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El baile y el cante tradicional a lo largo del tiempo, y hoy en
día también, suponen uno de los hilos conductores más poderosos para las relaciones
humanas. Se detectan además en estas manifestaciones artísticas tradicionales
una serie de valores universales que se pueden rastrear en todas las culturas y
en todos los pueblos.
Son por tanto los hechos cotidianos como cosechas, matanzas,
carnavales, actos religiosos, etc… los que marcan la manifestación tradicional
folklórica, aunque las temáticas no siempre tienen vinculación con estos
acontecimientos derivándose hacia temas de vinculación personal, amorosos, de
relación familiar o social, dándole en la mayoría de ocasiones una visión pícara
o socarrona.
Pero lo que nos interesa aquí es el carácter social del
fenómeno. El baile y el cante son aptos para reunir a una gran mayoría de la
comunidad. En todas la latitudes, los hombres y mujeres, han podido gracias a este
fenómeno, encontrarse y compartir una actividad, donde su personalidad podía
expresarse en su plenitud. Nuestro pueblo no podía quedarse al margen y su
breve historia siempre ha tenido presente esta actividad y en diferentes momentos
grupos folklóricos, de baile o rondalla, han mantenido viva la tradición. Hay
que destacar que a finales de los 50 y principios de los 60, la Sección
Femenina coordinó un grupo de folklore que dejó el listón muy alto. Algunos de
sus miembros mostraron alto interés y transmitieron a las nuevas generaciones los pasos de la Jota del
Puente, buque insignia del folklore local, junto a un variado repertorio
serrano, como los Cristos del Arroyo y Beas, la Jota de Génave, el Fandango de
Chirichipe de La Puerta o las Gandulas de Siles.
Es, por lo tanto, evidente que esa tradición folklórica fue fundamental
para la fundación grupo folklórico Fuente Vieja en Puente de Génave, porque
este folklore, el serrano, es el alma de nuestros pueblos en la comarca de la
Sierra de Segura. Nuestra comunidad se expresa de diferente manera a otras:
canta, baila, se viste, habla, crece y piensa de acuerdo a su tradición y a sus
vivencias, muy peculiares por la situación geográfica entre tierras de
Andalucía, La Mancha y el Reino de Murcia.
Un elemento fundamental de nuestro folklore son los trajes,
que mantienen seria influencia de las zonas vecinas manchegas y murcianas pues
hay que recordar la vinculación histórica que las tierras de la Sierra de
Segura han mantenido a nivel geográfico y humano con estas tierras. La
vestimenta suele ser confeccionada por los propios componentes de cada grupo
folklórico, mimando cada prenda y convirtiéndola en reflejo del gusto personal
individual, eso sí, siguiendo los cánones de la tradición serrana. En la
antigüedad existían dos tipos de vestimentas, el de las labores diarias y, el
elegido para los días festivos y celebraciones. Se tiene constancia de la
utilización de esta tipología de traje serrano desde el S. XVI, siendo en
Arroyo del Ojanco donde se guarda el más antiguo conservado, datado en el S.
XVIII.
La tipología del traje masculino está formada por camisola
ancha blanca con jaretas y de manga larga o chambra de pañete, chaleco negro de
pana lisa o en brocado con espalda de tela de raso negra y botones colgantes,
que en invierno se cubría con chaqueta de terciopelo o blusón gris ligeramente
por debajo de la cadera; en ocasiones se podía acompañar de capa de lana de
oveja segureña de amplio vuelo larga hasta los tobillos. También es tradicional
la faja azul, roja o negra dejando caer el extremo hacia la izquierda, pantalón
o calzón de pana o terciopelo negro corto y ajustado hasta la rodilla, con
botones plateados en la parte inferior lateral, con las antiparas o polainas que
son zahones de piel que cubrían las piernas desde la rodilla hasta el pie, con
decoración en la zona del tobillo colocadas sobre calcetines calados de lana
gruesa hasta la rodilla, siendo el calzado las alpargatas con suelo de cáñamo y
esparto con caras de tela blanca y cintas negras o zapatos negros para días
festivos. No contaba con ningún adorno metálico en todo el traje, exceptuando
los botones, quedando como único complemento un pequeño sombrero de tipo
calanés o en ocasiones de ala más ancha.
El traje de la mujer es mucho más complejo y vistoso
utilizando colores vivos como rojos, amarillos, morados, verdes o azules,
especialmente en los bordados y decoraciones siendo esta una clara herencia
decorativa árabe. Se solía vestir camisa de manga larga blanca, justillo sin
cuello acabado en pico con tres pinzas o tachones y tres morcillas donde luego
sujetar las sayas y refajos, y sobre la camisa el corpiño ya que la camisa era
considerada como prenda de interior. Los refajos eran de color diverso y de
gran vuelo formados por pliegos de tela llamados “piernas”, hechos de lana con
una franja de pana lisa siendo la orilla rematada con ribete de cordoncillo
serrano de lana de colores, pues los ribetes y franjas de terciopelo eran para
trajes festivos, con abundante decoración en bordado floral principalmente, y
picados en pañete o fieltro que era cosido sobre la tela; aunque en ocasiones
se confeccionaba a rallas llamadas “ruedas” siendo esta una textura más
uniforme. Por otra parte las enaguas o sayas serían de tela fina o sayote, dependiendo
el tipo de uso del traje y se colocaban debajo del refajo y sobre los pololos.
Las medias eran de lana o de algodón negro o también de listas de colores vivos
hasta debajo de la rodilla, siendo el calzado las típicas alpargatas blancas
con cintas negras o zapatos negros para días festivos. El mandil era una pieza
imprescindible, de color negro para las mayores con tres lorzas amplias y
decorado con encajes, siendo de color para las jovenzuelas. La mantilla era de
forma rectangular y en ocasiones servía para cubrir la cabeza en celebraciones
religiosas, mientras que el mantón, cuadrado y con flecos, se doblaba en pico y
se ponía cruzado sobre el pecho, parte del cuerpo que había que proteger de las
indiscreciones. Otra pieza fundamental era la faltriquera que se llevaba normalmente
debajo del refajo, del mismo paño que este, y donde se guardaba el moquero, el
dedal o la bellota de guardar agujas. Se solían llevar alhajas como pendientes,
horquillas, peinetas, imperdibles, broches, etc… de latón o incluso oro
dependiendo de la economía personal. El peinado siempre sería recogido en un
moño bajo y como mucho se llevaba alguna decoración floral. Como curiosidad no
se solían llevar bragas, prenda ésta mucho más moderna y actual, siendo
sustituidas por los típicos pololos de color blanco siempre.
Sin duda la jota serrana es el núcleo central de las danzas
populares. En ella se sitúan en círculo hombres y mujeres, iniciando unos
movimientos circulares después del peculiar saludo serrano al son de diferentes
coplas o estribillos acompañados de guitarras, laúdes, bandurrias, castañuelas
o platillos; en los que se va cambiando de pareja alternando movimientos más
ágiles con pasos reposados, que darán paso a la siguiente copla, manteniendo
los brazos en alto, más en hombres que en mujeres, mientras los pies se chocan
buscando el talón de uno el empeine del otro.
Era típico que, de forma casi espontánea e improvisada, estos
bailes estuvieran presentes en celebraciones de ámbito popular como las
luminarias de San Antón, Santa Lucía o la Candelaria; también para las Cruces
de Mayo; Navidad, Semana Santa o la celebración de la fiesta patronal de cada
municipio, en nuestro caso acompañando a San Isidro Labrador. No obstante, y
con finalidad de mantener vivo este rico patrimonio, en la actualidad se
celebran festivales y concentraciones de grupos folklóricos dentro del ámbito
comarcal y provincial que se programan como jornadas de convivencia y que no
tienen una motivación festiva específica.
Puente de Génave no podía quedar al margen actualmente de
esta tradición serrana y fruto de ello fue que un grupo de entusiastas,
puenteños y puenteñas, iniciaran este trabajo de recuperación cultural. El nombre
elegido para el grupo fue el de Fuente Vieja, haciendo referencia a ese espacio
del pueblo que forma parte de nuestra historia. Muchos han sido los ensayos y
las horas dedicadas para hilvanar el presente y el futuro de un grupo que
empezó a desarrollar su actividad con fuerza a partir del año 2008, con fines
claramente socioculturales, partiendo de una voluntad altruista dónde la
actitud social participativa y la recuperación del folklore serrano van de la
mano y a los que dedicamos reconocimiento y homenaje desde esta ventana abierta
a todos.
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