jueves, 27 de septiembre de 2012

El Regreso. 1ª parte


  1.  


    EL REGRESO (I)

    Poe José Antonio Molina Real
    Antes de comenzar a buscar en mi memoria recuerdos,curiosidades o anécdotas que han permanecido vivas a lo largo del tiempo, quiero mostrar mi más sincero agradecimiento a Andrés, por poner a nuestra disposición estos espacios interactivos donde podemos sentir y notar fresca la cercanía a nuestro pueblo. Su iniciativa supone esa ventana abierta por la que, a diario, muchos nos asomamos para recibir, no sin lógica nostalgia, esa bocanada de aire con sabor a río y olivar que ya es inseparable de nuestra rutina diaria.Es cierto, los que estamos lejos, no podemos renunciar a tener esa necesidad, de buscar ese minuto o momento para entrar a ver las novedades que se acaban de colgar. Ahora con este blog podemos incluso aportar vivencias que difícilmente se pueden recoger en una foto, se pueden plantear temas que posibiliten aportaciones y experiencias de y así complementar esos aspectos, tradiciones o costumbres que el paso del tiempo ha ido transformando.
    Los que estamos fuera agradecemos este vínculo, esta posibilidad que internet nos ofrece. Está claro que no puede sustituir el hecho de caminar por sus calles o hablar con sus gentes, ni igualar la sensación que tenemos cuando la carretera, -Dios mío.... la carretera, cuanto miedo infundía a nuestras madres que al salir de casa repetían cansinamente "cuidao al cruzar, ten cuidao con los coches"-, esa carretera que presenta ante nosotros La Terrera o La Cabecilla provocando una sensación de alivio que calma la ansiedad del viaje mientras adivinamos cercanos un regero de abrazos y saludos de familiares o vecinos. Es inevitable, cuando llegamos y después de los saludos de rigor, nos falta tiempo para, con la excusa de dar una vuelta a ver a quién vemos, dirigirnos, casi de forma mecánica hacia el puente para ver y también escuchar nuestro río, comprobar si baja o no turbio, aunque ahora sin la inquietud que esa circunstancia nos producía de niños pues ello nos podía privar del baño; cuantas veces nuestras madres nos decían "hoy no te puedes bañar que el río baja turbio" ante la incomprensión lógica de esa edad temprana.
    Después andar por la acera de la carretera, ahora más silenciosa por la ausencia del ruido de motores incansables que antaño y de forma organizada -sin necesidad de semáforos- se cedían el paso para atravesar el Puente Nuevo, acera que ha servido y sirve de lugar tradicional de búsqueda de ese conocido o amigo que queremos saludar; cierto es que ante la mirada desconcertada de algunos que buscan con estrañeza alguna referencia para romper el misterio de nuestra identidad, aunque siempre tienen cerca a alguien que les dice sigilosamente "ese es hijo/a de fulanito/a o nieto/a de fulanito/a, o está casado/a con el hijo/a de.... o vivía en tal o cual calle..." para recibir a cambio un "ah!!! ya sé, ya sé" aunque nosotros sigamos siendo desconocidos ante sus ojos.........................

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