martes, 28 de mayo de 2019

RECORRIDO POR LA HISTORIA DE LA SIERRA DE SEGURA (XIV)

Con la publicación del presente capítulo llegamos al final de este recorrido por la historia de la Sierra de Segura, recorrido que no ha tenido más pretensión que la de presentar de forma breve y con la única intención de dar a conocer unas dinámicas históricas sin llegar a profundizar en sus desarrollos y casuísticas. Como es lógico, este último capítulo hace mención a los acontecimientos más destacados del S. XX, que no difieren excesivamente de los que tradicionalmente ha marcado nuestro devenir histórico de marginación y empobrecimiento de sus tierras, que han visto cómo su riqueza natural ha sido explotada sin que repercutiera en el bienestar de sus gentes; añadiendo este siglo pasado el fenómeno migratorio como consecuencia de las escasas posibilidades económicas y de desarrollo que tuvo que soportar nuestra comarca. 
Situación geográfica del Parque Natural de las Sierras de Segura, Cazorla y Las Villas

Capítulo decimocuarto.- EL S. XX EN LA SIERRA DE SEGURA

(jt)

El cambio de siglo en la comarca de la Sierra de Segura no supuso sustanciosos cambios respecto a las dinámicas sociales y económicas del siglo XIX. La economía serrana estaba volcada en la tradicional explotación maderera y el pastoreo ovino y cabrío, especialmente en las amplias mesetas de Santiago de la Espada que llegó a contar con más de 60000 cabeza de lanar, 11000 de cabrío y unas 1000 de vacuno. Este apogeo les permitirá a propietarios vender parte de ganado y poder adquirir con esas rentas terrenos de cultivo. No obstante, Segura, como zona rural, soporta el peso del caciquismo latifundista.
Pastoreo de vacuno en la llanuras cercanas a Santiago-Pontones
Se puede considerar que a principios de siglo XX, el 50% de la superficie comarcal, por supuesto la más productiva, estaba en manos de poco más de cincuenta propietarios, que utilizaban a jornaleros mal pagados para extraer de sus tierras importantes rentas, lo cual provocó un incipiente arraigo de ideas anarquistas en la comarca. Con la llegada de la República se acentuaron los distanciamientos sociales que fueron determinantes en el periodo posterior de la Guerra Civil, que se llevó de nuestras tierras a muchos jóvenes, que lo mismo que los que quedaron, fueron víctimas del golpe militar fascista que, tras su triunfo en la contienda, hundió a este país en dinámicas sociales que perpetuaron la explotación caciquil y asfixiando cualquier deseo hacia una libertad que habría sido posible tras las reformas sociales iniciadas en una República que no supo encauzar con acierto la enorme fuerza popular que tuvo, inclinándose hacia posturas revolucionarias que iniciaron procesos alejados de la estabilidad y el progreso social, especialmente una consecuente reforma agraria que eliminara definitivamente la explotación de los trabajadores del campo y jornaleros.
Jornaleros a la espera de recepción de trabajo temporal
Durante todo este convulso proceso, los serranos de Segura continuaron trabajando con ahínco y esfuerzo en una economía propia de la subsistencia, que a pesar del paso del tiempo, demostraba la escasa evolución respecto a épocas anteriores. La comarca estaba situada entre las setenta comarcas más pobres del país. Había ganadería y agricultura, pero manteniendo unas estructuras arcaicas. En las zonas de interior quizás con más desahogo que en los pueblos y aldeas del exterior, que por el hecho de estar mejor comunicados estaban más sensibles a la tensión y dificultades desprendidas por el conflicto político que ocasionó la guerra civil.
El corral como elemento de subsistencia familiar
Tras la guerra, las políticas franquistas, la Iglesia y el caciquismo se instalaron en el poder para afrontar la tarea de revitalización de nuestras tierras, pero hay que decir que, bien fuera por incapacidad o por desinterés, sólo lograron hundir más en el ostracismo y la depresión social y económica a esta tierra que tenía que afrontar los momentos más duros de la postguerra. En algunos cortijos del interior serrano, se preparaban fuentes de palomitas de maíz para darle de comer a los que carecían de lo más básico, siendo la caridad y solidaridad una de las características más destacables de nuestras gentes, incluso hay que resaltar que la producción matancera, aquel que pudiera realizarla, se mantenía en la clandestinidad para evitar el requiso de la Guardia Civil y que la caza furtiva se convirtió en sustento de muchas familias.
Tradicional matanza en Puente de Génave
A mediados de siglo la comarca de Segura alcanza las cotas más altas de desempleo del territorio nacional. La agricultura está controlada fuertemente por el régimen latifundista y las pocas alternativas industriales, o de cualquier tipo, obligan a una inmensa mayoría de población serrana a abandonar sus casas en pueblos, cortijos y aldeas quedando algunos núcleos totalmente deshabitados. Entre 1940 y 1980 se van de nuestra comarca de Segura más de cincuenta mil personas que buscan en Madrid y la costa mediterránea, principalmente, su lugar de residencia, atraídos por el auge industrial posibilitado por la aparición del fenómeno turístico. Los municipios que pierden más población y, por lo tanto, sufren más esta emigración son Hornos, Santiago de la Espada-Pontones, Génave y Villarrodrigo; quedando Orcera, La Puerta y Siles como núcleos que pueden resistir más este impacto migratorio.
Cortijo abandonado de El Miravete. Santiago-Pontones
Los planes de repoblación iniciados en los años 40 basados en la explotación de la madera para RENFE dan trabajo a un importante número de personas en el interior de la sierra, pero al mismo tiempo reducen el espacio agrícola y las zonas de pastizales para el aprovechamiento ganadero. A toda esta iniciativa debemos añadir la ampliación del Coto Nacional de Caza y los proyectos de regulación hidráulica con la construcción de los embalses de Anchuricas y del Tranco que vienen a provocar la desaparición de núcleos de población y de ricas tierras ribereñas de cultivo que provocan la eliminación de las posibilidades de vida de otros núcleos menores, lo que les lleva al abandono por parte de sus pobladores. Por lo tanto, si bien estos proyectos aportan momentáneamente posibilidades de trabajo, más tarde condenarán a la desaparición a núcleos como el de Las Casicas del Río Segura, Bujaraiza o Los Chorreones.
Explotación maderera en el poblado de Vadillo-Castril
Estas personas tendrán que buscar otra ubicación para sus hogares, y ante la dificultad para adquirir nuevas tierras de cultivo y vivienda en otros lugares, optaron por la medida más fácil y efectiva, hacer las maletas para buscar la fortuna allá donde algún otro paisano manifestara la posibilidad de trabajo y bienestar, básicamente en las costas catalanas, mallorquinas y valencianas, aunque unos pocos siguieron con sus prácticas madereras en las zonas del Pirineo, especialmente como “pelaores”.
El Terne, que desde Puente de Génave, fue elemento protagonista de la emigración serrana
Los que se queden aquí continuarán con un tipo de supervivencia similar a la de antaño, cultivando la tierra, manteniendo pequeños ganados, llevando una economía familiar basada en la recolección de productos agrícolas y conserveros de excedentes en forma de conservas, cuidando de animales domésticos como cerdos, cabras, ovejas, conejos y gallinas para obtener unos ricos complementos alimenticios. Todo ellos siguiendo técnicas arcaicas, apoyándose sobre todo en animales como burros y mulos. Aquellos que pueden huir de estas prácticas primarias serán los encargados del control del monte a través de agencias estatales como ICONA, Agencia del Medio Ambiente, TRAMSA, GETISA o EGMASA, siendo la conservación y lucha contra los incendios forestales su principal tarea. También los ayuntamientos favorecerán el empleo a través de conciertos con el estado para la conservación de carriles y caminos forestales.
Guarda Forestal del Icona
A finales de los años ochenta llegará la luz eléctrica a la inmensa mayoría de las aldeas y cortijadas de la sierra dándose la paradoja que teniendo dos centrales generadoras como la del Tranco y la de las Juntas de Miller hubieran estado tanto tiempo sin suministro numerosos núcleos habitados de la sierra, así como también el suministro de agua potable; siempre y cuando estos núcleos hayan podido aguantar el impulso migratorio y no estén condenadas a la ruina y desaparición. Se inicia el proceso para coordinar el acceso a servicio básico como la sanidad y la educación, dándose el caso particular de emigraciones temporales a la aceituna, la vendimia o la temporada de hoteles. Estos ingresos esporádicos permitirán la adquisición de nuevas y más modernas viviendas básicamente en núcleos de población mayores que les permitan el acceso a servicio sociales básicos con mayor facilidad y la compra de tierras para dedicarlas al olivar, quedando la zona interior de la sierra prácticamente abandonada.
Temporeros vendimiando en las tierras cercanas de La Mancha
A partir de estos años ochenta, aparecen nuevos pobladores que van buscando el contacto directo con la naturaleza, ya que nuestra sierra resulta muy publicitada por diversos programas televisivos de difusión natural, dando una nueva fisonomía a estas tierras donde la idea de explotación turística comienza a rondar en las mentes emprendedoras de algunos jóvenes, a lo que sumamos el retorno de algunos serranos y serranas que, tras su jubilación, decidieron emprender la vuelta a sus raíces para pasar aquí hasta el final de sus días. Esta afluencia permitió que alguna que otra olvidada y semiderruida aldea volviera a tener habitantes, pero con una base económica muy limitada a las iniciativas turísticas, dejando esta exclusividad de actividad económica una situación de debilidad de progreso al carecer de iniciativas industriales.
Las tierras de labranza roturadas en el siglo pasado vuelven a poblarse de pinos y el ganado pasta a su aire, y al socaire de las subvenciones de la Unión Europea, ante la mirada intranquila del pastor, que mira hacia el pasado que ha dejado en su recuerdo la mayor parte de labores y oficios de aquellos otros tiempos que sólo pueden formar parte ya de algún museo etnográfico.

Segura Verde  (jt)

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