Octava Parte.- AL – ANDALUS (III). CASTILLOS, TORRES Y
FORTALEZAS.
(2ª entrega)
En Torres de Albanchez es preciso distinguir los restos del Castillo
de la Yedra, en la cima del monte que sirve de asiento, a media ladera, a la
población, de los de la torre del homenaje situada en pleno centro de la
población, edificación cristiana del S. XIV. El primitivo emplazamiento de la
población no coincide con el actual sino que se localiza en un montículo
cercano defendido por el Castillo de La
Yedra. Originariamente era una pequeña fortificación levantado por los
musulmanes para garantizar la seguridad de pequeñas alquerías, del que aún se
conservan algunos vestigios como muros de mampostería y aljibes excavados en la
misma roca. Esta fortaleza fue conquistada por don Pelayo Pérez Correa hacia
1235. Ese mismo año fue donada por Fernando III al Maestre de la Orden de Santiago
don Pedro González. Estuvo asociada a la administración eclesiástica del
arzobispado de Toledo hasta finales del S.XIII, momento en el que se incorporó
a la Sede del obispado de Cartagena. A finales del siglo XIV se le concedió a
Torres el título de villa, antes incluso que Segura de la Sierra, siendo en
esta época de pertenencia a la Encomienda de Segura de la Sierra cuando la
población se ubicó en una zona menos abrupta, la del actual municipio, y se
levantó un pequeño castillo sobre un promontorio rocoso en la primera mitad del
siglo XIV, remodelado en el siglo XV para hacer frente a los efectos de la
artillería. Aunque posteriormente pasó a ser aldea suya durante algún tiempo,
Felipe II le restituyó el título de villa en 1552.
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Torreón de Torres de Albanchez |
Respecto al primero, el Castillo de
la Yedra, cabe destacar su importancia en el sistema de vigilancia del valle,
puesto que desde él se avistan los castillos de Siles, Segura y Hornos, y
constituye una avanzada norteña del sistema del valle, controlando
perfectamente las entradas al mismo a través del Collado de Onsares. El lugar y
castillo de la Yedra pasaron a la Orden de Santiago en 1235, por lo que no es
aventurado suponer su origen musulmán. El castillo de la Yedra carece de restos
emergentes, aunque son visibles las trazas superficiales. Mientras que del castillo urbano de Torres de Albanchez
se conserva una imponente torre del homenaje cuadrada de casi 12 m. de altura y
más de 11 m. de lado, construida en mampostería careada en pequeñas hiladas,
con las esquinas redondeadas por piezas de sillería dispuestas a soga y tizón.
El recinto exterior, integrado por muralla y cuatro cubos macizos que protegen
las esquinas, es un añadido del siglo XV pensando ya en las reformas que
imponía el reciente perfeccionamiento de la artillería. El interior se
estructura en tres pisos, el más bajo dispone de un aljibe, tallado en la peña
viva en la que se asienta la torre y en los dos superiores, utilizados como
residencia, la planta se divide, mediante un muro central, en dos mitades
cubiertas por bóvedas de cañón apuntadas y muy rebajadas. Se ascendía a los sucesivos
pisos a través de una escalera que va rodeando la torre. Tal vez contara con
una cuarta planta, aunque actualmente la torre está desmochada. Cuenta con un
añadido de planta irregular con dos cubos ataulados y macizos en las esquinas,
de esta forma no sólo se reforzaba el aljibe de la planta baja y se controlaba
el acceso a la torre, si no que se adaptaba la torre a las nuevas necesidades
impuestas por el perfeccionamiento de la artillería.
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Castillo de la Yedra. Torres de Albanchez |
En Benatae debemos referirnos al Castillo de Cardete, construcción
defensiva situada en las elevaciones de Oruña, posiblemente de origen
almorávide, siendo este tipo de construcciones muy empleado después por los
almohades, aunque con modificaciones como la adición de torres esquineras para
facilitar su defensa. Benatae debía ser una de las muchas aldeas dependientes
de la fortaleza, pues no aparece citada en la crónica de las conquistas de
Fernando III, debió ser ocupada entre los años 1226 y 1242, al mismo tiempo que
la mayor parte de la Sierra de Segura. Fue cedida también a la Orden de
Santiago y fue adscrita a la Encomienda Mayor de Castilla. Desde este momento
su historia estuvo ligada a la de esta Orden y a la del resto de la comarca de
Segura de la Sierra. El recinto del castillo tiene forma trapezoidal irregular,
siendo sus dimensiones de 16,5 metros en el lado menos y 24,9 metros en el lado
mayor, y cerrando una superficie de aproximadamente 400 metros cuadrados. En el
lado menor del recinto se encuentra la torre, ligeramente troncopiramidal, que
alcanza los 14 metros de altura. La torre presenta la particularidad de tener
su fachada externa alineada con el muro menor del castillo, despreciando así
normas elementales de defensa. La planta de la torre es rectangular, de unos
6,8 por 4,7 metros de lados. Interiormente se distribuye en cuatro cuerpos
separados por vigas de madera que han desaparecido. El nivel más bajo parece
macizo y está dotado de resalte. En el primer nivel se abre la única entrada
desde el patio de armas. Construido a base de tapial de calicanto con abundante
cal. Se encuentra en estado de ruina progresiva.
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Castillo de Cardete |
Completando el triunvirato de
fortalezas que ocupan la zona central de la Sierra de Segura debemos mencionar
la fortaleza de Hornos de Segura que
cubría el lado suroeste del núcleo central de la Sierra de Segura y sus accesos
por la cabecera del Guadalquivir siendo durante mucho tiempo límite histórico
fronterizo del reino de Granada, a través de los collados de Montero y La
Ballestera. Del control de esta amplia e intrincada cuenca se ocupaban una
serie de torres vigía y castillos secundarios que protegían la imponente
fortaleza de Hornos que corona un espléndido asentamiento ubicado en una losa
pétrea, a 867 mts de altura, que vuela sobre los valles hoy ocupados
parcialmente por el Embalse del Tranco. Afortunadamente, y tras muchísimos años
de abandono y deterioro, el proyecto de reconstrucción, iniciada por el
arquitecto don Luis Berges Roldán en 1973, y recientemente concluida para su
reutilización con la instalación de un pequeño observatorio astronómico que ha
dado nuevo vigor a esta construcción.
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Castillo de Hornos de Segura antes de su rehabilitación |
El origen musulmán del Castillo de Hornos está claramente
reflejado en las fuentes árabes, en las que se denomina Hisn Fornus, fundado en
el siglo IX por una comunidad muladí, formando parte de los territorios
controlados por Ibn al-Saliya. En esta época debió tratarse de una aldea
defendida por la inaccesibilidad de su enclave y un recinto murado que pudo
contar con otra defensa en su zona más elevada. Parecen restos de esta primera
fortificación de época almohade el aljibe del patio de armas y tres torres. La
localidad fue conquistada por don Pedro Pérez Pelayo Correa, maestre de la
Orden de Santiago, en 1239, tras lo que quedó adscrita a la Encomienda de
Segura de la Sierra. Fue villa desde el reinado de Fernando III. El castillo
actual debió ser construido por la Orden de Santiago, tras su conquista, a
finales del S.XIII con la función de vigilar el flanco oriental de la
Encomienda de Segura, aunque es muy posible que se limitaran a reutilizar parte
de las estructuras existentes árabes y a edificar un alcázar en la zona más
elevada del cerro. Hornos, junto con Segura de la Sierra, fue uno de los
lugares de proyección de la política de la familia Manrique en el S.XV,
enfrentada a los monarcas Juan II y Enrique IV. Los Manrique controlaban gran
parte de los recursos de la Orden de Santiago, gracias a los cuales Rodrigo
Manrique, desde su posición como comendador de Segura, se proclamó Gran Maestre
de la Orden, resistiendo y derrotando a las tropas de Juan II y Don Álvaro de
Luna en Hornos. Continuó formando parte del señorío santiaguista de Segura de
la Sierra durante toda la Edad Moderna, perteneciendo al Reino de Murcia entre
1507 y 1748.
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Lienzo de muralla del Castillo de Hornos de Segura |
Consta de un conjunto defensivo con
recinto exterior trapezoidal que incorpora una magnífica torre del homenaje en
su lado más amplio, un aljibe de origen musulmán ubicado en el patio de armas;
y, articulando la muralla, tres esbeltos torreones de planta cuadrada,
levantados por los almohades y reforzados con una capa de mampostería. El
elemento más significativo, la torre del homenaje, tiene planta cuadrada, de
8,60 m. de lado y más de 9 m. de altura, construida con mampostería menuda. Sus
esquinas son redondeadas para hacerse menos vulnerables a los efectos de la
artillería. Presenta un vano para la entrada, sobre un podio macizo a media
altura que permitía incluir un aljibe más en el fondo de la torre. Los dos
pisos se cubren con techumbres abovedadas. Exhibe, además, dos escudos
nobiliarios. La muralla musulmana se extiende hacia el exterior por el noroeste
y por el este, rodeando a toda la población.
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Castillo de Hornos de Segura |
El recinto, también en mampostería,
tiene tres torres esbeltas de planta pequeña, reforzadas externamente con un
forro de mampostería. En el interior del recinto, en su centro, se sitúa el
aljibe principal. La muralla se extiende hacia el exterior por el noroeste y
por el este, rodeando a toda la población, estando el antiguo acceso al recinto
amurallado por la llamada Puerta de la
Villa, puerta defendida por una ancha torre de piedra, de origen almohade,
y dispuesta en codo para dificultar el acceso de enemigos. Los arcos apuntados
indican que la puerta se construyó entre los S. XIV y XV. En la restauración
del castillo de 1973, se restituyó en la torre del homenaje la bóveda de medio
cañón situada entre las dos salas. Se restauró la escalera existente en el
grueso del muro que comunica los distintos niveles en el interior. Así mismo
fue restaurado el aljibe, que había perdido la bóveda. Se trabajó también en un
gran tramo de la muralla, completándolo con peto y adarve, y en restos de muros
de antiguas salas emplazadas en el patio de armas. Recientemente ha tenido una
completa remodelación para ubicar las modernas instalaciones del Cosmolarium de
Hornos que ha completado el atractivo turístico que la villa.
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Puerta de la Villa. Hornos de Segura |
Hacia el sur de la villa de Hornos, y
siguiendo la línea del valle del Guadalquivir, se situaron la torre de Bujarcaiz, el castillo de Bujaraiza y la torre del Vinagre.
La primera instalación es la torre de Bujarcaiz, hoy bajo las aguas del Embalse
del Tranco, que actuaría como repetidor de señales entre los castillos de
Hornos y Bujaraiza. Su descripción e ilustración son posibles con motivo de
sequías prolongadas que hacen descender el nivel de agua en el Embalse. Contaba
con tres plantas, siendo su construcción de calicanto en los dos primeros
niveles y de mampostería en el tercero; su datación podría ser almorávide y su
estado de conservación, a pesar de la inmersión a que le obliga el Embalse, es
bastante bueno. El Castillo de Bujaraiza está formado por un recinto exterior y
una torre del homenaje, en un estado bastante deteriorado. El castillo es de
época medieval y consta de un recinto exterior poligonal y una torre mediana.
Todo está construido en hiladas de menuda mampostería trabada con mortero de
cal. La torre del homenaje tiene proyección hacia el interior, al igual que se
observa en el resto de Las fortalezas segureñas. En su historia destacan como
fechas importantes las de 1239 cuando fue conquistada por Pelay Pérez Correa,
maestre de la Orden de Santiago, y adscrita así a la Encomienda de Segura de La
Sierra. De la torre del Vinagre quedan testimonios documentales y permanece el
topónimo, que hoy se asocia con el Centro de Interpretación del Parque Natural;
no quedan restos materiales, pero es de suponer que vigilaba el paso hacia el
Adelantamiento de Cazorla. En la actualidad, señala el límite sur de la comarca
de la Sierra de Segura.
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Castillo de Bujaraiza |
No podemos evitar destacar la
situación en medio del valle de las Torres
o Atalayas de Santa Catalina, situadas actualmente en el término de Orcera,
datan del S.XII-XIII. Situadas al pié de Segura de la Sierra, en las
inmediaciones de Orcera, que en su tiempo fue arrabal de Segura, se encuentra
este conjunto de edificaciones, a lo largo del llano del mismo nombre, siendo
su función encuadrada en un complejo sistema de refugio y avisos entre las
distintas posiciones defensivas. Es, por lo tanto, un conjunto unificado de
tres torres de similar factura, distantes entre sí unos 300 m. entre Orcera y
Segura de la Sierra, y dispuestas de forma que permitieran la defensa,
vigilancia y refugio en un terreno con numerosos flancos a cubrir. La altura de
las torres es de unos 14 m. siendo el grosor de la parte baja del muro de 1,10
m. El primer cuerpo de estas torres es muy bajo, apenas 1,70 m., mientras que
el segundo es muy alto, alcanzando los 7 m. que quedaban reducidos a 3,20 m. en
los dos restantes. Del coronamiento almenado de las torres solo se conservan
cuatro postes en la más cercana a Segura de la Sierra. En los niveles tercero y
cuarto las torres presentan una serie de saeteras vaciadas hacia el interior,
una por cada paño de la torre; una de ellas, que parece ventana más ancha, era
la entrada de la torre y quedaba situada a 7,20 m. de altura. La torre más
cercana al núcleo de Orcera es la que presenta la estructura más imponente; de
planta rectangular, de 8,60 m. por 5,65 m. alberga en su interior hasta tres
plantas superpuestas, sostenidas por vigas. Le daban luz una serie de saeteras
vaciadas hacia el interior y pudo tener un recinto que rodeara a la torre. Esta
torre, más ancha, podría corresponder a un establecimiento rural emplazado
sobre la fértil vega del río. Las otras dos torres son gemelas, con una planta
cuadrada de unos 5,30 m. por 4,20 m.; albergaban interiormente cuatro plantas
con separación de vigas que se apoyaban sobre los zócalos resultantes del
progresivo estrechamiento de los muros.
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Torres de Santa Catalina |
La tercera zona de defensa que se establece en la Sierra de Segura es la situada en el
norte, siguiendo el curso del río Guadalimar una vez atravesado el paso natural
que supone, incluso hoy en día, el enclave de La Puerta de Segura. Este valle,
también conocido como pasillo o corredor de Santa Elena, supone un canal
natural de movilidad entre Castilla-La Mancha y el valle del Guadalquivir, a
través del Condado o de La Loma. Está enmarcado por las estribaciones más
orientales de Sierra Morena y por las alineaciones exteriores del conjunto
montañoso de la Sierra de Segura, que separan a este pasillo de la zona
interior de la sierra. Este elemento de conexión, de grandes proporciones, debe
ser interpretado dentro de un sistema de mayor tamaño, y que excede con mucho
las proporciones de la actual comarca de la Sierra de Segura. En las inmediaciones,
los principales hitos de la vigilancia y defensa del pasillo son exteriores a
nuestro ámbito comarcal. Nos referimos a los núcleos fortificados de Chiclana e
Iznatoraf. Parte de los restos que quedan dentro de la actual comarca
administrativa participaban de este sistema más general; otros, en cambio,
adquieren sentido propio de defensa del ámbito de la sierra de Segura en
sentido estricto, puesto que se sitúan controlando los canales de acceso entre
el pasillo de Levante y la zona interna de la sierra.
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"El Castillo". La Puerta de Segura |
La Puerta de Segura constituye un elemento particular de relación entre el interior de la
Sierra de Segura y el pasillo de Levante o Corredor de Santa Elena. Ocupa la
entrada natural a la sierra en su extremo norte, aprovechando la acción erosiva
del río Guadalimar. El castillo musulmán
de la Puerta, hoy desaparecido, ocupaba el estrecho umbral por el que
discurre el río, integrando un puente-presa, que facilitaba la inundación aguas
arriba y contribuía así a las labores defensivas. El puente sigue existiendo,
aunque claramente alterado y modificado en la plataforma superior. Los únicos
restos presentes, además del basamento del puente, corresponden a una torre de
la muralla que cerraba el asentamiento original. Esta torre, conocida
popularmente como "El Castillo", situada en la calle del mismo
nombre, es el único resto conservado del recinto exterior que rodearía la
fortaleza. Pertenece al período almohade, del último tercio del S.XI y primera
mitad del XII. Es una construcción en tapial de calicanto, de planta cuadrada,
que ha perdido altura y su antiguo remate que debió ser almenado. El
procedimiento constructivo a base de gruesos muros sin decorar, debido a su
finalidad estrictamente defensiva, siguiendo modelo de otras construcciones
almohades ubicadas en la sierra.
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Promontorio donde se ubicaba el Castillo de Bujalamé |
Evidentemente sería una fortaleza que
sólo ejercería función de control militar al acceso al interior de la sierra,
pues el recinto amurallado más importante se situaría cerca de la aldea de Los
Llanos de Arriba, en el llamado Castillo
de Bujalamé. Esta fortaleza del S.XII ocuparía un cerro circular de unos
200 m. de diámetro situado a más de 625 m. de altura, desde donde se divisa el
río Guadalimar, de base rectangular, construida con grandes mampuestos y
rodeado por un muro. El castillo se levantó sobre un oppidum ibérico del S.VI
a.C. que incrementó considerablemente su importancia, su perímetro y su
población en los S.V y IV a.C. ya que por allí, siguiendo la vía del
Guadalimar, pasaban los minerales procedentes de Cástulo. Aunque hasta hace
poco se conservaban diversas construcciones, en la actualidad no se conservan
restos de consideración, siendo los restos de su traza, el zócalo macizo
inferior construido en mampostería de una importante torre defensiva de unos 15
m. de altura y de 8x5 m. de lado y restos de un muro con bastiones en el lado
oeste los únicos visibles. Tras la conquista cristiana, entre 1226 y 1239,
quedó adscrito a la Encomienda de Segura de la Sierra bajo el control del Reino
de Castilla.
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Lienzo de muralla del Castillo de Matamoros |
Muy cerca de la cortijada de
Matafría, a tan sólo 5 km. de Puente de Génave, se sitúa otra construcción
defensiva dominando una pequeña colina de unos 50 m. de diámetro al pie del
cerro de Salfarat denominada Castillo de
Matamoros. La construcción parece ser de origen almohade a juzgar por la
técnica constructiva a base de tapial de calicanto y se enmarcaría entre los
edificios de función militar encargados de la vigilancia y defensa ante
incursiones desde los Campos de Montiel, o de puesto de abastecimiento en el
camino entre Segura de la Sierra y los territorios hoy manchegos. Desprovisto
de un núcleo de población, su función sería la de castillo-refugio de los
habitantes del valle ya que éstos se encontraban localizados en pequeñas aldeas
o alquerías (qura), de las que algunas estarían carentes de defensa propia, al
igual que sucede en asentamientos como Las Atalayas y Cerro del Moral, en el
término municipal de Génave. Debió correr la misma suerte que otras
fortificaciones de la comarca carentes de un núcleo de población y ser abandonada
en época muy temprana. Pasaría a formar parte de las tierras de la Encomienda
santiaguista de Segura de la Sierra. El castillo se asienta sobre una base de
tapial de mayor grosor pero actualmente se encuentra en estado de ruina
progresiva y sólo se conserva en superficie un muro de tapial basto de
calicanto, de 8 m. de longitud y unos 3,5 m. de alto. Pueden verse también
arranques de otros muros en dirección sur y norte, el primero de ellos de mayor
longitud (15 m.). La configuración del terreno parece indicar la existencia de
otros restos enterrados.
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Restos del Castellón del Moro. |
Otro enclave en esta zona norte sería
el Castellón del Moro, situado en el
enclave administrativo de Segura de la Sierra en ese fragmento de término
municipal que tiene a orillas del río Guadalmena. No se conservan restos de
relevancia pero debería ser una pequeña fortificación de refugio y aviso
respecto al castillo de mayor relevancia cercano como el de Bujalamé, siendo
perfecto vigía de las entradas situadas al norte del ámbito geográfico segureño.
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Torres de Peñolite |
Junto a la población de Peñolite, en Puente de Génave, se sitúa
el llamado castillo de Peñolite, del que quedan tan solo restos de dos de las
cuatro torres que adornaban los vértices de su perímetro. Ubicadas sobre un
pequeño escarpe que domina el valle del arroyo Peñolite, en las inmediaciones
de la aldea del mismo nombre, siendo llamadas popularmente las Torres de Peñolite. La construcción
almohade de los S.XI-XII, presenta una planta rectangular de 30 m. de largo por
15,6 m. de ancho, cuyas cuatro esquinas estaban defendidas por otros tantos
torreones de unos 4 m. de lado, muy similares en forma y elementos de
construcción a las de Santa Catalina en Orcera, construidos en tapial de
calicanto y con tres plantas separadas por alfajía, y entrada en alto. Lo conservado
se reduce a dos de estos torreones y a vestigios del tercero que han sido
aprovechados para pared maestra del caserío actual. De los lienzos de muro que
unían las torres han quedado pocos restos y éstos muy deteriorados. Lo más
interesante son las torres que miran al sur, construidas de buen tapial de
calicanto y cuadradas, de unos 4 m de lado. En ellas se distinguen hasta cuatro
cuerpos. Controlaría, junto con los castillos de Altamira, Valdemarín y La
Espinareda, el paso hacia la zona interior de la sierra desde el pasillo de
Levante.
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Murallas de Beas de Segura |
Otro enclave defensivo ya situado en
la zona más occidental de la sierra estaría en la población de Beas de Segura. En la Edad Media contó
con una fortaleza con un complejo sistema defensivo, sin embargo de ella apenas
nos han llegado unos pocos restos de murallas, ya que en 1750, el Consejo de
Órdenes Militares, mandó que fuera derribada junto con el fuerte de cuatro
torres almenadas que rodeaban. Esta fortaleza se asentaba en la cima más
elevada de una plataforma rocosa, en el actual Barrio de La Villa. Los
musulmanes construyeron en torno al siglo IX una gran fortaleza a modo de
alcazaba, a cuyos pies se fue articulando la ciudad. Esta fortaleza se creó
como importante bastión de la gran trama militar que el reino nazarí de Granada
estableció en la frontera con el reino cristiano. Pero la Villa de Beas fue
conquistada en 1234 por Fernando III de Castilla y entregada a don Juan, Obispo
de Osma, con su castillo y término, sin embargo en 1239 pasa a manos de la Orden
Militar de Santiago, momento en el cual Beas pasa a convertirse en Encomienda.
La Orden de Santiago irá mejorando el sistema defensivo de Beas, pues aún la
inestabilidad y las revueltas hacen peligrar las tierras conquistadas. Este
enclave cumplía un importante papel defensivo en el control del paso a través
del valle del río Beas, siendo su función defensiva para el reforzar el flanco
oeste de la fortaleza de Hornos. Debió cumplir esta función junto a algún
sistema de torres de avisos, como las conocidas con el nombre de Natro, Allozar
y Losanco.
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Barrio de la Villa. Beas de Segura |
Los únicos restos que quedan del que
fue Castillo de Beas son algunas
murallas en el flanco norte con sus torres, entre ellas la Torre del Reloj con
restos de una espadaña y la puerta falsa. Estos restos han quedado enmascarados
por las actuales edificaciones de la villa vieja de Beas de Segura. La antigua
fortaleza medieval estaba organizada en torno a tres anillos amurallados bien
diferenciados. Un primer anillo estaba compuesto por el alcázar del castillo,
ubicado en la parte más alta del promontorio rocoso y pegado en su flanco norte
a las murallas de la alcazaba. Según la Relación Topográficas de Felipe II del
año 1575, el castillo de la Villa de Beas contaba con dos torres en la parte
norte y dos puertas de entrada. La entrada de poniente contaba con un foso para
defender el castillo, mientras que en el centro del alcázar había un amplio
patio de armas con un aljibe. Un segundo anillo conformaba la propia muralla de
la alcazaba, compuesta por cuatro torres y delimitada perfectamente por el
promontorio rocoso sobre el que se asentaba, adaptándose a la topografía del
lugar. Un tercer anillo fortificado estaba compuesto por barbacanas y antemuros
que a un nivel inferior protegían las zonas más indefensas. De las descripciones
se deduce que toda aquella obra era musulmana, hecha en buen tapial de
calicanto, al que los restauradores cristianos habrían hecho numerosas
reparaciones.
La parte situada más al este también
tuvo sus edificaciones defensivas que ubicamos en los términos de Génave y
Villarrodrigo. Ambas poblaciones se sitúan en el piedemonte de las
estribaciones exteriores segureñas, abiertas al pasillo de Levante y a los
llanos que se extienden por las provincias manchegas del norte, no pudiendo
descartar su origen constructivo en época ya cristiana.
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Torreón de La Tercia. Génave |
Empezando por Génave hablaremos del Torreón
de la Tercia, pues debía estar junto a una con origen similar a la ubicada
en Siles adquiriendo así su nombre popular. La torre, que sería la del homenaje
de un recinto amurallado, hoy desaparecido, construido en los S.XII-XIV como
refuerzo del antiguo castillo menor o hisn árabe por orden de Fernando III de
Castilla quien, entre 1235 y 1239, adscribió el emplazamiento rural de Génave a
la Encomienda de la Orden de Santiago de Segura de la Sierra. Lamentablemente
de aquel castillo solo permanece esta torre del homenaje, de impresionante
estructura cúbica, de casi 11 m. de lado, tiene base cuadrada articulándose en
dos pisos cubiertos por bóveda de medio cañón apuntado y en la estancia
superior presenta una amplia ventana cubierta, en este caso, por bóveda
apuntada. Los aposentos y la azotea se comunicaban interiormente por una
escalera inserta en el muro.
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Torreón de Villarrodrigo |
En Villarrodrigo también existe una torre como parte de un castillo menor
sin que quede constancia alguna de utilización distinta de la militar,
seguramente vinculada a la misma función de resguardo que se ha asignado aquí a
la de Génave. Posiblemente construido en época cristiana a finales S.XV y principios del XVI, perteneció a la Orden
de Santiago. Por entonces este lugar tenía el nombre de Albaladejo de la Sierra
y su cambio de nombre tuvo lugar en 1478 como un homenaje al maestre, Rodrigo
Manrique, padre del poeta Jorge Manrique. El
Torreón de Villarrodrigo es de planta cuadrada, de mayor altura que la que
ahora muestra y está fabricado en buena mampostería recubierta por grandes
sillares irregulares. Su fachada principal, de 13,60 m., presenta una puerta
con arco conformado por llamativas dovelas talladas, entrada que se encuentra
algo elevada con respecto al nivel de la plaza. En la parte posterior se
encuentra una única saetera dispuesta a gran altura para iluminar en su
interior la escalera de caracol que da acceso a una terraza. La única estancia
interior está cubierta con una bóveda de cascarón.
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Torre de Zarracotín o de La Laguna. Génave |
También dentro de este entramado de
refugio, control y aviso de aldeanos y campesinos debemos entender otra
construcción en estos accesos por la zona noreste de la Sierra de Segura,
debemos considerar la llamada Torre del
Zarracotín o de la Laguna, también conocida como de La Alventosa,
construcción defensiva en las proximidades del cortijo del Moralico de Arriba y
junto a la laguna del Pizorro o Zarracotín. Esta construcción se asienta sobre
un afloramiento rocoso que domina buena parte del terreno circundante. Es una
construcción híbrida de calicanto algo ripiada y mampostería gruesa de la que
queda una torre de planta rectangular de 6,25 m por 4,40 m en cuyo interior se
observan huellas de hasta dos aposentos superpuestos, el de arriba apoyado
sobre vigas. En torno a la torre se ven restos de muros y mucha piedra suelta
que podría corresponder al recinto que la rodeaba. De autoría cristiana, debía
cumplir funciones de atalaya y control de los campos que la rodean en momentos de
frecuentes hostilidades y aparece mencionada en las Relaciones Topográficas
mandadas redactar en 1575 por Felipe II, donde se habla de una torre de la
Alventosa situada al norte de Génave, "... lugar do mataron a don Beltran
e nunca lo echaron de menos hasta los puertos pasar".
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Vista general de Génave |
Es indudable que hemos intentado
recoger la mayor parte de las edificaciones medievales de nuestro entorno,
aunque suponemos que el tiempo, el abandono y la acción humana han provocado la
desaparición de muchas, de las que solo conocemos referencia a través de textos
y crónicas, como es el ejemplo de las nombradas por Genaro Navarro López refiriéndose al entorno de Segura de la
Sierra al citar las de "Valdemarín, Espinareda, Cerro Oruña, Cueva del
Águila, en una vertiente del cerro de Peña Alta, Guadobias, El Castillo,
Hornos, etc..” o Juan Eslava al referirse a las torres de Bujarcadín, Alderete
y la fortificación de Segura La Vieja, incluyendo también Albaladejuelo y
Bujalamed.
(jt) Segura Verde.
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