Son muchas las ocasiones en las que miramos el
pasado con nostalgia, en las que los recuerdos vuelven a nuestro presente
épocas pasadas. Son estos momentos los que sirven para percatarnos de lo
complicada y difícil que resultaba la vida cotidiana para nuestros mayores,
vida alejada de comodidades donde el esfuerzo y el sacrificio apenas tenía
valor pues era inconcebible poder desarrollar cualquier actividad sin esos
componentes.
Solemos decir que, en aquella época, las personas estaban
“hechas de otra pasta” sin percibir que su adaptación a las posibilidades que
ofrecía el entorno era la única posibilidad de subsistencia. Ese es el espíritu
que ha impulsado a Manolo Villar a escribir este relato en el que se nos
describe una de las diversas tareas que la rutina imponía, la de hornear el pan recién
amasado. Es evidente que puede perfectamente servir este escrito para rendir un
modesto homenaje, personificado en su madre Paca y su amiga Pepa, a aquellas
mujeres que, como verdaderas heroínas, mantenían su actividad de ayuda en los
trabajos agrarios compaginada con las tareas propias del mantenimiento de la
casa y el cuidado de los hijos.
“ESTAMOS de AMASIJO”
Por Manuel Villar Teruel.
Cuando yo era niño, hace ya más de medio siglo, en mi querido Paules, cada dos o tres semanas era normal escuchar la expresión “estamos de amasijo”, es decir, estamos haciendo pan generalmente para 10 o 15 días.
Cuando yo era niño, hace ya más de medio siglo, en mi querido Paules, cada dos o tres semanas era normal escuchar la expresión “estamos de amasijo”, es decir, estamos haciendo pan generalmente para 10 o 15 días.
Recuerdo que este día se rompía la monotonía de las actividades con un
protocolo muy definido en los diferentes estadios que constituían tan
importante acontecimiento.
El día anterior, por la tarde-noche había que ir a pedir la
“ensancha” (levadura) a la última vecina del cortijo que había “amasado”. Ya en
tu casa, se deshace con una poquita agua caliente y se deja descansar para el
día siguiente.
Amasando en la artesa |
PAN
El día siguiente de madrugá, se pone
agua a calentar con un poquito de sal, añades
la ensancha que has “activado” la noche anterior y la deshaces. No se te puede olvidar retirar un puñao,
envolverlo en harina y reservarlo en una taza para no romper la cadena y que
sirva de “ensancha” a la próxima vecina que vaya a amasar.
Según los miembros de la familia, en una
“artesa” se añade la harina, agua y la ensancha que ya tienes preparada, “envuelves la masa” (amasas), la tapas con una
parella y la dejas reposar hasta que esté “venía”, es decir, hasta que haya
crecido. En la mayoría de las familias había la
costumbre de retirar “un pegullón” de masa para hacer tortitas fritas con
azúcar por encima que daría lugar a un desayuno especial esa mañana de amasijo.
Cuando la masa está “venía” es el
momento de ponerse a hacer los panes, bollos, galianeras, tortas… Conforme se van haciendo se colocan sobre
unas tablas cubiertas con el “tendío” (una paño blanco destinado exclusivamente
para este menester). Sobre la superficie de cada pieza de
pan, con una navaja, se hacen unos cortes de forma fija aunque para un
observador novato parecieran hechos de forma aleatoria.
HORNO
Mientras el pan acaba de crecer, el horno se llena de ramas de olivo y
se les “pega fuego”, manteniendo la boca del horno abierta. Cuando han
desaparecido las llamas y solo hay ascuas se “barre” el horno, es decir, se
amontonan las ascuas a los lados del horno y se tapa la puerta para conservar
el calor.
Horno semiderruido en Los Avileses |
Mientras ardían las ramas se llevaban las tablas con el pan a la boca
del horno para tenerlo todo preparado. Antes de meter el pan se cocía la “torta
de flama”, era una torta que se echaba al horno al acabar de barrerlo y cuando
estaba cocida se sacaba y se echaba el pan. Era el pan para comer a medio día.
(En mi casa, este día, siempre se comía huevos fritos). Ahora es el momento de
“echar” el pan al horno con una pala de madera de rabo largo para poder llegar
a toda la superficie del horno.
Me dice Pepa que era corriente espolvorear unos “puñaos” de harina
sobre la superficie del horno. Si se quemaba enseguida es que estaba muy
caliente y había que esperar un poquillo para empezar a echar el pan.
Detalle horno en Los Avileses |
Con la mano menos hábil se levanta el “tendío” un poquito, para no
dejar huellas en el pan al cogerlo, y con la mano hábil se coge el pan, se
coloca sobre la pala y como si de un “tetris” se tratara se van colocando las
piezas de pan sobre la superficie del horno. Hay que tener mucho cuidado
de que no “se besen”, advierte Pepa con mucho énfasis. Quiere decir que no
se junte una pieza con otra porque, si esto ocurre, la superficie de contacto
no se cuece bien e incluso pueden salir “enganchaos”.
Cuando el pan toma un poquito de color se destapa la puerta del horno
para que no se cueza “arrebatao”. Para saber si el pan está cocido por
dentro se saca un pan y si, al golpearlo con los nudillos, suena a hueco es que
está en su punto. Cuando estaba cocido se sacaba y se colocaba en un escriño para
llevarlo a la despensa o alacena donde se guardaba en orzas tapadas para que se
mantuviera tierno más tiempo, pues hemos de tener en cuenta que se amasaba cada
15 - 20 días.
El pan, ya empezado en las comidas, se guardaba envuelto en una
parella en la cesta del pan (de mimbre blanco, pelao) y que, en muchas casas,
se colgaba en un clavo que había en un palo del techo de la despensa.
La Pepa de la Flor, 86 años y las ideas muy claras |
He de agradecer a “la Pepa de la Flor” el buen rato que pasamos
mientras me contaba y, yo diría, que volvía
a realizar mentalmente tan preciada actividad. Le brillaban los ojos y con una
sonrisa, esa sonrisa inconfundiblemente suya, me hacía recordar a las mujeres de
Paúles de los años cincuenta, especialmente a su amiga Paca, mi madre, liadas,
con el pañuelo en la cabeza, en la agradable tarea del amasijo.
Manuel Villar Teruel
Hospitalet, enero 2015
Me ha encantado, he tenido que tomar 3 cafés para regresar al presente.
ResponderEliminarHuele a pan ;-)
ResponderEliminarQué descripción más vívida! !! Parece que haya estado ahí amasando con la chacha Paca.
ResponderEliminarEnhorabuena Manuel por tu escrito, didáctico, ameno, sentido. Que suerte la mía por haber vuelto a mis orígenes y poder disfrutar de mis paisanos.
ResponderEliminarComo administrador del Blog, agradecer, en nombre de Manolo Villar vuestros acertados comentarios. Saber que, como en este caso, la publicación de todas las particularidades que atañen a nuestra historia y nustras gentes, tiene la aceptación de muchos de vosotros nos motiva y ayuda a seguir en esta tarea de difusión, al tiempo que animamos a todos vosotros a comunicar todas esas vivencias que, de una forma u otra, forman parte de la historia de nuestro pueblo. Gracias a todos
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