lunes, 16 de enero de 2023

MIGUEL HERNÁNDEZ EN JAÉN (1936-39)

Considerado como uno de los grandes poetas de la literatura española, Miguel Hernández tuvo que vivir años convulsos de la historia de España, y fue Jaén lugar donde residió durante este tiempo. Por esa razón, desde el blog, reproducimos el artículo de Juan Antonio Muñoz Castillo que nos aproxima a la vida de este insigne personaje y a su estancia por tierras jienenses donde compuso sus obras más famosas.

MIGUEL HERNÁNDEZ, JAÉN Y LA GUERRA CIVIL (1936-1939)

No cabe duda que Miguel Hernández fue “el más genial epílogo” de todo el grupo poético conocido como Generación del 27. El más genial epílogo, pero también el más humilde, el más humano y el más terrenal de todos aquellos que integraron este grupo. Además, el que, con mayor intensidad vivió la Guerra Civil, parte de la cual vivió en nuestras tierras del sur de Jaén.

Miguel Hernández (Orihuela, 1910-Alicante,1942), con una producción que apenas si supera los 180 poemas, es, sin embargo, el más rotundo, humilde, humano y terrenal de todos los poetas de la Generación del 27. Sin lugar a dudas es un poeta, y un creador literario, que convierte a toda su obra en el testimonio imborrable de su compromiso con un partido político, el comunista, que fue el que buscó capitalizar y dirigir a todo el bando republicano, cuestión que no se materializó pese a los intereses de Moscú. Miguel Hernández fue el valedor, difusor y publicita de esa estrategia comunista formulada por los dirigentes de la República, colaborando con sus jefes militares y políticos, y siempre utilizando su excelente lenguaje lírico, comprometido y honesto a favor de la causa republicana.

Su centro de instrucción fue el Quinto Regimiento, embrión del Ejército Popular Republicano, y su primer campo de batalla el frente de Madrid ejerciendo de zapador, pero sus dirigentes, en especial el líder miliciano Enrique Lister, advirtieron que sería más útil con la pluma que con las armas. Así de ser simple miliciano en la primera brigada mandada por Valentín González “el Campesino”, pasó a convertirse en comisario de cultura y ser responsable del “Altavoz del Frente” en el IX Cuerpo del Ejército, que era quien resistía el avance de los sublevados en la parte norte de los frentes andaluces, en una franja que iba desde Cabeza de Buey en Badajoz hasta Alcalá la Real en Jaén, un frente muy estabilizado al que se incorpora en marzo de 1937, y donde se estaba actuando en continuas ofensivas en Lopera y Porcuna, así como el Santuario de la Virgen de la Cabeza de Andújar, que todavía resistía el envite republicano desde agosto de 1936.

Miguel Hernández llega a Jaén recién casado con Josefina Manresa, natural de Quesada a la que conoció en su Orihuela natal. Cumpliendo su misión de motivación de las tropas y de comunicador propagandista, acudió en bastantes ocasiones a las posiciones de primera línea de frente en el Santuario, donde sus proclamas animaban a los sitiadores y desmoralizaban a los sitiados, viviendo de forma directa el tristemente recordado bombardeo de la capital del Santo Reino que provocó la cifra de 159 muertes, ordenado por Queipo de Llano y que ha pasado a la historia por ser el primer bombardeo que sufrió la población civil en esta contienda.

Dentro de su misión propagandística debemos adjudicarle la creación del periódico “Frente Sur” para unificar la prensa prorepublicana en la zona de Jaén, y aunque tenía solo cuatro páginas sucedió al periódico “Democracia” de claro talante socialista. De todas formas, en Jaén, y aunque era un frente muy estable, una vez conseguido vencer el asedio del Santuario de la Virgen de la Cabeza el día 1 de mayo, no era una zona tranquila en el bando republicano pues las disputas entre comunistas y anarquistas estaban a la orden del día, representados por sus dos líderes Tomás Villén “Cencerro” y José Poblador “Pancho Villa”, hasta que se militarizan las milicias y es detenido el máximo responsable anarquista del frente del sur Francisco Maroto, dejando en frente en la zona de Jaén en manos de líderes comunistas, cuestión a la que influyó decisivamente las intervenciones de Miguel en Radio Jaén y sus artículos en “Frente Sur”.

Podemos adivinar que Jaén fue muy importante para Miguel Hernández, no sólo por su vinculación a través de su esposa, Josefina Manresa, sino porque, ante la enorme estabilidad del frente sur, es en Jaén donde alcanza la máxima inspiración y escribe la mayoría de sus principales poemarios como son “El hombre acecha” o “Viento del pueblo” del que destacamos la Elegía a Federico García Lorca o la composición, hoy himno de la provincia, “Aceituneros”; también aquí compuso “El herido” posiblemente inspirado en sus visitas al hospital de campaña de Valdepeñas de Jaén o su obra teatral “El labrador de más aire”.

Sólo abandonó Jaén, en un corto espacio de tiempo, para acudir al Congreso de Intelectuales de Valencia, siendo aquí donde los dirigentes comunistas pensaron en su valía como instrumento para acudir a otros lugares de contienda con la finalidad propagandista y motivadora de la tropa, por lo que pronto fue destinado a Castuera, en Badajoz, donde el bando republicano mantenía un frágil frente de combate que se vendrá abajo en la primavera de 1938, a pesar de poner en marcha en ese nuevo destino el periódico “Altavoz del frente” y colaboró en otra publicación llamada “Frente extremeño”, específico para aquel lugar de combate en Castuera, editado junto a sus amigos y colaboradores José Herrera y Pedro Garfías, siendo momentos de poca producción poética. Además, fue instrumento de difusión política de la República al ser llevado a Paris, Copenhague, Estocolmo, Leningrado, Moscú, Kiev y Jarkov asistiendo a diferentes eventos culturales y sociales. Se puede decir que su dedicación pasó a ser casi exclusiva de índole política, empezando un verdadero proceso de recesión poética. A su regreso fue destinado al frente de Teruel con la finalidad de seguir motivando en el combate a las tropas republicanas pero la derrota supuso una enorme frustración, incluso una degradación en su salud con una anemia cerebral y varios episodios de agotamiento físico que propiciarían, más tarde, su proceso de tuberculosis que le llevaría a la muerte. Llegó a ser evacuado del frente a un hospital militar en Benicássim donde coincidió con Antonio Buero Vallejo que ejercía como enfermero.

El último año de guerra de Miguel Hernández lo vivió en la zona de Levante, básicamente en el cuartel general del ejército republicano en Paterna, en Valencia, y la ciudad de Cox, en Alicante, que era donde se había trasladado su familia. Pero la suerte de la guerra estaba echada y en su parte final, una vez entregada Madrid, inició su huida, pero fue descubierto en la localidad de Moura, ya en Portugal, y entregado por el gobierno fascista portugués a las autoridades de frontera españolas y posteriormente encarcelado hasta su muerte. Es posible si hubiera permanecido en Jaén, sin llegar a su enorme compromiso con los dirigentes republicanos, su fin podría haber sido distinto.

 

Juan Antonio Muñoz-Castillo

(Adaptación art. Rev. Argentaria)

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