En ocasiones, y casi de casualidad, pasan por la vida de los pueblos personas que, sin pretenderlo, dejan huella entre sus gentes. Sus iniciativas y sus dinámicas de vida marcan una trayectoria que al final del camino hacen que sean apreciados por todos y, desde la perspectiva que da el tiempo, sean considerados por aquellos que compartieron momentos y experiencias con ellos simplemente como buenas personas. Este es el caso de José Romero Rus, un vecino ocasional y deliberado de Puente de Génave, que eligió nuestro pueblo para disfrutar de sus años de merecido descanso, pero que no se conformó sólo con eso, sino que se implicó en las dinámicas sociales y culturales donde alcanzó cierto protagonismo. Colaborador asiduo en los primeros años de la revista Nuevo Puente, desarrollando un importante papel aportando con sus escritos experiencias, opiniones y recuerdos que calaron hondo entre sus lectores. Aquí reproducimos una entrevista que se le realizó en el Semanario Nuevo Puente el 4 de septiembre de 1998 en la que comparte con todos sus opiniones e inquietudes, y como no, también una de sus incontables historias serranas que tanto gustaba de relatar, la del Pequeño Paquito.
RETRATO A……. JOSÉ ROMERO RUS
José Romero Rus nació en La
Puerta de Segura, en Camarillas un pequeño cortijo cercano a la Venta San José,
para ser más concreto, un 26 de mayo de 1923. Su vida ha transcurrido casi
siempre en el campo, realizando diversos trabajos y ocupaciones que de él se
derivan. Ahora reside en Puente de Génave
y es pensionista, está casado y es un hombre conocido en el pueblo,
colaborador y buen lector de nuestra revista y un hombre un tanto distinto que
ha evolucionado y se ha adaptado al nuevo tiempo, como veremos a continuación
en la siguiente entrevista.
![]() |
José Romero Rus |
-¿COMÉNTENOS ALGO DE SU INFANCIA?
Estuve yendo primero a una escuela
de pago y después a la Escuela Nacional en La Puerta, que fue donde aprendí a
leer, escribir y lo poco que sé de la mano de mi maestro que se llamaba Don
Paco.
Antes de venir a Puente de Génave
estuve en la Porrosa de pequeño, que era donde mi padre trabajaba de mulero.
Cuando empecé a trabajar venía a Puente de Génave con el ganado y por eso pensé
en comprarme una casa aquí, pues es un pueblo que siempre me ha gustado por su
enorme tranquilidad.
-¿ANTES DE VIVIR EN PUENTE DE GÉNAVE DÓNDE RESIDÍA Y A QUÉ SE DEDICABA?
He recorrido muchos lugares, aldeas y cortijos de la Sierra de Segura. No puedo decir que no haya gente que me conozca, aunque si les dices José Romero puede que no, pero si les nombras a José Leona, la cosa ya cambia. Y sobre un lugar te diré que guardo un muy grato recuerdo de la aldea de las Tres Aguas en Segura de la Sierra.
-¿ANTES DE VIVIR EN PUENTE DE GÉNAVE DÓNDE RESIDÍA Y A QUÉ SE DEDICABA?
He recorrido muchos lugares, aldeas y cortijos de la Sierra de Segura. No puedo decir que no haya gente que me conozca, aunque si les dices José Romero puede que no, pero si les nombras a José Leona, la cosa ya cambia. Y sobre un lugar te diré que guardo un muy grato recuerdo de la aldea de las Tres Aguas en Segura de la Sierra.
-¿PORQUÉ ESCOGIÓ A PUENTE DE
GÉNAVE COMO LUGAR PARA VIVIR?
La idea de tener una casa en este
pueblo cuando me jubilara siempre rondó en mi cabeza. Es un pueblo bonito, con
bastantes servicios, bien comunicado y sobre todo muy tranquilo. Y del pueblo,
de la casa y de mi jubilación ahora estamos disfrutando.
![]() |
Foto que ilustraba la entrevista en el Semanario Nuevo Puente |
-¿YA QUE USTED LLEVA TANTO TIEMPO
EN PUENTE DE GÉNAVE QUE OPINA DEL PROGRESO QUE ESTÁ TENIENDO EL PUEBLO?
El pueblo no deja de avanzar,
sobre todo en construcciones. Con respecto a la población no he seguido mucho
su avance pero pienso que no habrá sido mucho. Si es cierto que se ve alguna
gente nueva, pero no mucha. En lo que más lo he notado ha sido en la
celebración de las fiestas, pues ahora si son unas fiestas de verdad, ya que
antes eran unas fiestas más pobres y peores.
-¿QUÉ OPINIÓN TIENE SOBRE NUESTRO
PERIÓDICO YA QUE VD. ES UN GRAN LECTOR Y COLABORADOR NUESTRO?
A mi vuestra publicación me gusta
de todas formas. Yo creo que está bastante bien y me gusta los cambios que vais
introduciendo pues tiene más contenidos y caben más cuestiones.
-YA QUE NO TRABAJA POR SU EDAD,
¿QUÉ SUELE HACER PARA PASAR EL TIEMPO?
Lo primero es ir al corral con mi
cabra, mi chota y mis gallinas. Allí me distraigo atendiéndolas y al menos no
critico a nadie ni tampoco me critican a mí. También suelo andar mucho por
cuestiones de salud, ya que soy diabético y es bueno andar.
-¿POR QUÉ NO ACUDE AL HOGAR DEL
JUBILADO?
Principalmente por dos motivos.
El primero que no me gustan los ruidos ni los humos de tabaco y allí hay mucha
algarabía y sobre todo mucho humo, aunque tengo entendido que ya han prohibido
fumar. Lo segundo, si alguien dice una mentira sufro si no la contesto, y si la
contesto ya tengo enemigos, y prefiero no ir, y jugar a las cartas, al dominó o
a otros juegos de mesa no me gusta y ni siquiera sé ni quiero aprender. No bebo
alcohol, no fumo ni tomo café, si quiero ver a los amigos los veo en la calle,
pues dime tú a qué voy a ir entonces.
![]() |
José Romero en sus años de juventud |
-YA QUE HA DICHO QUE SALE A
PASEAR, ¿LO HACE SÓLO O EN COMPAÑÍA?
Casi siempre voy solo, pero hay
ocasiones que vienen mis amigos Felix Higueras González y Adriano “El Moreno”.
-¿DE QUÉ TEMAS SUELEN HABLAR?
Solemos contar chistes, y de cómo
va la vida. También de recuerdos que ya vamos para viejos.
-¿DE QUÉ CARACTERÍSTICA HUMANA SE SIENTE VD. MÁS ORGULLOSO?
Sin lugar a dudas de la lealtad y la amistad.
-ME HA COMENTADO QUE NO PRUEBA EL ALCOHOL NI FUMA, COSA NO MUY NORMAL ENTRE UN HOMBRE DE LOS DE ANTES, ¿HAY ALGUNA RAZÓN EN ESPECIAL?
La verdad es que sí, antes le he dicho que la lealtad es algo que destaco de la persona, y sobre todo hay que ser leal a uno mismo. Un día, a raíz de una enfermedad de mi hijo José hice una promesa y mientras viva seré fiel a lo que prometí.
-¿QUÉ AFICIÓN TIENE DESDE
SIEMPRE?
A mí siempre me ha gustado mucho
el flamenco, y alguna que otra cancioncilla se me ha escapado, e incluso alguien ha llegado a insinuar que no lo hago mal del todo; pero lo que
siempre me ha gustado es el campo, ver cómo cambia de color y observar lo
bonita que es la naturaleza. También, y dentro de mis posibilidades, escribir
alguna que otra historia o poesía.
-¿HAY ALGÚN LUGAR DEL PUEBLO QUE
LE GUSTE EN ESPECIAL?
En el pueblo hay muchos lugares
preciosos pero a mí me gusta especialmente el paseo de la Vicaría, es un lugar
amplio y con jardines y ahora ya casi sin tráfico.
-A VD. LE HABRÁN OCURRIDO MUCHAS
COSAS EN SU LARGA VIDA, ¿HAY ALGUNA HISTORIA O RECUERDO EN ESPECIAL QUE LE
GUSTARÍA CONTARNOS?
Pues la verdad es que sí. Como bien sabe el que me conoce, a la más mínima oportunidad, suelo contar historias, anécdotas, chistes o incluso alguna que otra poesía o romance, es algo que me gusta; y como os he
dicho antes me gusta escribirlas para entretenerme y para ayudarle a la memoria a mantener los recuerdos que a lo largo de mi vida me
han ocurrido y por supuesto que os voy a contar una……aquí la tenéis.
![]() |
José Romero con su esposa, hijos y familiares en la aldea serrana de Las Tres Aguas |
EL PEQUEÑO PAQUITO.
Aquel día
debería haber sido uno más, otro día de frío invierno en el que, con la primera
claridad de la mañana en el horizonte, me disponía a salir al campo con mi, no
muy numeroso, ganado de ovejas. De hecho nada hacía pensar que aquel día trece
de febrero iba a ser uno de esos días que uno guarda en su memoria. La mañana
fue tranquila, los pastos no eran demasiado abundantes, pero no había otro
remedio, la ganadería tiene esas cosas y cada día la búsqueda de pastos era la
principal tarea. Ese día tenía previsto acercarme al Cortijo de Lique, en el
término de Segura de la Sierra, y después del reposo de la comida, algo hizo
que ese día fuera diferente. Cuando ya enfilaba las tareas de reunir el ganado
para iniciar la lenta vuelta a mi aldea, estando cercano a la vía pecuaria que
conocemos como Camino Real, apareció ante mí una pequeña criatura de poco más
de tres años. No puedo ocultar mi enorme sorpresa, ya que si era raro
encontrarme con alguien, más lo era con un niño tan pequeño. Evidentemente
estaba perdido pues nadie respondía a sus llantos ni a mis gritos posteriores
de llamada de atención.
Después me
enteré que jugando con sus hermanos se apartó de ellos y desorientado siguió
camino opuesto, cosa que había ocurrido a media mañana. El pequeño siguió el
camino del Trinitario para, después de recorrer un buen trecho, llegar muy
cerca del Cortijo de Lique, cuando ya el día empezaba a dejarse vencer por la
penumbra del atardecer. Al parecer el niño había escuchado un ruido que vino a
provocar que la curiosidad ejerciera ese poder de atracción innato en todo
niño, provocando su desorientación y su pérdida ante la angustia de sus
hermanos que raudo corrieron a pedir ayuda a sus familiares.
![]() |
En búsqueda de pastos en la sierra |
Ciertamente mi
solitario trabajo de pastor no me ofrecía oportunidad para pensar que pudiera
escuchar ninguna voz humana por aquellos parajes pero me pareció, cuando el sol
ya anunciaba el final de la tarde, oír una lejana voz que, en un principio, no
identifiqué como tal atribuyendo ese extraño ruido a alguna alimaña que estaría
merodeando por los alrededores de mi ganado. Su lejanía hacía difícil que
pudiera asociar aquellos sonidos a un ser humano, pero si era de extrañar que
los perros que me acompañaban no ladraran para espantar a cualquier animalillo
que osara acercarse a nosotros. Hasta las mismas ovejas presintieron la
cercanía de aquella voz, que conforme se
acercaba aumentaba de intensidad al tiempo que se adivinaba su candidez y
fragilidad.
Instintivamente
me incorporé y, con paso apresurado, avancé con decisión hacia el lugar por
donde creía escucharla y conforme me acercaba se hacía más perceptible
entendiendo ya que, entre sollozos, estaba llamando a su mamá. Cuando pude
verlo intenté tranquilizarlo y le dije que se acercara pues yo sería quien le
acercaría a donde se encontraba su mamá. Pero la primera respuesta fue de clara
desconfianza, incluso tímidamente inició unos pequeños pasos hacia atrás.
Insistí en la tarea de tranquilizarlo e incluso le ofrecí algo de comer. Creo
que su propia angustia y la necesidad de llevarse algo a la boca fueron las que
propiciaron que no saliera huyendo cuando definitivamente me acerqué. Le ofrecí
mi mano que él cogió con gran timidez mientras me decía con voz quebrada por
los sollozos y el llanto, “quiero ir con mi mamá”. Mi primera intención fue la
de situar su lugar de procedencia, pero su respuesta a mis preguntas sucesivas
sobre si era de Orcera, de Segura, de Trujala… y no sé cuantos más lugares le
nombré, siempre era la misma, “quiero ir con mi mamá”.
![]() |
Jesús Romero en sus años infantiles. |
Decidí buscar
su calma para así poder obtener mayor claridad en sus respuestas, por lo que
mis preguntas cambiaron pasando a interrogarle sobre su nombre, descubriendo
que se llamaba Paquito, sobre sus hermanos o sobre si le gustaba las ovejas o
los perros, pero cuando le preguntaba sobre algo referente a su procedencia, la
respuesta siempre era encogerse de hombros y un pausado silencio. La verdad es
que el que se estaba poniendo nervioso ahora era yo.
En esto se
acercó mi hijo Jesús con las mulas que llevaban una buena carga de leña, había quedado en aquel lugar con él para
regresar juntos al cortijo, y no pude disimular que me alegró su presencia que
no esperaba hasta un poco más tarde. Era una oportunidad para que él pudiera
sacar algo más en claro sobre aquella situación sobrevenida que me estaba
creando cierta intranquilidad. Con la presencia de mi hijo Jesús todo se fue
calmando. No pudo disimular la extrañeza por la presencia de aquel pequeño que
tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar. La pregunta era lógica: “¿donde se
ha encontrado Vd. a este niño?”, y mi respuesta no se hizo esperar: “vino por
el jorro que hay enfrente del camino del Collado”. La reflexión también fue la
lógica pues mi hijo apuntó rápidamente que sería por allí por donde lo estarían
buscando. Inmediatamente cogí al niño por la mano y, al tiempo que indiqué a mi
hijo que se quedara con el rebaño, con un paso algo ligero, me dirigí con
presteza hacia el lugar por el cual presuponía había venido y ciertamente,
después de haber recorrido un buen trecho, no tardé mucho tiempo en escuchar en
la lejanía algunas voces que, a medida me iba acercando se hacían más intensas
y entendibles, repetían con insistencia el nombre del niño. Pronto fui yo el
que comencé a dar también voces para intentar tranquilizarlos, “está aquí, está
aquí”. La presencia, a paso acelerado, de un muchacho y un poco más atrás de un
hombre algo más mayor, que con caras desencajadas y gran sofoco, no pudieron
disimular su alivio al ver que el pequeño Paquito se encontraba junto a mí. “No
sufran, tranquilos, el niño está bien”.
![]() |
José Romero y su esposa |
La sonrisa se
dibujó en sus caras y pronto se identificaron como familiares. Concretamente el
señor mayor me dijo que era su tío al tiempo que el niño se abrazó con fuerza a
sus piernas. “Está nervioso y asustado, pero lo importante es que está bien”
les dije, mientras recibía numerosas muestras de agradecimiento. Les pregunté
de donde eran por si conocía a la familia, y mientras me daba las gracias me
dijo que de Orcera de la familia de Viloria. Ciertamente conocía a la familia
por lo que apunté que sería de Cándido, pues Viloria era soltero. “Bien pues
dele recuerdos de José Romero”, a lo que contestaron que no sólo le darían
recuerdos sino que les dirían que le había salvado la vida al niño, que perdido
y con el frío de la noche ya cercana hubiera tenido pocas posibilidades de
resistir perdido en medio de la sierra.
La verdad es que jamás he vuelto a saber nada de aquel
niño, que seguro hoy será un hombre, tampoco si recuerda aquel episodio de su
vida o si alguien, en algún momento, se lo ha contado, tampoco si tiene
presente que hubo un día donde su vida corrió verdadero peligro pues las
temperaturas nocturnas en invierno por aquellos parajes son bastante severas y
que la suerte o, quien sabe, su Ángel de la Guardia le llevó hasta mi, y que fui
yo quien lo encontró, rodeado de sus ovejas, un ganadero y que si quiere saber
su nombre, pues se llamó José Romero.
QUE PERSONAS MAS SANAS HABÍA EN AQUELLOS TIEMPOS AHORA TODO ESTA MATERIALIZADO. ENHORABUENA JOSE.-UN ABRAZO.
ResponderEliminarUn relato especial y sobre todo Jesús no puedes negar quien eres desde pequeño as tenido la misma cara y me a encantado leer la entrevista a tu padre dicen que bendita la rama que al tronco sales sois dos hermanos ececcionales. 👏👏👏👏👏👏este aplauso para tu padre y tu madre que en gloria estan
ResponderEliminarSoy Paquita no tengo por qué esconderme
Eliminar