jueves, 11 de mayo de 2017

SAN ISIDRO 1989. PREGÓN DE FIESTAS

Los actos y fiestas en honor a San Isidro alcanzan importante relevancia en diferentes pueblos de la comarca de la Sierra de Segura, pero adquieren un singular protagonismo en Puente de Génave, donde el santo labrador adquiere el rango de patrón de la localidad y donde son numerosos los actos programados en su honor. Entre los actos más significados y significativos se encuentra el pregón oficial de las fiestas patronales, donde cada año, un puenteño o puenteña ensalza la figura del santo, al pueblo y a sus gentes, al tiempo que da el pistoletazo de salida a multitud de celebraciones. Recogemos aquí el pregón, que allá por el año 1989, realizó el insigne y admirado por todos Pedro Ruiz Avilés como anuncio de unas fiestas ya próximas en el tiempo.

PREGÓN DE LAS FIESTAS DE SAN ISIDRO
AÑO 1989
Pedro Ruiz Avilés

Sra. Alcaldesa, paisanas, paisanos, amigas y amigos:

Ya llegó el mes de Mayo y, en esta noche, un gran número de pueblos, con Madrid a la cabeza, iniciamos la fiesta de nuestro patrón San Isidro.
Pedro Ruiz Avilés
En San Isidro honramos a un Santo humilde, labrador, obrero del campo, un representante genuino de la España rural, de sus gentes, de los que vivimos de la agricultura, la actividad primaria, la más noble de todas, la de aquellos que mantienen una tenaz lucha con la tierra, la de los que todas las mañanas, de madrugada, escrutan al cielo esperando la llegada de una nube que anuncie una benefactora lluvia, la de los que padecen de insomnio hasta que el sol dora sus espigas, ennegrece sus aceitunas y madura sus frutas, la de los que proporcionan los imprescindibles alimentos.

Paisanos y amigos, durante estos días, muchos campesinos sacarán en procesión a este varón madrileño, cuyo cuerpo se conserva incorrupto en la catedral inacabada de Madrid, para pedirle bendiga a sus huertos y praderas, sus frutas y hortalizas, sus árboles y ganados. En definitiva, que al fin el sudor de sus trabajo sea recompensado.
Procesión en honor a San Isidro Labrador
Y es que nosotros sí sabemos, y vosotros mejor que nadie, de la dureza del trabajo en el campo y lo que cuesta sacar una cosecha. Por eso nos duele mucho que a veces el hombre de la ciudad, el urbanita que trabaja en una confortable oficina, el que con nuestro sudor veranea en Marbella, Torremolinos o donde sea, no valora al medio rural y desprecia la cuna de sus mayores. Los trabajadores de la tierra, los labradores, los agricultores y ganaderos son todo menos “aceituneros altivos” que dijera Miguel Hernández, pues desempeñan una función hermosa y, desde luego, no son rudos, incultos, toscos y opuestos al progreso como algún “enterado” alguna vez los ha llamado. ¡Como si el progreso fuera vivir en conejeras, en ciudades contaminadas, tener un coche de 8 metros, bailar sevillanas, ir al Rocío a comprarse un vídeo y ver Dinastía! El progreso lo da una cultura asentada, la del respeto mutuo, la de la responsabilidad, la de la igualdad,  de una sociedad con más calidad de vida, más ética, más libre, más solidaria y más justa. Y en eso el hombre de la ciudad poco tiene que enseñar al habitante de la comunidad rural, al agricultor.


Por eso Andalucía, que no ha dejado de tener una cultura profundamente agraria, que ha tenido en el campo su principal riqueza, puede ejemplarizar a muchas regiones. En Andalucía, afirmó Sermet hace unos años, “encontramos el más venerable foco de civilización de Europa Occidental”. Andalucía, -o mejor, las Andalucías  porque hay más de una como decían los serrasegureños de la parte alta cuando bajaban a coger aceituna al valle-, inclusive Sevilla, es mucho más que El Pali, los Doñana, la Pantoja, Los de Gines o María del Monte. Yo no quisiera que en estos momentos de gozo y fiesta, de reunión con nuestros amigos y paisanos que habitan lejos, este pregón se transmutara en una predicación o un “quejío”, pero no está de más que recordemos esto para así tenerlo presente a la hora de sacar el platillo de las reivindicaciones pidiendo justicia y equidad.

Antonio Gala ha escrito que Andalucía “ha sido durante siglos una bella durmiente que siempre tuvo dispuesta comida y cama para todo el que quiso venir” y yo lo comparto. A ella acudieron numerosas razas y pueblos, culturas y religiones y todos encontraron pan y aceite para comer, agua y vino para beber y un lecho donde reposar. Porque es una mentira, y son acusaciones interesadas, afirmar que los andaluces somos perezosos, guasones, fuleros. Y sólo amigos de la charanga y pandereta, que dijera por esta vez un poco afortunado, A. Machado. El andaluz es un pueblo que cuenta con una civilización milenaria que prefiere reír a no llorar y que, a vivir que son 2 días, sabe de vez en cuando encerrar con 7 llaves sus penas, su nostalgia, acudir a su fantasía e imaginación, disfrutar y lavar su ropa al sol. El descanso del andaluz Menéndez Pidal lo dijo “no es una reposición de energías, sino una disipación de estímulos”. Y al final, como dijo Antonio Gala, fueron dichosos engendrando muchos hijos. Hijos que, para su desventura, continúa viendo partir en coche, trenes y autobuses en dirección contraria a lo que siempre fue: en busca de un porvenir mejor.


En este concierto de voces, la voz de Andalucía ha de sonar con autoridad, porque más la tiene el que más ha dado, y ahora más lo necesita. Desde Velázquez a Picasso, de Jorge Manrique a Lorca y Machado, de Martínez Montañés a Zabaleta, de Averroes a Maimónides, de Falla a Albéniz, de Alexandre a Juan Ramón, los dos últimos premios Nobel, hemos sido por excelencia la tierra del arte, la imaginación, el ingenio y la tolerancia. Por eso a Andalucía la caracterizan filósofos como Séneca,  y no los guerreros como que pastor lusitano (Viriato).

Y en la Sierra de Segura, nuestra comarca, estos problemas han sido,  corregidos y aumentados. Si Andalucía está subdesarrollada con respecto a España, la Sierra aún más. Si de Andalucía ha emigrado mucha población, de la Sierra han marchado desde el final de la Guerra más de 70.000 habitantes (2 veces la actual población). Si de Andalucía se han aprovechado de sus riquezas, lo hecho en la Sierra ya no tiene nombre. Como afirma  Emilio de la Cruz: “a una comunidad de hombres libres, que labraban la madera a golpe de hacha, con sencillas y eficaces artes hidráulicas, la conducían en carretas o navegaban sobre ella cientos de kilómetros, que pastaban su ganado y exportaban las pieles, que hacían sus quesos y cultivaban morera para seda, y los pequeños huertos en las veguillas de los ríos y arroyos, cazaban y pescaban libremente porque era del Común..., sobre ella cayó la ineficacia, el abuso, la corrupción de una administración despótica y cruel de unos funcionarios que eran auténticos virreyes de la comarca”. Así es cómo la Sierra, que tenía una población próxima a la de toda la provincia de Albacete, y más densidad que Murcia, cambió de ser una Comunidad de hombres libres, -como eran hasta el siglo XVIII- a una colonia maltratada y expoliada: sus hombres, sus bosques, su aceite, su caza, su pesca, su paisaje y medio natural, ¡ y hasta su nombre!, han sido explotados sin que sus riquezas apenas hayan revertido en mejorar la  calidad de vida para sus habitantes: poseemos el peor nivel de vida de Jaén, tenemos su peores carreteras, el  ferrocarril se pararon las obras y no se acabó, la madera y el agua continúan llevándoselas, y de nuestro excelente aceite mejor callarse no sea que nos arrebaten la envasadora, etc, etc…
Comarca de la Sierra de Segura
Pero el serrano que es un pueblo sabio, que ha aprendido  a sobrevivir, y se crece ante las dificultades, ante la escasez, ante la injusticia, ante el olvido, ante la incomprensión de los que mandan más allá de los cerros de Úbeda se recuperará, estoy seguro. Yo pediría a nuestros políticos y gobernantes, que se dejen de soluciones preconcebidas y de zarandajas, proyecten soluciones de futuro y con urgencia,  y trabajen reunidos en el proyecto más ambicioso: el desarrollo integral de la Sierra. Que para ser mejores andaluces, nos permitan soñar, soñar, soñar…, en un futuro en que cada hijo de la sierra tenga aquí un trabajo, sin tener que salir llorando de su paisaje, de su medio. En que cada uno sea dueño de su porvenir, con la ilusión de ser para siempre, orgullosamente, serranos hasta los tuétanos.

Puente de Génave, todos lo sabéis, es el pueblo más moderno de la Sierra, en él no existen grandes monumentos, ni ha contado con prohombres que ocupen páginas de la historia. El puente, de origen romano, por donde circulaba la vereda real -y cerca  la vía Augusta que unía las provincias Bética y la Tarraconense romanas-, es nuestra principal reliquia. Y aun así de tantos siglos dejando pasar el agua es difícil de reconocer sus más de dos mil años de vida. Alguien dijo, y yo le doy la razón, que un pueblo es lo que es según los moradores quieran que sea. Y el nuestro, desde que existe como tal, menos de un siglo, tiene la  historia del esfuerzo de sus hombres que todos debemos conocer y apreciar: sólo los pueblos bárbaros ignoran su acervo. 
Puente Viejo sobre el río Guadalimar
Hoy Puente de Génave es un municipio muestrario de Andalucía y orgullo de la Sierra gracias al tesón, a la laboriosidad de las personas, de sus conciudadanos, que, con mayor o menor acierto, pero siempre con sacrificio y buena voluntad, practicaron lo que Jesús pedía en sus bienaventuranzas:

-      Maestros que enseñaban al que no sabía, como D. Pedro, D. Antonio, Dª Ramona o D. Ernesto.

-      Aquellos otros que dieron posada al peregrino, como Cándido Ortega, Pepe (U para entender y que no se molesten, por favor, si los cito por el apodo), comida al hambriento (La Manuela) o de beber al sediento (Joaquín Sánchez “El Pintor”).

-      O cura al malherido (mi padre que más de 100 años dure), o D. Carlos y D. Felipe, en tiempos en que el hospital de Úbeda estaba en el fin del mundo.

-      Quien recogió al enfermo, de día, de noche, con lluvia o frío (Santiago García,su hijo Santiaguete o Paco el de La Fonda).

-      Quienes, con un retal, vistieron amablemente a nuestras mujeres  (Pepe Luna, Aniceto y Julio; o Pepa Serrano)

-      Otros que, en algunos momentos, alegraron nuestras penas y nos hicieron sonreír (el teatro de“Maceo”, Longino y su cine Mary-Paz)

-      Los que iniciaron el pueblo, lo urbanizaron y lo arreglaron dejándolo tan guapo como  Juan María padre, Luciano, D. Eulogio o Cándido, y otros alcaldes y concejales que ya no están entre nosotros

-      El fomento de nuestras producciones, el aceite, debe bastante al trabajo de “los mayoristas” con el FLAS, ese Saurer alemán que tardaba 100 años pero llegaba a cualquier rincón, y al impulso del cooperativismo que le dieron unos pioneros como José María Jiménez y Eladio Bellón.

Y la lista sería interminable: podadores, maestros de fábrica, albañiles, electricistas, herreros, carpinteros, talabarteros, zapateros, carniceros, barberos, boteros, recoveros, molineros, mecánicos, etc… que aportaron lo único e importante  que poseían: lo mejor de sus vidas en pro del pueblo.  
Vista aérea de Puente de Génave
Al día de hoy, afortunadamente, somos ya un amplio ramillete de hijos del Puente en las ramas de la ciencia, la cultura y el saber, en los negocios y en la administración, que expandimos, o deberíamos hacerlo, el nombre de nuestro pueblo o de la Sierra, pues como dice D. José Bautista somos uno de sus 12 barrios, en los más lejanos rincones del mundo: tenemos representación hasta en Australia. Sería un desagradecido y un ruin aquél que renunciara a sus orígenes. Y la verdad es que los nuestros son muy modestos. No somos una fundación real o de un gran noble; ni fuimos villa patrimonio de la Orden de Santiago como nuestros vecinos; por aquí pasó pero de largo Santa Teresa; y si bien Peñolite y Paules ya existían en el Siglo XV, salvo en Las Torres, no tengo noticias de apariciones de rastros arqueológicos. El origen del casco urbano de Puente de Génave es muy sencillo: los molinos harineros junto al Puente Viejo (de naturales de Génave),  la explotación de la mina de plomo de Las Ánimas, y  la posada en la intersección de los caminos reales de Albacete y la Sierra a la Loma y el Condado.

Nuestra privilegiada posición geográfica, en la actual carretera N-322, encrucijada de caminos entre Andalucía y Levante, y ser la primera urbe que el viajero halla cuando llega exhausto de salvar curvas ha permitido la creación de una infraestructura turística y de servicios que ahora, cuando la variante parece ya un hecho, hemos de promover firmemente. En lugar de gemir, de llorar penas en la barra de un bar o jugando al truque, de irritarnos en nuestra soledad, corramos, reclamemos, reivindiquemos, luchemos unidos. Yo sé, y vosotros supongo que también, que hay caminos y cauces para avanzar. Utilicemos esta oportunidad para promocionar nuestros productos, nuestra gastronomía, que el viajero se quede a comer y a dormir. Tenemos un acervo gastronómico envidiable y perfectamente encardinado con nuestros recursos y nuestro medio,  con unas peculiares formas de “guisar”, y son unas especialidades típicamente nuestras. He aquí algunos platos: las migas (ruleras y de pan), la gachamiga, los galianos, los andrajos, el fritado, las piernas y cabezas asadas de choto o de cordero, la amplísima variedad de ajos (el “atado”, el de harina o el de pringue, el mulero, el de “crillas molidas”, el “moje”, la pipirrana, los guiscanos o espárragos revueltos o con tortilla, las morcillas (negra, güeña, blanca o de arroz), los chorizos, los embutidos y platos de caza, o los postres herencia del amor a los dulces árabes (los suspiros, las yemas, los roscos de baño, los panetes, los pestiños, el merengue, las tortas (de manteca o de aceite o dormidas), las galletas redondas, alargadas y de piñones, los polvorones…). Todavía nuestras madres y abuelas  conservan en papelillos las recetas de sus ingredientes y cómo confeccionarlos, rescatémoslas pues; no perdamos esas tradiciones y, sobre todo, sepamos venderlas.
Dulces tradicionales
Y todas estas especialidades culinarias hechas con aceite de oliva virgen extra, que no os engañen las denominaciones, el rey de la cocina del sur de Europa, que no es posible concebirla sin él. Ese “oro líquido” como lo llamó Homero y que, como acaban de confirmar los más distinguidos especialistas en  medicina y nutrición, y ya lo sabían nuestros antepasados, es un fantástico remedio terapéutico y medicinal.

Porque ningún árbol y ningún ser vivo, el hombre aparte, es más representativo de la mejor cultura mediterránea que el olivo. Es el símbolo de la paz, de la fecundidad, de la salud. A Adán, cuenta una fábula hebraica, ya lo enterraron con un hueso de aceituna por si resucitaba, los atenienses y los romanos ofrecían guirnaldas de hojas de olivo y ampollas de aceite a sus triunfadores, a Cristo lo recibieron con ramas de olivo en son de paz,  los embajadores también así llegaban, y el símbolo universal de la paz, la célebre paloma de Picasso, lleva en su pico una rama de olivo, ¡y quién no tomó de chico pan con aceite para dar un estirón!. A nosotros que  tanta alegría nos da cuando lo vemos cargado de flores o aceitunas esperando la próxima cosecha no tienen que hablarnos de él, siempre lo hemos mimado, cuidado con esmero porque es un árbol, triste pero agradecido. A nosotros no nos parece una tontería la leyenda que dice que reunidos todos los árboles para elegir rey, hicieron al olivo. Y sin embargo él renunció a tal cargo respondiendo: “Es demasiado importante la misión que Dios me ha asignado para el bien de la Humanidad para que pueda gastar mi tiempo en ocupaciones de gobierno”.


         He aquí una poesía que le dedicó Machado desde cerca de nuestra tierra:

¡Olivar y olivareros,
bosque y raza,
campo y plaza
de los fieles al terruño
y al arado y al molino,
de los que muestran el puño
al destino
los benditos labradores,
los bandidos caballeros,
los señores
devotos y matuteros!...
¡Ciudades y caseríos
en la margen de los ríos,
en los pliegues de la sierra!...
¡Venga Dios a los hogares
y a las almas de esta tierra
de olivares y olivares!.
        (A Manuel Ayuso, de Beas).

Amigas y amigos, hermanos, esa palabra tan bella dicha con tanto sentimiento y afecto por un serrano, unas palabras finales salidas desde lo más profundo de mis pensamientos. En estos momentos en que a mí me tocó hacer el pregón de las fiestas, -y confieso que me ha costado  esfuerzo porque el estilo de expresarme en mis escritos técnicos es  diferente-, un primer recuerdo hacia mis familiares y amigos, y hacia todos aquellos que estos momentos alegres añoran su patria chica y, por desgracia, no se hallarán entre nosotros en nuestras fiestas.

Hoy mi memoria se vuelve a cuando era un chiquillo y (des)contaba los días que faltaban para las fiestas y la feria. Hoy pasan por mi mente aquellas imágenes que se conservan colgadas de las paredes o las conversaciones costumbristas que nos hacen sonreír. Recuerdo los toros o vaquillas, el circo, los coches locos, la feria de ganados, los pasacalles, los gigantes y cabezudos, la pólvora, los cacharricos, las casetas de tiro, el fotógrafo, los turroneros, los charlatanes y vendedores de mantas, sartenes y baratijas… Hoy especialmente rememoro la alargada ristra de personas que entonando canciones, plegarias y vivas al santo, procesionaban y paseaban en andas a San Isidro lleno de billetes y flores, durante horas por nuestras casas, recién enjalbegadas, rogándole que bendijera a nuestras familias, a nuestro pueblo, y a nuestros campos y cosechas.
Pasacalle tradicional de Gigantes y Cabezudos.
Y recuerdo, permitidme, cómo no, a nuestras mujeres, a nuestros niños vestidos de serranas y serranos, y la belleza de nuestras huertas, nuestros patios y nuestras macetas en flor. Todo luciendo su gracia y señorío en la fiesta mayor: en SAN ISIDRO.

Hermanas y hermanos, termino ya. Con el permiso de la alcaldesa, se abre el telón y comenzará el baile de lo nuestro, espero que no de la tabarra de carretas, rocíos, amarraos a tu cintura y a la sombra de los pinos. Ya está aquí lista la fiesta, las banderas y colgaduras, los gallardetes, casetas y sombrajos. Ya estamos esperando a la coral ya a la banda de música. Demos  pues paso a lo autóctono, a las canciones y danzas del Puente y de la Sierra.

Vecinos y forasteros, alegres y gozosas fiestas en paz, libertad y armonía, y que San Isidro nos ayude y proteja.

                             ¡¡¡¡¡¡¡ Y  VIVA  SAN ISIDRO!!!!!!!!!.


Puente de Génave, Mayo de 1989 

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