sábado, 1 de marzo de 2014

28 de Febrero. DÍA DE ANDALUCÍA. APUNTES HISTÓRICOS


UNA CITA CON LA HISTORIA DE NUESTRO PUEBLO.

Por José Antonio Molina Real 

     Cada 28 de febrero los andaluces tenemos una cita señalada en nuestro particular calendario. Ese día para nosotros el sol brilla con una intensidad especial al alumbrar toda una serie de particularidades que aglutinan nuestra identidad como pueblo. No es por ser un día festivo, que también, sino por las connotaciones y particularidades que ese día provocan en cada uno de nosotros. Nuestras calles se llenan de fiesta, nuestros pueblos tienen programaciones de actos diversos, pero la verdadera conmemoración es la que cada uno de nosotros sentimos al desarrollar, como muestra de identidad, un verdadero orgullo de ser y sentirnos hijos de esa nuestra tierra, Andalucía.

     Se podía decir que venir a conmemorar el referéndum celebrado ese día del año 1980, en el que se reafirmó la voluntad mayoritaria de todo el pueblo andaluz en favor de su autogobierno, podría dar a entender que nuestra consideración hacia una valoración identificativa como pueblo es bastante reciente. Pero la realidad está muy lejos de esa errónea consideración.

     No me voy a referir aquí al intento secesionista llevado a cabo por el Duque de Medina Sidonia, apoyado por el Marqués de Ayamonte, en 1641 contra el rey Felipe IV, en que se pretendía establecer un nuevo reino independiente en tierras andaluzas; ni tan siquiera el establecimiento en Andújar de la Junta Suprema de Andalucía el 2 de septiembre de 1835, presidida por el Conde de Donadío y que aglutinaba a las ocho Juntas Provinciales creadas a raíz de la división provincial española de 1833, y que tenían la intención de frenar el avance militar de la tropas carlistas en defensa del liberalismo progresista, consiguiendo no sólo eso, sino también el cese del Conde de Toreno, presidente del gobierno de marcado carácter conservador y centralista. Esta Junta Suprema de Andalucía resultó en la práctica un primer intento de gobierno regional, aunque paulatinamente se fue disolviendo a raíz del decreto de 21 de Septiembre de 1835 por el que el nuevo gobierno de Mendizabal crea las Diputaciones Provinciales como órgano regulador administrativo.

     Podría hacer referencia a las corrientes culturales que se desarrollaron en el último tercio del siglo XIX, donde diversos intelectuales andaluces como Antonio Machado Núñez y Antonio Machado Álvarez, abuelo y padre respectivamente de los reconocidos autores literarios Antonio y Manuel Machado, junto a Mario Méndez Bejarano e Isidro de las Cagigas, realizaron estudios que propiciaron cierto resurgir de la identidad cultural andaluza y al desarrollo de la conciencia regionalista en Andalucía. Incluso se podría señalar que el proyecto constitucional elaborado durante la I República consideraba que, dentro de una España federal, se formarían dos estados federales en nuestras tierras, la Andalucía Alta y la Andalucía Baja, como un intento relativamente serio de nacionalismo; pero con el fracaso de la I República y la llegada nuevamente de los Borbones al trono de la mano de Alfonso XII, se vuelve a instaurar un centralismo político, dejando al margen cualquier intento de desarrollo político de una identidad andaluza.

     Será ya iniciado el siglo XX, cuando llevados de la mano de las corrientes regeneracionistas, se reiniciará el proceso hacia el autogobierno. Será ya la figura de Blas Infante la que aglutine y canalice este movimiento. Será desde su publicación, El Ideal Andaluz, donde lanza continuas reivindicaciones de la personalidad e identidad andaluza. La creación de una conciencia diferenciadora era inevitable, llegándose a la celebración, en 1918, de la Asamblea Andalucista de Ronda donde se adoptó la bandera de Andalucía, su escudo y su himno inspirados por el propio Blas Infante. Esta Asamblea de Ronda tuvo como referente histórico en sus determinaciones la llamada Constitución de Antequera elaborada en 1883 por los republicanos federales andaluces, donde se reclamaba un estado independiente de Andalucía integrado en España como república cantonal, aunque era evidentemente que su realización suponía un imposible al estar en vigor la Constitución Española de 1876 donde se reflejaba un centralismo estatal que caracterizó la Restauración Borbónica de finales del siglo XIX.

     Todo el movimiento andalucista tuvo poca repercusión durante los años veinte, especialmente durante la dictadura del General Primo de Rivera, pero será con la proclamación de la II República cuando se le da nuevo impulso a la idea de conseguir cierta autonomía política a nuestro territorio. Cataluña sirvió como modelo al ser la que inició el camino fijado por la Constitución de 1931. Pero el hecho que en Andalucía fuera la Diputación Provincial de Sevilla la que iniciara el proceso levantó enormes recelos en las restantes provincias que querían evitar el neocentralismo sevillano, llegando incluso la Diputación de Huelva a plantearse su integración en Extremadura y la de Granada, junto a Jaén y Almería a proponer una región diferenciada en la Andalucía Oriental. A pesar de ello, hubo cierta unión al aprobar las diferentes diputaciones provinciales el 26 de febrero de 1932 un anteproyecto de Estatuto de Autonomía, pero fue considerado insuficiente por diversas fuerzas políticas, provocando que en la Asamblea de Córdoba de finales de enero de 1933 se aprobaran unas bases para el Estatuto de Autonomía de Andalucía, similares a las reflejadas en los estatutos catalán y gallego, y que seguían las directrices fijadas en el Congreso Regionalista de Ronda de 1918, siendo Blas Infante la cabeza más visible de este movimiento hacia el autogobierno.

     El proceso autonomista se paralizó con la llegada, en 1934, de la derecha conservadora al poder de la República, siendo tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, cuando se retomaron las gestiones estatutarias con la creación de un colectivo llamado Acción Pro-Estatuto Andaluz, nuevamente bajo el liderazgo de Blas Infante. Pero la sublevación militar de julio de 1936 acabó con toda esperanza autonomista, siendo el propio Blas Infante fusilado el 11 de agosto de 1936.

     La dictadura del General Franco relegó cualquier tipo de nacionalismo hasta su total desaparición, persiguiendo cualquier iniciativa. Tras su muerte se inició el proceso histórico denominado Transición Democrática, en el que grupos políticos como el Partido Socialista de Andalucía liderado por Alejandro Rojas Marcos hicieron del proceso autonómico su principal campo de acción, llegando a propiciar que el pueblo andaluz saliera en multitudinaria manifestación el 4 de diciembre de 1977 a las calles de todas las ciudades andaluzas para reclamar la autonomía. Según la Constitución de 1978 los andaluces teníamos derecho a realizar nuestro proceso autonómico, pero el problema surgió en la forma de llegar a esa ansiada autonomía. El partido en el gobierno en aquel momento, la Unión de Centro Democrático (UCD) pretendía que los andaluces accedieran al proceso autonómico siguiendo la vía del artículo 143, proceso mucho más lento y que ofrecía menos competencias autonómicas; por otro lado la Junta Preautonómica Andaluza, en la que participaban las fuerzas políticas progresistas, pretendía que se siguiera el artículo 151, destinado sólo a las comunidades históricas y con mayor nivel de desarrollo autonómico. Pero el acceso a través de este artículo precisaba un referéndum, que se convocó para el 28 de febrero de 1980, en el que el pueblo andaluz debería mostrar mayoritariamente su voluntad autonomista. El resultado fue aplastante, pues de un total de 2,8 mill. de votantes, 2,4 mill. votaron afirmativamente al proceso autonómico, es decir, del 63'2% de participación total, el 55'8% fue afirmativo al proceso quedando relegada la negativa y los votos en blanco al 3'4% y 4'5% respectivamente. De esta forma mayoritaria el pueblo andaluz manifestó su voluntad como forma de expresión de su identidad histórica. Puente de Génave no fue una excepción en este proceso hacia el autogobierno pues, si bien es cierto que sus resultados no fueron tan abrumadores como en la totalidad de Andalucía, se registró un 54'8% de participación con un 34'6% de votos afirmativos, 10'2% de votos negativos y en blanco llegaron hasta un 8'5%. 
     Será un año más tarde, el 20 de octubre de 1981, cuando se aprobó el llamado Estatuto de Carmona; será un nuevo referéndum en el que el 90% de los votantes andaluces aceptaron el Estatuto de Autonomía por el que Andalucía consiguió llevar a la práctica su derecho constitucional al autogobierno.

     Desde entonces todos los andaluces tenemos una cita con todo aquello que nos sigue identificando como pueblo, y cada 28 de febrero conmemoramos el reconocimiento de nuestra capacidad de autogobierno, así como también nuestra personalidad nacional como bien queda reconocida en el artículo 1º de nuestro Estatuto de Autonomía al entenderla como “expresión de su identidad histórica y en el ejercicio del derecho al autogobierno que la Constitución Española reconoce a toda nacionalidad, en el marco de la unidad de la nación española”. Es pues el 28 de febrero, por razones obvias, un día diferente, particular y que, desde entonces, refleja y aglutina todo lo que nos identifica como pueblo. 
      
     Reproducimos a continuación un enlace donde podréis escuchar la primera grabación que se hizo del himno de Andalucía, que se realizó en 1977 e interpretada por Carlos Cano.                                                                     http://www.youtube.com/watch?v=XxhiwvEsooM



Feliz día para todos los andaluces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario