Hay decisiones que con el paso del tiempo se reconocen públicamente, se aprecian y se les da el merecido valor. Es este el caso que no ocupa y con el que queremos dar un reconocimiento a la idea de plantear un museo de escultura al aire libre que se llevó a cabo en Puente de Génave desde la primera década del presente siglo. Es frente al polifuncional edificio S. XXI de Puente de Génave donde se encuentra la escultura que pasaremos a describir. Se trata de la obra de José Fernández Ríos denominada "La Evolución Trabada" que, con su enorme esbeltez, preside una de las principales calles de la localidad como es el Paseo de La Vicaría.
Basta con asomarnos a cualquier
ciudad, grande o pequeña, de la mayor parte de este mundo para comprobar que el
hombre, a lo largo de la historia, ha decorado sus hábitats, calles o plazas
con numerosos monumentos, esculturas, fuentes y otros elementos ornamentales o
simbólicos que, desde los dólmenes de las antiguas culturas neolíticas hasta
las últimas manifestaciones de nuestros tiempos, han formado parte importante
en la configuración del urbanismo, por lo que hemos podido encontrar, buscando
la armonía y decoración de los espacios urbanos desde la época antigua,
esfinges en Egipto, esculturas mitológicas en Grecia, arcos triunfales en Roma,
fuentes en el Gótico y Barroco, estatuas de personajes en la actualidad y muy
modernamente, diferentes representaciones artísticas en cada rotonda.
Las distintas culturas a través del
tiempo han sacado el arte a la calle, cada una con una forma, particularidad y
estilo diferente, con obras de arte que además de su función estética nos
descubren otros aspectos como el pensamiento o la concepción del mundo en la
época en que se realizaron. Así pues, la Grecia Clásica expresaba su ideal de
belleza con el culto a la figura humana. Sus esculturas son auténticos estudios
de anatomía. El espíritu del impero de la antigua Roma se representaba con
arcos de triunfo y monumentos conmemorativos. El oscurantismo medieval es un
arte plenamente vinculado a la religión. En épocas posteriores se retomaron
ideas clásicas, mitológicas o conmemorativas. Es a mediados de este siglo XX cuando
se produce un cambio significativo en el arte urbano, al desvincularse éste de
los poderes a los que se había sometido anteriormente. Así, los monumentos de
los regímenes autoritarios de la primera mitad de siglo, dedicados a conmemorar
triunfos bélicos o revolucionarios o a homenajear de forma populista a líderes
o al actividades como el trabajo, la industria o el progreso, dan paso a un
tipo de esculturas públicas que, influenciadas por las nuevas vanguardias, se
alejan cada vez más de las directrices oficiales, tomando entidad propia como
obras de arte, siendo la expresión de su propia estética el objeto de su
creación.
La actuación escultórica de este
proyecto denominado “Evolución Trabada” se plantea desde la perspectiva de su
verticalidad. La concepción de una obra de grandes dimensiones, y además de
bajo coste de materialización que se resuelve en esta idea que logra, además
otro objetivo, como es el de sorprender a su espectador, ya no sólo por su
tamaño en altura, sino por la sensación que transmite, producto de una
transgresión de lo lógico inspirada en concepciones surrealistas o dadaístas,
como es el hecho de retorcer para que aparezca la línea curva algo que siempre
hemos visto rígido y con línea recta. En este caso, la torre de un tendido eléctrico
se configura con un nudo simple, rompiendo el concepto lógico al estilo de los
relojes blando pintados por el maestro Dalí.
Ablandando y retorciendo el hierro de
esta estructura metálica escapamos, en cierto modo, de la racionalidad del
mundo en que vivimos, dando un respiro a nuestra fantasía. Las torres
metálicas, bien de electricidad o de telecomunicaciones, han sido siempre un
signo de progreso a pesar del deterioro paisajístico, que a veces es evitable.
Allí donde llegan estas torres llevan toda clase de comodidades a los
habitantes del lugar. Es aquí donde podemos hacer otra lectura de la obra que
tratamos. El progreso siempre ha llegado con retraso a las zonas rurales, y en
especial a esta Sierra de Segura, donde el abandono político y la injusta
explotación de sus recursos en épocas anteriores, crearon unas circunstancias
socioeconómicas que hoy hacen difícil y retorcido el camino hacia la
prosperidad de nuestra comarca.
El retorcimiento de esta torre y las
dificultades técnicas para su construcción, funcionarían aquí como un símbolo
de madures serrana en la superación de trabas y logros de sus planteamientos y
objetivos, así como una demostración de la capacidad de reflexión y adaptación
de sus gentes a lo largo del tiempo.
J. F. Ríos
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