lunes, 17 de junio de 2019

JUEGOS TRADICIONALES EN LA SIERRA DE SEGURA. CONSIDERACIONES PREVIAS


EL JUEGO TRADICIONAL Y POPULAR. JUEGOS DE AHORA Y SIEMPRE

Por José Antonio Molina Real 

Cuando se habla de los niños-as o muchachos-as de hoy en día es frecuente realizar una fácil comparación con los de antaño y considerar que no saben entretenerse o jugar como se hacía antes. Se suele lanzar la acusación de que no saben jugar, que no se entretienen con nada o que están viciados con la televisión, las videoconsolas o con el móvil. No quisiera quitarle importancia a esa realidad pero todo debe tener sus matices y en este caso hay que considerar mucho de ellos como verdaderos impedimentos y barreras que las propias familias imponen a sus propios hijos-as, juegos que se deben realizar en el marco del hogar y con normas propiciadas por adultos lo que viene a limitar la capacidad de inventiva, espontaneidad e iniciativa natural de todo niño-a.
Todo juego requiere de un espacio, un lugar y un tiempo determinado, además de compañeros-as para poder realizarlo. Ese espacio natural es la calle, fuera de las restricciones que imponen las viviendas, y hoy en día, en la calle, no es fácil encontrar dos piedras y hacer una portería o resulta complicado hacerse con un pincho para clavarlo en el suelo, encontrar cuatro esquinas libres de tráfico rodado o incluso hacer un agujero para así jugar a las bolas ya que todo está asfaltado; también jugar al escondite resulta complicado por cuestiones de tráfico y si resulta en zonas sin él, la iluminación delata rápidamente al jugador, por lo que la calle se convierte en espacio hasta ciertamente peligroso e inadecuado, dejando los parque y jardines como único lugar utilizable aunque su escasez se convierte en impedimento.
Otro factor es el tiempo, que los niños-as actuales no tienen en exceso, pues a la actividad escolar se le suman una serie de actividades extraescolares que limitan, y mucho, esa disponibilidad, y como el calendario escolar coincide claramente con el horario de invierno, la noche llega nada más acabar con las clases en colegios. Será entonces los fines de semana los que aportan tiempo hábil para jugar de forma libre y espontánea, pero los fines de semana actuales son claramente de disponibilidad familiar, marcando las circunstancias familiares acontecimientos diversos como comidas, eventos, asistencia a diversos actos, encuentros con otros familiares, viajes, etc… que limitan, y también mucho, esta necesidad temporal. Además en casa se disponen de otros elementos de distracción que desmotivan al niño-a a ejercer su libertad para jugar, como por ejemplo la televisión que amplía su oferta infantil y juvenil, precisamente, los fines de semana, llegándose según estadísticas a una oferta de más de trescientas horas de programación infantil entre sábado y domingo en las diversas cadenas televisivas. Y contra la televisión resulta bastante complicado competir, más y cuando son los propios padres quienes la potencian para de esa forma ejercer un control directo y fácil, a la par que cómodo, de la actividad de sus hijos que en casa y viendo la televisión están fuera de riesgos innecesarios que podría aportar la calle; y si con la televisión no es suficiente, se buscan alternativas como los videojuegos, ordenadores personales ya a corta edad para acceder a internet o el propio móvil.

El tercer factor a considerar es el de los compañeros-as que son necesarios para toda actividad lúdica común. En las zonas rurales no tanto, pero en las poblaciones medias o ciudades, los temores a la inseguridad o las denominadas “malas compañías” hacen que la unidad familiar ejerza mayor protección sobre el menor, lo cual significa delimitación de espacios y de horas dificultando la libertad de acción que permita la intercomunicación entre niños-as de la misma edad. Es entonces cuando los padres consideran que la propia casa o incluso la propia habitación es un espacio ideal de juego dotándolo de elementos para la realización de actividades en solitario, creando así un individuo aislado que no sabrá compartir juegos comunitarios. Todo esto aumentado con el factor de la edad, ya que los padres cuando las edades son tempranas, hasta los ocho o diez años, consideran que el círculo de libertad de espacio para sus hijos sea mínimo, siendo la calle o el parque el único útil como espacio de juego siempre bajo la supervisión paterna, mientras que por las dinámicas sociales los niños-as abandonan ya su interés por el juego a edades tan cortas como son los trece o catorce años, prefiriendo asumir actitudes propias de edades más adultas al asociarse la práctica del juego a inmadurez; eso en la práctica delimita la posible edad de juego libre y en interrelación con otros miembros de su propia edad a muy pocos años.
El juego aporta gratificación personal y satisfacción pues siempre conlleva el factor competitivo, lo cual le aporta un plus emocional. El juego es necesario para el desarrollo de habilidades motoras y actitudinales, para facilitar la interrelación, la creatividad, la espontaneidad e incluso la capacidad de reacción y decisión. La habilidades sociales se plasman en compartir capacidades verbales como adivinanzas, canciones, diálogos, etc…; también de ámbito físico como sería lanzar objetos, correr, saltar, etc…; o incluso habilidades cognitivas o motoras como dibujar, tener puntería, control del tiempo, etc… Lo realmente importante es concebir que el juego al tiempo que divierte, entretiene y desarrolla habilidades; también aumenta el conocimiento de los niños-as y destrezas sociales y personales, convirtiéndose en un acelerador madurativo del niño, marcado por la espontaneidad y libertad, porque todos los juegos tienen reglas pero todas ellas se pueden modificar y adaptar a situaciones y circunstancias, pero sobre todo por el respeto al contrincante, al que tendrá que vencer en ocasiones, pero también que cuidar por ser elemento necesario para el desarrollo del mismo.
Hoy en día el juego ha cambiado de lugares, de tiempos y de compañeros, se ha vuelto más individual y delimitado, ha puesto mayores impedimentos a la espontaneidad y libertad de acción; ahora se ven peligros y miedos insalvables donde antes no lo estaban. 
No quisiera convertir este escrito en una crítica comparativa sobre el juego en relación a los de antaño, a los que se realizaban en nuestros pueblos, ni por supuesto hacer consideraciones sobre las familias de antes como indolentes o a las actuales como sobreprotectoras; la intención simplemente es mostrar esa evolución y tratar de rememorar aquellos juegos tradicionales, hoy ya prácticamente desaparecidos, juegos que se hacían en la calle y que han ido diluyéndose ante la comodidad y los avances tecnológicos que han cambiado el concepto del término jugar.
Por eso, y sabiendo que no están todos, realizaremos una descripción de algunos de ellos que marcaron la infancia de muchos de vosotros, y que posiblemente no habéis fomentado en vuestros hijos y nietos prefiriendo una videoconsola, un ordenador, juguetes con automatismos, teléfonos móviles y otros muchos más, que han desplazado a nuestros modestos y baratos juegos de bolas, palos, chapas y tantos otros elementos olvidados que unidos a nuestra creatividad hacían posible nuestro divertimento.
Es, por tanto, de justicia recordarlos al ser, con sus formas y vocabulario, parte de la pequeña historia infantil de nuestros pueblos, dándoles el mérito formativo de diversas generaciones, a esos juegos que podríamos nombrar como tradicionales. Estos juegos infantiles clásicos,  que se realizan sin ayuda de juguetes tecnológicamente complejos, sino con el propio cuerpo o con recursos fácilmente disponibles en el entorno como puede ser arena, piedrecitas, ciertos huesos como las tabas, hojas, flores, ramas, etc…; o entre objetos caseros como cuerdas, papeles, tablas, telas, hilos, botones, dedales, instrumentos reciclados procedentes de la cocina o de algún taller, etc…; o incluso dando forma a objetos como simples muñecos, cometas, peonzas, pelotas, canicas, dados, un simple palo de una escoba, aviones o barcos de papel, disfraces rudimentarios, herramientas o armas simuladas; así mismo, aunque siendo más complejos, fueron también muy practicados y útiles, los juegos de mesa de sociedad o tablero como el tres en ralla, el parchís, juego de la oca, barquitos y algunos juegos de cartas.
Todas estas variables de juego, tanto individuales como colectivas, generalmente tienen reglas sencillas y fáciles de asimilar, por lo que las relaciones establecidas por los niños en los juegos, especialmente cuando se realizan en la calle y sin control directo de los adultos, establecen unos roles diferenciadores que favorecen el respeto a unas pautas y a los contrincantes.
El repertorio de juegos es muy amplio estando relacionado con el entorno, las fiestas e incluso con las tareas de recolección; teniendo diferentes variables o denominaciones dependiendo de zonas o comarcas, pero en lo que sí hay unidad de criterio es que su práctica ha ido desapareciendo al compás de la evolución de la sociedad transformadora de pautas tradicionales fomentadas en el mundo rural en dinámicas más modernas y urbanas.
Sabemos que faltarán muchos pero nombraremos y describiremos algunos, más o menos conocidos, pero que se merecen no caer en el olvido en nuestra memoria. Algunos nos sonarán, puede que el nombre con el que los conocéis sea otro, algunos no sabremos qué son o como se practicaban por ser incluso de ámbito muy local, pero todos ellos han sido y son parte de nuestra historia. Aquí os muestro una pequeña relación que trataremos, en un próximo artículo, de describir para rememorarlos y sacalos de su ostracismo: el abejorro, anillas, Antón pirulero, avión, banderín, bolea, bolos serranos, borricos, bote pelota, caballito, canicas, carreras de sacos, cartucho de perras, carretillas, celemines, chapas, chinos, chumbos, ciminicerra, cocherito leré, comba, correr los aros, corta hilos, correcalles, corro, cuatro esquinas, dónde están las llaves, esconde correas, escondite, esgarrillas, estarfollos, estatuas, estrechos,fugaos, gallinica ciega, goma, herradura, látigo, maisa, pañuelo, pares, pasar la barca, patio de mi casa, pico-zorro-zahina, pídola, pies quietos, pilla-pilla, pita, pitilé, platillos, plin-plin zaramacatín, policías y ladrones, ratón que te pilla el gato, rayuela, reloj-reloj la una y las dos, romas, rueda de churumber, sillas, sillita de la reina, sogatira, Teresa la marquesa, tizne, toro pillao, tres en raya o castros, tula, veo-veo, vinagrera, zompa……entre otros muchos con sus diversas variantes locales o comarcales que incluso le hacen cambiar de denominación.

( jt )

2 comentarios:

  1. Muy buen articulo las cosas son así y seguirán cambiando, para beneficiarnos con las nuevas tecnologías y seguir avanzando. Lo que si echo de menos entre la juventud actual es el respeto y la relación de amistad que existía.

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  2. Cierto, eran juegos sencillos pero que realzaban la convivencia y el respeto entre sus participantes fomentando claramente el sentimiento de amistad. Nunca es tarde para recuperar para las nuevas generaciones estos juegos. Gracias

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