martes, 31 de diciembre de 2019

LOS BAILES EN LAS FESTIVIDADES NAVIDEÑAS


Estamos inmersos en el periodo que abarca la celebración de la Navidad y el fin de año, fechas muy significadas y significativas de recogimiento familiar, de reunión con amigos y conocidos y de cierta licencia para el divertimento. No podemos obviar la enorme carga religiosa que mantenía y, hoy en día todavía, mantienen las fiestas entorno a la Navidad, pero esta religiosidad siempre era acompañada en los pueblos de ciertas connotaciones lúdicas que no escapaban a nadie. Estas celebraciones eran la excusa perfecta para organizar bailes que tenían su continuidad en la celebración de fin de año. La verdad sea dicha que el nivel de exigencia de los jóvenes, y no tan jóvenes, de aquella época de clara postguerra era muy reducido y cualquier ocasión para dar rienda suelta a la diversión era bien aprovechada.
Así pues, aprovechando precisamente el momento de Navidad y Año Nuevo, queremos retroceder en el tiempo para mostrar con algún detalle más preciso, como nuestros mayores solían celebrar estos días tan especiales desde su aspecto más lúdico y festivo, para lo cual recuperamos el escrito de Pedro Ruiz Avilés en el que se describen esos momentos en aquellos bailes en la Sociedad de Caza y Pesca.
(de izda. a drcha) Paco Vazquez "Moquilla", Antonio Martinez "el Mono", Nicasio Sánchez "Barriles", Julian Hervás "Botanas" y José Rodríguez Villalba "Joselón"

BAILES DE SOCIEDAD.

Los bailes organizados por la Sociedad de Caza y Pesca en el salón de la planta primera del Bar Iberia, enseguida rebautizado por uno de sus propietarios, Joaquín Sánchez, como bar “El Pintor” en homenaje a su profesión, constituían uno de acontecimientos más relevantes de las “largas noches navideñas” en El Puente durante el cuarto de siglo de la posguerra española, entre 1940-1965. 

Colocados sobre una tarima de madera de unos 20 m2, traspasado el arco central y en el rincón alejado de la puerta de entrada, se situaban los 5-6 músicos de “Nuestra Orquestina”; y digo bien, puesto que sus actuaciones se circunscribían al pueblo y a sus aldeas (El Tamaral, Peñolite, Los Cortijos Nuevos), más alguna aldea y cortijada aledaña; deleitando a la afición durante unas 5 horas de velada nocturna en los días grandes de Navidad, Año Nuevo y Reyes.

A la hora de citar a los componentes del conjunto musical, debemos considerar no sólo citarlos por su nombre y apellido, sino también, y dicho respetuosamente, por su apodo; por lo que tendríamos que decir que la guitarra española era competencia de Paco Vázquez, “Moquilla”; del acordeón se ocupaba Nicasio Sánchez, “Barriles hijo”; el laúd, y a veces la vihuela, eran la especialidad de Antonio Martínez, “El Mono”; los instrumentos de cuerda, y básicamente las guitarras, eran competencia de José Rodríguez, ”Joselón”; la bandurria, eran los acordes con los que nos obsequiaba Julián Hervás, “Botana”; y según el ritmo del negocio de las consumiciones, Joaquín Sánchez , “El Pintor”, se sumaba con otro instrumento de cuerda.
Actuación del grupo Los Mariachis

Boleros, pasodobles, cuplés, valses, tangos, rancheras, sevillanas y corraleras constituían el rico y variado repertorio, interpretados con estilo y con algún ripio y “morcilla” de cosecha propia, imitando más o menos felizmente, a las figuras cantoras de aquellos tiempos: Pastora Imperio, Concha Piquer, Juanita Reina, Imperio Argentina por las féminas, más Antonio Molina, Juanito Valderrama, Miguel de Molina o Luis Mariano por ellos. Un “lingotazo” de morapio o anís del Mono intentaba acudir en auxilio de la maltrecha garganta de nuestros intérpretes musicales. Al final, el remedio no resultaba, pero su enorme voluntad, ni se dudaba. La Violetera, El Relicario, La Bienpagá, Suspiros de España, María de la O, Méjico Lindo, Soy Minero, El Emigrante, e incluso, ¡qué osadía para su “crónica” ronquera!, Valencia o Granada…eran las piezas más pedidas e interpretadas por la audiencia, colocada de pie o sentada en sillas de enea, abierta en semicírculo alrededor de una hipotética pista.
Bar Iberia, llamado de "El Pintor"

Además de los insignes músicos del pueblo solía actuar, avanzada la velada, una “animadora”, algo ligerita, para entonces, de ropa, por arriba y por abajo, que intentaba enseñar y mejorar las destrezas bailadoras de los asistentes. Alguno se atrevía, ajeno a los comentarios, las pullas y los mohines, un tanto reveladores de disgusto de las mozas y de las “carabinas” de su pandilla y vecindad. Recuerdo a una que vino acompañada de un ciego buscavidas que recitaba romances, “El Hermano Juan”, que “remanecía” de la parte de los montes de la Sierra de Segura en Albacete, quien, tanto en la verbena como en el sombrajo formado junto al bar, salpimentaba sus actuaciones con coplillas “resalás” y “picantes”. Para muestra un botón:
”No hay especia como el ajo/ni fruta como el madroño/
tampoco mocica que no se ría/ cuando le tocan el…moño”.
Joaquin Sánchez. "El Pintor"

En pocos años, la fama de estos bailes se expandió, hasta el punto de que hubo de limitarse la entrada, generándose así un indisimulado cabreo por parte de forasteros venidos de La Puerta, Orcera , Siles, Beas, Torres, Villanueva , Villacarrillo y hasta de Bienservida y Alcaraz. Este enfado acababa “en caliente”, metidos a la fuerza en sus vehículos y, cuando el enfrentamiento era de más gravedad y/o los implicados no reunían “condiciones” para regresar, iban a dormir a la trena municipal.
"El Terne"

Durante los años 60 del pasado siglo, el Puente de Génave, como la mayoría de los pueblos del interior peninsular, sufrió el duro proceso de la emigración. Coches, autobuses (El Terne) y hasta camiones (Flas), fueron utilizados para transportar a nuestros vecinos y sus enseres camino de otros mundos y, fundamentalmente, de Cataluña y la costa levantina. También los componentes de la Orquestina emprendieron la misma ruta, dando por finalizadas aquellas actuaciones musicales. Actuaciones que algunos paisanos, gentes del pueblo y de otros sitios, frisando ya como mínimo los 70 años, recordarán con añoranza. Son viejos, pero para mí y para El Puente, no mejores tiempos.

¡Así lo vivimos para contarlo!

Pedro Ruiz Avilés '16.

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