Ahora,
que ya están próximas las fiestas patronales en honor a San Isidro Labrador,
iniciamos una serie de artículos relacionados con esta tradicional celebración
en Puente de Génave.
Queremos
reproducir un escrito fechado en 1974, donde el Doctor Santiago García Olivares
realiza una invitación festiva al tiempo que rememora diversos aspectos de las
fiestas al Santo Patrón. Ha pasado ya 40 años pero podríamos decir que todos
sus aspectos siguen todavía vigentes.
Don
Santiago, como era conocido en el pueblo, nació en 1932 siendo el tercero de
los cinco hijos que tuvo el matrimonio formado por Antonio García y Gloria
Olivares, que con mucho esfuerzo y trabajo en su tienda de telas y artículos
varios, pues ya sabéis la diversidad de artículos a la venta que tenían
aquellas tradicionales tiendas de nuestro pueblo como la de Luna, los Pricilos
o la de la Tomasa de Paco; lograron dar carrera universitaria al aplicado
Santiago en la facultad de medicina, primero en Cádiz y después en Madrid
especializándose en pediatría, mientras que sus otros hijos Gloria, Antonio,
Pilar e Iluminada quedaban en el pueblo realizando actividades diversas, principalmente
ayudar en el negocio familiar situado en la carretera.
Se
licenció en 1957 y sería Pontones su primer destino, ocupando después la plaza
en Baeza, pero no por ello se olvido de su pueblo, donde también estableció
consulta. Fueron muchos los niños y niñas de Puente de Génave y pueblos de
alrededor los que pasaron por esa consulta situada en la calle San Isidro,
justo en la casa que hace esquina con el callejón que da acceso a la calle San
José de Calasanz (calle de Atrás), y que recibieron por primera vez, en una
España que empezaba a desarrollarse y que escapaba de aquellas altas tasas de
mortalidad infantil, atención especializada de este pionero de la medicina
pediátrica en nuestra comarca serrana.
Después
se trasladó a Murcia para seguir ejerciendo su profesión médica, ocupando
cargos de relevancia dentro de los organismos colegiados médicos de esa región
y gozando de gran prestigio social y profesional hasta el 18 de Noviembre de
2005, día de su fallecimiento. Pero nunca dejó de tener a su pueblo presente,
al que viajaba de forma continuada, especialmente para San Isidro. Eran sonados
sus debates y tertulias en el bar Nacional o en el Pintor sobre una de sus grandes
aficiones, el mundo de los toros, siendo ferviente seguidor de los festejos taurinos que en otro tiempo se celebraban en nuestro pueblo. También colaboró en diversas publicaciones y
estudios, siempre que tuvieran como común denominador esos tres aspectos en los
que se volcó con verdadera pasión, los toros, su profesión y sobretodo Puente
de Génave.
Quede aquí este escrito como sencillo homenaje a este destacado personaje, pionero en su tiempo, como muestra de agradecimiento por su dedicación al servicio de los demás y por tener siempre a su pueblo como punto central de referencia.
Quede aquí este escrito como sencillo homenaje a este destacado personaje, pionero en su tiempo, como muestra de agradecimiento por su dedicación al servicio de los demás y por tener siempre a su pueblo como punto central de referencia.
”HABLANDO DE MI
PUEBLO…..”
“Un pueblo es, en
primer término, un repertorio de costumbres”, decía Ortega y Gasset. Yo
añadiría, que las costumbres hacen los hábitos y los hábitos, cuando a los pueblos
se refieren, componen lo que es su tipismo.
Pero en un sentido más
generalizado, hablar de tipismo de un pueblo, en este caso de Puente de Génave,
es, pensar en su bella panorámica paisajística llena de color y de luz; pensar
en el alma desenfadada de sus gentes y, sobre todo, pensar en sus tradicionales
fiestas de mayo. Pensar en San Isidro, a secas, como decimos cuando tratamos de
hablar de sus fiestas.
Al contrario de la sordidez,
en Puente de Génave, todo es luz,
claridad y pureza, tanto en sus estructuras como en sus gentes. Y toda esta
diáfana claridad, y todo estereotipo, se refleja con su máximo esplendor, en
las fiestas patronales de San Isidro.
Si, como en tantos
pueblos de Andalucía y Castilla, sus gentes, por necesidades imperiosas de la evolución
actual, partieron a las grandes ciudades, cuando llegan estas fechas, casi
todos vuelven a regocijarse con los suyos, y pasar unos días de serena
tranquilidad, salpicados con las alegrías de los festejos.
Puente de Génave,
bello rincón polícromo, entre andaluz y serrano, se viste de gala para
conmemorar cada año las fiestas de su santo patrón San Isidro Labrador. Y en
ese pequeño marco, surcado por el río Guadalimar, se dan cita muchas gentes
venidas de todos los lugares limítrofes y de otros sitios más distantes. Unos
con afán de fiesta. Otros con ánimo de algún negocio o trato; pues en los días
anteriores a las fiestas son frecuentes las transacciones de ganados en su
feria.
Pero si sus verbenas,
o sus ingenuos concursos de cucañas, tiro al plato, etc… divierten de verdad,
el eje principal de todas las fiestas son los espectáculos taurinos. Decir que
tienen mucha raigambre y fama en la comarca. Ya desde aquellos remotos años en
los que se corrían los toros por las calles, en los clásicos encierros, para
abocarlos en la plaza de la Iglesia, donde dejarían su arte en el aire cálido
de una tarde de primavera, nombres que destacaron en el escalafón taurino como
Robredo, Pedro Barrera, etc…, hasta después, ya en la plaza de toros, con
nombres más recientes y sonoros como José Fuentes, y otros que no lograrían
salir del anonimato; pero que en una tarde de mayo en “El Puente”, pusieron su
alma, y su imaginación, en pasar quizás el primer peldaño que les llevara a la
gloria o a la muerte.
En fin, todo esto es
Puente de Génave, visto por uno de sus hijos, para quien, hablando o
escribiendo, es insoslayable expresar el vico cariño que le profesa. Pero, a
instancias del que hoy rige los destinos de este bonito pueblo, escribo estas
modestísimas líneas, más con fervor, sentimiento y añoranza a mi tierra que con
otras pretensiones literarias.
A todos mi gratitud
Santiago García
Olivares
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