lunes, 24 de junio de 2024

LA GUERRA CIVIL EN LA SIERRA DE SEGURA Y PROVINCIA DE JAÉN

 GUERRA CIVIL. REPRESALIAS Y REPRESALIADOS

Por Guillermo Fiscer Lamelas

El 18 de julio de 1936, numerosas ciudades y provincias españolas se sublevaron a favor y en contra del golpe de estado militar. Entre los lugares donde el golpe fracasa y donde se asienta firmemente la autoridad republicana fue la provincia de Jaén. Dentro de este complejo panorama político y militar desatado en julio de 1936, algunas regiones desempeñaron un desconocido y decisivo papel, como fue el caso de la provincia de Jaén que, contra la opinión y el conocimiento de la mayoría de la sociedad española, a punto estuvo de caer en el lado nacional. En esos tensos días de julio de 1936, diversos puntos de la provincia de Jaén experimentaron sublevaciones a favor de los golpistas y enfrentamientos armados que fueron duramente reprimidos, especialmente en la comarca de la Sierra de Segura y que, de haber triunfado, podría haber cambiado el color y el rumbo de la Guerra Civil.

El golpe de estado de julio de 1936 en la prensa-

Con la proclamación de la II República en abril de 1931, las organizaciones obreras (PSOE, PCE, UGT, CNT…), junto con los partidos republicanos, se reforzaron de forma considerable en muchos de estos municipios serranos jienenses, lo que derivó en esta comarca serrana, como gran parte de Jaén, que fuera poco a poco convirtiéndose la comarca serranosegureña en un polvorín de tensión acumulada entre las fuerzas oligarcas y los campesinos que cada vez aumentaban su afiliación a organizaciones sindicales, como muy bien relatan las crónicas de la Causa General franquista, un extenso proceso de investigación impulsado por el decreto del 26 de abril de 1940, con el objetivo de investigar y castigar a los activistas y participantes durante la República y la Guerra Civil en el bando republicano durante el conflicto bélico en cada localidad, ciudad y municipio de todo el país.

Sede de UGT-PSOE

Hay que considerar que, a pesar de la importancia y preeminencia histórica del municipio de Segura de la Sierra como cabeza de la encomienda y provincia marítima, a partir del siglo XX la situación cambia considerablemente. Ya en 1837, antiguos arrabales de la villa como Orcera se independizan de su influencia y, con mucha mayor población e importancia económica pasan a cobrar importancia, hasta el punto de que, tal y como figura en los expedientes de la Causa General, para los años 30 exista un partido judicial en la Sierra de Segura liderado por Orcera, y que será conformado por los municipios de Benatae, Génave, Hornos, Orcera, Puente de Génave, La Puerta de Segura, Santiago de la Espada, Segura de la Sierra, Siles, Torres de Albánchez y Villarrodrigo. Es por ello que, de todos los municipios serranos, el de Orcera es el que presenta un mayor nivel de conflictividad social y política a partir del verano de 1936.

La Causa General. Descripción de la represión franquista

Con el estallido de la Guerra Civil y durante los años posteriores de guerra, la localidad, cabeza del partido judicial de la comarca señalada, es controlada por un Comité del Frente Popular bajo la presidencia y alcaldía de Emilio Pérez Endrino, albañil de profesión y alcalde republicano de Orcera, que fue fusilado como represaliado político en Jaén en 1941 o 1945, según fuentes, militante del PSOE y de la UGT, y elegido alcalde durante todo el periodo republicano hasta el 29 de marzo de 1939.

Ayuntamiento de Orcera durante la II República

El estallido del golpe de estado militar el 18 de julio de 1936 fue contestado en toda España con contundencia, aunque con diferente resultado. En Jaén, como cuenta el investigador Luis Miguel Sánchez Tostado, reinaba la tensión entre el gobernador civil Luís Ríos Zuñón, leal al gobierno republicano, y los efectivos militares, sobre todo la Guardia Civil, dudosos del papel que debían tomar. Esta indecisión de los militares ante el camino a tomar favoreció que los milicianos republicanos, con el apoyo del gobernador civil jienense Ríos Zuñón, tomaran la localidad y la rebelión militar fracasara en la capital y en la práctica totalidad de la provincia sin apenas resistencia de las derechas. Así ocurrió en la comarca de la Sierra de Segura donde Orcera se convirtió en centro de operaciones y decisiones durante el conflicto con Emilio Pérez Endrino al frente.

Firma del alcalde D. Emilio Pérez Endrino

Desde el primer momento de la guerra, la provincia de Jaén fue tomada por las milicias obreras en todos los pueblos de la provincia, que cogieron el control de los Ayuntamientos, de las fuerzas de seguridad y de los centros económicos locales, que fueron colectivizados o municipalizados, tal y como se evidencia en los expedientes de varios municipios de esta comarca que menciona un listado de hasta 9 activistas a la cabeza de los milicianos de Beas de Segura, que literalmente “durante los primeros días se hicieron dueños de esta Sierra”. En estos primeros momentos del estallido de la guerra se produjeron disturbios serios en varios de estos municipios. Destaca el caso de la capital de partido, Orcera, que fue una de las pocas localidades en todo Jaén (Orcera, Benatae, Siles y Villarrodrigo), que experimentaron una resistencia activa civil de miembros derechistas en el municipio en apoyo al golpe de estado en julio de 1936, si bien algunos otros municipios occidentales vieron conatos armados. Según se desprende de la Causa General en Jaén, y en palabras del Comandante del Puesto de Orcera, el 18 de julio de 1936, al menos 8 vecinos de Orcera al mando de Julián Olivas, Jefe de Falange, salieron armados a las calles del municipio serrano “para contrarrestar a los marxistas”, e intercambiaron disparos, siendo rápidamente derrotados por las fuerzas republicanas, muy superiores y mayoritarias en la localidad dirigidos, entre otros, por el alcalde local Emilio Pérez Endrino, que los obligaron a replegarse y marcharse fuera de la localidad para salvar la vida. De Benatae, en la misma Causa General nos da cuenta de que en este municipio, cercano al primero, se produce un conato de alzamiento nacional liderado por los hermanos Arturo y Escolástico Marín Martínez, abogado y miembro del partido de Acción Popular, grupo político que era el centro de la coalición de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) liderada por Gil Robles, y que fueron reducidos y fusilados poco después. Pero, al igual que en Orcera, y en general en todos los casos de Jaén, se ven forzados a rendirse por verse superados en número por los republicanos mejor organizados y no contar con el apoyo de la Guardia Civil, que se atrincheraron en Jaén, abandonado a sus partidarios en los municipios de las provincias. Por ese motivo, sin ser mayoritarios, los republicanos se hacen rápidamente con el control de todo Jaén y explica el elevadísimo número de presos derechistas en toda la provincia a lo largo de 1936 que fueron represaliados, al ser estos últimos mayoritarios en la zona.

Partido de Acción Popular

De Villarrodrigo sí tenemos abundantes datos. Según dice la Causa General de Jaén, la situación después del triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 era “caótica” a nivel socio-político-económico, con el poder político e institucional en manos de las izquierdas, y según se afirma con un control servil de la provincia a los mandatos del Frente Popular, lo que a su juicio explica por qué cuando estalla el alzamiento nacional en julio 1936 solo se produce un acto de adhesión masivo al golpe de estado en la población más lejana de la comarca, y por ello ajeno a este control de las izquierdas, en Villarrodrigo. El informe destaca que en Villarrodrigo, “un grupo de españoles toma las armas en muestra de adhesión inútil pero heroica al movimiento, y los cuatro jefes del alzamiento fueron fusilados por orden de los tribunales de justicia”.

Milicianos armados 

Por último, para tratar de justificar la escasa adhesión popular al golpe de estado, además del control institucional del poder político y represivo por las izquierdas, afirmar que los obreros mayoritariamente se encontraban adoctrinados y alienados con los ideales izquierdistas, motivado además por la mala situación económica del gobierno, que había provocado la debilidad económica de los propietarios de tierras que habían presionado a los obreros en sus condiciones de trabajo, lo cual derivó en enfrentamientos y el refuerzo de los sindicatos. En parte eso explica la adhesión a la República en la provincia de Jaén en 1936, aunque habrá un importante grupo de ciudadanos que, tras el golpe de estado, apoyaron la sublevación, principalmente una parte importante de la Guardia Civil y de miembros de agrupaciones de derechas y ultra católicas, que en algunos casos no se levantó por indecisiones finales, pero que se evidencia en el altísimo número de presos de derechas en Jaén en verano de 1936, que se elevaba a casi 1000 de toda la provincia, según afirma Luis Miguel Sánchez Tostado. Esta indecisión y falta de apoyo de las autoridades militares a los civiles alzados en Jaén podría explicar, por qué motivo una provincia como Jaén para nada tan adicta como ha quedado en la posteridad al bando republicano y donde a punto estuvo de triunfar el golpismo en julio de 1936, fue silenciada por los expedientes y la historiografía franquista posterior.

Guardia Civil junto a milicianos combatiendo a sublevados

Según el informe de la Causa General para Villarrodrigo, se afirma igualmente que el día 21 de julio de 1936 se produjo “el alzamiento local contra el gobierno rojo, en el que tomaron parte directa en lucha contra las milicias marxistas locales y las mandadas desde otros pueblos, hasta llegar al número aproximado de unos 400”, dirigidos por los derechistas afiliados a Acción Popular y a la CEDA encabezados por Pedro Polidura, Ángel Camacho, y los hermanos Modesto e Ignacio de la Parra, al frente de una columna de en torno a 20 simpatizantes derechistas, como vemos, ampliamente superados en número, al igual que en la capital, Orcera, motivo que se ofrece para explicar la derrota de los sublevados en el municipio que, en realidad, “estaba dominado por el ambiente existente contra el gobierno de la República”. Según aportan los republicanos en su defensa en el informe de la Causa General en la Provincia de Jaén, se entabló en la localidad un auténtico combate armado en ese momento, afirmando que “al disponerse el desarme de los elementos derechistas de toda la provincia, algunos de este pueblo se resistieron a la orden, haciéndose fuertes en el domicilio de Don Pedro Polidura Ortega, desde donde se hicieron disparos para rechazar el ataque de las milicias forasteras, que pretendían incendiar el edificio. Solo la serenidad y el arrojo del alcalde libraron al pueblo de una verdadera carnicería. El destacado derechista Maximiano Mesas de Gracia, fue enviado por el alcalde, D. Valentín Fernández Navío, como intermediario, durante siete veces, con mensajes escritos y firmados, gestionando la solución del conflicto; a base siempre de garantizarles la vida y dispensarles una protección decidida. Llegó la Guardia Civil, que había sido avisada, y se produjo la rendición”, mientras que, en la versión franquista, además de afirmar que los milicianos procedían de toda la provincia (Linares, La Carolina, Villanueva del Arzobispo, Beas, Puente de Génave, La Puerta y Orcera) y los eleva a 800-1000, afirma que “se hizo resistencia durante todo el día veintiuno y veintidós en que, por haber sido engañados, concertamos condiciones de capitulación que no fueron cumplidas pues algunos fueron ejecutados”. Los que no murieron en el duro y desconocido combate en este pueblecito jienense fueron, según la Causa General local, detenidos y encerrados en la Casa del Pueblo local, donde fueron insultados, vejados y golpeados y posteriormente, por iniciativa de la Guardia Civil, trasladados a Jaén a disposición judicial e ingresados hasta el final de la guerra civil en el Campo de Trabajo de Totana en Murcia, de donde posteriormente fueron liberados.

Detenciones de militares sublevados tras el golpe de estado.

Sin duda, el motivo de que únicamente se dieran movimientos de consideración armados de civiles a favor de los nacionales en estos dos municipios se debe, en el caso de Villarrodrigo, a ser uno de los núcleos más alejados de la provincia y por ello ajenos al control del gobierno y favorables a la acción de los terratenientes y caciques, y en el de Orcera, ser cabeza y centro de un núcleo importante de poder en la zona, con confluencia de gentes de derecha. En el resto de Jaén, hubo algún otro conato de rebelión armada en grandes núcleos occidentales como La Carolina, Arjonilla, Andújar o Martos, pero protagonizados únicamente por la fuerza armada y sin apoyo popular. Es curioso como donde hubo alzamiento armado militar no hubo apoyo popular, y donde se levanta en armas los ciudadanos, en la zona de Jaén oriental, las fuerzas armadas no acudieron a socorrerles y, así, entre unos y otros fracasaron en tomar Jaén en los primeros días de julio de 1936.

Milicianos combatiendo a los sublevados

Parece ser, por último, y tal y como afirma el historiador Carlos Javier Garrido García, que hubo algún conato de levantamiento armado también en el pueblo serrano de Siles donde “el 18 de julio de 1936, un contingente de civiles de Falange y la CEDA, liderados por José Ramón Garrido González, Francisco Sánchez Sempere y Mariano Zamora, que después fueron fusilados, se concentran en el Cuartel de la Guardia Civil ofreciéndose a apoyar el golpe”, acción que fracasa y no llega a producirse por retirarse los guardias civiles de la localidad, como ocurre en Villarrodrigo, Benatae y Orcera, donde no se llegó a apoyar el alzamiento civil. Una vez controlados estos intentos de sublevación en la provincia, se asienta definitivamente el frente de guerra en la mayor parte del Jaén republicano, que inicia una dura represión de retaguardia contra las decenas de presos derechistas detenidos.

Cartel de propaganda falangista.

Desde ese momento, se produce en toda la comarca serrana un asentamiento del poder republicano del Frente Popular, fundamentalmente de las organizaciones obreras, pero también de los partidos republicanos, consistente básicamente en la represión de elementos derechistas e incautaciones y colectivizaciones de propiedades y tierras de adinerados. En Orcera, capital del partido, bajo el mando del ya alcalde Emilio Pérez Endrino, fueron víctimas de la represión republicana siete personas, además de ello, cabe mencionar la colectivización de establecimientos de maderas, fábricas y molinos, la municipalización y colectivización de la Iglesia Parroquial, ya desacralizada y convertida en hogar de refugiados políticos y en almacén de harinas, así como la instauración de una Colectividad Obrera. En Beas de Segura, fueron fusiladas dos personas, existiendo una “checa” o centro de detención denominado “La Villa” para presos de derechas, así como también hubo destrucción de imágenes y objetos religiosos. En Benatae, figura fusilada una persona, también detención y saqueo a personas de derechas, y destrucción de imágenes y objetos religiosos. De Génave figuran represaliadas dos personas, así como la destrucción de imágenes y objetos religiosos. En Hornos no figuran represalias relevantes al margen de la destrucción de imágenes y objetos religiosos. En Pontones figuran represaliadas cinco personas, así como la destrucción de imágenes y objetos religiosos. En La Puerta de Segura, aparece represaliada una persona y cabe mencionar la incautación de fincas y fábricas de aceite y colectivizaciones obreras. En Santiago de la Espada aparecen represaliadas seis personas, así como la destrucción de imágenes y objetos religiosos. En Puente de Génave hubo diversas detenciones y destrucción de objetos e imágenes religiosas. En Segura de la Sierra no aparecen reseñados sucesos. En Siles encontramos el mayor nivel de represión política de toda la región, con trece represaliados, detención y saqueo a personas de derechas, incautación de fincas y fábricas de aceite, colectivizaciones obreras, y destrucción de imágenes y objetos religiosos. En Torres de Albánchez aparecen represaliadas tres personas, detención y saqueo a personas de derechas, incautación de fincas, colectivizaciones obreras, y destrucción de imágenes y objetos religiosos, y en el municipio protagonista de esta zona, Villarrodrigo, aparecen represaliadas cuatro personas, detención y saqueo a personas de derechas (especialmente los vinculados al intento de sublevación militar), incautación de fincas, colectivizaciones obreras, y destrucción de imágenes y objetos religiosos.

Iglesia de Siles. Años 30

En total, fueron 44 las víctimas de la represión republicana en la comarca jienense, muy pocas teniendo en cuenta la población de la comarca en la época era aproximadamente de unas 35.000 personas y el nivel de beligerancia del alzamiento nacional armado de las derechas en toda la región, similar al existente en muchas otras zonas occidentales de la provincia, que solo puede explicarse y entenderse en lo ya mencionado; el escaso apoyo y arraigo en la zona de las organizaciones de izquierdas y el respeto mayoritario en la comarca de las personas y grupos de derechas, que llevaron a que en varios pueblos ni siquiera fuera represaliada una sola persona y las propias autoridades republicanas salieran en apoyo de los que, viniendo de otros pueblos, lo intentaron. Como hemos mencionado y como ha sido ocultado en numerosas ocasiones, Jaén era un caldo de cultivo ideal para el triunfo del golpe de estado y solamente la indecisión de la fuerza armada de la provincia a la hora de tomar por las armas el poder político, como sí se hizo en provincias como Sevilla o Granada, decantó el fracaso de la sublevación en la zona, y no por la supremacía de los republicanos que era escasa y que solo se consiguió una vez aplastada la revuelta y obtenido el apoyo de las grandes ciudades y una vez que grandes contingentes de militantes sindicalistas fueran armados formando la milicia republicana en todas las ciudades de la provincia.

Segura de la Sierra

Es decisivo e importante tener esto en cuenta ya que, de haber triunfado el golpe en Jaén, como casi ocurre y se evidencia en la elevada conflictividad en julio de 1936 en la provincia, hubiera sido clave para unir esta provincia con otras zonas ya sublevadas en la región, como Cádiz, Sevilla, parte de Granada o gran parte de Córdoba, que habría aislado a Málaga y Almería, y quizá habría presionado para tomar zonas de Levante y Castilla, y amenazando directamente a Albacete, gran centro de acuartelamiento republicano. En zonas donde los republicanos sí tuvieron mayor autoridad, especialmente en Jaén ciudad y la zona occidental, el número de represaliados y presos de derechas fue mucho mayor. En el Santuario de la Virgen de la Cabeza (Andújar), según relata Manuel Garrido Palacios, entre 1936-1937, un grupo de guardias civiles y familiares suyos retirados de diversos puntos de la provincia donde habían triunfado los milicianos, se sublevan y encierran en el santuario al mando del Capitán Cortés, dando lugar al asedio y rendición del lugar por las fuerzas republicanas, dejando un saldo de 150-170 muertos. Tras ello, fue la propia capital, Jaén, quien tuvo el protagonismo en el terreno de la represión política en la zona, a través de dos símbolos de la represión republicana en la ciudad; la Prisión Provincial (según afirma Ana Sola, inaugurada en 1932, abandonada en los años 90 y actualmente Museo Íbero de Jaén), y la Catedral de Jaén.

Ruinas tras el asedio en el Santuario Virgen de la Cabeza.

Aquí, una vez más, las cifras bailan. el expediente de la Causa General registra en unos folios unos 750-800 reclusos entre 1936-1939 en la Prisión Provincial de Jaén. La Catedral de Jaén fue habilitada el 3 de agosto de 1936 como prisión, y registra unos 800 reclusos en el expediente anterior, similar cifra a la que ofrece el propio investigador Sánchez Tostado que las eleva a entre 700-800 presos a lo largo de la guerra civil. En ambas instituciones se produjeron entre 1936-1939 al menos dos grandes sacas o traslados de presos políticos fuera de las cárceles que se saldaron con sonoras masacres. La primera y más conocida fue la de los trenes de la muerte, un trágico suceso que tuvo a Madrid como escenario protagonista. Según consta en los expedientes de la Causa General, figura un testimonio del jienense Ignacio Valenzuela, testigo visual de los sucesos los días 10, 11 y 12 de agosto de 1936, que afirma que hubo dos trenes de la muerte; un primer tren que sale de la Cárcel de Jaén completamente lleno con 40-50 guardias civiles de escolta, es detenido en la estación de Atocha, donde son fusilados 10 presos del mismo.

Catedral de Jaén. Años 30

Al día siguiente, afirma el testigo, salieron de la Catedral de Jaén el día 11 de agosto de 1936 a media noche, llenando un tren entero de 10 vagones con más de 500 presos, y una escolta de unos 70 guardias civiles. Llegaron a la estación de Villaverde a las 4 de la tarde del 12 de agosto de 1936, donde, según el testigo, les esperaban unos 500 milicianos armados. Un guardia de asalto interviene liberando la escolta del tren, y el testigo consigue zafarse de la situación haciéndose pasar por extranjero, afirmando que una hora más tarde ve nuevamente el tren únicamente con 50 presos, habiendo sido fusilado el resto. Otro testigo directo de los hechos, el republicano miliciano Emilio Díaz Hernández, afirma que estando en Vallecas fue llevado por el Comité Revolucionario de Vallecas a un tren ubicado junto al Cerro de Santa Catalina, a 2 kilómetros de Vallecas, y escoltado por unos 200 milicianos. Afirma el testigo que al poco tiempo llega un automóvil con 3 ametralladoras que se ubican a 50 metros del tren, y van sacando a los presos de los vagones, y ubicados en la explanada del cerro, donde son fusilados, primero un grupo de 10 presos, y posteriormente a grupos más grandes de 35-40 presos, calculando un número de 250 fusilados en el lugar, si bien otro testigo, el ubetense Andrés Portillo Ruiz los eleva a unos 400, y el investigador Santiago Mata calcula fueron unos 194. Posteriormente, los 40-50 presos supervivientes corrieron otra suerte. según el testigo Emilio Díaz, “fueron traídos presos a Madrid”. Andrés Portillo afirma que después de la matanza, los supervivientes fueron llevados a Entrevías y después al Ateneo de Puente Vallecas, al Círculo Socialista de Puente Vallecas, a la Dirección General de Seguridad y posteriormente a la Cárcel Modelo de Madrid, en Moncloa. Así pues, entre los 10 fusilados del primer tren el día 10 y los entre 190-250 fusilados del segundo tren el día 12 de agosto, en total debieron ser fusilados en apenas dos días en Madrid unos 200-260, según las fuentes diversas, presos políticos de derechas sacados de la cárcel y de la catedral de Jaén. Entre ellos figuraban unos 18 presos de Beas de Segura que, sumados a los dos fusilados en la localidad elevan el número a unos 20 en total, unos 52 de Cazorla, unos 34 de Peal de Becerro, 8 presos de Vilches y unos 28 de Villacarrillo, entre ellos Manuel Basulto Jiménez, natural de Cazorla, y en ese momento Obispo de Jaén y su hermana.

Fachada prisión provincial. Jaén

La segunda masacre de presos de derechas de la provincia de Jaén tuvo lugar poco después, entre el 2-7 de abril de 1937. Esta masacre ocurrió como consecuencia de un ataque sobre la capital jienense ocurrida un día antes, el 1 de abril de 1937, cuando, a similitud de lo ocurrido pocos días después en la villa vasca de Guernica, un grupo de aviones de la Legión Cóndor alemana realiza un bombardeo de castigo sobre la capital republicana de Jaén, dejando un saldo de más de 150 jienenses muertos fruto del ataque indiscriminado ordenado por el General Queipo de Llano. La reacción de odio popular y venganza de los republicanos de Jaén no se hizo esperar y en seguida se dirigieron a las cárceles y centros de detención de la ciudad para vengarse de los presos políticos de derechas encerrados en la capital. Según el ya mencionado Manuel Garrido Palacios, entre los días 2-7 de abril de 1936, grupos incontrolados de milicianos republicanos asaltaron la Cárcel Provincial de Jaén y realizaron sucesivas sacas de presos, que fueron fusilados en las tapias del cementerio del pueblo de Mancha Real, un pueblecito ubicado apenas a 20 kilómetros de Jaén ciudad, dejando un saldo de aproximadamente 130 fusilados en esos 5 días, en represalia al bombardeo alemán de la capital.

Bombardeo de Jaén

Así, entre los 170 muertos del Santuario de la Cabeza, los 260 de los trenes de Jaén y los 130 de las sacas de 1937, en menos de un año debieron de ser fusilados en diferentes puntos de Jaén y Madrid alrededor de más de 500 presos políticos de derechas, elevándose, según afirma Luis Garrido González a más de 1.830 personas el total de fusilados en el Jaén republicano, contando con los fusilados en cada uno de los pueblos de la provincia de Jaén alrededor de los tres años de guerra, un número bastante elevado si tenemos en cuenta a una provincia tan pequeña demográficamente hablando, y donde los republicanos de izquierdas no tenían hasta ese momento un predominio excesivamente marcado a nivel político y social, lo que evidencia hasta qué punto hubo de ser necesario para éstos controlar la provincia a sangre y fuego que, de otro modo habría caído, si hubiera tenido el apoyo de la Guardia Civil que tuvo en otros lugares como Cádiz, Sevilla o Granada, en manos de los nacionales de una forma bastante rápida en los primeros días del golpe militar.

En manos nacionales quedó a lo largo de la guerra una estrecha y pequeña área entre las provincias de Córdoba y Jaén con capital en Lopera, que fue frente de guerra hasta el final del conflicto. Con el final de la Guerra Civil en abril de 1939, y debido a la tenaz resistencia republicana en la mayor parte de la provincia de Jaén y la dura represión republicana a los presos de derechas, numerosos represaliados políticos frentepopulistas cayeron presos en las mismas cárceles jienenses que antes habían ocupado los nacionales, y los cementerios, nuevamente, pasaron a llenarse de represaliados políticos.

Con el final de la guerra, según Luis Miguel Sánchez Tostado, especialmente el Cementerio de San Eufrasio de Jaén se convirtió en una inmensa fosa común en la que fueron fusilados alrededor de casi 2.000 víctimas republicanas, muchos de ellos, dirigentes republicanos y milicianos principales que dirigieron el mando de los diversos municipios de la Sierra de Segura, como lo fue el alcalde de Orcera, la cabeza de la comarca. En general, en toda la provincia de Jaén, hubo una cifra de represaliados y asesinados por Franco muy similar a la causada por el Frente Popular que, por regla general, fueron y enterrados en dicho cementerio, hoy considerado como un monumento conmemorativo de la memoria histórica, de la misma manera que en su día fuera instalada en la Catedral de Jaén una placa en homenaje a las victimas derechistas del Jaén republicano.

Guillermo Fiscer Lamelas

Ambos elementos de homenaje constituyen a día de hoy el último recuerdo y la última evidencia del duro y terrible periodo de la guerra civil y la posguerra en la provincia de Jaén, una zona de escaso protagonismo y muy poco mencionada en la historia de la Guerra Civil.