lunes, 11 de enero de 2016

EL FOLKLORE SERRANO EN PUENTE DE GÉNAVE

NUESTRO FOLKLORE, FUENTE DE TRADICIÓN.
(jt)

El baile y el cante tradicional a lo largo del tiempo, y hoy en día también, suponen uno de los hilos conductores más poderosos para las relaciones humanas. Se detectan además en estas manifestaciones artísticas tradicionales una serie de valores universales que se pueden rastrear en todas las culturas y en todos los pueblos.
Son por tanto los hechos cotidianos como cosechas, matanzas, carnavales, actos religiosos, etc… los que marcan la manifestación tradicional folklórica, aunque las temáticas no siempre tienen vinculación con estos acontecimientos derivándose hacia temas de vinculación personal, amorosos, de relación familiar o social, dándole en la mayoría de ocasiones una visión pícara o socarrona.

Pero lo que nos interesa aquí es el carácter social del fenómeno. El baile y el cante son aptos para reunir a una gran mayoría de la comunidad. En todas la latitudes, los hombres y mujeres, han podido gracias a este fenómeno, encontrarse y compartir una actividad, donde su personalidad podía expresarse en su plenitud. Nuestro pueblo no podía quedarse al margen y su breve historia siempre ha tenido presente esta actividad y en diferentes momentos grupos folklóricos, de baile o rondalla, han mantenido viva la tradición. Hay que destacar que a finales de los 50 y principios de los 60, la Sección Femenina coordinó un grupo de folklore que dejó el listón muy alto. Algunos de sus miembros mostraron alto interés y transmitieron a las  nuevas generaciones los pasos de la Jota del Puente, buque insignia del folklore local, junto a un variado repertorio serrano, como los Cristos del Arroyo y Beas, la Jota de Génave, el Fandango de Chirichipe de La Puerta o las Gandulas de Siles.

Es, por lo tanto, evidente que esa tradición folklórica fue fundamental para la fundación grupo folklórico Fuente Vieja en Puente de Génave, porque este folklore, el serrano, es el alma de nuestros pueblos en la comarca de la Sierra de Segura. Nuestra comunidad se expresa de diferente manera a otras: canta, baila, se viste, habla, crece y piensa de acuerdo a su tradición y a sus vivencias, muy peculiares por la situación geográfica entre tierras de Andalucía, La Mancha y el Reino de Murcia.

Un elemento fundamental de nuestro folklore son los trajes, que mantienen seria influencia de las zonas vecinas manchegas y murcianas pues hay que recordar la vinculación histórica que las tierras de la Sierra de Segura han mantenido a nivel geográfico y humano con estas tierras. La vestimenta suele ser confeccionada por los propios componentes de cada grupo folklórico, mimando cada prenda y convirtiéndola en reflejo del gusto personal individual, eso sí, siguiendo los cánones de la tradición serrana. En la antigüedad existían dos tipos de vestimentas, el de las labores diarias y, el elegido para los días festivos y celebraciones. Se tiene constancia de la utilización de esta tipología de traje serrano desde el S. XVI, siendo en Arroyo del Ojanco donde se guarda el más antiguo conservado, datado en el S. XVIII.

La tipología del traje masculino está formada por camisola ancha blanca con jaretas y de manga larga o chambra de pañete, chaleco negro de pana lisa o en brocado con espalda de tela de raso negra y botones colgantes, que en invierno se cubría con chaqueta de terciopelo o blusón gris ligeramente por debajo de la cadera; en ocasiones se podía acompañar de capa de lana de oveja segureña de amplio vuelo larga hasta los tobillos. También es tradicional la faja azul, roja o negra dejando caer el extremo hacia la izquierda, pantalón o calzón de pana o terciopelo negro corto y ajustado hasta la rodilla, con botones plateados en la parte inferior lateral, con las antiparas o polainas que son zahones de piel que cubrían las piernas desde la rodilla hasta el pie, con decoración en la zona del tobillo colocadas sobre calcetines calados de lana gruesa hasta la rodilla, siendo el calzado las alpargatas con suelo de cáñamo y esparto con caras de tela blanca y cintas negras o zapatos negros para días festivos. No contaba con ningún adorno metálico en todo el traje, exceptuando los botones, quedando como único complemento un pequeño sombrero de tipo calanés o en ocasiones de ala más ancha.

El traje de la mujer es mucho más complejo y vistoso utilizando colores vivos como rojos, amarillos, morados, verdes o azules, especialmente en los bordados y decoraciones siendo esta una clara herencia decorativa árabe. Se solía vestir camisa de manga larga blanca, justillo sin cuello acabado en pico con tres pinzas o tachones y tres morcillas donde luego sujetar las sayas y refajos, y sobre la camisa el corpiño ya que la camisa era considerada como prenda de interior. Los refajos eran de color diverso y de gran vuelo formados por pliegos de tela llamados “piernas”, hechos de lana con una franja de pana lisa siendo la orilla rematada con ribete de cordoncillo serrano de lana de colores, pues los ribetes y franjas de terciopelo eran para trajes festivos, con abundante decoración en bordado floral principalmente, y picados en pañete o fieltro que era cosido sobre la tela; aunque en ocasiones se confeccionaba a rallas llamadas “ruedas” siendo esta una textura más uniforme. Por otra parte las enaguas o sayas serían de tela fina o sayote, dependiendo el tipo de uso del traje y se colocaban debajo del refajo y sobre los pololos. Las medias eran de lana o de algodón negro o también de listas de colores vivos hasta debajo de la rodilla, siendo el calzado las típicas alpargatas blancas con cintas negras o zapatos negros para días festivos. El mandil era una pieza imprescindible, de color negro para las mayores con tres lorzas amplias y decorado con encajes, siendo de color para las jovenzuelas. La mantilla era de forma rectangular y en ocasiones servía para cubrir la cabeza en celebraciones religiosas, mientras que el mantón, cuadrado y con flecos, se doblaba en pico y se ponía cruzado sobre el pecho, parte del cuerpo que había que proteger de las indiscreciones. Otra pieza fundamental era la faltriquera que se llevaba normalmente debajo del refajo, del mismo paño que este, y donde se guardaba el moquero, el dedal o la bellota de guardar agujas. Se solían llevar alhajas como pendientes, horquillas, peinetas, imperdibles, broches, etc… de latón o incluso oro dependiendo de la economía personal. El peinado siempre sería recogido en un moño bajo y como mucho se llevaba alguna decoración floral. Como curiosidad no se solían llevar bragas, prenda ésta mucho más moderna y actual, siendo sustituidas por los típicos pololos de color blanco siempre.

Sin duda la jota serrana es el núcleo central de las danzas populares. En ella se sitúan en círculo hombres y mujeres, iniciando unos movimientos circulares después del peculiar saludo serrano al son de diferentes coplas o estribillos acompañados de guitarras, laúdes, bandurrias, castañuelas o platillos; en los que se va cambiando de pareja alternando movimientos más ágiles con pasos reposados, que darán paso a la siguiente copla, manteniendo los brazos en alto, más en hombres que en mujeres, mientras los pies se chocan buscando el talón de uno el empeine del otro.

Era típico que, de forma casi espontánea e improvisada, estos bailes estuvieran presentes en celebraciones de ámbito popular como las luminarias de San Antón, Santa Lucía o la Candelaria; también para las Cruces de Mayo; Navidad, Semana Santa o la celebración de la fiesta patronal de cada municipio, en nuestro caso acompañando a San Isidro Labrador. No obstante, y con finalidad de mantener vivo este rico patrimonio, en la actualidad se celebran festivales y concentraciones de grupos folklóricos dentro del ámbito comarcal y provincial que se programan como jornadas de convivencia y que no tienen una motivación festiva específica.


Puente de Génave no podía quedar al margen actualmente de esta tradición serrana y fruto de ello fue que un grupo de entusiastas, puenteños y puenteñas, iniciaran este trabajo de recuperación cultural. El nombre elegido para el grupo fue el de Fuente Vieja, haciendo referencia a ese espacio del pueblo que forma parte de nuestra historia. Muchos han sido los ensayos y las horas dedicadas para hilvanar el presente y el futuro de un grupo que empezó a desarrollar su actividad con fuerza a partir del año 2008, con fines claramente socioculturales, partiendo de una voluntad altruista dónde la actitud social participativa y la recuperación del folklore serrano van de la mano y a los que dedicamos reconocimiento y homenaje desde esta ventana abierta a todos.

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