lunes, 13 de enero de 2020

EL ORIGEN DE UN NOMBRE. GÉNAVE

( jt )
Los pueblos pequeños también tienen su historia y Génave es una de las “Villas Viejas” de la Sierra de Segura no podía ser menos. Está claro que el origen de la localidad debemos de buscarla en asentamientos musulmanes que fueron creciendo en un lugar donde confluían los valles de los ríos Guadalmena y Guadalimar siendo al tiempo zona de paso entre las tierras andaluzas, de Levante y de La Mancha, un lugar que se convirtió en zona de frontera y, consecuentemente, propenso a escaramuzas, precisando de lugares de refugio o protección de una población campesina ajena a los avatares bélicos de los reinos contendientes. Fruto de esa necesidad surgirá la construcción de pequeñas fortalezas protectoras que sirvieron de referencia a la población, y ese objetivo podemos atribuir a la edificación de la torre llamada de La Tercia que sería un lugar de refugio (hisn) o simplemente una torre defensiva (bury), muy semejante a otras fortalezas de la Sierra de Segura como El Cardete (Benatae) o la propia Torre de la Laguna o Zarracotín también en Génave.
Vista general de Génave

Estas fortificaciones fueron transformadas en fisonomía y uso tras la conquista castellana en el siglo XIII por Fernando III, especialmente después de la repoblación realizada con gentes venidas del Alto Tajo, Bajo Aragón, Soria y la Rioja al amparo del Fuero Bueno de Cuenca y bajo el gobierno de la Orden de Santiago. Consiguió el fuero y rango de villa al segregarse de la villa matriz de Segura de la Sierra el 19 de marzo de 1551 después de un interesante pleito que se prolongó durante un total de 69 años, creándose un territorio autónomo dentro del Común de Segura que llegó a ser parte integrante de la Provincia Marítima que se creó posteriormente en estas tierras de interior peninsular.
Torre de la Laguna o de Zarracotín
Pero en esta ocasión no nos ocupa la historia de la localidad sino, más bien, el origen de su toponimia; es decir, la procedencia de su nombre, el de Génave. Es conocido que a los procedentes de esta localidad se les denomina “pajeros”, pues eran, básicamente los lugareños de Génave, los que distribuían la paja necesaria para la ganadería a los diferentes pueblos de la comarca segureña, pues hubo una tradicional e intensa dedicación al cultivo de cereal en sus amplias llanuras, cereal que después era llevado a los molinos de la ribera del Guadalimar, estableciendo un camino hacia ellos que daría origen posteriormente a la toponimia de Puente de Génave, pues era este puente paso obligado a efecto de tal actividad de molienda. Pero la toponimia de Génave parece, según David Avilés Pascual, tener su origen en otro aspecto diferente a esta tradicional actividad cerealista, anterior a la proliferación, durante el S. XIX, del cultivo del olivar. En un artículo publicado por la revista local Nuevo Puente el 9 de noviembre de 2018 y que pasamos a exponer, se nos acerca el origen de esta toponimia a la proliferación en la zona de otra planta no tan productiva, el jenabe. 
David Avilés Pascual


GÉNAVE O JENABE

El Jenabe es una planta de la familia de las crucíferas como el jaramago, que crece silvestre pero que también se cultiva, pues su hoja puede ser utilizada como forraje y de las semillas, ricas en lípidos, se extrae aceite, tanto para uso industrial como alimentario. No obstante, su utilidad, ya desde la antigüedad, viene dada de sus cualidades medicinales y también, por ser el ingrediente básico para la elaboración de la muy utilizada y consumida mostaza amarilla. Su nombre en latín es “sinapi” y los árabes la utilizaban dándoles el nombre de “assinabi”, siendo este su origen en la denominación castellana pues evolucionó a lo largo de los siglos en términos como “assenabe”, “axenabe, “xenabe” y “jenabe”.
Planta de Jenabe
Al llegar la primavera, brota sin control por todas partes, sobre todo en cunetas de caminos y carreteras, en ribazos y también en las tierras de cultivo donde, para nada es bienvenida por los agricultores que se las ven y desean para eliminarla. Pero en la parte nororiental de la provincia de Jaén, en las inmediaciones del municipio de Génave, su desarrollo es espectacular, convirtiendo sus tierras en un inmenso manto amarillo cuando florece. Esto nos hace pensar que el nombre de la localidad de la Sierra de Segura, que ya estuvo poblada en la época de dominación árabe, como lo atestigua los restos de un antiguo castillo que después se convirtió en la Torre de la Tercia, no es más que una evolución del vocablo árabe “assinabi” evolucionado a “jenabe”, asociado pues a la planta que ahora es preciada por su uso culinario en la mostaza amarilla.
Génave con la Torre de La Tercia
En el S. XVI, en las Relaciones Topográficas de Felipe II, los vecinos del lugar preguntados se expresaban así: “al primero capítulo dixeron questa villa se llama Xenabe y que ansi siempre la an oydo decir a los antiguos y que no se sabe que aya tenido otro nombre ni porque se le puso este nombre”. Precisamente en este siglo los vecinos lograron independizarse obteniendo el título de villa, si bien no de forma gratuita, ya que tuvieron que pagar a la Corona la friolera cantidad de “un quento y setecientos cuarenta y dos mil maravedís” para que le eximieran de la jurisdicción de Segura de la Sierra, allá por el año 1551.

En el S. XIX, Pascual Madoz, en su diccionario Geográfico Estadístico Histórico, nos dice: “Esta villa es pueblo de mucho paso como lo tienen dicho desde el Reyno de Valencia y Murcia, así como de La Mancha para el Reyno de Granada y Sevilla”. Y eso es lo que fue este lugar durante siglos, lugar de paso y de transición. Pero cuando a finales del siglo XIX se construyó la carretera nacional, se hizo sobre un nuevo trazado distante unos cinco kilómetros al norte de la población, lo que pudo influir en el comienzo de su decadencia. Aun así, en 1940 alcanzó su mayor número de habitantes con 2085 censados; mientras que en la actualidad apenas quedan una cuarta parte.
Evolución de la población de Génave
Comenzando con Génave, o Jenabe, una serie de breves reseñas históricas de esos pequeños pueblos de nuestra tierra que se resisten a morir por despoblación y olvido. Los poderes públicos y la sociedad en su conjunto están obligados a prestar ayuda su supervivencia; o es que ¿acaso sólo se tiene que hacer esfuerzo para la conservación, entre otras especies, por ejemplo, con el lince ibérico?....pues eso.

David Avilés Pascual
Presidente de ARUME.

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