Para esta ocasión hemos recuperado, desde nuestro Blog, un interesante artículo de Domingo Henares publicado en 1991, en el que hace encendida crítica a las obras que, poco tiempo después, se llevaron a cabo en el entorno del Puente Viejo, que no sólo contemplaban su dudosa restauración sino también parte del saneamiento público de Puente de Génave.
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Puente Viejo con el Molino de Trillo al fondo antes de la actuación urbanística |
SI NO HAY OTRO REMEDIO…..
La historia personal de cada hombre
consiste en un puñado de recuerdos. Y entre los sucesos memorables, que se
pueden contar con los dedos de una mano, está primero su lugar de nacimiento. El
pueblo donde fue a su primera escuela y empezó a tener amigos, las campanas de
una iglesia que voltearon su corazón de niño en fiestas, aquel reloj del
Ayuntamiento como una mirada enorme y contando el tic-tac de los pasos
iniciales por la vida. La biografía, entonces, de cada uno de nosotros está
edificada sobre las primeras piedras de la memoria.
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Río Guadalimar y la estructura romana del Puente Viejo |
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Ruinas del molino de Trillo bordeado por las obras de canalización |
Y, sobre el río Guadalimar, como un
arco de triunfo del paisaje, está el “Puente Viejo”, por donde pasaron los
romanos antiguos y después venían los cosecheros desde la villa de Génave, los
arrieros del siglo XVI, con su grano hasta el molino cuyos restos completan el
entorno que pone nombre a este pueblo, incluso antes de que se juntaran sus
vecinos. Puente de los romanos, puente de Génave, puente nuestro. Ahí están las
huellas de identidad con toda su belleza antigua, la leyenda verdadera de un
paisaje recordado y que muy pronto, si no hay otro remedio, vamos a tener que
dejar de contarlo, porque nadie va a creerse tras su restauración su noble
origen. Quisiera equivocarme pero no quedará ni rastro de lo romano.
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Restauración del Puente Viejo siguiendo técnicas tradicionales. |
Porque, en nombre de la salud para
los ciudadanos del lugar, se ha cometido un desacato contra la gracia y la
armonía del paisaje, que han sufrido sus piedras milenarias; un borrón y cuenta
nueva sobre la historia a favor del porvenir mal entendido. Esa es la trampa y
no debemos caer en ella. Porque a estas alturas del siglo XX, cuando será
posible pasar desde Francia hasta Inglaterra sin que se resienta la sanidad y
la ecología de sus habitantes, ¿quién va a creerse que las obras de saneamiento
de Puente de Génave tenían que practicarse justamente en el lugar elegido?.
Teniendo en cuenta que no hay rincón más hermoso del Guadalimar que el cobijo
que le prestan a sus aguas este puente romano y ese molino cuatro veces
centenario.
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Cascada artificial surgida tras las obras de saneamiento en el Río Guadalimar |
Ese lugar debe ser declarado
intocable. A no ser por las faenas de limpieza y para acariciar las piedras
inmediatas, con algún presupuesto que las alivie de sus síntomas de ruina
inminente. Y que las obras de saneamiento, las cascadas artificiales y las
tuberías horribles se pongan río abajo y bienvenidas sean.
Si no hay otro remedio, desviaremos
muy pronto la mirada hacia alguna fotografía del recuerdo.
Domingo Henares
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