miércoles, 13 de mayo de 2020

UN "SANISIDRO" DIFERENTE.

Es una evidencia para todos que este año nos va a faltar vivir las sensaciones y diversas emociones que representa, para todo puenteñ@, la celebración de San Isidro. Estas fechas las tenemos muy presentes en nuestro particular calendario y soñamos durante el resto del año con vivir nuestro "sanisidro" con especial intensidad. Las circunstancias sanitarias han provocado la suspensión de los actos festivos pero eso no significa que cualquiera que se sienta vinculado a Puente de Génave sienta, en ese rinconcito de su corazón, las vibraciones y sentimientos encontrados que, cada año, nuestro San Isidro, nos proporciona en cada uno de sus actos y momentos. Por eso, y aunque sea viviendo esta anormalidad socio-sanitaria, todos los puenteñ@s gritaremos ese día ¡¡¡ Viva San Isidro !!! 

Desde el blog queremos darle a nuestra festividad el protagonismo que las circunstancias han querido quitarle, y por eso reproducimos aquí el artículo firmado por Pedro Ruíz Avilés en el que hace una loa representativa del significado de San Isidro para Puente de Génave. 


                      EL SANTO PATRÓN

Para mí, en mis años más juveniles, la imagen de San Isidro de nuestra parroquia de Puente de Génave representaba a un hombre erguido, fortachón, con pinta de guerrero, una semblanza adusta, y agarrado a una desmesurada reja de arado romano y desentonando al lado de unos angelitos enanos labrando con una minúscula yunta de bueyes en unos ingratos secarrales de La Mancha medieval.
Cuando, años más tarde, marché a estudiar a Madrid, supe que esa imagen era muy diferente a la que se venera en una urna mortuoria en la Colegiata de San Isidro madrileña: San Isidro era también zahorí, taumaturgo y “hacedor de lluvias”. Una imagen más próxima a la que el 15 de mayo veneramos en nuestro pueblo, o sea la de un buen campesino mozárabe que consumió sus días fatigado por la dureza de su trabajo y de mirar al cielo esperando paciente una lluvia que tarda en llegar y que, a menudo, llega en forma de tormenta destructora. En definitiva, como un símbolo genuino del hombre del campo y un labrador sestero dormitando “en contacto con la naturaleza¨ bajo la sombra de un chaparro, junto a un pozo medio seco y un botijo de barro colorado. Un sabio de lunas dotado de filosofía senequista aguardando a los acontecimientos, relevado de vez en cuando en su duro oficio por una pareja de ángeles antes de que su patrón, Iván de Vargas, le llamara bruscamente la atención ...
Sin embargo, y objetivamente hablando, el San Isidro de estos tiempos que vivimos parece estar bastante fuera de tiempo y de lugar, aunque los escasos agricultores y ganaderos que restan sí comparten sus penurias y sentimientos. Tampoco los fastos y rogativas de estos tiempos isidriles apenas ostentan similitud con los tiempos medievales en que el santo vivió. Por ejemplo, la misa y la romería difieren de la de los años cincuenta.  Sí aquella de tiempos de D. Pedro y en que ocupaba la sagrada cátedra¨ el canónigo D. Manuel Sánchez y Sánchez quien se extasiaba hablando de los numerosos ¨milagros de nuestro patrón agricultor¨.  Eso sí, aun acuden a la ofrenda, como antaño, niños y niñas vestidos de pastores y pastoras con sus ramos de flores, ramas de olivo y, muy raras espigas del otro año. Ahora hay una flamante coral que le canta loas y un himno ¨cosecha local¨, y ¨Los Pizarrines”, o familiarmente para nosotros ¨Los Pajeros¨ por su origen genavero, aunque disminuido su número amenizan puntualmente el largo recorrido de la romería, aunque probablemente el año próximo año serán sustituidos por nuestra flamante banda de música…Y los que no faltan son el pueblo más los puenteños allegados acompañando en masa en un gesto más atávico que de devoción o recuerdo a sus orígenes. Aunque ya no hay disputas por llevar las andas, ni estas se llenan de peladillas, y algún que otro billete invocando una promesa.
         Lo cierto y verdad es que la fiesta de San Isidro que pronto celebraremos será más bien un paréntesis anual en nuestra vida local que una celebración conmemorativa o piadosa hacia un Santo Agricultor y Milagrero. Desaparecida la feria, y casi siempre el circo, serán los cochecicos, la noria y los caballitos para el público infantil, y las vaquillas, el tapeo, la verbena y los churritos para los mayores los ejes fundamentales ahora de nuestras fiestas. Evidentemente bastante alejadas respecto al fin y la representación de lo que eran antiguamente en los ya lejanos años cincuenta.
          Entretanto los representantes activos y todavía vivos de aquellos labradores y “aceituneros altivos¨ de mediados de siglo, continuarán escrutando al cielo por si lloviera y, además de alimentar de la bendita agua su tierra el tiempo les permitirá darse ¨una alegría¨ tomando un par de cervecitas con la parienta y algunos ¨isidros¨ recién aterrizados a las fiestas. E igualmente deseando que estas fechas festivas transcurran pronto pues se le hace ya muy tarde para ¨curar de arriba¨, e ir al banco a cobrar la paguilla más el ¨anticipo¨ a cuenta de la cosecha que entrego´ en la cooperativa hace casi un semestre. Y es que ser agricultor, o trabajar en el campo, aunque este sea el que nos alimente, amigos y paisanos, ciertamente no está de moda. ¡¡Qué no tengamos que lamentarlo!! 
  
PEDRO RUIZ AVILÉS.

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