GUERRA CIVIL. REPRESALIAS Y REPRESALIADOS
Por Guillermo Fiscer Lamelas
El 18 de julio de 1936, numerosas
ciudades y provincias españolas se sublevaron a favor y en contra del golpe de
estado militar. Entre los lugares donde el golpe fracasa y donde se asienta
firmemente la autoridad republicana fue la provincia de Jaén. Dentro de este
complejo panorama político y militar desatado en julio de 1936, algunas regiones
desempeñaron un desconocido y decisivo papel, como fue el caso de la provincia
de Jaén que, contra la opinión y el conocimiento de la mayoría de la sociedad
española, a punto estuvo de caer en el lado nacional. En esos tensos días de
julio de 1936, diversos puntos de la provincia de Jaén experimentaron
sublevaciones a favor de los golpistas y enfrentamientos armados que fueron duramente
reprimidos, especialmente en la comarca de la Sierra de Segura y que, de haber
triunfado, podría haber cambiado el color y el rumbo de la Guerra Civil.El golpe de estado de julio de 1936 en la prensa-
Con la proclamación de la II
República en abril de 1931, las organizaciones obreras (PSOE, PCE, UGT, CNT…),
junto con los partidos republicanos, se reforzaron de forma considerable en
muchos de estos municipios serranos jienenses, lo que derivó en esta comarca
serrana, como gran parte de Jaén, que fuera poco a poco convirtiéndose la
comarca serranosegureña en un polvorín de tensión acumulada entre las fuerzas
oligarcas y los campesinos que cada vez aumentaban su afiliación a
organizaciones sindicales, como muy bien relatan las crónicas de la Causa
General franquista, un extenso proceso de investigación impulsado por el
decreto del 26 de abril de 1940, con el objetivo de investigar y castigar a los
activistas y participantes durante la República y la Guerra Civil en el bando
republicano durante el conflicto bélico en cada localidad, ciudad y municipio
de todo el país.Sede de UGT-PSOE
Hay que considerar que, a pesar de la
importancia y preeminencia histórica del municipio de Segura de la Sierra como
cabeza de la encomienda y provincia marítima, a partir del siglo XX la situación
cambia considerablemente. Ya en 1837, antiguos arrabales de la villa como
Orcera se independizan de su influencia y, con mucha mayor población e
importancia económica pasan a cobrar importancia, hasta el punto de que, tal y
como figura en los expedientes de la Causa General, para los años 30 exista un
partido judicial en la Sierra de Segura liderado por Orcera, y que será
conformado por los municipios de Benatae, Génave, Hornos, Orcera, Puente de
Génave, La Puerta de Segura, Santiago de la Espada, Segura de la Sierra, Siles,
Torres de Albánchez y Villarrodrigo. Es por ello que, de todos los municipios
serranos, el de Orcera es el que presenta un mayor nivel de conflictividad
social y política a partir del verano de 1936.La Causa General. Descripción de la represión franquista
Con el estallido de la Guerra Civil y
durante los años posteriores de guerra, la localidad, cabeza del partido
judicial de la comarca señalada, es controlada por un Comité del Frente Popular
bajo la presidencia y alcaldía de Emilio Pérez Endrino, albañil de profesión y
alcalde republicano de Orcera, que fue fusilado como represaliado político en
Jaén en 1941 o 1945, según fuentes, militante del PSOE y de la UGT, y elegido
alcalde durante todo el periodo republicano hasta el 29 de marzo de 1939.Ayuntamiento de Orcera durante la II República
El estallido del golpe de estado
militar el 18 de julio de 1936 fue contestado en toda España con contundencia,
aunque con diferente resultado. En Jaén, como cuenta el investigador Luis
Miguel Sánchez Tostado, reinaba la tensión entre el gobernador civil Luís Ríos
Zuñón, leal al gobierno republicano, y los efectivos militares, sobre todo la
Guardia Civil, dudosos del papel que debían tomar. Esta indecisión de los
militares ante el camino a tomar favoreció que los milicianos republicanos, con
el apoyo del gobernador civil jienense Ríos Zuñón, tomaran la localidad y la
rebelión militar fracasara en la capital y en la práctica totalidad de la
provincia sin apenas resistencia de las derechas. Así ocurrió en la comarca de
la Sierra de Segura donde Orcera se convirtió en centro de operaciones y
decisiones durante el conflicto con Emilio Pérez Endrino al frente.Firma del alcalde D. Emilio Pérez Endrino
Desde el primer momento de la guerra,
la provincia de Jaén fue tomada por las milicias obreras en todos los pueblos
de la provincia, que cogieron el control de los Ayuntamientos, de las fuerzas
de seguridad y de los centros económicos locales, que fueron colectivizados o
municipalizados, tal y como se evidencia en los expedientes de varios
municipios de esta comarca que menciona un listado de hasta 9 activistas a la
cabeza de los milicianos de Beas de Segura, que literalmente “durante los
primeros días se hicieron dueños de esta Sierra”. En estos primeros momentos
del estallido de la guerra se produjeron disturbios serios en varios de estos
municipios. Destaca el caso de la capital de partido, Orcera, que fue una de
las pocas localidades en todo Jaén (Orcera, Benatae, Siles y Villarrodrigo),
que experimentaron una resistencia activa civil de miembros derechistas en el
municipio en apoyo al golpe de estado en julio de 1936, si bien algunos otros
municipios occidentales vieron conatos armados. Según se desprende de la Causa
General en Jaén, y en palabras del Comandante del Puesto de Orcera, el 18 de
julio de 1936, al menos 8 vecinos de Orcera al mando de Julián Olivas, Jefe de
Falange, salieron armados a las calles del municipio serrano “para
contrarrestar a los marxistas”, e intercambiaron disparos, siendo rápidamente
derrotados por las fuerzas republicanas, muy superiores y mayoritarias en la
localidad dirigidos, entre otros, por el alcalde local Emilio Pérez Endrino,
que los obligaron a replegarse y marcharse fuera de la localidad para salvar la
vida. De Benatae, en la misma Causa General nos da cuenta de que en este
municipio, cercano al primero, se produce un conato de alzamiento nacional liderado
por los hermanos Arturo y Escolástico Marín Martínez, abogado y miembro del
partido de Acción Popular, grupo político que era el centro de la coalición de
la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) liderada por Gil Robles,
y que fueron reducidos y fusilados poco después. Pero, al igual que en Orcera,
y en general en todos los casos de Jaén, se ven forzados a rendirse por verse
superados en número por los republicanos mejor organizados y no contar con el
apoyo de la Guardia Civil, que se atrincheraron en Jaén, abandonado a sus
partidarios en los municipios de las provincias. Por ese motivo, sin ser
mayoritarios, los republicanos se hacen rápidamente con el control de todo Jaén
y explica el elevadísimo número de presos derechistas en toda la provincia a lo
largo de 1936 que fueron represaliados, al ser estos últimos mayoritarios en la
zona.Partido de Acción Popular
De Villarrodrigo sí tenemos
abundantes datos. Según dice la Causa General de Jaén, la situación después del
triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 era “caótica” a nivel
socio-político-económico, con el poder político e institucional en manos de las
izquierdas, y según se afirma con un control servil de la provincia a los
mandatos del Frente Popular, lo que a su juicio explica por qué cuando estalla
el alzamiento nacional en julio 1936 solo se produce un acto de adhesión masivo
al golpe de estado en la población más lejana de la comarca, y por ello ajeno a
este control de las izquierdas, en Villarrodrigo. El informe destaca que en
Villarrodrigo, “un grupo de españoles toma las armas en muestra de adhesión
inútil pero heroica al movimiento, y los cuatro jefes del alzamiento fueron
fusilados por orden de los tribunales de justicia”.Milicianos armados
Por último, para tratar de justificar
la escasa adhesión popular al golpe de estado, además del control institucional
del poder político y represivo por las izquierdas, afirmar que los obreros
mayoritariamente se encontraban adoctrinados y alienados con los ideales
izquierdistas, motivado además por la mala situación económica del gobierno,
que había provocado la debilidad económica de los propietarios de tierras que
habían presionado a los obreros en sus condiciones de trabajo, lo cual derivó
en enfrentamientos y el refuerzo de los sindicatos. En parte eso explica la
adhesión a la República en la provincia de Jaén en 1936, aunque habrá un
importante grupo de ciudadanos que, tras el golpe de estado, apoyaron la
sublevación, principalmente una parte importante de la Guardia Civil y de
miembros de agrupaciones de derechas y ultra católicas, que en algunos casos no
se levantó por indecisiones finales, pero que se evidencia en el altísimo
número de presos de derechas en Jaén en verano de 1936, que se elevaba a casi
1000 de toda la provincia, según afirma Luis Miguel Sánchez Tostado. Esta
indecisión y falta de apoyo de las autoridades militares a los civiles alzados
en Jaén podría explicar, por qué motivo una provincia como Jaén para nada tan
adicta como ha quedado en la posteridad al bando republicano y donde a punto
estuvo de triunfar el golpismo en julio de 1936, fue silenciada por los
expedientes y la historiografía franquista posterior.Guardia Civil junto a milicianos combatiendo a sublevados
Según el informe de la Causa General
para Villarrodrigo, se afirma igualmente que el día 21 de julio de 1936 se
produjo “el alzamiento local contra el gobierno rojo, en el que tomaron parte
directa en lucha contra las milicias marxistas locales y las mandadas desde
otros pueblos, hasta llegar al número aproximado de unos 400”, dirigidos por
los derechistas afiliados a Acción Popular y a la CEDA encabezados por Pedro
Polidura, Ángel Camacho, y los hermanos Modesto e Ignacio de la Parra, al
frente de una columna de en torno a 20 simpatizantes derechistas, como vemos,
ampliamente superados en número, al igual que en la capital, Orcera, motivo que
se ofrece para explicar la derrota de los sublevados en el municipio que, en
realidad, “estaba dominado por el ambiente existente contra el gobierno de la
República”. Según aportan los republicanos en su defensa en el informe de la
Causa General en la Provincia de Jaén, se entabló en la localidad un auténtico
combate armado en ese momento, afirmando que “al disponerse el desarme de los
elementos derechistas de toda la provincia, algunos de este pueblo se
resistieron a la orden, haciéndose fuertes en el domicilio de Don Pedro
Polidura Ortega, desde donde se hicieron disparos para rechazar el ataque de
las milicias forasteras, que pretendían incendiar el edificio. Solo la
serenidad y el arrojo del alcalde libraron al pueblo de una verdadera
carnicería. El destacado derechista Maximiano Mesas de Gracia, fue enviado por
el alcalde, D. Valentín Fernández Navío, como intermediario, durante siete
veces, con mensajes escritos y firmados, gestionando la solución del conflicto;
a base siempre de garantizarles la vida y dispensarles una protección decidida.
Llegó la Guardia Civil, que había sido avisada, y se produjo la rendición”,
mientras que, en la versión franquista, además de afirmar que los milicianos
procedían de toda la provincia (Linares, La Carolina, Villanueva del Arzobispo,
Beas, Puente de Génave, La Puerta y Orcera) y los eleva a 800-1000, afirma que
“se hizo resistencia durante todo el día veintiuno y veintidós en que, por
haber sido engañados, concertamos condiciones de capitulación que no fueron
cumplidas pues algunos fueron ejecutados”. Los que no murieron en el duro y
desconocido combate en este pueblecito jienense fueron, según la Causa General
local, detenidos y encerrados en la Casa del Pueblo local, donde fueron
insultados, vejados y golpeados y posteriormente, por iniciativa de la Guardia
Civil, trasladados a Jaén a disposición judicial e ingresados hasta el final de
la guerra civil en el Campo de Trabajo de Totana en Murcia, de donde
posteriormente fueron liberados.Detenciones de militares sublevados tras el golpe de estado.
Sin duda, el motivo de que únicamente
se dieran movimientos de consideración armados de civiles a favor de los
nacionales en estos dos municipios se debe, en el caso de Villarrodrigo, a ser
uno de los núcleos más alejados de la provincia y por ello ajenos al control
del gobierno y favorables a la acción de los terratenientes y caciques, y en el
de Orcera, ser cabeza y centro de un núcleo importante de poder en la zona, con
confluencia de gentes de derecha. En el resto de Jaén, hubo algún otro conato
de rebelión armada en grandes núcleos occidentales como La Carolina, Arjonilla,
Andújar o Martos, pero protagonizados únicamente por la fuerza armada y sin
apoyo popular. Es curioso como donde hubo alzamiento armado militar no hubo
apoyo popular, y donde se levanta en armas los ciudadanos, en la zona de Jaén
oriental, las fuerzas armadas no acudieron a socorrerles y, así, entre unos y
otros fracasaron en tomar Jaén en los primeros días de julio de 1936.
Milicianos combatiendo a los sublevados
Parece ser, por último, y tal y como afirma el historiador Carlos Javier Garrido García, que hubo algún conato de levantamiento armado también en el pueblo serrano de Siles donde “el 18 de julio de 1936, un contingente de civiles de Falange y la CEDA, liderados por José Ramón Garrido González, Francisco Sánchez Sempere y Mariano Zamora, que después fueron fusilados, se concentran en el Cuartel de la Guardia Civil ofreciéndose a apoyar el golpe”, acción que fracasa y no llega a producirse por retirarse los guardias civiles de la localidad, como ocurre en Villarrodrigo, Benatae y Orcera, donde no se llegó a apoyar el alzamiento civil. Una vez controlados estos intentos de sublevación en la provincia, se asienta definitivamente el frente de guerra en la mayor parte del Jaén republicano, que inicia una dura represión de retaguardia contra las decenas de presos derechistas detenidos.
Cartel de propaganda falangista.
Desde ese momento, se produce en toda
la comarca serrana un asentamiento del poder republicano del Frente Popular, fundamentalmente
de las organizaciones obreras, pero también de los partidos republicanos,
consistente básicamente en la represión de elementos derechistas e
incautaciones y colectivizaciones de propiedades y tierras de adinerados. En
Orcera, capital del partido, bajo el mando del ya alcalde Emilio Pérez Endrino,
fueron víctimas de la represión republicana siete personas, además de ello,
cabe mencionar la colectivización de establecimientos de maderas, fábricas y
molinos, la municipalización y colectivización de la Iglesia Parroquial, ya desacralizada
y convertida en hogar de refugiados políticos y en almacén de harinas, así como
la instauración de una Colectividad Obrera. En Beas de Segura, fueron fusiladas
dos personas, existiendo una “checa” o centro de detención denominado “La
Villa” para presos de derechas, así como también hubo destrucción de imágenes y
objetos religiosos. En Benatae, figura fusilada una persona, también detención
y saqueo a personas de derechas, y destrucción de imágenes y objetos
religiosos. De Génave figuran represaliadas dos personas, así como la
destrucción de imágenes y objetos religiosos. En Hornos no figuran represalias
relevantes al margen de la destrucción de imágenes y objetos religiosos. En
Pontones figuran represaliadas cinco personas, así como la destrucción de
imágenes y objetos religiosos. En La Puerta de Segura, aparece represaliada una
persona y cabe mencionar la incautación de fincas y fábricas de aceite y
colectivizaciones obreras. En Santiago de la Espada aparecen represaliadas seis
personas, así como la destrucción de imágenes y objetos religiosos. En Puente
de Génave hubo diversas detenciones y destrucción de objetos e imágenes
religiosas. En Segura de la Sierra no aparecen reseñados sucesos. En Siles
encontramos el mayor nivel de represión política de toda la región, con trece
represaliados, detención y saqueo a personas de derechas, incautación de fincas
y fábricas de aceite, colectivizaciones obreras, y destrucción de imágenes y
objetos religiosos. En Torres de Albánchez aparecen represaliadas tres
personas, detención y saqueo a personas de derechas, incautación de fincas, colectivizaciones
obreras, y destrucción de imágenes y objetos religiosos, y en el municipio
protagonista de esta zona, Villarrodrigo, aparecen represaliadas cuatro
personas, detención y saqueo a personas de derechas (especialmente los
vinculados al intento de sublevación militar), incautación de fincas,
colectivizaciones obreras, y destrucción de imágenes y objetos religiosos.Iglesia de Siles. Años 30
En total, fueron 44 las víctimas de
la represión republicana en la comarca jienense, muy pocas teniendo en cuenta
la población de la comarca en la época era aproximadamente de unas 35.000 personas
y el nivel de beligerancia del alzamiento nacional armado de las derechas en
toda la región, similar al existente en muchas otras zonas occidentales de la
provincia, que solo puede explicarse y entenderse en lo ya mencionado; el
escaso apoyo y arraigo en la zona de las organizaciones de izquierdas y el
respeto mayoritario en la comarca de las personas y grupos de derechas, que
llevaron a que en varios pueblos ni siquiera fuera represaliada una sola
persona y las propias autoridades republicanas salieran en apoyo de los que,
viniendo de otros pueblos, lo intentaron. Como hemos mencionado y como ha sido
ocultado en numerosas ocasiones, Jaén era un caldo de cultivo ideal para el
triunfo del golpe de estado y solamente la indecisión de la fuerza armada de la
provincia a la hora de tomar por las armas el poder político, como sí se hizo
en provincias como Sevilla o Granada, decantó el fracaso de la sublevación en
la zona, y no por la supremacía de los republicanos que era escasa y que solo
se consiguió una vez aplastada la revuelta y obtenido el apoyo de las grandes
ciudades y una vez que grandes contingentes de militantes sindicalistas fueran
armados formando la milicia republicana en todas las ciudades de la provincia.Segura de la Sierra
Es decisivo e importante tener esto
en cuenta ya que, de haber triunfado el golpe en Jaén, como casi ocurre y se
evidencia en la elevada conflictividad en julio de 1936 en la provincia,
hubiera sido clave para unir esta provincia con otras zonas ya sublevadas en la
región, como Cádiz, Sevilla, parte de Granada o gran parte de Córdoba, que
habría aislado a Málaga y Almería, y quizá habría presionado para tomar zonas
de Levante y Castilla, y amenazando directamente a Albacete, gran centro de
acuartelamiento republicano. En zonas donde los republicanos sí tuvieron mayor
autoridad, especialmente en Jaén ciudad y la zona occidental, el número de
represaliados y presos de derechas fue mucho mayor. En el Santuario de la
Virgen de la Cabeza (Andújar), según relata Manuel Garrido Palacios, entre
1936-1937, un grupo de guardias civiles y familiares suyos retirados de
diversos puntos de la provincia donde habían triunfado los milicianos, se
sublevan y encierran en el santuario al mando del Capitán Cortés, dando lugar
al asedio y rendición del lugar por las fuerzas republicanas, dejando un saldo
de 150-170 muertos. Tras ello, fue la propia capital, Jaén, quien tuvo el
protagonismo en el terreno de la represión política en la zona, a través de dos
símbolos de la represión republicana en la ciudad; la Prisión Provincial (según
afirma Ana Sola, inaugurada en 1932, abandonada en los años 90 y actualmente Museo
Íbero de Jaén), y la Catedral de Jaén.Ruinas tras el asedio en el Santuario Virgen de la Cabeza.
Aquí, una vez más, las cifras bailan.
el expediente de la Causa General registra en unos folios unos 750-800 reclusos
entre 1936-1939 en la Prisión Provincial de Jaén. La Catedral de Jaén fue
habilitada el 3 de agosto de 1936 como prisión, y registra unos 800 reclusos en
el expediente anterior, similar cifra a la que ofrece el propio investigador
Sánchez Tostado que las eleva a entre 700-800 presos a lo largo de la guerra
civil. En ambas instituciones se produjeron entre 1936-1939 al menos dos
grandes sacas o traslados de presos políticos fuera de las cárceles que se
saldaron con sonoras masacres. La primera y más conocida fue la de los trenes
de la muerte, un trágico suceso que tuvo a Madrid como escenario protagonista.
Según consta en los expedientes de la Causa General, figura un testimonio del
jienense Ignacio Valenzuela, testigo visual de los sucesos los días 10, 11 y 12
de agosto de 1936, que afirma que hubo dos trenes de la muerte; un primer tren
que sale de la Cárcel de Jaén completamente lleno con 40-50 guardias civiles de
escolta, es detenido en la estación de Atocha, donde son fusilados 10 presos
del mismo.Catedral de Jaén. Años 30
Al día siguiente, afirma el testigo,
salieron de la Catedral de Jaén el día 11 de agosto de 1936 a media noche,
llenando un tren entero de 10 vagones con más de 500 presos, y una escolta de
unos 70 guardias civiles. Llegaron a la estación de Villaverde a las 4 de la
tarde del 12 de agosto de 1936, donde, según el testigo, les esperaban unos 500
milicianos armados. Un guardia de asalto interviene liberando la escolta del
tren, y el testigo consigue zafarse de la situación haciéndose pasar por
extranjero, afirmando que una hora más tarde ve nuevamente el tren únicamente
con 50 presos, habiendo sido fusilado el resto. Otro testigo directo de los
hechos, el republicano miliciano Emilio Díaz Hernández, afirma que estando en
Vallecas fue llevado por el Comité Revolucionario de Vallecas a un tren ubicado
junto al Cerro de Santa Catalina, a 2 kilómetros de Vallecas, y escoltado por
unos 200 milicianos. Afirma el testigo que al poco tiempo llega un automóvil con
3 ametralladoras que se ubican a 50 metros del tren, y van sacando a los presos
de los vagones, y ubicados en la explanada del cerro, donde son fusilados,
primero un grupo de 10 presos, y posteriormente a grupos más grandes de 35-40
presos, calculando un número de 250 fusilados en el lugar, si bien otro
testigo, el ubetense Andrés Portillo Ruiz los eleva a unos 400, y el
investigador Santiago Mata calcula fueron unos 194. Posteriormente, los 40-50
presos supervivientes corrieron otra suerte. según el testigo Emilio Díaz,
“fueron traídos presos a Madrid”. Andrés Portillo afirma que después de la
matanza, los supervivientes fueron llevados a Entrevías y después al Ateneo de
Puente Vallecas, al Círculo Socialista de Puente Vallecas, a la Dirección General
de Seguridad y posteriormente a la Cárcel Modelo de Madrid, en Moncloa. Así
pues, entre los 10 fusilados del primer tren el día 10 y los entre 190-250
fusilados del segundo tren el día 12 de agosto, en total debieron ser fusilados
en apenas dos días en Madrid unos 200-260, según las fuentes diversas, presos
políticos de derechas sacados de la cárcel y de la catedral de Jaén. Entre
ellos figuraban unos 18 presos de Beas de Segura que, sumados a los dos
fusilados en la localidad elevan el número a unos 20 en total, unos 52 de
Cazorla, unos 34 de Peal de Becerro, 8 presos de Vilches y unos 28 de
Villacarrillo, entre ellos Manuel Basulto Jiménez, natural de Cazorla, y en ese
momento Obispo de Jaén y su hermana.Fachada prisión provincial. Jaén
La segunda masacre de presos de
derechas de la provincia de Jaén tuvo lugar poco después, entre el 2-7 de abril
de 1937. Esta masacre ocurrió como consecuencia de un ataque sobre la capital
jienense ocurrida un día antes, el 1 de abril de 1937, cuando, a similitud de
lo ocurrido pocos días después en la villa vasca de Guernica, un grupo de
aviones de la Legión Cóndor alemana realiza un bombardeo de castigo sobre la
capital republicana de Jaén, dejando un saldo de más de 150 jienenses muertos
fruto del ataque indiscriminado ordenado por el General Queipo de Llano. La
reacción de odio popular y venganza de los republicanos de Jaén no se hizo
esperar y en seguida se dirigieron a las cárceles y centros de detención de la
ciudad para vengarse de los presos políticos de derechas encerrados en la
capital. Según el ya mencionado Manuel Garrido Palacios, entre los días 2-7 de
abril de 1936, grupos incontrolados de milicianos republicanos asaltaron la
Cárcel Provincial de Jaén y realizaron sucesivas sacas de presos, que fueron
fusilados en las tapias del cementerio del pueblo de Mancha Real, un pueblecito
ubicado apenas a 20 kilómetros de Jaén ciudad, dejando un saldo de
aproximadamente 130 fusilados en esos 5 días, en represalia al bombardeo alemán
de la capital.Bombardeo de Jaén
Así, entre los 170 muertos del Santuario
de la Cabeza, los 260 de los trenes de Jaén y los 130 de las sacas de 1937, en
menos de un año debieron de ser fusilados en diferentes puntos de Jaén y Madrid
alrededor de más de 500 presos políticos de derechas, elevándose, según afirma
Luis Garrido González a más de 1.830 personas el total de fusilados en el Jaén
republicano, contando con los fusilados en cada uno de los pueblos de la
provincia de Jaén alrededor de los tres años de guerra, un número bastante
elevado si tenemos en cuenta a una provincia tan pequeña demográficamente
hablando, y donde los republicanos de izquierdas no tenían hasta ese momento un
predominio excesivamente marcado a nivel político y social, lo que evidencia
hasta qué punto hubo de ser necesario para éstos controlar la provincia a
sangre y fuego que, de otro modo habría caído, si hubiera tenido el apoyo de la
Guardia Civil que tuvo en otros lugares como Cádiz, Sevilla o Granada, en manos
de los nacionales de una forma bastante rápida en los primeros días del golpe
militar.
En manos nacionales quedó a lo largo de la guerra una estrecha y pequeña área entre las provincias de Córdoba y Jaén con capital en Lopera, que fue frente de guerra hasta el final del conflicto. Con el final de la Guerra Civil en abril de 1939, y debido a la tenaz resistencia republicana en la mayor parte de la provincia de Jaén y la dura represión republicana a los presos de derechas, numerosos represaliados políticos frentepopulistas cayeron presos en las mismas cárceles jienenses que antes habían ocupado los nacionales, y los cementerios, nuevamente, pasaron a llenarse de represaliados políticos.
Con el final de la guerra, según Luis
Miguel Sánchez Tostado, especialmente el Cementerio de San Eufrasio de Jaén se
convirtió en una inmensa fosa común en la que fueron fusilados alrededor de casi
2.000 víctimas republicanas, muchos de ellos, dirigentes republicanos y
milicianos principales que dirigieron el mando de los diversos municipios de la
Sierra de Segura, como lo fue el alcalde de Orcera, la cabeza de la comarca. En
general, en toda la provincia de Jaén, hubo una cifra de represaliados y
asesinados por Franco muy similar a la causada por el Frente Popular que, por
regla general, fueron y enterrados en dicho cementerio, hoy considerado como un
monumento conmemorativo de la memoria histórica, de la misma manera que en su
día fuera instalada en la Catedral de Jaén una placa en homenaje a las victimas
derechistas del Jaén republicano.Guillermo Fiscer Lamelas
Ambos elementos de homenaje
constituyen a día de hoy el último recuerdo y la última evidencia del duro y
terrible periodo de la guerra civil y la posguerra en la provincia de Jaén, una
zona de escaso protagonismo y muy poco mencionada en la historia de la Guerra
Civil.
En el Puente de Génave también hubo un cruel asesinato.Conozco bien la historia pero no la voy a contar.
ResponderEliminarLa muerte, efectivamente, se produjo en término municipal de Puente de Genave, pero era vecino de La Puerta…concretamente secretario del ayuntamiento y miembro creo recordar del Partido Agrario Español..
EliminarEn el Puente de Génave,por desgracia, también existieron episodios tristes,y unol trágico en el propio pueblo,Los mayores supongo que saben de quién hablo...
ResponderEliminarNo es nada seguro que perteneciera al Partido Agrario Español (CEDA).Al parecer el asesinato tuvo otro origen más cercano a la vida en el pueblo.Y ahí ya me callo.
ResponderEliminarEra secretario municipal cuando se produjo la segregación de Puente de Génave de La Puerta de Segura.
ResponderEliminarPor los comentarios me parece que, después de 88 años, aún hay... digamos cierta reticencia a contar a ejecución del Sr. Ruiz.
ResponderEliminarAlfredo Rodríguez Tébar.