UNA VIDA PLENA DE ANDALUCISMO
( j. t.)
En esta fecha tan señalada, en la que el pueblo
andaluz celebra su festividad, y siguiendo con el recorrido con el simbolismo
de los que nos identifica como pueblo, no podemos obviar la figura
representativa del andalucismo encarnada en la persona de Blas Infante; quien,
desde abril de 1983, es considerado el “padre de la patria andaluza” según
acuerdo unánime del Parlamento Andaluz.
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Blas Infante |
Efectivamente, Blas Miguel de los
Santos Infante Pérez nació el 5 de julio de 1885 en el pueblo malagueño de
Casares, hijo de Luis Infante Andrade, licenciado en derecho que ejercía de
secretario del Juzgado de Casares, y de Ginesa Pérez de Vargas, que descendía
de una familia labradora de clase media. Con once años se trasladó a Archidona
para estudiar en el colegio de los escolapios como alumno interno hasta 1899;
logró el grado de bachiller en el instituto Nuestra Señora de la Victoria de
Málaga en 1902, para pasar a realizar labores de escribiente en el juzgado
junto a su padre por lo que recibía un pequeño salario. Los escasos recursos
familiares frenaron sus aspiraciones estudiantiles, por lo que no fue hasta 1904
cuando se decide a matricularse en la Facultad de Derecho de Granada, donde,
estudiando por libre, sólo se desplazaba a realizar los exámenes, siendo de
gran ayuda su buen amigo el poeta Alberto Álvarez de Cienfuegos Cobos, un
granadino de buena familia que le proporcionaba los apuntes y que luego le
acompañará en su lucha andalucista como miembro
de la Asamblea Andalucista de Córdoba en 1918, logrando así la licenciatura en
octubre de 1906.
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Casares (Málaga) |
Los Infante pasan los apuros comunes
a los andaluces tras la crisis económica producida tras el desastre del 98 de
pérdida de las últimas colonias provocada por los gastos enormes de guerra. En
1909, tras ganar las oposiciones a notarías, ejerció de notario de Cantillana
(Sevilla), lo que aprovecha para entrar en contacto con el intelectualismo
regeneracionista sevillano. Conoció así el krausismo, el republicanismo
federalista y el anarquismo revolucionario arraigado en los jornaleros y trabajadores
del campo, profundizando en sus ideas regionalistas basadas en la historia del
“Al-Andalus”, especialmente con los miembros del ateneo sevillano. Infante
alternó las tareas de notario, historiador, antropólogo, musicólogo, escritor y
periodista, además de ser un lector voraz y gran conferenciante. Se editaron
catorce obras suyas, aunque llegó a escribir más de tres mil manuscritos, la
inmensa mayoría relacionado con la realidad andaluza.
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Cantillana (Sevilla) |
Todas estas dinámicas fueron
construyendo el ideario político de Blas Infante, heredero de los movimientos
republicanos y federalistas del siglo XIX, que se basa en la defensa del
andalucismo y en la existencia de diferencias entre Andalucía y el resto de
regiones que formaban la España del Rey Alfonso XIII. Su objetivo era conseguir
la reconstrucción de Andalucía, entendida como una necesidad para obtener la
regeneración de España. La influencia krausista se hizo presente en su talante
“organicista”, pues veía la nación como un organismo suprarregional, compuesto
de una serie de partes vivas diferenciadas, sus regiones, que se articulan armónicamente.
Por su parte, la influencia del regeneracionismo de Joaquín Costa, se tradujo
en su preocupación por el problema de la tierra, especialmente duro en
Andalucía, tomando de Costa multitud de proyectos que quedaron expuestos en su
obra literaria, especialmente en “Ideal Andaluz” de 1915; como por ejemplo el
fenómeno de las clases medias campesinas, la restitución del patrimonio
municipal, la defensa de las leyes naturales de la producción, etc. Por último,
la herencia del ideal federativo desembocó en la concepción política de una
diferenciación integradora dentro de España, siendo la unión de todas las
particularidades nacionales la que diera verdadera fortaleza al estado español
dejando en el olvido los errores de la Restauración Borbónica de finales de S.
XIX.
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Edición de "Ideal Andaluz" |
Todos estos pensamientos y todas
estas aportaciones sirvieron a Blas Infante para, con gran análisis intelectual
y con su singular sensibilidad social llegar al andalucismo. Esta sensibilidad
social que le lanzó a la acción política tenía un indiscutible referente: el
jornalero andaluz. Él se crió entre jornaleros y, por lo tanto, se consideraba
hijo de ese pueblo: “Yo soy del pueblo [...] yo tengo clavada en la conciencia
desde mi infancia, la visión sombría del jornalero”, llegó a escribir. Desde
estos supuestos definió y defendió la identidad andaluza y sus cualidades
positivas como protesta por su miseria y explotación económica de sus gentes a
manos de hacendados y terratenientes, aportando un sentimiento de amor a la
tierra para transformarlo en conciencia de pueblo. Sus planteamientos avanzan
hacia un nuevo concepto de nacionalismo que reivindican modernización para su
tierra, largamente olvidada y empobrecida, como instrumento de recuperación y
dignificación de una Andalucía sometida desde dentro y desde fuera. Su
proyecto, siempre desde presupuestos claramente regeneracionistas, buscaba la
redención económica y moral de Andalucía para impulsarla hacia el futuro. Y en
dicho proyecto se conjugaba su ideal andaluz con un fin mayor de construir una
España nueva, plural y solidaria.
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Trabajo de jornaleros en el campo andaluz |
A partir de 1912, comenzaron los
grandes debates sobre Andalucía, que pusieron de relieve la existencia de una
preocupación regionalista y en los que siempre participaba Blas Infante. En
primer lugar, con la confluencia entre andalucismo y la riqueza mal repartida
que empobrece al pueblo, es decir, el choque entre el progreso deseado y la miseria
que vivía el pueblo, por lo que llegó a afirmar en su intervención en el primer
Congreso Regionalista de Ronda en 1913 que: “la libertad de la tierra será base
necesaria de la libertad de los hombres”. Estos planteamientos influyeron en la
formulación teórica del pensamiento regionalista de Blas Infante que expuso, en
1915, en su obra “Ideal Andaluz”, en el que explica su visión de la historia,
la identidad y los problemas de su tierra y sus gentes, proponiendo crear una
conciencia colectiva regional que transformara las estructuras sociales,
educando al pueblo y creando una clase media campesina, de manera que se
lograse que “la tierra andaluza sea para el jornalero andaluz”. Esta obra
influyó decisivamente en la articulación definitiva del andalucismo que se
llevó a cabo, a partir de 1916, en los diversos Centros Andaluces que se
crearon y revistas como “Andalucía”, lo que hace que ya en 1917 se hablara de
nacionalismo andaluz articulado en torno a tres ejes: la reforma política, la
reforma económica y la reforma municipal.
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Portada de la revista "Andalucía" |
Los debates continuaron en la
Asamblea de Ronda de 1918 que, inspirada en la cantonalista Constitución
Federal de Antequera de 1883, establece las bases a seguir por el andalucismo
para así obtener una autonomía plena para Andalucía, adoptándose una bandera de
franjas verdiblancas, ya documentada desde 1095 en Al-Andalus, y un escudo con
las columnas y Hércules para plasmar lo que llamaría “las insignias de
Andalucía”. Debemos mencionar que, con anterioridad, su posicionamiento a favor
de los aliados durante la 1ª Guerra Mundial provoca su ingreso en prisión como
generador de una corriente que pretendía romper la neutralidad de España. Este
hecho provocó su paso definitivo a la acción política presentándose a las
elecciones de 1918 por el distrito electoral de Gaucin y poco después por el de
Sevilla, fracasando en su elección por la fuerte presencia caciquil. El 1 de
enero de 1919 firma, junto con miembros de varios Centros Andaluces, el
Manifiesto Andalucista de Córdoba, que define el concepto nacional de Andalucía
entendiéndose como nacionalidad histórica y el estado federal español,
hablándose ya de abolición de los poderes centralistas, de una Andalucía libre
y de federación hispánica. Ese mismo año contrae matrimonio con Angustias
García Parias con la que tendrá cuatro hijos.
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Asamblea de Ronda 1918 (Blas Infante en el centro) |
Seguirá con su actividad laboral sin
marginar la andalucista y escribirá títulos como “Motamid” (1920), “La
Dictadura Pedagógica” un complejo análisis filosófico en 1921 y “Cuentos de
Animales” también en mismo año. Después llegará la dictadura de Primo de
Rivera, que marcó un claro giro centralista al estado por lo que son
clausurados los Centros Andaluces, fundados por él en 1916. A partir de aquí, como fórmula de soslayada
oposición, edita la revista “Andalucía” como plataforma política del
nacionalismo andaluz. El 15 de septiembre de 1924 viajó a Marruecos, donde
visitó la tumba de Al-Mutamid en la ciudad de Agmhat y conoció a sus descendientes.
Es allí, según cuentan ciertos relatos, en una pequeña mezquita de Agmhat,
donde Blas Infante realiza la Shahada, la conversión al Islam, adoptando el nombre
de Ahmad, cuestión desmentida categóricamente por sus descendientes. Lo que
está claro es que nunca práctico esta religión, ya que era un ateo declarado, y
si llegó a realizar este ritual lo hizo en el contexto de la fascinación que la
cultura islámica le provocaba por ser originaria del arraigo andaluz. Posteriormente,
en 1928, viaja a Galicia para reunirse con los ideólogos del
"galleguismo", llegando a participar en la revista regionalista gallega
denominada Nós, siendo este el inicio de una serie de intervenciones en
conferencias sobre el andalucismo en un contexto federalista una vez que la
dictadura entra en su fase final de debilidad manifiesta.
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Tumba del rey poeta de Sevilla Al-Mutamid en Agmhat (Marruecos) |
En 1931 se hace cargo de la notaría
de Coria del Río (Sevilla), donde construye su casa la que denomina "Dar
al-Farah" («Casa de la Alegría») inspirada en la arquitectura de
Al-Ándalus, encargándose personalmente de su decoración. Allí recibe la recién
proclamada II República, llegando a presidir la Junta Liberalista Andaluza
(JLA), presentándose en las elecciones de junio de 1931 en las filas del
Partido Republicano Federal sin llegar a obtener acta de diputado. En 1932,
Blas Infante se hizo militante de Izquierda Radical Socialista, partido que,
aun siendo de carácter nacional, defendía paralelamente su andalucismo siendo
sus puntos esenciales, entre otros muchos, el repudio al centralismo frente a
un federalismo necesario, la solución al caciquismo como elemento de represión
del campesinado necesitado de una verdadera reforma agraria y la reforma de un
complicado sistema electoral vigente. Estas ideas y lo promovido en la JLA
tendrá gran importancia en la redacción del anteproyecto de estatuto de
autonomía, elaborado en gran parte por el propio Blas Infante, en 1932. Se
presenta de nuevo en las elecciones de noviembre de 1933 por Málaga dentro de
una coalición Izquierda Republicana Andaluza (coalición del Partido Radical
Socialista e Izquierda Radical Socialista), que termina en un nuevo fracaso al
no ser elegido diputado.
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Casa de Blas Infante en Coria del Río. Casa de la Alegría |
No era extraño que Blas Infante
saliera en diversas publicaciones en defensa del anarquismo, por su fuerte
implantación entre los jornaleros y campesinos que estaban siendo reprimidos y
acallados en una reforma agraria que no acababa de llegar. Esa empatía con el
campesinado le lleva a proponer, en 1933, que la melodía religiosa del canto
jornalero Santo Dios (cántico que los jornaleros entonaban al terminar su día
de trabajo), se convierta en el Himno de Andalucía, cambiándole la letra por un
texto elaborado por él. Este himno, junto con la bandera y el escudo antes
mencionados, elegidos en la Asamblea de Ronda de 1918 y por la Junta
Liberalista Andaluza en 1933, son los símbolos institucionales andaluces
actuales, según el artículo 6.2 del Estatuto de Autonomía de Andalucía de 1981.
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Texto del canto "Santo Dios" |
En enero de 1933, se celebró la
Asamblea de Córdoba, aprobándose el Anteproyecto de Bases para el Estatuto de
Autonomía de Andalucía, que debería iniciar un proceso para ser aprobado en
referéndum por el pueblo andaluz, proceso que se verá paralizado por la llegada
de la derecha centralista al gobierno de la República tras las elecciones de
noviembre de 1933. Su oposición al gobierno de derechas de Madrid es manifiesta,
lo cual hace patente en su visita al presidente de la Generalidad de Cataluña,
Lluís Companys, preso junto a otros miembros de su gobierno en el penal de El
Puerto de Santa María, tras la proclamación de la independencia de la República
Catalana en octubre de 1934. Posteriormente, en enero de 1936, escribió la
Carta Andalucista, en la que atisbaba un clima de confrontación civil, cuestión
que se confirmó tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones generales
de febrero de 1936, triunfo que revitaliza al movimiento andalucista y durante
la Asamblea de Sevilla, el 5 de julio de 1936, es aclamado como presidente de
honor de la futura Junta Regional de Andalucía. Este nombramiento le empuja a
escribir, el 15 del mismo mes, su último manifiesto que tituló “A todos los
andaluces”, en el que asumió un papel institucional y representativo pidiendo
al pueblo andaluz su unión para conseguir la autonomía frente a aquellos que
pretendían destruirla, haciendo un alegato a la paz y la concordia entre
pueblos y gentes.
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Texto del anteproyecto de Estatuto de Autonomía.
Asamblea de Córdoba 1933 |
A los pocos días del golpe de estado,
concretamente el 2 de agosto, varios miembros de Falange Española le detienen
en su casa de Coria del Río. Es evidente que su significada figura fue la
motivación suficiente para que sin juicio ni sentencia fuera fusilado la
madrugada del 11 de agosto, con otros dos detenidos en el kilómetro 4 de la
carretera de Carmona, justo en el linde de la antigua Huerta de las Clarisas,
en las tapias del cortijo llamado Gota de Leche. Cuatro años más tarde de su
asesinato, el 4 de mayo de 1940, un jurado del Tribunal de Responsabilidades
Políticas creado después de la guerra, y para justificar su ejecución, le
condena a muerte y a una multa económica que tendrán que pagar sus descendientes
por: “[…]formar parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las
elecciones de 1931; en los años sucesivos hasta el 1936 se significó como
propagandista para la constitución de un partido andalucista o regionalista
andaluz, [...] falleciendo el 11 de agosto de 1936 a consecuencia de la
aplicación del Bando de Guerra”.
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Monumento en el lugar de ejecución de Blas Infante |
Desde entonces, su figura y sus ideas
han permanecido hasta nuestros días, y la Comunidad Autónoma de Andalucía y el
andalucismo han recibido de él no sólo la herencia de sus símbolos, sino su
ideal de hacer grande a una “Andalucía para sí, para España y para la
Humanidad”. Hoy es considerado el padre del nacionalismo andaluz por todos los
andaluces.
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