miércoles, 22 de abril de 2015

PROVINCIA MARÍTIMA DE SEGURA



La Sierra de Segura, singular provincia marítima en la historia de España. 
Breves apuntes históricos.

Por José Antonio Molina Real (jt)

Aunque es evidente que suena a claro contrasentido, los que tenemos nuestros orígenes en la Sierra de Segura debemos conocer que hubo un tiempo en el que la enorme riqueza maderera de nuestros montes hizo que su producción fuera prioritaria para la construcción naval en España, llevando al gobierno central a dictaminar la consideración de nuestro ámbito geográfico como provincia marítima a pesar de encontrarnos tan alejados del litoral marino y siendo nuestro único mar el que tradicionalmente conforman, con su verdor, nuestros olivos. Este hecho es insólito en la historia de España desde que Felipe III, a través de una Real Cédula fechada el 5 de octubre de 1607, creara la figura de organización administrativa de provincia marítima.
Demarcación de la provincia marítima de Segura

Desde principios del S. XVIII la explotación maderera de la Sierra de Segura se fue incrementando y la continuas “maderadas” bajaban el río Guadalquivir, Guadalimar y Segura. Estos ríos se convirtieron, a partir de 1733, en auténticos caminos fluviales en los que los troncos flotaban desde sus cabeceras hasta que llegaban a su destino y eran recogidos bajo la administración del Real Negociado de la Madera, dependiente del Ministerio de Hacienda. Este destino era principalmente Sevilla, para ser transportados después a los astilleros en Cádiz, o hasta los astilleros de Cartagena si la opción era el río Segura. También otra opción era su posterior transporte al resto del país, especialmente a astilleros al comprobar los ingenieros navales que esta madera ofrecía alto rendimiento en la construcción de barcos de guerra.
Final del formulario
Fue el 31 de enero de 1748, cuando Fernando VI, con la promulgación de las Reales Ordenanzas Generales de Montes, creó nuevas demarcaciones administrativas y territoriales posibilitando que ciertos territorios fueran considerados como provincias marítimas aunque se encontraran lejos del litoral,  creando así la Provincia Marítima de Segura que contaría con un ministerio en Segura y cuatro subdelegaciones en las localidades de Cazorla, Villanueva del Arzobispo, Santiesteban y Alcáraz alcanzando un total de 9.525 km2. La Sierra de Segura se convirtió, por decreto y hasta 1833, en un territorio que servía para la gestión y explotación de los recursos forestales que se utilizaban, entre otras cosas, para la construcción de barcos y buques de guerra. Este territorio progresivamente se fue expandiendo, abarcando prácticamente todos los municipios de la actual comarca de Segura, así como también pueblos limítrofes de las provincias vecinas de Albacete y Ciudad Real.
Rutas fluviales del río Guadalquivir y del río Segura
Mientras en las grandes ciudades se impulsaba la Ilustración y una tímida Revolución Industrial, la fisonomía de la Sierra de Segura permanecía casi inalterada con una estructura de supervivencia basada en la agricultura y la ganadería y un sistema de gestión muy anticuado. La mayoría de la población activa se dedicaba a la ganadería y a las labores del campo, principalmente a la recolección de la aceituna, cereales, forrajeras y almendro. Los jornaleros ocupan el 70% de las actividades, con lo que la mayor parte de la población sólo tenía como propiedad la fuerza de su trabajo. Pero desde mediados del S. XVII la economía de la madera, que había venido sirviendo de perfecto complemento a las estructuras económicas agrarias de nuestra Sierra, sufre graves perjuicios al desaparecer el Régimen del Común o explotación comunal que beneficiaba a todos sus habitantes, comenzando una explotación privada e indiscriminada del monte que cambió la vida de las poblaciones ubicadas en la Sierra de Segura en Jaén. El transporte maderero llevó un desconocido progreso a la región. La agricultura dio paso a otros oficios ligados a la nueva actividad económica, como las de los gancheros, que eran las personas encargadas de conducir aquellas «maderadas», formadas por miles de troncos, a lo largo de todo el Guadalquivir y el Segura.
Gancheros en el transporte de la madera

Es en esta época y durante su desarrollo, cuando esta nueva ordenación territorial decretada por Fernando VI vino a suponer la causa principal del expolio natural que sufrieron estas sierras, dejando sin efecto los derechos que, dos siglos antes, habían adquirido los habitantes de la Sierra con la prerrogativa de dictar órdenes para la conservación de los montes a través del llamado Común de Segura. Pero también supuso que la zona de Segura fuera muy conocida a nivel nacional por su fortaleza forestal. Atrás quedó el régimen del Común y comenzó una explotación privada del monte, sobre el que se ejercerá una transformación, a todos los niveles.


El origen de esta decisión se encuentra en el interés del monarca por impulsar el desarrollo de la Marina Real Española. Aumentar el potencial naval del país pasaba por fomentar la construcción naval. La riqueza forestal de aquellas tierras jienenses y su ubicación junto al nacimiento del Guadalquivir y del Segura, permitía transportar los troncos sin dificultad, garantizando un suministro de materia prima constante y de gran calidad.
Transporte de la madera en caballerías en la Sierra de Segura

A medida que todos los troncos iban llegando a Sevilla y Cartagena, la nueva provincia marítima jienense ganaba importancia. Sin embargo, el precio pagado por aquel progreso fue demasiado alto. Los montes de la Sierra de Segura fueron terriblemente esquilmados por la tala intensiva de su madera. Visto con los ojos de hoy, el resultado fue un auténtico desastre ecológico.


El problema es que aquella explotación con fines navales fue solo el principio. Cuando la Marina dejó de necesitar su madera, la Provincia Marítima de Segura despareció, pero las “maderadas”, en cambio, continuaron surcando el río Guadalquivir hasta bien avanzado el siglo XX, siendo ahora su destino ligado al desarrollo del ferrocarril y la elaboración de las necesarias traviesas de madera.
Traviesas en las aguas del pantano de El Tranco

El culpable, una vez más, volvió a ser el progreso. En 1942, Renfe creó una división de Explotaciones Forestales con el objetivo de garantizar el suministro continuo de traviesas a la nueva red ferroviaria española. Gran parte de esas traviesas salieron de los Montes de la Sierra de Segura. La explotación cesó a partir de 1953, cuando se comenzó a sustituir las traviesas de madera por las de hormigón.


Después de tres siglos de expolio, queda claro que el precio pagado por la Sierra de Segura al ser considerada una provincia marítima resultó ser demasiado alto y la rentabilidad obtenida por sus habitantes, bastante escasa. Hoy, afortunadamente, con la declaración de Parque Natural en 1986 y Reserva de la Biosfera por la UNESCO desde 1983 ha supuesto un relanzamiento en la conservación y ordenamiento del territorio, convirtiendo este espacio de 214.300 ha. en un verdadero tesoro del que todos nosotros nos sentimos extremadamente orgullosos.


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