lunes, 12 de junio de 2017

CON LA SIERRA EN LAS VENAS.....JOSÉ ROMERO


En ocasiones, y casi de casualidad, pasan por la vida de los pueblos personas que, sin pretenderlo, dejan huella entre sus gentes. Sus iniciativas y sus dinámicas de vida marcan una trayectoria que al final del camino hacen que sean apreciados por todos y, desde la perspectiva que da el tiempo, sean considerados por aquellos que compartieron momentos y experiencias con ellos simplemente como buenas personas. Este es el caso de José Romero Rus, un vecino ocasional y deliberado de Puente de Génave, que eligió nuestro pueblo para disfrutar de sus años de merecido descanso, pero que no se conformó sólo con eso, sino que se implicó en las dinámicas sociales y culturales donde alcanzó cierto protagonismo. Colaborador asiduo en los primeros años de la revista Nuevo Puente, desarrollando un importante papel aportando con sus escritos experiencias, opiniones y recuerdos que calaron hondo entre sus lectores. Aquí reproducimos una entrevista que se le realizó en el Semanario Nuevo Puente el 4 de septiembre de 1998 en la que comparte con todos sus opiniones e inquietudes, y como no, también una de sus incontables historias serranas que tanto gustaba de relatar, la del Pequeño Paquito.

RETRATO A……. JOSÉ ROMERO RUS

José Romero Rus nació en La Puerta de Segura, en Camarillas un pequeño cortijo cercano a la Venta San José, para ser más concreto, un 26 de mayo de 1923. Su vida ha transcurrido casi siempre en el campo, realizando diversos trabajos y ocupaciones que de él se derivan. Ahora reside en Puente de Génave  y es pensionista, está casado y es un hombre conocido en el pueblo, colaborador y buen lector de nuestra revista y un hombre un tanto distinto que ha evolucionado y se ha adaptado al nuevo tiempo, como veremos a continuación en la siguiente entrevista.
José Romero Rus
-¿COMÉNTENOS ALGO DE SU INFANCIA?
Estuve yendo primero a una escuela de pago y después a la Escuela Nacional en La Puerta, que fue donde aprendí a leer, escribir y lo poco que sé de la mano de mi maestro que se llamaba Don Paco.
Antes de venir a Puente de Génave estuve en la Porrosa de pequeño, que era donde mi padre trabajaba de mulero. Cuando empecé a trabajar venía a Puente de Génave con el ganado y por eso pensé en comprarme una casa aquí, pues es un pueblo que siempre me ha gustado por su enorme tranquilidad.

-¿ANTES DE VIVIR EN PUENTE DE GÉNAVE DÓNDE RESIDÍA Y A QUÉ SE DEDICABA?
He recorrido muchos lugares, aldeas y cortijos de la Sierra de Segura. No puedo decir que no haya gente que me conozca, aunque si les dices José Romero puede que no, pero si les nombras a José Leona, la cosa ya cambia. Y sobre un lugar te diré que guardo un muy grato recuerdo de la aldea de las Tres Aguas en Segura de la Sierra.

-¿PORQUÉ ESCOGIÓ A PUENTE DE GÉNAVE COMO LUGAR PARA VIVIR?
La idea de tener una casa en este pueblo cuando me jubilara siempre rondó en mi cabeza. Es un pueblo bonito, con bastantes servicios, bien comunicado y sobre todo muy tranquilo. Y del pueblo, de la casa y de mi jubilación ahora estamos disfrutando.
Foto que ilustraba la entrevista en el Semanario Nuevo Puente
-¿YA QUE USTED LLEVA TANTO TIEMPO EN PUENTE DE GÉNAVE QUE OPINA DEL PROGRESO QUE ESTÁ TENIENDO EL PUEBLO?
El pueblo no deja de avanzar, sobre todo en construcciones. Con respecto a la población no he seguido mucho su avance pero pienso que no habrá sido mucho. Si es cierto que se ve alguna gente nueva, pero no mucha. En lo que más lo he notado ha sido en la celebración de las fiestas, pues ahora si son unas fiestas de verdad, ya que antes eran unas fiestas más pobres y peores.

-¿QUÉ OPINIÓN TIENE SOBRE NUESTRO PERIÓDICO YA QUE VD. ES UN GRAN LECTOR Y COLABORADOR NUESTRO?
A mi vuestra publicación me gusta de todas formas. Yo creo que está bastante bien y me gusta los cambios que vais introduciendo pues tiene más contenidos y caben más cuestiones.

-YA QUE NO TRABAJA POR SU EDAD, ¿QUÉ SUELE HACER PARA PASAR EL TIEMPO?
Lo primero es ir al corral con mi cabra, mi chota y mis gallinas. Allí me distraigo atendiéndolas y al menos no critico a nadie ni tampoco me critican a mí. También suelo andar mucho por cuestiones de salud, ya que soy diabético y es bueno andar.

-¿POR QUÉ NO ACUDE AL HOGAR DEL JUBILADO?
Principalmente por dos motivos. El primero que no me gustan los ruidos ni los humos de tabaco y allí hay mucha algarabía y sobre todo mucho humo, aunque tengo entendido que ya han prohibido fumar. Lo segundo, si alguien dice una mentira sufro si no la contesto, y si la contesto ya tengo enemigos, y prefiero no ir, y jugar a las cartas, al dominó o a otros juegos de mesa no me gusta y ni siquiera sé ni quiero aprender. No bebo alcohol, no fumo ni tomo café, si quiero ver a los amigos los veo en la calle, pues dime tú a qué voy a ir entonces.
José Romero en sus años de juventud
-YA QUE HA DICHO QUE SALE A PASEAR, ¿LO HACE SÓLO O EN COMPAÑÍA?
Casi siempre voy solo, pero hay ocasiones que vienen mis amigos Felix Higueras González y Adriano “El Moreno”.

-¿DE QUÉ TEMAS SUELEN HABLAR?
Solemos contar chistes, y de cómo va la vida. También de recuerdos que ya vamos para viejos.

-¿DE QUÉ CARACTERÍSTICA HUMANA SE SIENTE VD. MÁS ORGULLOSO?
Sin lugar a dudas de la lealtad y la amistad.

-ME HA COMENTADO QUE NO PRUEBA EL ALCOHOL NI FUMA, COSA NO MUY NORMAL ENTRE UN HOMBRE DE LOS DE ANTES, ¿HAY ALGUNA RAZÓN EN ESPECIAL?
La verdad es que sí, antes le he dicho que la lealtad es algo que destaco de la persona, y sobre todo hay que ser leal a uno mismo. Un día, a raíz de una enfermedad de mi hijo José hice una promesa y mientras viva seré fiel a lo que prometí.

-¿QUÉ AFICIÓN TIENE DESDE SIEMPRE?
A mí siempre me ha gustado mucho el flamenco, y alguna que otra cancioncilla se me ha escapado, e incluso alguien ha llegado a insinuar que no lo hago mal del todo; pero lo que siempre me ha gustado es el campo, ver cómo cambia de color y observar lo bonita que es la naturaleza. También, y dentro de mis posibilidades, escribir alguna que otra historia o poesía.

-¿HAY ALGÚN LUGAR DEL PUEBLO QUE LE GUSTE EN ESPECIAL?
En el pueblo hay muchos lugares preciosos pero a mí me gusta especialmente el paseo de la Vicaría, es un lugar amplio y con jardines y ahora ya casi sin tráfico.

-A VD. LE HABRÁN OCURRIDO MUCHAS COSAS EN SU LARGA VIDA, ¿HAY ALGUNA HISTORIA O RECUERDO EN ESPECIAL QUE LE GUSTARÍA CONTARNOS? 
Pues la verdad es que sí. Como bien sabe el que me conoce, a la más mínima oportunidad, suelo contar historias, anécdotas, chistes o incluso alguna que otra poesía o romance, es algo que me gusta; y como os he dicho antes me gusta escribirlas para entretenerme y para ayudarle a la memoria a mantener los recuerdos que a lo largo de mi vida me han ocurrido y por supuesto que os voy a contar una……aquí la tenéis.
José Romero con su esposa, hijos y familiares en la aldea serrana de Las Tres Aguas

EL PEQUEÑO PAQUITO.

Aquel día debería haber sido uno más, otro día de frío invierno en el que, con la primera claridad de la mañana en el horizonte, me disponía a salir al campo con mi, no muy numeroso, ganado de ovejas. De hecho nada hacía pensar que aquel día trece de febrero iba a ser uno de esos días que uno guarda en su memoria. La mañana fue tranquila, los pastos no eran demasiado abundantes, pero no había otro remedio, la ganadería tiene esas cosas y cada día la búsqueda de pastos era la principal tarea. Ese día tenía previsto acercarme al Cortijo de Lique, en el término de Segura de la Sierra, y después del reposo de la comida, algo hizo que ese día fuera diferente. Cuando ya enfilaba las tareas de reunir el ganado para iniciar la lenta vuelta a mi aldea, estando cercano a la vía pecuaria que conocemos como Camino Real, apareció ante mí una pequeña criatura de poco más de tres años. No puedo ocultar mi enorme sorpresa, ya que si era raro encontrarme con alguien, más lo era con un niño tan pequeño. Evidentemente estaba perdido pues nadie respondía a sus llantos ni a mis gritos posteriores de llamada de atención.

Después me enteré que jugando con sus hermanos se apartó de ellos y desorientado siguió camino opuesto, cosa que había ocurrido a media mañana. El pequeño siguió el camino del Trinitario para, después de recorrer un buen trecho, llegar muy cerca del Cortijo de Lique, cuando ya el día empezaba a dejarse vencer por la penumbra del atardecer. Al parecer el niño había escuchado un ruido que vino a provocar que la curiosidad ejerciera ese poder de atracción innato en todo niño, provocando su desorientación y su pérdida ante la angustia de sus hermanos que raudo corrieron a pedir ayuda a sus familiares.
En búsqueda de pastos en la sierra
Ciertamente mi solitario trabajo de pastor no me ofrecía oportunidad para pensar que pudiera escuchar ninguna voz humana por aquellos parajes pero me pareció, cuando el sol ya anunciaba el final de la tarde, oír una lejana voz que, en un principio, no identifiqué como tal atribuyendo ese extraño ruido a alguna alimaña que estaría merodeando por los alrededores de mi ganado. Su lejanía hacía difícil que pudiera asociar aquellos sonidos a un ser humano, pero si era de extrañar que los perros que me acompañaban no ladraran para espantar a cualquier animalillo que osara acercarse a nosotros. Hasta las mismas ovejas presintieron la cercanía de aquella voz,  que conforme se acercaba aumentaba de intensidad al tiempo que se adivinaba su candidez y fragilidad.

Instintivamente me incorporé y, con paso apresurado, avancé con decisión hacia el lugar por donde creía escucharla y conforme me acercaba se hacía más perceptible entendiendo ya que, entre sollozos, estaba llamando a su mamá. Cuando pude verlo intenté tranquilizarlo y le dije que se acercara pues yo sería quien le acercaría a donde se encontraba su mamá. Pero la primera respuesta fue de clara desconfianza, incluso tímidamente inició unos pequeños pasos hacia atrás. Insistí en la tarea de tranquilizarlo e incluso le ofrecí algo de comer. Creo que su propia angustia y la necesidad de llevarse algo a la boca fueron las que propiciaron que no saliera huyendo cuando definitivamente me acerqué. Le ofrecí mi mano que él cogió con gran timidez mientras me decía con voz quebrada por los sollozos y el llanto, “quiero ir con mi mamá”. Mi primera intención fue la de situar su lugar de procedencia, pero su respuesta a mis preguntas sucesivas sobre si era de Orcera, de Segura, de Trujala… y no sé cuantos más lugares le nombré, siempre era la misma, “quiero ir con mi mamá”.
Jesús Romero en sus años infantiles.
Decidí buscar su calma para así poder obtener mayor claridad en sus respuestas, por lo que mis preguntas cambiaron pasando a interrogarle sobre su nombre, descubriendo que se llamaba Paquito, sobre sus hermanos o sobre si le gustaba las ovejas o los perros, pero cuando le preguntaba sobre algo referente a su procedencia, la respuesta siempre era encogerse de hombros y un pausado silencio. La verdad es que el que se estaba poniendo nervioso ahora era yo.

En esto se acercó mi hijo Jesús con las mulas que llevaban una buena carga de leña,  había quedado en aquel lugar con él para regresar juntos al cortijo, y no pude disimular que me alegró su presencia que no esperaba hasta un poco más tarde. Era una oportunidad para que él pudiera sacar algo más en claro sobre aquella situación sobrevenida que me estaba creando cierta intranquilidad. Con la presencia de mi hijo Jesús todo se fue calmando. No pudo disimular la extrañeza por la presencia de aquel pequeño que tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar. La pregunta era lógica: “¿donde se ha encontrado Vd. a este niño?”, y mi respuesta no se hizo esperar: “vino por el jorro que hay enfrente del camino del Collado”. La reflexión también fue la lógica pues mi hijo apuntó rápidamente que sería por allí por donde lo estarían buscando. Inmediatamente cogí al niño por la mano y, al tiempo que indiqué a mi hijo que se quedara con el rebaño, con un paso algo ligero, me dirigí con presteza hacia el lugar por el cual presuponía había venido y ciertamente, después de haber recorrido un buen trecho, no tardé mucho tiempo en escuchar en la lejanía algunas voces que, a medida me iba acercando se hacían más intensas y entendibles, repetían con insistencia el nombre del niño. Pronto fui yo el que comencé a dar también voces para intentar tranquilizarlos, “está aquí, está aquí”. La presencia, a paso acelerado, de un muchacho y un poco más atrás de un hombre algo más mayor, que con caras desencajadas y gran sofoco, no pudieron disimular su alivio al ver que el pequeño Paquito se encontraba junto a mí. “No sufran, tranquilos, el niño está bien”.
José Romero y su esposa
La sonrisa se dibujó en sus caras y pronto se identificaron como familiares. Concretamente el señor mayor me dijo que era su tío al tiempo que el niño se abrazó con fuerza a sus piernas. “Está nervioso y asustado, pero lo importante es que está bien” les dije, mientras recibía numerosas muestras de agradecimiento. Les pregunté de donde eran por si conocía a la familia, y mientras me daba las gracias me dijo que de Orcera de la familia de Viloria. Ciertamente conocía a la familia por lo que apunté que sería de Cándido, pues Viloria era soltero. “Bien pues dele recuerdos de José Romero”, a lo que contestaron que no sólo le darían recuerdos sino que les dirían que le había salvado la vida al niño, que perdido y con el frío de la noche ya cercana hubiera tenido pocas posibilidades de resistir perdido en medio de la sierra.

         La verdad es que jamás he vuelto a saber nada de aquel niño, que seguro hoy será un hombre, tampoco si recuerda aquel episodio de su vida o si alguien, en algún momento, se lo ha contado, tampoco si tiene presente que hubo un día donde su vida corrió verdadero peligro pues las temperaturas nocturnas en invierno por aquellos parajes son bastante severas y que la suerte o, quien sabe, su Ángel de la Guardia le llevó hasta mi, y que fui yo quien lo encontró, rodeado de sus ovejas, un ganadero y que si quiere saber su nombre, pues se llamó José Romero.

3 comentarios:

  1. QUE PERSONAS MAS SANAS HABÍA EN AQUELLOS TIEMPOS AHORA TODO ESTA MATERIALIZADO. ENHORABUENA JOSE.-UN ABRAZO.

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  2. Un relato especial y sobre todo Jesús no puedes negar quien eres desde pequeño as tenido la misma cara y me a encantado leer la entrevista a tu padre dicen que bendita la rama que al tronco sales sois dos hermanos ececcionales. 👏👏👏👏👏👏este aplauso para tu padre y tu madre que en gloria estan

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    1. Soy Paquita no tengo por qué esconderme

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