viernes, 29 de diciembre de 2023

LAS RONDALLAS NAVIDEÑAS

Es tiempo de concordia y de buenos deseos, donde las familias se reúnen en torno a unas mesas para degustar sabrosos y abundantes manjares, cuestión que se ha convertido en tradicional. Como de otro tiempo perduran otras tradiciones que han logrado subsistir al paso del tiempo invadido de modernidad. Puede que una de esas tradiciones que ya no resultan frecuentes de ver por nuestras calles, en este tiempo de Navidad y Fin de Año, sean las rondallas que recorrían los rincones de las aldeas y pueblos serrano-segureños inundando de alegría con sus canciones y villancicos el ambiente de concordia propio de este tiempo navideño. Queremos, desde este Blog, rendir homenaje a aquellas rondallas que se pierden en el recuerdo de aquel otro tiempo.   

CANTAR PARA LA NAVIDAD

(j t)

No es que sea una tradición muy arraigada en nuestros pueblos y aldeas, pero si es cierto que no resulta extraño poder ver y, sobretodo, escuchar cánticos al compás de alguna guitarra o bandurria que, siguiendo el ritmo marcado por panderetas y zambombas, servían de melodía para esos cánticos propios de la Navidad.

Rondalla tradicional

Estas estampas propias de las fiestas en torno a la Natividad del Señor, permanecen en la memoria de nuestros mayores como estampas fijas que emanan nostalgia de otro tiempo. Son recuerdos de una infancia donde un grupo nutrido de jóvenes se organizaba para recorrer las calles de la localidad en medio de cánticos, júbilo y risas. Evidentemente predominaban los tradicionales cánticos de villancicos mezclando, en ocasiones, otras composiciones de arraigo popular. La ronda empezaba siempre ya avanzada la tarde y las calles donde residían las más lozanas mocicas eran los puntos preferidos de destino. Ellas, o sus madres, respondían ofreciendo algunos dulces regados con ligeros tragos de algún licor como el anís o la mistela. La alegría era la nota dominante, pues los aguinaldos recibidos en forma de licor iban animando tanto los cuerpos como las voces, llevándolas, con tono desenfadado incluso a la misma exageración desafinada.

Cánticos de villancicos

Este singular pasacalle que ofrecía la llamada rondalla, necesitaba de muy poca preparación, pues las cuadrillas de amigos tenían fácil acceso al simple instrumental. Alguien aportaba sus conocimientos de guitarra y los que carecían de habilidades musicales, siempre podían tener a mano una simple pandereta hechas clavando en una madera las chapas recogidas en los bares de las botellas de cerveza o de refrescos o zambomba que se había realizado aprovechando la piel seca de la reciente matanza, sin renunciar a la recurrente botella de Anís del Mono a la que, con una simple cuchara, resultaba sencillo extraerle ese sonido acristalado que resaltaba sobre los demás. También podía servir cualquier trozo de caña o madera, de no más de 40-50 cm. de longitud, que se rajaba dividiendo en dos partes aproximadamente la mitad de su extensión, proporcionando así un plus de compás y armonía.

Botella de anís convertida en instrumento musical

Como ya hemos apuntado, las cancioncillas eran básicamente villancicos que, por tradición oral, pasaban de generación en generación. Todos tenemos en nuestra memoria la melodía de aquel “Dime niño de quién eres todo vestido de blanco...” o “Hacia Belén va una burra ring-ring…”, o el “Pero mira como beben los peces en el río…”, y muchos otros que residen en vuestra memoria. Había un repertorio amplio de villancicos e inalterable año tras año que se iban repitiendo en medio de un amplio despliegue de amistad y camaradería.

Artesanal pandereta.

El día seleccionado siempre sería el 24 de diciembre, día de Nochebuena, siendo, en ocasiones más de una las rondallas que se atrevían a difundir su peculiar arte musical. Como hemos dicho, serían las mozas pretendidas o cortejadas, si es que ya no ejercían oficialmente de novias de los improvisados cantantes, los objetivos principales. Se iba de casa en casa desde la sobremesa del día 24 hasta los momentos previos a la tradicional cena familiar de Nochebuena. 

Preparados para iniciar el recorrido

Después de la Misa del Gallo se volvían a reunir las cuadrillas de amigos, para, ahora en ambiente totalmente festivo, cantar y beber por todos los rincones de la población donde repartían alegría al compás de su música, siendo muchos los vecinos quienes salían a las puertas de sus casas para canturrear al unísono los tradicionales villancicos y ofrecer alguna copa de licor para soportar mejor el frío invernal y poder mantener más fácilmente el jolgorio y la algarabía propios del espíritu navideño. Eran momentos donde lo importante sería ofrecer unos villancicos a cada uno de los vecinos en medio de una alegría comunitaria donde lo único importante era sentir y ofrecer cariño a través de la música.

José Antonio Molina Real

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