano y su entorno. 

 (jt) Segura Verde

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